227 resultados para Unamuno
Resumo:
Don Miguel de Unamuno, en el primer capítulo de Del sentimiento trágico de la vida, nos habla del "hombre de carne y hueso": el hombre que nace, sufre y muere; cualquiera de nosotros que, entre otras cosas, sienten "dolor de muelas". Se trata de un hombre real no ideal, un hombre que puede ser visto, tocado, con el cual podemos hablar. Es real, existe, está aquí. Tomamos del escritor chileno Jorge Edwards su idea de "Fantasmas de carne y hueso". Pues, considera ciertos fantasmas tan reales como los hombres que sufren con la presencia de éstos; son fantasmas que vienen del pasado, que nos asustan, que son reales, pues reales son nuestros temores; de ellos podemos hablar, los podemos sentir, nos hacen llorar. Verificamos que Unamuno está atormentado, sufre pues para él la vida es trágica, ya que no puede encontrar la armonía entre los contrarios. Lo trágico en su vida no serían la razón y la fe y sí sus "fantasmas de carne y hueso". Lo que le atormenta es su pasado, o mejor, el hecho de no poder olvidar su pasado. Estaría prisionero de fantasmas, fantasmas reales, tan reales como los hombres que sienten "dolor de muelas".
Resumo:
Este trabajo describe una serie de limitaciones epistemológicas inherentes a la relación entre el novelista y sus personajes ficticios. Con el fin de ilustrar con la mayor claridad posible dichas limitaciones, se analiza el diálogo que mantienen Unamuno y su personaje ficticio, Augusto Pérez, en Niebla
Resumo:
En la España de fines del siglo XIX, la erudición se proyectó como espacio de controversia. Inmerso en plena crisis de confianza en el método cientificista, Unamuno creyó encontrar en Clarín un aliado. Sin intuir el respeto bifronte que Alas mantuvo con respecto a las posturas críticas enfrentadas por entonces -y que La Regenta ya había ilustrado- en vano buscó Unamuno su apoyo para erosionar el espacio de saber que veía personificado en Menéndez y Pelayo. En medio de esas tensiones oblicuas e irónicas, la intimidad se torna espacio de contienda crítica. Las cartas, los artículos burlescos, las lecturas recíprocas: la literatura misma se torna entonces instancia de auto legitimación
Resumo:
Tras describir las líneas principales de las interpretaciones que Gregorio Marañón y Miguel de Unamuno hicieron del diario de Henri-Frédéric Amiel, en este artículo se trae a colación la obra de Otto Weininger con el fin de contemplar ambas interpretaciones desde una perspectiva más amplia que permita vislumbrar cuáles eran los intereses de Marañón y Unamuno cuando analizaron la vida y la personalidad de Amiel
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Tras describir las líneas principales de las interpretaciones que Gregorio Marañón y Miguel de Unamuno hicieron del diario de Henri-Frédéric Amiel, en este artículo se trae a colación la obra de Otto Weininger con el fin de contemplar ambas interpretaciones desde una perspectiva más amplia que permita vislumbrar cuáles eran los intereses de Marañón y Unamuno cuando analizaron la vida y la personalidad de Amiel
Resumo:
Este trabajo describe una serie de limitaciones epistemológicas inherentes a la relación entre el novelista y sus personajes ficticios. Con el fin de ilustrar con la mayor claridad posible dichas limitaciones, se analiza el diálogo que mantienen Unamuno y su personaje ficticio, Augusto Pérez, en Niebla
Resumo:
En la España de fines del siglo XIX, la erudición se proyectó como espacio de controversia. Inmerso en plena crisis de confianza en el método cientificista, Unamuno creyó encontrar en Clarín un aliado. Sin intuir el respeto bifronte que Alas mantuvo con respecto a las posturas críticas enfrentadas por entonces -y que La Regenta ya había ilustrado- en vano buscó Unamuno su apoyo para erosionar el espacio de saber que veía personificado en Menéndez y Pelayo. En medio de esas tensiones oblicuas e irónicas, la intimidad se torna espacio de contienda crítica. Las cartas, los artículos burlescos, las lecturas recíprocas: la literatura misma se torna entonces instancia de auto legitimación
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Tras describir las líneas principales de las interpretaciones que Gregorio Marañón y Miguel de Unamuno hicieron del diario de Henri-Frédéric Amiel, en este artículo se trae a colación la obra de Otto Weininger con el fin de contemplar ambas interpretaciones desde una perspectiva más amplia que permita vislumbrar cuáles eran los intereses de Marañón y Unamuno cuando analizaron la vida y la personalidad de Amiel
Resumo:
La historia mundial toma otro rumbo con la llegada de la modernidad en el inicio del siglo XX y el vertiginoso crecimiento de las ciudades europeas. La industrialización, la urbanización y la evolución tecnológica determinan mudanzas tanto en las realidades vividas como también en las apariencias y en las costumbres de sus habitantes. Concomitantemente con los cambios sociales y económicos acontece una transformación de los sentidos con una importante repercusión sobre las representaciones en la literatura y las artes. El presente trabajo pretende ofrecer una breve evaluación comparativa de las representaciones de Madrid en textos de Unamuno, de Valle-Inclán y de Gómez de la Serna que reflejan la posición del escritor modernista delante de los cambios fundamentales que esta ciudad experimenta en las primeras décadas del siglo XX. Unamuno publica entre 1931 y 1935 doce artículos con enfoque en la capital de España, Valle-Inclán aborda el tema en el drama esperpéntico Luces de Bohemia y Gómez de la Serna es autor de textos ensayísticos como "Elucidario de Madrid" y también de novelas ubicadas en el ambiente madrileño como La viuda blanca y negra que exponen al lector su visión de esta metrópolis moderna.
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Don Miguel de Unamuno, en el primer capítulo de Del sentimiento trágico de la vida, nos habla del "hombre de carne y hueso": el hombre que nace, sufre y muere; cualquiera de nosotros que, entre otras cosas, sienten "dolor de muelas". Se trata de un hombre real no ideal, un hombre que puede ser visto, tocado, con el cual podemos hablar. Es real, existe, está aquí. Tomamos del escritor chileno Jorge Edwards su idea de "Fantasmas de carne y hueso". Pues, considera ciertos fantasmas tan reales como los hombres que sufren con la presencia de éstos; son fantasmas que vienen del pasado, que nos asustan, que son reales, pues reales son nuestros temores; de ellos podemos hablar, los podemos sentir, nos hacen llorar. Verificamos que Unamuno está atormentado, sufre pues para él la vida es trágica, ya que no puede encontrar la armonía entre los contrarios. Lo trágico en su vida no serían la razón y la fe y sí sus "fantasmas de carne y hueso". Lo que le atormenta es su pasado, o mejor, el hecho de no poder olvidar su pasado. Estaría prisionero de fantasmas, fantasmas reales, tan reales como los hombres que sienten "dolor de muelas".
Resumo:
Este trabajo describe una serie de limitaciones epistemológicas inherentes a la relación entre el novelista y sus personajes ficticios. Con el fin de ilustrar con la mayor claridad posible dichas limitaciones, se analiza el diálogo que mantienen Unamuno y su personaje ficticio, Augusto Pérez, en Niebla
Resumo:
La historia mundial toma otro rumbo con la llegada de la modernidad en el inicio del siglo XX y el vertiginoso crecimiento de las ciudades europeas. La industrialización, la urbanización y la evolución tecnológica determinan mudanzas tanto en las realidades vividas como también en las apariencias y en las costumbres de sus habitantes. Concomitantemente con los cambios sociales y económicos acontece una transformación de los sentidos con una importante repercusión sobre las representaciones en la literatura y las artes. El presente trabajo pretende ofrecer una breve evaluación comparativa de las representaciones de Madrid en textos de Unamuno, de Valle-Inclán y de Gómez de la Serna que reflejan la posición del escritor modernista delante de los cambios fundamentales que esta ciudad experimenta en las primeras décadas del siglo XX. Unamuno publica entre 1931 y 1935 doce artículos con enfoque en la capital de España, Valle-Inclán aborda el tema en el drama esperpéntico Luces de Bohemia y Gómez de la Serna es autor de textos ensayísticos como "Elucidario de Madrid" y también de novelas ubicadas en el ambiente madrileño como La viuda blanca y negra que exponen al lector su visión de esta metrópolis moderna.
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Don Miguel de Unamuno, en el primer capítulo de Del sentimiento trágico de la vida, nos habla del "hombre de carne y hueso": el hombre que nace, sufre y muere; cualquiera de nosotros que, entre otras cosas, sienten "dolor de muelas". Se trata de un hombre real no ideal, un hombre que puede ser visto, tocado, con el cual podemos hablar. Es real, existe, está aquí. Tomamos del escritor chileno Jorge Edwards su idea de "Fantasmas de carne y hueso". Pues, considera ciertos fantasmas tan reales como los hombres que sufren con la presencia de éstos; son fantasmas que vienen del pasado, que nos asustan, que son reales, pues reales son nuestros temores; de ellos podemos hablar, los podemos sentir, nos hacen llorar. Verificamos que Unamuno está atormentado, sufre pues para él la vida es trágica, ya que no puede encontrar la armonía entre los contrarios. Lo trágico en su vida no serían la razón y la fe y sí sus "fantasmas de carne y hueso". Lo que le atormenta es su pasado, o mejor, el hecho de no poder olvidar su pasado. Estaría prisionero de fantasmas, fantasmas reales, tan reales como los hombres que sienten "dolor de muelas".