994 resultados para Orlandis, José: Katolisen kirkon historia
Resumo:
Fil: Barcos, María Fernanda. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación; Argentina.
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Fil: Castro, Edgardo José Manuel. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación; Argentina.
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Fil: Pérez, Alberto Aníbal. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación; Argentina.
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Este trabajo se propone realizar un recorrido histórico sobre los inicios del Hospital San Roque, actual Hospital Ramos Mejía. La metodología consistente en el relevamiento, sistematización y contextualización de fuentes primarias nos permiten dar cuenta de la labor de los Dres. José María Ramos Mejía y José Ingenieros en el ámbito hospitalario. En este recorrido histórico se pueden ubicar tres momentos clave en relación a la construcción edilicia del hospital. En el año 1869 comenzó a funcionar el Lazareto San Roque en los Corrales de Miserere. En 1883 tras sus reformas se nombró Hospital San Roque; finalmente en 1914 -año en que muere José María Ramos Mejía- se denominó Hospital General de Agudos José M. Ramos Mejía. En 1904 José Ingenieros fue nombrado médico agregado de las salas 5 y 6 correspondientes a las Enfermedades nerviosas, ambas salas inauguradas y dirigidas por el Dr. José M. Ramos Mejía. Será a través de este último que José Ingenieros irá adquiriendo un saber tanto práctico como teórico respecto de la clínica con la histeria. En el marco institucional de este Hospital y ese mismo año, José Ingenieros escribe su libro Los accidentes histéricos y las sugestiones terapéuticas.Quince años después el libro cambia de nombre y aparece una generosa referencia a Freud entre las 'actuales interpretaciones' de la histeria. Se puede considerar esto último como un aporte a la introducción de la teoría freudiana en Argentina. A su vez, a través del análisis de las fuentes primarias nos ponemos en contacto con el modo de llevar a cabo la praxis de José Ingenieros en un ámbito institucional como es el hospital público. Gracias a la publicación de numerosos casos clínicos realizada por el autor, podemos dar cuenta de cómo aparece su posición teórica articulada a la práctica, como así también lo referido a los diagnósticos y tratamientos realizados. Su praxis en el hospital lo llevó a proponer, por primera vez en nuestro país, la apertura de consultorios externos en instituciones públicas para el tratamiento hospitalario de neurastenias, histerias y otras enfermedades mentales que no requerían internación. Cabe señalar que ya el Dr. Ramos Mejía había promovido la instalación de consultorios externos en el Hospital San Roque, sólo que destinados a otras especialidades como otorrinolaringología y enfermedades de la piel, entre otros. Efectivamente, Ingenieros ya había comenzado a atender a sus pacientes, cuyo padecimiento tenía causa psíquica, ambulatoriamente. Esto se encuentra en sintonía con las políticas de un Hospital de Agudos. Debido a la creación de la Universidad de Buenos Aires, los hospitales comenzaron a alojar a estudiantes y jóvenes profesionales, siendo el San Roque el primer Hospital Asociado a la Facultad de Medicina. Siguiendo este lineamiento, Ingenieros fue un defensor de la idea de que el hospital público servía para la práctica y la enseñanza. Esta cuestión pudo estar influenciada por la experiencia que tuvo junto a Horacio Piñero quien -ya siendo titular de la cátedra de Psicología Experimental- presentó ante su alumnado a una paciente que Ingenieros trataba en el Hospital San Roque
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El presente trabajo se propone examinar la noción del "espacio líquido" en la literatura argentina, y sobre todo en la obra de Juan José Saer. Se trata de demostrar que lo que caracteriza la obra saeriana es la oscilación entre dos concepciones de lo líquido: por un lado, una acepción metafórica, tal como ha sido utilizada por teorías sociales de la modernización y de la globalización - en la base de esta acepción de lo ?líquido" está una concepción topológica del espacio, destinada a describir mundos y percepciones en constante devenir y cambio. Por el otro lado, se hace presente, en Saer, una concepción más concreta, topográfica, de lo líquido como espacio aquático y, sobre todo, como espacio fluvial. Para Saer, la orilla del río, es decir la zona 'cosmogónica' entre agua y tierra como modelo de lo cultural, precede a la orilla de la ciudad con su oposición mítica entre civilización y barbárie, tan importante en la historia literaria argentina. Quisieramos mostrar al ejemplo de una lectura de Nadie, nada, nunca, como esas dos concepiones de lo líquido se superponen y cuales son las consecuencias de esa superposición para pensar los espacios de la literatura argentina entre topologías abstractas y topografías concretas
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El campo político, en la Argentina de los años 60, es escenario de modificaciones importantes; por caso, el revisionismo histórico, renueva sus posturas y lo hace con un afán polémico, con la clara intención de discutir tradiciones hegemónicas en el campo de la cultura. Importantes polémicas en las que se percibe un marcado antiliberalismo y una resistencia a las formas tradicionales de la intelectualidad, así como a la actividad política tradicional de la izquierda, son protagonizadas por J.J. Hernández Arregui y A. Jauretche. Esos debates tendrán su incidencia en las perspectivas de enunciación de los poetas que también tienen como preocupación una forma nacional para su producción. Poetas y ensayistas hacen de la lengua un campo de batalla; a ambos sectores los vincula la búsqueda de una tradición nacional que se aparte de la impuesta por la historia liberal; por tal razón, la figura de José Hernández se vuelve señera en ambos campos, por imitación, por citación, por la recuperación y reinterpretación de algunos de sus tópicos. Por último, se da una relación asimétrica, en la que la comunicación se percibe, pero no se nombra a los interlocutores, relación en la que los intelectuales (H Arregui, en particular) recurren de manera permanente a los textos literarios, y a los poéticos en especial, pero de manera general, ya que allí la poesía aparece como parte de la explicación, pero los poetas del momento no aparecen como ejemplo. Asimismo, los poetas recurren a estos pensadores, sin que se evidencien nombres, aunque con una búsqueda similar.
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En diversos ensayos sobre literatura y cultura industrial, escritos sostenidamente desde la década del 60 y recogidos en libros que desde fines de los 80 pautan su consagración en el campo literario argentino, Juan José Saer consolida una figura de autor y repone otras categorías valorativas que el auge posmoderno declaraba muertas (obra, estilo, autonomía). A partir de la tensión entre imperativos personales y determinaciones públicas, desde los inicios su ensayística sostiene agonalmente la especificidad literaria, contra los falsos compromisos sociológicos y las limitaciones exteriores a la forma estética, ampliando los embates contra el democratismo de la posmodernidad hacia fines de los 90 e inicios de la década actual. A la vez, algunos ensayos reformulan la tradición literaria argentina a partir de la postulación de su violencia de origen y de lo que Saer llama "una estricta y subjetiva privacidad del uso lingüístico" con la cual producir "figuras universales", operatoria que lee en la gauchesca y que puede tomarse como balance autorreferencial del proyecto. La "privacidad en sentido estricto", esa "intimidad con las palabras" que da aliento a la manera narrativa que Saer ha practicado durante cinco décadas, se afianza en el final del milenio como una distinción, apropiada y necesaria ante el relativismo posmoderno, que permita mantener a la literatura en su sitio, en su forma específica ajena a determinaciones externas, a salvo de los parámetros de mercado y de la opresión política y cultural
Resumo:
Puede resultar algo desconcertante la forma en que el Inca Garcilaso encara la escritura de la historia del incario en los Comentarios reales. Lejos de naturalizar esa práctica, de considerarla como la única forma posible de narrar la historia, nos proponemos rastrear algunos de los modelos que le sirvieron para generar la escritura de su obra. Nuestro trabajo se propone rastrear esos modelos en los que el Inca abrevó para la construcción de su obra mayor. Conocemos a partir de las investigaciones de Durán -fundamentalmente aquella en la que nos revela los nombres que poblaban la biblioteca del Inca- algunos libros que pueden haberle resultado decisivos a la hora de adoptar un modo de escritura. A partir de esos datos y del cotejo de la obra del Inca con otras obras y autores que conocía (Plinio, la Historia general de las Indias de Francisco López de Gómara, la Historia natural y moral de las Indias del padre José de Acosta), indagaremos en una serie de tradiciones que sirvieron de modelo para la escritura de la historia del incario: la recurrencia a la autoridad de los antiguos y, vinculada a ella, la consideración de aspectos de la historia natural; la influencia de una concepción judeo-cristiana de la historia; la autoridad otorgada al haber visto, proveniente de la historiografía griega; la vigencia del modelo historiográfico renacentista.