752 resultados para Mujeres en el trabajo de beneficencia
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Este estudio se propone recuperar las voces de algunas mujeres presas en el Hospicio Jesús, María y José, fundado en Quito en 1786, en el marco de las políticas sociales borbónicas de control de la población marginal de la ciudad. El Hospicio, creado para recluir a sujetos considerados improductivos –fundamentalmente, pobres-mendigos, ociosos y lazarinos–, también castigó con el encierro a mujeres imputadas de transgresiones sociales, con la intensión de redimirlas a partir del trabajo en la producción textil. Bajo la perspectiva de los nuevos enfoques respecto al concepto de control social, se pueden identificar algunos mecanismos que activaron las mujeres presas para elevar reclamos cuando percibían injusticias o para demandar su libertad. Esta perspectiva permite abordar el tema del control social bajo una doble visión: la forma como se proyecta el control desde «arriba», articulando diversas instancias de autoridad, y las respuestas de los sectores subalternos «desde abajo», activando no solo mecanismos de resistencia, sino también de agencia.
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La tasa de desempleo de América Latina y el Caribe en 2012 fue la más baja de las últimas décadas, tras descender al 6,4%, del 6,7% que registró el año anterior. Esta cifra es especialmente relevante a la luz de la difícil situación que impera en los mercados de trabajo de otras regiones del mundo. Los indicadores laborales mejoraron pese al modesto crecimiento de la economía regional, de apenas un 3,0%. A pesar de un marcado aumento de la participación laboral, el número de desempleados urbanos bajó aproximadamente 400.000 personas, gracias a una generación de empleo relativamente fuerte. Sin embargo, aún quedan alrededor de 15 millones de personas desocupadas que buscan trabajo. Otros hechos destacados de 2012 fueron la reducción, aunque moderada, de las brechas de participación, ocupación y desempleo entre hombres y mujeres, así como el incremento del empleo formal, la reducción del subempleo por insuficiencia de horas y el incremento de los salarios medios. Obviamente, el desempeño fue heterogéneo entre los países. En el Caribe, por ejemplo, nuevamente se registró un deterioro de los indicadores laborales, lo que evidenció la falta de dinamismo de las economías. Por otra parte, preocupa la sostenibilidad de los avances laborales recientes. La mayor parte de los nuevos empleos surgieron en la región como resultado de un círculo retroalimentado donde la generación de nuevos empleos y salarios reales crecientes (y con mayor acceso al crédito) ha aumentado el poder de compra de los hogares y ha fortalecido la demanda interna. Una gran parte de esta demanda se dirigió a bienes y servicios no transables (y a las importaciones), lo que estimuló la expansión del sector terciario y su demanda de mano de obra, con lo cual muchos de los nuevos trabajos surgieron en estas ramas de actividad. Si bien esta situación tiene varios efectos laborales y distributivos positivos, su sostenibilidad es motivo de preocupación en un contexto en que la inversión —aun con algunos avances recientes— se mantiene a niveles relativamente bajos y con una composición que no favorece la diversificación productiva. Hay dudas sobre el futuro dinamismo de la capacidad productiva, ya que la región enfrenta enormes retos en términos de innovación, calidad de la educación, infraestructura y productividad. Los avances en la reducción del desempleo abierto mediante una dinámica generación de empleo han renovado el interés en las características que tiene este empleo. En la región ya hay conciencia de que el crecimiento económico es esencial pero no es suficiente para crear más y mejores empleos. La OIT ha venido insistiendo desde hace tiempo en que no basta con la generación de empleo de cualquier tipo y por ello ha propuesto el concepto del trabajo decente, para subrayar que se requieren empleos de calidad donde se respeten los derechos fundamentales en el trabajo. La Asamblea General de las Naciones Unidas hizo suyo este concepto y lo incorporó como parte de las metas a alcanzar en el marco de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. En este octavo número de la publicación de la CEPAL y la OIT, “Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe”, revisamos la evolución del concepto de trabajo decente en la región, los progresos en la medición y los retos para la construcción de un Sistema de información de trabajo decente, a 14 años de su primera formulación. Si bien desde sus inicios el concepto de trabajo decente estuvo acompañado por el desafío de la medición, no hay que perder de vista que su primer objetivo fue estimular un debate sobre las mejoras laborales posibles en cada país. En este contexto, más que definir un umbral universal para lo que sería un trabajo decente, lo que podría llevar al resultado de que algunos países muy desarrollados casi hubieran alcanzado la meta mientras que en otros países pobres habría una situación casi sin esperanza, la OIT ha llamado a los países a definir sus propios criterios y mediciones como instrumento para fomentar las políticas en favor del trabajo decente. Por lo tanto, no se establece un juego común de variables de medición del trabajo decente vigente para todos los países, sino que se sugiere que los países avancen en su medición, según las prioridades que determinen sobre la base de la información disponible y la que se pueda recabar en el futuro. Por otra parte, esta estrategia de avanzar según la disponibilidad de datos de cada uno de los países tiende a dificultar la comparación de sus estadísticas. Por ello, una vez que los países desarrollen sus respectivos sistemas de información de trabajo decente, también es importante apuntar a una armonización entre ellos, tarea para la cual cuentan con el apoyo técnico de la CEPAL y la OIT. Con respecto a lo que sucederá en 2013, reina un optimismo cauteloso respecto de la evolución de los mercados laborales de la región. De cumplirse la proyección de leve aceleración del crecimiento económico —de un 3,5%—, los indicadores laborales continuarían mejorando gradualmente, con nuevos incrementos de los salarios reales y una leve caída de la tasa de desempleo regional de hasta 0,2 puntos porcentuales, sobre la base de un nuevo aumento de la tasa de ocupación y un menor incremento de la tasa de participación.
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Prólogo de Alicia Bárcena
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El trabajo infantil tiene un sesgo de género relacionado con los estereotipos dominantes en la distribución social de los roles sexuales. Mientras en los varones prevalece el trabajo remunerado fuera de casa, las niñas cargan con el mayor peso en las tareas domésticas, sea en hogares propios o ajenos. Esto tiene para ellas costos que permanecen ocultos y que refuerzan desventajas en todo el ciclo vital vinculadas a la asignación social y cultural del cuidado y el trabajo reproductivo a las mujeres. Este número de Desafíos es sobre la cara invisible del trabajo infantil donde se destaca el mayor peso que tienen las niñas en el trabajo doméstico remunerado y no remunerado en América Latina y el Caribe, y los riesgos a los que se exponen.
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Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de São Paulo (FAPESP)
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Esta propuesta se fundamenta en experiencias previas de investigación (la más cercana el reciente proyecto culminado (16H335) denominado Mujeres y Violencia Doméstica: estudio sobre la accesibilidad a los servicios de atención en la Pcia de Misiones) como también lo realizado en el espacio de extensión y antecedentes profesionales. Se centra en analizar los sentidos que adquieren, actualmente, los procesos de intervención profesional del Trabajo Social - en tanto profesión feminizada- en situaciones de violencias de género (s), a nivel local (Misiones). No estamos frente a una problemática social nueva, ni tampoco es un tema emergente para el campo disciplinar, pero se reconoce novedoso para el actual contexto de nuestro país. Esto implica reconocer importantes avances en la protección de los derechos de las mujeres, las familias y otras identidades sexuales; que se traducen en legislaciones, políticas públicas y una serie de acciones (aunque también de omisiones) para su atención (desde instituciones públicas, privadas y organizaciones sociales que se mueven en el marco de tramas de poder donde nos ubicamos los trabajadores sociales y desplegamos nuestro quehacer); estas coordenadas de época movilizan las matrices socio-culturales vigentes y los pactos de democratización social. Desde este lugar se transforman en imperativos que requieren también transformaciones desde la profesión. Entonces, la cuestión de las violencias no es un tema nuevo en las ciencias sociales ni tampoco para el campo del Trabajo Social; pero sí lo son las condiciones en la que tenemos que abordar la misma en este momento histórico y en las manifestaciones contemporáneas de la cuestión social. Por lo tanto, es necesario dar cuenta desde Trabajo Social como estamos transitando estas transiciones de las legislaciones, de la ciencia, de los derechos y del estado. La profesión tiene como imperativo ético dar cuenta de las necesidades sociales y de los sujetos que las portan desde otros estatutos. En la temática de este trabajo, involucrando la perspectiva de género y de derechos humanos. De los resultados surgidos en el proyecto anterior se puede evidenciar la existencia de ausencias, naturalizaciones, omisiones y contradicciones en los modos de atención de casos de violencias de género (s). Algunas de naturaleza inherente a la dinámica de las instituciones y otras vinculadas de modo más directo con los profesionales que integran gabinetes, grupos de trabajo o servicios sociales (y no es exclusivo del trabajo social). Este estudio circunscribe su campo y problema de indagación al Trabajo Social exclusivamente. En síntesis, al problematizar los procesos de intervención profesional, se construye el objeto de conocimiento. Se aporta al campo disciplinar y también al debate más amplio en torno a los problemas de violencias de género (s), a las políticas públicas y a las ciencias sociales.