997 resultados para Modernismo (literatura)
Resumo:
Estos escritores publicaron entre 1945-1962, y avanzaron mucho más en algunos planteamientos de los narradores del 30. Habiendo asumido su extracción de clase, se preguntaron respecto de su propia identidad, de la problemática del mestizo, de su rol como escritores, del impacto de la incipiente modernidad que desestructuraba la vida cotidiana en sus pueblos y ciudades. Coinciden pues, en lo temático, con los narradores latinoamericanos del período, quienes en lo estético mantuvieron la tensión entre regionalismo y vanguardias, los ecuatorianos se reafirmaron en un realismo que dio espacio al lirismo, aunque también mirando hacia las vanguardias latinoamericanas desde diferentes ángulos. César Dávila Andrade planteó una estética del horror «suprarreal», Ángel F. Rojas manejó modernamente temas emparentados con el regionalismo, Walter Bellolio sintetizó lo mejor de la vanguardia narrativa y la tradición relatística ecuatorianas, Alfonso Cuesta y Cuesta configuró una estética de las metáforas iluminadoras, y Arturo Montesinos trabajó con la metáfora de la ruptura que trae toda modernidad, por más periférica e incipiente que pueda parecer.
Resumo:
En este artículo se explora a través de las novelas Teoría del desencanto (1985) de Raúl Pérez Torres y El desencuentro (1976) de Fernando Tinajero un momento crítico de la historia ecuatoriana durante la década de los 60 que estuvo marcado al comienzo por una búsqueda de una imaginación democratizadora y después por un desencanto con las posibilidades de un cambio radical. Podemos ver, por la construcción de la ficción, cómo se articula la experiencia y se la transforma en una historia y tradición que ayudan a explicar la realidad ecuatoriana.
Resumo:
Las narrativas de Jorge Icaza y Pablo Palacio, tradicionalmente, han sido abordadas por la crítica como propuestas estéticas contrarias, sin considerar las significativas cercanías de su representación artística de la realidad. Sin embargo, este libro plantea que la narrativa icaciana y la palaciana coinciden en la recreación del tiempo y el espacio modernos, y, sobre todo, en la incorporación de otros lenguajes en sus textos. Icaza se apoya en el lenguaje teatral: el discurso dramático, la realidad concebida como una gran farsa social y la estética barroca en la representación del mundo son características que develan una trayectoria particularmente intensa en la obra del escritor quiteño. Palacio construye su narrativa a partir de la incorporación irónica de los lenguajes filosófico, científico, periodístico, político, cinematográfico y literario, para revelar los mecanismos de la construcción discursiva de la literatura y la realidad. Su escritura está marcada –como gran parte del arte moderno– por el lenguaje cinematográfico, lo que permite al autor muchas posibilidades para la recreación artística de un momento histórico complejo y un espacio social en acelerada reconfigura ción.
Resumo:
El presente trabajo tiene como centro fundamental el tema de la caída y su relación con la muerte y el lenguaje. Al conjunto de estos elementos hemos dado en denominar Poética de lo Icárico tomando dicho nombre del mito griego de Ícaro. El trabajo de exposición de esta poética aparece configurado en tres capítulos. En el primero se postula un plano para la génesis y el concepto de lo icárico a partir de los tres héroes míticos de la caída: Ícaro, Lucifer y Cristo; el objetivo aquí es identificar y desarrollar los elementos que estructuran esta poética. El segundo capítulo avanza hacia la manifestación de lo icárico en la modernidad, principalmente en autores como Charles Baudelaire, Friedrich Nietzsche, pero, sobre todo, a partir de Baudelaire se analiza una cuarta encarnación del héroe mítico de lo icárico en la figura del poeta moderno; la presencia de Nietzsche está directamente relacionada con la crítica y desmonte de este héroe tal y como llega a Baudelaire, desde el espacio del mito, pero así mismo son importante autores como Lewis Carroll y Carlos Castaneda, quienes preludian ya el desarrollo de la relación de la caída con el lenguaje. La plenitud de este desarrollo se lleva a cabo en el tercer capítulo con el análisis del poema Altazor, del poeta chileno Vicente Huidobro. La tesis que sustenta este capítulo y culmina el trabajo de exposición, plantea el poema de Huidobro como la puesta en plenitud de la poética de lo icárico que se resuelve precisamente en el momento en que Huidobro logra que la caída funcione dentro del poema como su esencia misma, en la medida en que lo determina o determina de manera absoluta el lenguaje con el cual está escrito, y, de este modo, con Huidobro, la relación inicial entre la caída, la muerte y el lenguaje termina siendo la totalidad misma de un poema que, en cuanto a lo icárico, abre para la poesía hispanoamericana nuevas posibilidades de lo poético.
Resumo:
Los escritores de la década del 50 no constituyen un grupo orgánico ni numeroso. Provienen de Cuenca, Loja y Guayaquil, y publicaron las obras que los relacionan entre 1945 y 1962, aproximadamente. Los nombres más representativos son: César Dávila Andrade, Alfonso Cuesta y Cuesta, Arturo Montesinos Malo, Mary Corylé, Pedro Jorge Vera, Rafael Díaz Ycaza, Eugenia Viteri, Walter Bellolio, Alsino Ramírez, y Alejandro Carrión. Propongo y sustento la inclusión de Ángel F. Rojas en este grupo: su búsqueda estética y su temática amplia dialogan de mejor manera con los narradores del 50 que con los del 30. No cultivan una estética común que los identifique, aunque todos parten de un realismo más abierto que el de los del 30, que da espacio al lirismo, a la exploración de subjetividades que se enfrentan a la re-configuración de los espacios sociales en Quito o Guayaquil (crecidas, excluyentes); o en plan de desentrañar el sentido de la modernidad que trastoca de manera radical sus ciudades pequeñas y sus pueblos (revelando sus contradicciones, sus promesas falsas, fragmentando las subjetividades de los individuos, incluida la del escritor). Se preguntaron, además, sobre el sentido y los alcances de los aprendizajes de la modernidad en la Gran Ciudad, y sobre la modificación del rol del escritor en ese contexto, en este país pequeño. En la búsqueda de formas de narrar estas nuevas realidades, cuatro de ellos aportaron con verdaderas poéticas, plenamente renovadas. Son las obras más representativas del período: las producciones cuentísticas de César Dávila Andrade, Ángel F. Rojas y Walter Bellolio, Arcilla indócil y las novelas El éxodo de Yangana, Los hijos, Segunda vida y El chulla Romero y Flores (esta última no abordada en el presente trabajo por exceder los límites de espacio requeridos).
Resumo:
Aunque es evidente que la ciudad letrada aún se mantiene como fuente de nuestros imaginarios, las transformaciones derivadas de las nuevas prácticas discursivas que las mediaciones fueron produciendo, han hecho posible el traslado del discurso de la identidad desde la institución del Estado nacional hacia el espacio público de las mediaciones donde circulan los relatos -y sentidos- que conforman una nueva institución: la ciudadanía mediática donde se configuran hoy nuestras identidades heterogéneas, pluriculturales, transgenéricas. En este espacio se instala, de manera fundamental, la crónica como relato anfibio capaz de aprehender la nueva realidad desafiando, por tanto, las categorías tradicionales de (re)presentación. Porque la crónica troca la representación por la presentación de la vida cotidiana en su vitalidad caótica. Esta cualidad define la capacidad de (re)presentación de la crónica que señala, al mismo tiempo, su lugar de enunciación al asumir la vida como relato. Así, la crónica es capaz de articular tres discursos: el concierto polifónico de las voces de la alteridad que no caben sino en la crónica; la centralidad de los márgenes que -paradójicamente- la crónica hace posible; y la mitificación de la vida cotidiana. Esta repolitización lograda por la crónica se extiende hacia el rol social de los relatos cuyo énfasis recae en una dimensión pragmática fundamental, es decir, en la relación activa entre relato/texto y sujeto/lector que incluso modifica la concepción del género mismo. Esto significa que atenderemos a los modos en que opera el reconocimiento a partir de la apropiación del relato por parte de los sujetos. Porque la apuesta de nuestra investigación radica precisamente en afirmar que la crónica configura nuestras identidades en tanto hace posible el reconocimiento social porque es capaz de diluir la frontera entre autor, texto y lector hasta fundir el relato con la propia realidad logrando así el reconocimiento de los sujetos que identificados en/con el texto/relato pueden, por tanto, actualizar sus identidades. Se trata entonces de responder por la manera en que las crónicas del boliviano Jaime Saenz, el mexicano Carlos Monsiváis y el chileno Pedro Lemebel, han ido y van construyendo el imaginario de las identidades de sus entornos particulares, desde un terreno muy propiamente literario, pasando por el dominio de su práctica en el espacio periodístico y literario, hasta instalarse hoy como la narrativa posmoderna por excelencia.
Resumo:
Las reflexiones sobre la identidad y la cultura han sido una de las constantes en el proceso de construcción del Ecuador y de América Latina en general. Las indagaciones y formulaciones en este campo se han debatido entre posiciones diversas: el nacionalismo y la universalidad, lo propio y lo ajeno, la tradición y la modernidad, lo culto y lo popular. Las tensiones entre estos polos han sido un elemento estructurante de las interpretaciones sobre la cultura nacional, la crítica literaria y el arte en general. Marcada por estas tensiones, la apertura hacia lo popular ha surgido como parte de diferentes discursos -entre ellos el de la crítica literaria- que han trabajado por la revalorización y recuperación de las expresiones de la cultura popular por considerarlas objeto de contaminación, de extinción, o de exclusión. En esta tesis pretendo indagar los modos en que se ha representado lo popular en discursos de crítica literaria generados en las instancias académicas universitarias. Se trata de posturas críticas que, desde diversas perspectivas teóricas, legitiman su quehacer en el espacio universitario, y formulan un canon de lo que puede ser objeto de estudio de la literatura. Es asÍ como los ejercicios críticos que han indagado sobre las consideradas producciones literarias populares, se han desarrollado en el conflicto entre lo culto y lo popular; la escritura y la oralidad; las mediaciones entre el saber autorizado y el objeto representado; y especialmente, entre los saberes y las experiencias pertinentes y las no pertinentes en la elaboración de un canon artístico y literario. De ahí, la necesidad de examinar las prácticas interpretativas del discurso de la crítica literaria sobre lo popular, sin perder de vista otros discursos que piensan y problematizan lo popular: discursos antropológicos, sociológicos y ahora los estudios culturales.