993 resultados para DSM-III
Hiperactividad infantil, una aproximaci??n a su epidemiolog??a en el ??rea sanitaria VII de Asturias
Resumo:
Conocer la prevalencia de la hiperactividad infantil en la poblaci??n escolar del ??rea sanitaria VII (comarca del Caudal) de Asturias. Comprobar la validez que tienen algunos m??todos diagn??sticos utilizados en los estudios epidemiol??gicos de la hiperactividad. Identificar la presencia de factores de riesgo tradicionalmente descritos en relaci??n con la hiperactividad infantil asturiana del ??rea sanitaria VII. Aportar datos para elaborar programas de prevenci??n de la hiperactividad. Aleatoria de 1048 ni??os de 6 a 11 a??os escolarizados en EGB de colegios p??blicos y privados de la zona estudiada en el a??o 89-90. Estudio transversal en el que se establece la identificaci??n de ni??os hiperactivos en 2 etapas. Las variables estudiadas son: datos de afiliaci??n, edad, sexo, municipio, posible hiperactividad, hiperactividad seg??n el criterio exigido por el DSM III-R, Factor IV de Conners, valoraci??n de la observaci??n directa, recorrido previo (asistencia m??dica por problemas de conducta) nivel socioecon??mico, peso al nacer, complicaciones neonatales, hiperactividad familiar, adicci??n a drogas por parte de los padres, embarazo no deseado, embarazo en ??poca prematrimonial, estabilidad familiar, reflexividad-impulsividad. En la primera parte se detectan los 'posibles hiperactivos' mediante screening. Estos posibles junto con una muestra de 'posibles no hiperactivos' son examinados en profundidad en la segunda etapa siguiendo los criterios del DSM III-R diagnosticando la presencia de hiperactividad teniendo en cuenta la informaci??n de las distintas fuentes consultadas. Se realiz?? un estudio de casos y controles no apareado con los ni??os de la muestra encontrando determinados factores de riesgo en la posible g??nesis del trastorno: factores biol??gicos (sexo masculino, bajo peso para la edad de gestaci??n, complicaciones neonatales, antecedentes familiares de hiperactividad infantil, adicci??n a las drogas o alcohol), factores sociales (estrato socioecon??mico popular, embarazo no deseado, inestabilidad familiar), factores de diferencias individuales como la impulsividad dentro del estilo cognitivo reflexividad-impulsividad. Los datos del estudio no contradicen las hip??tesis etiol??gicas de la hiperactividad infantil, donde estar??an presentes las influencias de determinados factores biol??gicos, sociales y las caracter??sticas propias del ni??o. El desconocimiento del trastorno y su abordaje por parte de los padres y educadores hace imprescindible la toma de medidas a trav??s de programas espec??ficos de investigaci??n, prevenci??n e intervenci??n. Se cree necesario ampliar los estudios epidemiol??gicos sobre hiperactividad infantil, de clasificaci??n del trastorno y comprobaci??n de hip??tesis surgidas de los datos.
Resumo:
Determinar la prevalencia de los trastornos de personalidad a través del SCID-II según los criterios del manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV) en una muestra de pacientes que presentan trastornos de la conducta alimentaria (TCA); determinar la prevalencia y detectar diferencias y/o concordancias en relación a trastornos de personalidad en la muestra de pacientes con trastorno de alimentación y en los diferentes subtipos que se establecen para cada TCA; determinar las características y perfiles de la psicopatología evaluada en pacientes con trastorno de alimentación (con o sin trastornos de personalidad) con la finalidad de aportar datos al diagnóstico de los trastornos alimentarios y facilitar la mejor planificación del tratamiento. La muestra total estuvo formada por 214 sujetos que formaron parte de cada una de las dos muestras según procedencia clínica (TCA) a población general (control). Se categorizó la variable edad en dos intervalos entre 12 y 23 años y entre 24 y 35; se estableció de acuerdo con el estado civil de hecho entre solteras, casadas y/o conviviendo en pareja y separadas/dovorciadas; de acuerdo con la profesión u ocupación, se categorizó en personas estudiantes, trabajadoras, aquellas que estudian y además trabajan y aquellas que ni estudian ni trabajan. En primer lugar se presentaron las variables objeto de estudio (sociodemográficas, clínicas y de personalidad) y los instrumentos utilizados para ello; en segundo lugar se describieron las muestras estudiadas y las características sociodemográficas y clínicas más relevantes; finalmente se describió el proceso de selección de dichas muestras y la administración de las pruebas y los métodos estadísticos utilizados para el análisis de los datos. Hoja preliminar de recogida de datos de las variables sociodemográficas y de las variables clínicas; EDI (Muldimensional Eating Disorder Inventory de Garner, Olmstead y Polivy, 1983); EAT 40 (Eating Attitudes Test de Gardner y Garfinkel, 1979); SCL 90 R (Syntom Check List 90 revised) desarrollado y reformado por Derogatis (1983); SCID-II (Structured Clinical Interview for the DSM-III-R/ for Axis II Disorders) de Spitzer, Williams y Gibbon, 1990. Se realizó un análisis descriptivo de las variables; se utilizó la prueba de Chi cuadrado, la prueba t, el análisis de varianza (ANOVA oneway) y el tratamiento estadístico con SPSS. Un primer bloque está integrado por aquellos resultados correspondientes a la comparación de los diferentes grupos formados en relación a las variables sociodemográficas establecidas; un segundo bloque está constituido por los datos obtenidos para cada uno de los grupos definidos en función de las variables clínicas establecidas; en un tercer bloque se analizan los resultados relativos a los citados grupos en relación a los trastornos de personalidad y a las variables sociodemográficas y clínicas establecidas. Los sujetos con TCA presentaron más antecedentes clínicos tanto referidos al propio sujeto como a su familia, puntuaciones más elevadas en todos los cuestionarios presentados y más diagnósticos de trastornos de personalidad que en el grupo control. De los TCA, los sujetos con anorexia nerviosa, mostraron puntuaciones más elevadas en los cuestionarios aplicados que los sujetos con bulimia nerviosa y trastorno de alimentación NE, siendo dichas puntuaciones superiores entre cada grupo cuando presentaban trastornos de personalidad. Los sujetos con conductas purgativas presentaron más diagnósticos psiquiátricos previos, mostraron puntuaciones mayores en todos los cuestionarios y mayor número de trastornos de personalidad que los que no se purgaron, no observándose en relación a atracarse o no de comida. En la comparación del número de trastornos de personalidad asociados se observó que a mayor número de diagnósticos las puntuaciones en los diferentes cuestionarios también aumentaron.
Resumo:
Perfilar la estructura interna de las adolescentes categorizadas por el DSM III como infrasociales no agresivas, en orden a establecer la prevención y el tratamiento más adecuado. 86 chicas, entre 13 y 16 años, de clase socioeconómica baja. Grupo experimental formado por 43 chicas internadas en un centro de la Generalitat. Grupo control: 43 chicas de tres colegios del extrarradio barcelonés. Realiza un análisis conceptual y teórico en torno al concepto de socialización y al test de Rorschach como instrumento de diagnóstico. Plantea la hipótesis de que las adolescentes infrasociales presentan características comunes de personalidad que las diferencian del grupo control. Obtiene los datos a partir de la aplicación del test de Rorschach a la. Test de Rorschach. Índices de tendencia central para conocer la distribución de las variables observadas, análisis de varianza para conocer en qué variables hay una diferencia significativa entre grupos, análisis de Cluster para agrupar variables en subgrupos homogéneos y prueba de Chi cuadrado para comparar 17 variables categorizadas entre grupos. Existen una serie de variables divergentes que discriminan significativamente los dos grupos, que se concretan básicamente en las áreas de personalidad y del pensamiento. El grupo experimental respecto al de control: distorsión de la realidad, menor capacidad de análisis, síntesis, planificación, menor disposición a la reflexión, nivel de aspiraciones excesivamente alto, menor interés por lo humano, menor esfuerzo, productividad. Se confirma la hipótesis planteada y se clarifica lo verdaderamente distintivo de la infrasocialidad: la inmadurez cognitiva.
Resumo:
Tratar de comprobar la hipótesis de que la orientación escolar, por ser parte esencial de la orientación que ofrece la escuela, debe comenzar al mismo tiempo que ésta. 801 niñas de un centro madrileño, femenino, de enseñanza privada y totalmente subvencionado. Población: alumnas de EGB del citado centro que entre los años escolares 1970-71 y 1976-77 hayan realizado el primer curso de EGB. Tipo muestreo: aleatorio. Modelo de observación sistemática de los problemas educativos susceptibles de intervención orientadora. Dichos problemas educativos los agrupa en: problemas de fracaso escolar; relación entre nivel de inteligencia y rendimiento escolar; retraso escolar; deficiente mental y la escuela ordinaria; superdotados y la escuela ordinaria; problemas educativos hallados en la muestra que no suponen ni anomalía ni patología; problemas educativos hallados en la muestra que suponen o anomalía o patología. Calificaciones obtenidas en la convocatoria de junio, en los cursos comprendidos entre primero y séptimo de EGB. Escala de Terman-Merrill para medir el nivel de inteligencia. Test del dibujo de la familia (Corman). Test de temperamento y carácter (Gaillat). Prueba sociométrica (Moreno). Entrevistas con niñas, padres y profesores. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Redactado por la sociedad americana de psiquiatría (DSM-III). Test ABC (Filho) cuando la edad de la alumna lo requería. Los problemas educativos encontrados en la muestra que afectan a un 25 por ciento de alumnas ponen en evidencia la necesidad de implantación de un equipo orientador en el que el orientador, el servicio de exploración (médica, psicopedagógica y social), el tutor y, en su caso, los otros profesores del estudiante, armonicen al máximo sus funciones, en aras de una completa personalización educativa. Los problemas que aparecen en este centro que no es especialmente problemático ni difícil, presuponen su existencia en todos los centros educativos y la necesidad de intentar identificarlos y solucionarlos lo más pronto posible. La evidente necesidad de la orientación escolar impele al autor a pedir que ésta resulte obligatoria en todos los centros de EGB y desde los primeros niveles de la misma. El exigir la orientación escolar sólo en la enseñanza media es aplicar la orientación a una población ya seleccionada que ha dejado atrás a los más débiles y, además, dificulta la solución de problemas que hubiesen podido desaparecer al ser tratados a su debido tiempo.
Resumo:
I.-Cuantificar la comorbilidad existente en la muestra estudiada, entre los trastornos por uso de alcohol y la ludopatía. II.-Estudiar la posible relación entre la presencia de un problema de juego y diversas variables (demográficas, sociolaborales, sobre hábitos de consumo de alcohol y relacionadas con el juego). III.-Analizar la asociación de estas variables y la gravedad de la dependencia del alcohol. 132 pacientes que siguen tratamiento en alguno de los ocho Centros de Salud Mental de la Comunidad de Navarra. Solicitud al SISM de los listados de pacientes con los diagnósticos de 'Abuso o dependencia del alcohol'. El primer contacto con cada CSM consiste en una entrevista con el Director, explicándoles el proyecto. Posteriormente son entrevistados los terapeutas que atienden los pacientes y éstos consideran si cada paciente que les visita habitualmente es oportuno o no incluirlo en el estudio.Finalmente se realiza la entrevista con cada paciente. Variables dependientes: I.-Dependencia del alcohol con o sin problemas de juego. II.-Dependencia leve/grave del alcohol. Variables independientes: I.-Demográficos (edad, sexo). II.-Socio-laborales (estado civil, formación académica, nivel profesional y situación laboral). III.-Respecto al consumo de alcohol (tiempo transcurrido desde que no bebe, tiempo en que empezó a beber, veces que ha dejado de beber, tipo de bebida, cantidad máxima bebida, periodicidad de la ingesta de alcohol, problemas que el alcohol le ha ocasionado). IV.-Psicopatológicas (realización de intentos de suicidio, percepción de haber sufrido episodios depresivos y fumar). V.-Familiares con problemas de juego o alcohol (tener familiares con problemas de alcohol y tener familiares con problemas de juego). VI.-Hábitos (actividades a las que dedica el tiempo libre). I.-SCID ('Entrevista Clínica Estructurada para el DSM-III-R'; sección: 'Trastornos por uso de sustancias -alcohol-'): es un instrumento de valoración clínica para hacer los diagnósticos de dependencia y abuso de alcohol. II.-'Cuestionario de Juego de South Oaks' (SOGS): es un instrumento de 'screening', útil para llevar a cabo una primera identificación de riesgo de ludopatía. III.-Varias preguntas sobre hábitos adictivos, intentos de suicidio y percepción de haber sufrido episodios depresivos (de elaboración propia). IV.-'Entrevista Estructurada de la Historia de Juego': es un instrumento elaborado para obtener información sobre diferentes aspectos de la historia de juego. Explora las variables que han incidido en el desarrollo y mantenimiento del juego problemático. Para ello, recoge datos sobre los hábitos de juego de los padres, el inicio y el agravamiento de la conducta de juego en el paciente y sobre otros aspectos (familia, trabajo, ocio, etc). V.-'Cuestionario sobre la Prevalencia de Problemas de Juego en Enfermos Alcohólicos': recorre sucesivamente las áreas consideradas importantes acerca de la problemática del juego, de acuerdo con los conceptos actualmente vigentes en la literatura especializada. I.-Se ha obtenido una elevada comorbilidad entre los problemas de alcohol y los de juego. II.-El estado civil es una variable relacionada con la probabilidad de presentar un problema de juego de azar en la población de alcohólicos en tratamiento. III.-El grado de dependencia del alcohol está relacionado con los problemas ocasionados por éste. IV.-Los hábitos de bebida son cualitativamente diferentes en función del nivel de dependencia. V.-La realización de intentos de suicidio está relacionada con la ludopatía. VI.-Los estados depresivos son uno de los problemas que más frecuentemente se asocian al alcoholismo.
Resumo:
Analizar el aprendizaje de estrategias comunicativas por parte de ni??os autistas mediante el entrenamiento en un sistema aumentativo de comunicaci??n. Estudiar el proceso de transferencia de estrategias comunicativas a otros contextos diferentes al del entrenamiento, concretamente, al del aula y al familiar.. 4 ni??os autistas (6, 10, 11, 12 a??os) del Centro Concertado de Educaci??n Especial, CEPRI (Madrid).. Se analizan las dificultades comunicativas de los ni??os autistas y el empleo y transferencia de Sistemas Alternativos de Comunicaci??n, presentando los objetivos y tipolog??a de los mismos. Se procede a la selecci??n de la muestra de acuerdo con los siguientes criterios: 1. Diagn??stico de autismo (DSM-III-R), 2. El individuo se encuentra en la primera fase del programa de comunicaci??n Total de Schaeffer, 3. El individuo tiene la edad mental suficiente para progresar en dicho programa, 4. El individuo no presenta trastornos conductuales. La muestra se estudia seg??n las variables: 1. Edad, 2. Sexo, 3. Edad mental, 4. Rasgos conductuales, 5. Competencia comunicativa. Se desarrollan las sesiones de entrenamiento y evaluaci??n del aprendizaje de la estrategia considerando el Indice de Ayuda Total (IAT). Las grabaciones en video de las situaciones de interacci??n en el hogar y en el aula son categorizadas por psic??logos ajenos al proceso de instrucci??n. Se procede al tratamiento inform??tico de los datos obtenidos empleando el programa Stat View 512+.. Escala de Desarrollo Psicomotor de la Primera Infancia Brunet-Lezine (MEPSA), Cuestionario de HAbilidades Comunicativas, Indice de Ayuda por Sesi??n (IAS), Indice medio de Ayuda por Sesi??n (IAS'), Indice de Ayuda Total (IAT).. Los ni??os autistas con menor edad mental muestran mayor dificultad en el proceso de aprendizaje de la estrategia comunicativa entrenada. Los ni??os autistas muestran una tendencia a generalizar con mayor dificultad el signo aprendido cuando se refiere a un objeto neutro. El empleo de ciertas conductas comunicativo-sociales por parte del adulto favorece la utilizaci??n m??s temprana de la estrategia entrenada en el ni??o. Las respuestas comunicativas de la madre son adecuadas en la medida que suscitan el empleo de gestos por parte del ni??o..
Resumo:
El estudio se centra en la relación existente entre las características comportamentales del desorden hiperactivo y los rendimientos intelectuales e instrumentales, así como con los rasgos de personalidad. El objetivo general es obtener la caracterización diferencial de estos tres aspectos del desarrollo utilizando metodologías psicométricas entre los niños que reunen los criterios del DSM III para el diagnóstico de hiperactividad y un grupo de niños normales. 209 Niños de 6 a 10 años escolarizados desde Preescolar en CC.PP. De ellos 130 son considerados hiperactivos según criterios clínicos (57) y pedagógicos (73). Los hiperactivos habían sido diagnosticados como tales en la Residencia de la Seguridad Social (Murcia). No presentan trastornos neurológicos específicos, ni alteraciones de conducta, retraso mental, autismo, etc. Los grupos experimental y control (alumnos de los CCPP de Murcia) intentaron aparearse por edad, clase social, y cuando fue posible, sexo. Investigación empírica con método experimental y diseño factorial. Las variables independientes son hiperactividad-no hiperactividad definidas por la escala de actividad de Werry, las dependientes son los rendimientos intelectuales e instrumentales considerados como variables cuantitativas y los rasgos de personalidad se categorizan como variable cualitativa. DSM III Wisc, para analizar rendimientos intelectuales verbales y manipulativos. Balance psicomotor de Pierre Vayer. Prueba de Harris (ítems II, VII y XI). Prueba de Santucci Pecheux. ESPQ (6 a 8 años), CPQ para el resto. Tale para los rendimientos en lecto-escritura. Escala de Werry, Weiss y Peters para medir la hiperactividad como inquietud o incapacidad de estar quieto. Recuento de frecuencias en las variables cualitativas y una estimación de medidas de tendencia central para las cuantitativas. Para obtener los perfiles diferenciales de los grupos se ha utilizado la T y el x². Las variables cuantitativas se han sometido a un análisis multivariado cuyas técnicas han sido: análisis factorial, análisis discriminante y análisis Cluster: programa PKM para agrupar los casos de una muestra en Clusters y optener tipologías empíricas. En rendimiento intelectual no se ha observado un patrón de ejecución típico de los niños hiperactivos. En cuanto al rendimiento instrumental los niños hiperactivos presentan alteraciones, tanto el grupo clínico como el pedagógico, por la presencia de déficits perceptivos. Se aportan datos significativos respecto a las características psicométricas de los niños hiperactivos, se puede establecer un orden jerárquico entre las variables respecto a su capacidad diagnóstica. De forma tentativa se ha podido hacer una aproximación a una tipología empírica de estos sujetos en función de las variables utilizadas.
Resumo:
Background: Psychological interventions for postnatal depression can be beneficial in the short term but their longer-term impact is unknown, Aims To evaluate the long-term effect on maternal mood of three psychological treatments in relation to routine primary care. Method: Women with post-partum depression (n=193)were assigned randomly to one of four conditions: routine primary care, non-directive counselling, cognitive-behavioural therapy or psychodynamic therapy. They were assessed immediately after the treatment phase (at 4.5 months) and at 18 and 60 months post-partum. Results: Compared with the control, ail three treatments had a significant impact at 4.5 months on maternal mood (Edinburgh Postnatal Depression Scale, EPDS). Only psychodynamic therapy produced a rate of reduction in depression (Structured Clinical interview for DSM III-R) significantly superior to that of the control. The benefit of treatment was no longer apparent by 9 months postpartum, treatment did not reduce subsequent episodes of post-partum depression. Conclusions: Psychological intervention for post-partum depression improves maternal mood (EPDS) in the short term. However, this benefit is not superior to spontaneous remission in the long term.
Resumo:
Hospital admissions (n = 15,450) to a state psychiatric hospital in Botucatu, São Paulo State, Brazil, over a 10-year period (1982-1991) were reviewed. 157 (1%) patients received a probable diagnosis of affective disorder according to DSM-III-R criteria. Among them, 46% had been diagnosed by the staff psychiatrists, and their diagnoses were sustained by the researchers, whereas 54% were diagnosed only by one of the researchers (F.K.C.). These last patients had previously received a diagnosis of paranoid schizophrenia or unspecified psychosis (ICD-9). Most of the patients with affective disorders were bipolar: 72 and 8%, respectively, presented manic and depressive episodes. Thus, only 20% received a diagnosis of major depression. A seasonal pattern in hospital admission was observed only for mania in women, their episodes occurring more often (p < 0.02) in spring and summer. No significant seasonal pattern in hospital admission for depression was found.
Comorbidity of obsessive-compulsive disorder and personality disorders. A Brazilian controlled study
Resumo:
The aim of this study was to evaluate the presence of personality disorders (PDs) in 40 patients with obsessive-compulsive disorder (DSM-III-R criteria) from the Medical School of Botucatu (UNESP), Sao Paulo, Brazil. It is a case-control study. Patients were 24 women and 16 men, 16-68 years old, referred to our outpatient psychiatric service for treatment. Controls were 40 nonpsychiatric outpatients matched to the cases by sex, age and marital status. The instrument used was the Portuguese version of the Structured Interview for DSM-III-R Personality Disorders (SIDP-R). All interviews (n = 80) were made simultaneously by 2 raters, with independent scoring, so that the interrater reliability of the instrument could also be assessed (kappa statistics). The consensual axis II diagnoses in the OCD group were: avoidant (52.5%, κ = 0.80), dependent (40%, κ = 0.84), histrionic (20%, κ = 0.83), paranoid (20%, κ = 0.74), obsessive-compulsive (17.5%, κ = 0.86), narcissistic (7.5%, κ = 1.00), schizotypal (5%, κ = 0.65), passive-aggressive (5%, κ = 0.79) and self-defeating (5%, κ 0.55). At least one PD diagnosis was made in 70% of the patients, while only 6 controls had a PD diagnosis (p < 0.01). A great deal of diagnostic overlap was found in the OCD group (57.5% had two or more PDs), especially between avoidant and dependent PDs. The features of these two PDs may be secondary to the OCD. The study also suggests that there is not a close relationship between OCD and obsessive-compulsive personality disorder (OCPD). Patients with OCPD or even 3 or 4 O-C traits had significantly less insight into their obsessions and compulsions (p < 0.01).
Resumo:
A variety of research has documented high levels of depression among older adults in the health care setting. Additional research has shown that care providers in health care settings are not very effective at diagnosing comorbid depression.This is a troublesome finding since comorbid depression has been linked to a number of negative outcomes in older adults. Early results have indicated that comorbid depression may be associated with a number of unfavorable consequences ranging from impairments in physical functioning to increased mortality.The health care setting with arguably the highest rate of physical impairment is the nursing home and it is the nursing home where the effects of comorbid depression may be most costly. Therefore, the current analysis uses data from the Institutional Population Component of the NationalMedical Expenditure Survey (US Department of Health and Human Services, 1990) to explore rates of both recognized and unrecognized comorbid depression in the nursing home setting. Using a constructed proxy variable representative of the DSM-III-R diagnosis of depression, results indicate that approximately 8.1% of nursing home residents have an unrecognized potential comorbid depression.
Resumo:
A growing body of evidence suggests a link between early childhood trauma, post-traumatic stress disorder (PTSD) and higher risk for dementia in old age. The aim of the present study was to investigate the association between childhood trauma exposure, PTSD and neurocognitive function in a unique cohort of former indentured Swiss child laborers in their late adulthood. To the best of our knowledge this is the first study ever conducted on former indentured child laborers and the first to investigate the relationship between childhood versus adulthood trauma and cognitive function. According to PTSD symptoms and whether they experienced childhood trauma (CT) or adulthood trauma (AT), participants (n = 96) were categorized as belonging to one of four groups: CT/PTSD+, CT/PTSD-, AT/PTSD+, AT/PTSD-. Information on cognitive function was assessed using the Structured Interview for Diagnosis of Dementia of Alzheimer Type, Multi-infarct Dementia and Dementia of other Etiology according to ICD-10 and DSM-III-R, the Mini-Mental State Examination, and a vocabulary test. Depressive symptoms were investigated as a potential mediator for neurocognitive functioning. Individuals screening positively for PTSD symptoms performed worse on all cognitive tasks compared to healthy individuals, independent of whether they reported childhood or adulthood adversity. When controlling for depressive symptoms, the relationship between PTSD symptoms and poor cognitive function became stronger. Overall, results tentatively indicate that PTSD is accompanied by cognitive deficits which appear to be independent of earlier childhood adversity. Our findings suggest that cognitive deficits in old age may be partly a consequence of PTSD or at least be aggravated by it. However, several study limitations need to considered. Consideration of cognitive deficits when treating PTSD patients and victims of lifespan trauma (even without a diagnosis of a psychiatric condition) is crucial. Furthermore, early intervention may prevent long-term deficits in memory function and development of dementia in adulthood.
Resumo:
BACKGROUND To summarize the available evidence on the effectiveness of psychological interventions for patients with post-traumatic stress disorder (PTSD). METHOD We searched bibliographic databases and reference lists of relevant systematic reviews and meta-analyses for randomized controlled trials that compared specific psychological interventions for adults with PTSD symptoms either head-to-head or against control interventions using non-specific intervention components, or against wait-list control. Two investigators independently extracted the data and assessed trial characteristics. RESULTS The analyses included 4190 patients in 66 trials. An initial network meta-analysis showed large effect sizes (ESs) for all specific psychological interventions (ESs between -1.10 and -1.37) and moderate effects of psychological interventions that were used to control for non-specific intervention effects (ESs -0.58 and -0.62). ES differences between various types of specific psychological interventions were absent to small (ES differences between 0.00 and 0.27). Considerable between-trial heterogeneity occurred (τ 2 = 0.30). Stratified analyses revealed that trials that adhered to DSM-III/IV criteria for PTSD were associated with larger ESs. However, considerable heterogeneity remained. Heterogeneity was reduced in trials with adequate concealment of allocation and in large-sized trials. We found evidence for small-study bias. CONCLUSIONS Our findings show that patients with a formal diagnosis of PTSD and those with subclinical PTSD symptoms benefit from different psychological interventions. We did not identify any intervention that was consistently superior to other specific psychological interventions. However, the robustness of evidence varies considerably between different psychological interventions for PTSD, with most robust evidence for cognitive behavioral and exposure therapies.
Resumo:
This cross-sectional study examined by questionnaire the prevalence of bulimia nervosa and bulimic behaviors in a sample of 1175 undergraduate students enrolled in two state-supported universities in Texas. In one university, the student population was predominantly white; in the other, it was predominantly black. Fifty-nine percent of the respondents were female and 41% were male. Information regarding age, sex, ethnicity, college major, college year, marital status, housing arrangements, religion, socioeconomic status, height, weight, dieting behaviors, and family history of alcoholism, drug abuse, and depression was collected. Bulimia status was assessed using the Revised Bulimia Test (BULIT-R), which is based on the DSM-III-R criteria for bulimia nervosa. Only 1.3% of the females and 0.4% of the males were classified as having bulimia nervosa. The prevalence of bulimic behaviors was considerably higher; 6.4% of the females and 3.6% of the males were classified as having bulimic behaviors. Univariate analysis showed the following factors to be significantly associated with bulimic behaviors: female gender, single marital status, high BMI, a family history of alcoholism, drug abuse, or depression, and certain dieting behaviors. In the present study, ethnicity did not prove to be a significant factor associated with bulimia nervosa or bulimic behaviors. Multivariate analysis showed that, in comparison to normal/underweight individuals, the odds of having bulimic behaviors for severely overweight subjects were 2.23 (95% CI: 1.43, 3.50). Students who were dieting at the time of the study were 3.22 times (95% CI: 2.05, 5.06) as likely to have bulimic behaviors as were students who had never dieted. This study concludes there is a need to distinguish between bulimia nervosa and bulimic behaviors when estimating prevalence of a population. ^
Resumo:
Dropout from obesity treatment has been a major factor associated with weight control failure, with few reliable predictors of dropouts or completers. Previous studies have tended to treat obese people as a homogeneous group with standard behavior modification-based interventions. Current research indicates there may be subgroups within the obese population, binge eaters and nonbinge eaters, who have different dropout rates. Current studies also recommend focusing on the subset of this subgroup that does not engage in purging (vomiting, laxative abuse, or excessive exercise) to compensate for binge eating. This research uses a secondary dataset (N = 156) from a prospective study in which participants were randomized to a Food Dependency (FD) and a Behavioral Self-Management (BSM) group for weight reduction. Criteria for subjects in the original study included (1) scoring higher on the existing Binge Eating Scale (BES) in order to ensure enrollment of more binge eaters and (2) no compensatory purging behavior for binge eating. Subjects were then reclassified in this study as binge eaters or nonbinge eaters using the more stringent proposed 1994 DSM-IV criteria for Binge Eating Disorder (BED). Subjects were followed for dropout. Variables studied were binge status, age at obesity onset, age at study baseline, class instructor, number of previous weight loss attempts, race, marital status, body mass index (BMI kg/m$\sp2$), type of intervention, work status, educational level, and social support. Stepwise backward regression Cox survival analysis indicated binge status had a consistent, statistically significant protective effect on dropout in which binge eaters were half as likely to dropout versus nonbinge eaters (p = 0.04). Cox proportional hazards analysis indicated no statistical difference in dropout by type of intervention (FD, p = 0.13; BSM, p = 0.80) when controlling for binge status. All other variables did not reach significance, which is consistent with the literature. Implications of these findings suggest that (1) the proposed 1994 DSM-IV criteria for BED is a more useful classification that the existing DSM-III-R criteria, and (2) the identification of subgroups among obese subjects is an important step in dropout and weight loss intervention research. Future research can confirm this finding. ^