945 resultados para Kerstin Ekman


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Este trabajo se enmarca en la temática principal acerca de los conceptos clásicos de racionalidad, emociones y felicidad así como de una revisión actual de ellos. El objetivo central es, pues, analizar las tres nociones. Para ello, la metodología será el análisis conceptual de los textos pertinentes referidos en la bibliografía. La conclusión se centrará en que hay un doble vínculo científico, psicológico-neurológico y económico viable entre las nociones de racionalidad, las emociones y la felicidad.La relación entre la racionalidad, las emociones y la felicidad constituye un problema de larga data. Básicamente, se pueden distinguir tres grupos de cuestiones. En primer lugar, podemos intentar determinar el 'impacto de las emociones en la racionalidad de la toma de decisiones'. (Elster 2002, IV) En segundo lugar, podemos preguntarnos si 'las propias emociones pueden ser valoradas como más o menos racionales, independientemente de su influencia en las elecciones que hacemos o en las creencias que nos formamos'. (Ibid. 2) Y, en tercer lugar, podemos preguntarnos si las emociones pueden ser objeto de una elección racional, es decir, 'si las personas pueden entrar en una deliberación racional acerca de cuáles son las emociones que han de inducirse en sí mismas o en los demás y si realmente lo hacen'. (Ibid. IV, 3, 300) Tradicionalmente, se ha aceptado que las emociones suponen una especie de 'traba' para la elección racional. Sin embargo, esta posición ha sido revisada, proponiéndose, en cambio, que las emociones no sólo no interfieren en la toma racional de decisiones sino que la favorecen. De este modo, se puede decir que las emociones nos ayudan a tomar decisiones funcionando como factores que deshacen el 'empate en los casos de indeterminación' y que, de manera más general, mejoran la calidad de la toma de decisiones al hacer posible que nos centremos en los rasgos mas destacados de la situación (Elster 2002, Apéndice) análogamente al análisis situacional de Popper. Contra la propuesta tradicional y la revisionista, se enuncia la tesis de que las emociones no afectan 'en lo más mínimo' la racionalidad de la elección misma. Si bien las emociones intervienen en las decisiones como costos y beneficios asociados a las diversas opciones no lo hacen en tanto fuerzas psíquicas 'distorsionantes' de los mecanismos de la elección. Se trata, en este contexto, de la capacidad (¿estado de ánimo?) de abordar una tarea llevándola al término propuesto. El resultado final complace -hace feliz- a la persona que la lleva a cabo. A partir de 1987, Ekman estableció las pruebas en relación con que la emoción tiene diferentes patrones en el sistema nervioso autónomo. 'Los actores representaban expresiones faciales mientras eran registrados con una serie de variables autónomas (ritmo cardiaco, conductancia de la piel)" (p. 49) Ekman y colaboradores propusieron patrones de la emoción diferentes para seis emociones biológicamente básicas: 1. Sorpresa. 2. Disgusto. 3. Tristeza. 4. Ira. 5. Miedo. 6. Alegría/Felicidad. Especialmente después del año 2004 las The Big Six de Prinz se convirtieron en la lista de emociones básicas ampliamente aceptadas. Se estableció así un primer vínculo de carácter psicológico y neurocientífico entre las nociones de racionalidad, las emociones y la felicidad. El segundo vínculo que propondremos en este trabajo se refiere al de la economía, más precisamente, la rama de la economía de la felicidad. Este vínculo manifiesta una relación donde las variables económico-sociológicas deben ser incluidas en el nexo entre la racionalidad, las emociones y la felicidad. La llamada 'paradoja de Easterlin' es un concepto clave en la economía de la felicidad: dentro de un país dado, la gente con mayores ingresos tiene una mayor tendencia a afirmar que es más feliz. Sin embargo, cuando se comparan los resultados de varios países, el nivel medio de felicidad que los sujetos dicen poseer no varía prácticamente. (Maceri, S., García P. 2010). A través de Easterlin (2001), se advierte que aunque el resultado de sus estudios es paradojal, los contextos sociales deben ser contemplados en este segundo tipo de nexo. En síntesis, hay un doble vínculo viable entre las nociones de racionalidad, las emociones y la felicidad: el de la psicología y neurociencia, por una parte, y el de la ciencia económica, por otra, ambos interconectados con sus consabidas dificultades

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We report on the EPICA Dronning Maud Land (East Antarctica) deep drilling operation. Starting with the scientific questions that led to the outline of the EPICA project, we introduce the setting of sister drillings at NorthGRIP and EPICA Dome C within the European ice-coring community. The progress of the drilling operation is described within the context of three parallel, deep-drilling operations, the problems that occurred and the solutions we developed. Modified procedures are described, such as the monitoring of penetration rate via cable weight rather than motor torque, and modifications to the system (e.g. closing the openings at the lower end of the outer barrel to reduce the risk of immersing the drill in highly concentrated chip suspension). Parameters of the drilling (e.g. core-break force, cutter pitch, chips balance, liquid level, core production rate and piece number) are discussed. We also review the operational mode, particularly in the context of achieved core length and piece length, which have to be optimized for drilling efficiency and core quality respectively. We conclude with recommendations addressing the design of the chip-collection openings and strictly limiting the cable-load drop with respect to the load at the start of the run.

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Este trabajo se enmarca en la temática principal acerca de los conceptos clásicos de racionalidad, emociones y felicidad así como de una revisión actual de ellos. El objetivo central es, pues, analizar las tres nociones. Para ello, la metodología será el análisis conceptual de los textos pertinentes referidos en la bibliografía. La conclusión se centrará en que hay un doble vínculo científico, psicológico-neurológico y económico viable entre las nociones de racionalidad, las emociones y la felicidad.La relación entre la racionalidad, las emociones y la felicidad constituye un problema de larga data. Básicamente, se pueden distinguir tres grupos de cuestiones. En primer lugar, podemos intentar determinar el 'impacto de las emociones en la racionalidad de la toma de decisiones'. (Elster 2002, IV) En segundo lugar, podemos preguntarnos si 'las propias emociones pueden ser valoradas como más o menos racionales, independientemente de su influencia en las elecciones que hacemos o en las creencias que nos formamos'. (Ibid. 2) Y, en tercer lugar, podemos preguntarnos si las emociones pueden ser objeto de una elección racional, es decir, 'si las personas pueden entrar en una deliberación racional acerca de cuáles son las emociones que han de inducirse en sí mismas o en los demás y si realmente lo hacen'. (Ibid. IV, 3, 300) Tradicionalmente, se ha aceptado que las emociones suponen una especie de 'traba' para la elección racional. Sin embargo, esta posición ha sido revisada, proponiéndose, en cambio, que las emociones no sólo no interfieren en la toma racional de decisiones sino que la favorecen. De este modo, se puede decir que las emociones nos ayudan a tomar decisiones funcionando como factores que deshacen el 'empate en los casos de indeterminación' y que, de manera más general, mejoran la calidad de la toma de decisiones al hacer posible que nos centremos en los rasgos mas destacados de la situación (Elster 2002, Apéndice) análogamente al análisis situacional de Popper. Contra la propuesta tradicional y la revisionista, se enuncia la tesis de que las emociones no afectan 'en lo más mínimo' la racionalidad de la elección misma. Si bien las emociones intervienen en las decisiones como costos y beneficios asociados a las diversas opciones no lo hacen en tanto fuerzas psíquicas 'distorsionantes' de los mecanismos de la elección. Se trata, en este contexto, de la capacidad (¿estado de ánimo?) de abordar una tarea llevándola al término propuesto. El resultado final complace -hace feliz- a la persona que la lleva a cabo. A partir de 1987, Ekman estableció las pruebas en relación con que la emoción tiene diferentes patrones en el sistema nervioso autónomo. 'Los actores representaban expresiones faciales mientras eran registrados con una serie de variables autónomas (ritmo cardiaco, conductancia de la piel)" (p. 49) Ekman y colaboradores propusieron patrones de la emoción diferentes para seis emociones biológicamente básicas: 1. Sorpresa. 2. Disgusto. 3. Tristeza. 4. Ira. 5. Miedo. 6. Alegría/Felicidad. Especialmente después del año 2004 las The Big Six de Prinz se convirtieron en la lista de emociones básicas ampliamente aceptadas. Se estableció así un primer vínculo de carácter psicológico y neurocientífico entre las nociones de racionalidad, las emociones y la felicidad. El segundo vínculo que propondremos en este trabajo se refiere al de la economía, más precisamente, la rama de la economía de la felicidad. Este vínculo manifiesta una relación donde las variables económico-sociológicas deben ser incluidas en el nexo entre la racionalidad, las emociones y la felicidad. La llamada 'paradoja de Easterlin' es un concepto clave en la economía de la felicidad: dentro de un país dado, la gente con mayores ingresos tiene una mayor tendencia a afirmar que es más feliz. Sin embargo, cuando se comparan los resultados de varios países, el nivel medio de felicidad que los sujetos dicen poseer no varía prácticamente. (Maceri, S., García P. 2010). A través de Easterlin (2001), se advierte que aunque el resultado de sus estudios es paradojal, los contextos sociales deben ser contemplados en este segundo tipo de nexo. En síntesis, hay un doble vínculo viable entre las nociones de racionalidad, las emociones y la felicidad: el de la psicología y neurociencia, por una parte, y el de la ciencia económica, por otra, ambos interconectados con sus consabidas dificultades

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Upwelling occurs during the summer off the coast of Oman when the Asian monsoon produces strong southwest winds in the northern Arabian Sea. Ekman transport driven by the southwest monsoon winds upwells cool nutrient-rich waters along the coast which contrast with the warmer, less productive waters offshore. The spatial pattern of foraminifers in the sediments corresponds with the coastal environmental gradient. The upwelling species Globigerina bulloides dominates the sediment assemblage on the continental margin, while Globigerinita glutinata is more abundant offshore, creating a coastal gradient in fauna. We reconstructed the upwelling faunal gradient using high resolution oxygen isotope stratigraphy to correlate between Hole 723B on the Oman Margin, and a core from the Owen Ridge (RC2761), adjacent Site 722. A gradient similar in magnitude to the present, implying upwelling conditions similar to today existed during each interglacial time during the late Pleistocene interval from 0 to 300 k.y. The gradient was reduced or absent during glacial times implying diminshed southwest winds along the coast of Oman, not strong enough to produce an environmental gradient between the coast and offshore sites.

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Sea floor morphology plays an important role in many scientific disciplines such as ecology, hydrology and sedimentology since geomorphic features can act as physical controls for e.g. species distribution, oceanographically flow-path estimations or sedimentation processes. In this study, we provide a terrain analysis of the Weddell Sea based on the 500 m × 500 m resolution bathymetry data provided by the mapping project IBCSO. Seventeen seabed classes are recognized at the sea floor based on a fine and broad scale Benthic Positioning Index calculation highlighting the diversity of the glacially carved shelf. Beside the morphology, slope, aspect, terrain rugosity and hillshade were calculated. Applying zonal statistics to the geomorphic features identified unambiguously the shelf edge of the Weddell Sea with a width of 45-70 km and a mean depth of about 1200 m ranging from 270 m to 4300 m. A complex morphology of troughs, flat ridges, pinnacles, steep slopes, seamounts, outcrops, and narrow ridges, structures with approx. 5-7 km width, build an approx. 40-70 km long swath along the shelf edge. The study shows where scarps and depressions control the connection between shelf and abyssal and where high and low declination within the scarps e.g. occur. For evaluation purpose, 428 grain size samples were added to the seabed class map. The mean values of mud, sand and gravel of those samples falling into a single seabed class was calculated, respectively, and assigned to a sediment texture class according to a common sediment classification scheme.

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This study subdivides the Potter Cove, King George Island, Antarctica, into seafloor regions using multivariate statistical methods. These regions are categories used for comparing, contrasting and quantifying biogeochemical processes and biodiversity between ocean regions geographically but also regions under development within the scope of global change. The division obtained is characterized by the dominating components and interpreted in terms of ruling environmental conditions. The analysis includes in total 42 different environmental variables, interpolated based on samples taken during Australian summer seasons 2010/2011 and 2011/2012. The statistical errors of several interpolation methods (e.g. IDW, Indicator, Ordinary and Co-Kriging) with changing settings have been compared and the most reasonable method has been applied. The multivariate mathematical procedures used are regionalized classification via k means cluster analysis, canonical-correlation analysis and multidimensional scaling. Canonical-correlation analysis identifies the influencing factors in the different parts of the cove. Several methods for the identification of the optimum number of clusters have been tested and 4, 7, 10 as well as 12 were identified as reasonable numbers for clustering the Potter Cove. Especially the results of 10 and 12 clusters identify marine-influenced regions which can be clearly separated from those determined by the geological catchment area and the ones dominated by river discharge.