524 resultados para Psicoanálisis


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El abuso sexual infantil es un dato de nuestra época, su interés mediático sobre un público masivo es expresado en número creciente en las estadísticas de los últimos años como motivo de consulta médica y psicológica, o de indagación jurídico-penal. Las presentaciones actuales vinculadas al ASI resultan insuficientes a la hora de establecer un diagnostico estructural del fenómeno, señalando lo que se ha vuelto un lugar común: hablar del abuso sexual como evento traumático, como stress post-traumático y una banalización conceptual aplicados a la clínica. Las publicaciones recientes sobre el ASI ambicionan presentarlo como un verdadero cuadro clínico. Distinguen las expresiones sintomáticas estrechamente vinculadas y dependientes de un único factor etiológico: el hecho abusivo. La avidez doctrinal y nosológica de la Academia Americana de Pediatría no ofrece continuidad a la hora de hallar el ASI en el breviario de los manuales de Psiquiatría. La significativa ausencia de criterios específicos se traduce en la presencia de manifestaciones sintomáticas que abarcan desde: cambios de conducta, fobias diversas, fugas hasta la evidencia de tendencias suicidas. La sintomatología que se espera encontrar en los protocolos vigentes del ASI resultan Inespecíficos en la medida en que son síntomas que se encuentran en cualquier stress severo, y se lo vincula estrechamente con las manifestaciones clínicas del denominado stress post-traumático. Cuando se examinan las múltiples intervenciones los hallazgos en el campo de la psicopatología infantil definen el abuso sexual como un evento traumático. Se trata de curar lo traumático con una nominación que homogeniza todas las respuestas: síndrome Post Traumático que fija para todos cuales son los síntomas a partir de ese diagnostico, los criterios para su obtención y su perdurabilidad, así como su pronóstico. El trauma sexual es sustituido por la sexualidad infantil con el peso que tiene para la constitución de la estructura y la plasmación de la neurosis y donde el síntoma da cuenta de la práctica sexual de los enfermos. 'El niño es psicológicamente el padre del adulto, y las vivencias de sus primeros años poseen una significación inigualada para toda su vida posterior' El concepto de traumatismo sexual en Freud que se organiza en dos tiempos establece entre ellos la lógica del efecto póstumo del trauma que leemos como resignificación. Desde esta perspectiva discontinuista en el abordaje del trauma, para que una escena abusiva se transforme en traumática y pueda ser intervenida tiene que acompañarse de un segundo momento, que despierta la huella del evento pretérito, resignificándola como tal, es decir otorgándole coloración sexual. Nos proponemos en el presente trabajo abordar un caso de abuso infantil, a la luz de una dicotomía entre conceptos de trauma y traumatismo en el campo del psicoanálisis. Lo que nos interesa retener de la apreciación psicoanalítica acerca del concepto de trauma es de orden estrictamente clínico. En este sentido, proponemos acercar un fragmento clínico que ilustra el efecto de un acontecimiento traumático en la vida de una niña y la manera singular de dar respuesta a tal impacto. En el mismo sentido, es importante señalar el modo en que un sujeto se apropia de lo que 'le' ocurrió, bajo el supuesto que en su modalidad de respuesta se encuentra la cifra de su participación inconsciente

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Se presenta a continuación, un primer esbozo de un proyecto mucho más amplio, que busca rescatar toda la complejidad y profundidad de los desarrollos freudianos, concernientes a dos ejes principalmente: por un lado, el tropiezo de Freud con la noción de 'inconsciente' como punto de partida de una manera de entender tanto el padecer como a la cura psíquica. Y por otro lado, el de la sistematización de una clínica basada en la eficacia curativa de las palabras, y de un dispositivo construido y montado sobre un valor y status especial conferido a las palabras. Es por ello que, y en vista de los ejes planteados previamente, me propongo realizar aquí un estudio de índole teórico basado en un análisis de los textos freudianos correspondientes a la denominada 'Primera clínica'. Podremos notar así como Freud en sus comienzos empezará a pesquisar un hecho al que consagrará tanto su vida como su obra entera, es decir, a desentrañar los fundamentos subyacentes a la posibilidad de utilizar a la palabra como una herramienta terapéutica. Es en virtud de sus primeros desarrollos respecto a la hipnosis como método de tratamiento anímico que Freud comenzará, no sólo a notar en la palabra un poder 'mágico' o de 'ensalmo', en el sentido de acción real efectiva sobre el padecer. Sino que además, comenzará a interrogarse respecto del sostén de dicho poder mágico, sobre el aparato o mecanismo que lo sustenta y la relación de este último con las palabras, con el decir. Retomaremos este movimiento freudiano, respecto de sus trabajos sobre las parálisis motrices orgánicas e histéricas. A su vez, se reparará en el movimiento freudiano que pone a trabajar la noción de síntoma y palabra, primero como dos elementos heterogéneos, y luego - junto con la intelección de las leyes que rigen la dinámica del inconsciente-, como dos elementos que se determinan mutuamente, y que lejos de excluirse, se implican constantemente en el devenir del trabajo analítico. Se espera de esta manera, que el presente trabajo sea un disparador, un punto de partida para una posterior indagación más vasta de los fundamentos teóricos del dispositivo clínico del psicoanálisis tal como lo plantea su creador, junto con sus aciertos y errores, sus contradicciones y sus brillantes elucidaciones

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El presente trabajo forma parte del plan de tareas de los adscriptos y auxiliares en docencia e investigación de la cátedra de Teoría Psicoanalítica de la Facultad de Psicología de la UNLP. El propósito del mismo consiste en indagar la conceptualización freudiana de la pulsión en sus artículos sobre Metapsicología: 'Pulsiones y destinos de pulsión', 'La represión' y 'Lo inconsciente'. La pregunta que guiará el trabajo de investigación es: ¿qué es la pulsión?, la cual da lugar a los siguientes interrogantes: ¿es una energía, un quantum, un afecto, una representación, un representante? Se abordarán dichos textos a partir de tres definiciones de pulsión. para ello se tomarán dos ejes fundamentales: las nociones de representación y de afecto. A su vez, se introducirán los puntos de vista tópico, dinámico y económico que constituyen la apreciación metapsicológica. La pulsión, concepto fundamental y básico del Psicoanálisis, es definida en principio como un concepto fronterizo entre lo anímico y lo somático. Se interrogará esta formulación freudiana al plantear la hipótesis de que no sólo es un concepto de deslinde, sino también de unión, de conexión. A esta primera formulación perteneciente a 'Pulsiones y destinos de pulsión' se suman las definiciones planteadas en 'La represión' y 'Lo inconsciente', que aluden a la pulsión en relación con la tópica y la dinámica psíquica, lo que podría leerse como el funcionamiento pulsional en el aparato psíquico y su relación con las diferentes instancias. Es en este contexto en que aparecen las nociones de agencia representante de pulsión, representación, monto de afecto y afectos. Con respecto a la representación, y a los modos en que la pulsión puede encontrar expresión o representación en el psiquismo, se examinarán las dos nociones que Freud utiliza: Representación (Vorstellung) para referirse a un contenido ideico, figural, y representante (Repräsentant) para referirse a lo que representa a algo en el sentido de la acción de delegar, de una presencia en lugar de una ausencia. La inscripción de la pulsión en el aparato anímico se produciría por una fijación de la agencia representante psíquica, en el marco de la represión primordial fundante del inconsciente. La represión propiamente dicha recaerá sobre los retoños o mociones pulsionales en los que dicha agencia se continúa. Esta represión que entra en juego en la dinámica psíquica consistirá en disociar aquellos componentes de la moción pulsional: representación (Vorstellung) y afecto, los cuales encontrarán destinos independientes. Respecto de la representación es posible indicar su ubicación en la tópica psíquica: inconsciente, preconsciente, conciencia. No tan claro se plantea la localización del afecto, como tal sólo puede ser consciente, pero: ¿qué ocurre con él cuando una moción es reprimida?. Freud planteará tres destinos posibles: ser sofocado, mudarse en otro afecto (en particular angustia) o permanecer en la conciencia. Sin embargo, Freud planteará que al divorciarse la representación y el afecto, éste último desligado de la representación corresponderá a una cantidad, una posibilidad de planteo, sólo pasible de ser leído en términos económicos. Es dicho planteo económico el que parece imponerse en la caracterización freudiana de la pulsión. Desde los primeros planteos, considera que su esencia consiste en una exigencia de trabajo, un esfuerzo (Drang), que lo corporal impone a lo psíquico; y luego establecerá que, desprendida de sus medios de expresión o sus representantes que son representación y afecto, sólo puede ser caracterizada económicamente. Sin embargo, son estos representantes (Vorstellung y afecto) los que constituyen el campo propio donde se despliega la cuestión de la pulsión. Permiten que la misma pueda entrar en la dinámica psíquica, ubicarse tópicamente, y por consiguiente, que algo de esta energía o cantidad pueda ser leída

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La noción de trauma psíquico ha adquirido especial importancia como categoría diagnóstica en el campo de la Salud Mental contemporánea, en una extensión cada vez mayor que permite vincularlo con distintos tipos de acontecimientos ante los que el sujeto agota su capacidad de respuesta y dificulta la elaboración psíquica. Este trabajo intenta establecer la pertinencia psicoanalítica de este concepto, así como sus límites. Intentaremos vislumbrar de qué manera el trauma, analizado por Freud, pese a haber sido cuestionado en su realidad fáctica y redefinido en sus características principales, permaneció siempre vigente en su obra hasta el final de la misma. En esta perspectiva interrogaremos las razones de su permanencia. El concepto de trauma aparece en la obra mencionada desde sus inicios. íntimamente ligada a un factor cuantitativo, esta noción se inserta en el marco teórico propuesto por Freud, coherente con su contexto histórico y científico, el positivismo. Nociones como pulsión, diques anímicos, represión y libido, nos hablan de la importancia de lo económico, de la idea de una fuerza y energía en juego que recorren, de modo permanente, las definiciones freudianas. A medida que el padre del psicoanálisis fue avanzando en el estudio de las neurosis, este término fue modificándose, variando su estatuto e importancia. Sin embargo, el trauma siguió jugando un factor fundamental en sus escritos, no llegando nunca a eliminarlo de sus tesis. El concepto que nos convoca será abordado desde un criterio que permitirá ordenar nuestra propuesta, diferenciando su aparición en determinados períodos de la obra freudiana. Ésta puede ser dividida en tres momentos diferenciados por el modo en el que Freud articula los dos órdenes heterogéneos de la causa de los síntomas neuróticos: etiología sexual y mecanismo psíquico (momentos causales). En un primer momento Freud se sirve de la Teoría de la Seducción para desde allí dar cuenta de la cuestión etiológica. En ese período, el trauma era entendido como un hecho realmente acaecido, hallándose en el origen de toda neurosis. En un segundo momento, tras definir las psiconeurosis a partir de la defensa y de la idea de conflicto, vislumbra que el acontecimiento traumático que las pacientes le relataban correspondía en verdad a una realidad psíquica, perteneciente al plano de la fantasía. Es así que Freud introduce la sexualidad infantil y junto con ella la función de las fantasías en la formación de síntomas. Es hacia 1920, en el último momento de su obra, cuando se produce un giro radical: reformula la teoría de la angustia y redefine la etiología sexual y su articulación con la represión a la luz del complejo de castración. Allí el trauma será definido a partir de los nuevos descubrimientos clínicos con los que se encuentra. Para lograr nuestro objetivo, retomaremos los textos freudianos pertenecientes a cada momento causal, delimitando el concepto referido. Nos orientarán en este recorrido dos ejes fundamentales: el etiológico y el terapéutico, es decir, cómo a partir del valor causal que Freud atribuyó al trauma, propuso desde allí una determinada concepción y dirección de la cura analítica. Esta articulación apunta a la relación intrínseca entre la teoría y la clínica que atraviesa toda la obra del fundador del psicoanálisis

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Edgardo Rolla fue uno de los actores principales en lo que refiere al arribo del psicoanálisis a la facultad de Psicología en la década del `60 en La Plata además del primer referente -aunque no el único- de los abordajes grupales en esa ciudad. En este trabajo continúo mi indagación sobre este autor y me propongo rescatar el recurso a la historia en algunos momentos de su producción teórica, recurso que se encuentra ya en sus primeros trabajos escritos en 1929. Desde entonces y hasta 1954 su interés por la historia lo llevó a publicar muchos artículos sobre el Antiguo Egipto e incluso a integrar La Socièté Française d' Egyptolologie, la Fondation Egyptologique Reine Elizabeth (Bruselas) y la Egypt Exploration Society. En su libro 'Psicoterapia Individual y Grupal' de 1962, Rolla realiza por lo menos dos recorridos históricos en los capítulos que refieren a la grupalidad; uno acerca de los diferentes aportes que permitieron la construcción de estos saberes y prácticas, el otro sobre sus experiencias con grupos operativos: la Experiencia de Rosario y la aplicación de esta metodología en las clases de la Escuela Privada de Psiquiatría. Respecto de la historia de la Psicoterapia Grupal, Rolla siguiendo a Freud afirma que 'la psicología grupal es la más antigua de las psicologías' y para justificar este enunciado se retrotrae a varios siglos antes de Cristo, a las prácticas grupales de asistencia a sujetos con perturbaciones físicas y/o mentales implementadas en el Templo de Epidaurus en Grecia. El desplazamiento de lo mágico a lo científico para Rolla se produce con Pratt, en Boston, quien trabajaba con prácticas grupales en la atención de enfermos de tuberculosis. Las técnicas de Pratt dejaron reminiscencias en los ensayos de Marsch y Lazell en su práctica con enfermos mentales en los años '20. Sitúa el surgimiento de la técnica de grupo con niños en Europa con Alfred Adler en la década del '30. Esta técnica constituyó uno de los orígenes del posterior ensayo de Moreno y su método psicodramático. Indica a Moreno como quien al comienzo de la cuarta década de ese siglo emplea por primera vez el término y delimita los alcances de psicoterapia grupal. Asimismo reconoce los aportes de Kurt Lewin con su 'Teoría de Campo en las Ciencias Sociales', otras de raigambre psicoanalítica de línea kleniana como la de W. R. Bion y Foulkes. Para Rolla, a algunas de estasconcepciones teóricas y de sus principios técnicos adhirieron los pioneros del movimiento psicológico grupal en nuestro país, movimiento que se escindió en dos grupos. Por un lado, Pichón Rivière y Emilio Rodrigué y por otro, Raúl Usandivaras y Juan José Morgan. En este trabajo no expondré la historización que aporta sobre la Experiencia de Rosario y la operativa en las clases de la Escuela Privada de Psiquiatría en tanto la misma ha sido explicitada en un trabajo reciente (Vadura, 2011(. Si señalaré que allí -y como es frecuente en algunos de los recorridos históricos que realiza- , el autor muestra la huella que esos atravesamientos dejaron en sus conceptualizaciones y en su práctica posterior. En 1971 Rolla publica 'Elementos de Psicología y Psicopatología Psicoanalítica'. En esta obra realiza una síntesis de su recorrido profesional; la historia como recurso le posibilita allí la reconstrucción dialéctica de su formación y del Movimiento Psicoanalítico Argentino entre 1946 y 1971. Tras treinta años de labor profesional en esta producción da cuenta de su proceso de elaboración y de síntesis de conceptos surgidos de su experiencia clínica, de la internalización de teorías diferentes y de puntos de vista de autores diversos. El resultado de ese proceso: la construcción de enfoques teórico-clínicos propios que aún así llevaban la marca de sus bases referenciales; los pensamientos de Freud y de muchos de sus continuadores (Abraham, Klein, Hartmann, Lewin y otros clásicos del psicoanálisis), de las enseñanzas recibidas en la Escuela Psicoanalítica Argentina pero también de su formación médica. En tal sentido, el recurso a la historia pareciera colaborar en la dirección que Rolla propone: la realización de recorridos que permitan una reconstrucción dialéctica para analizar qué de esos aprendizajes quedaba suprimido, conservado y/o superado en sus puntos de vista

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Las pedagogías críticas han circunscripto el problema de la transmisión a un proceso lineal y mecánico propio de ciertos enfoques llamados ?tradicionales?, procesos que siempre son descriptos en términos de su negatividad. Amparándose en la clásica definición de Emile Durkheim, la educación es entendida así, como transmisión cultural de una generación sobre otra, en la cual los sujetos participes del proceso, ocupan un lugar meramente pasivo frente al conocimiento disciplinar. En los últimos años, la pedagogía en diálogo con otras disciplinas, el psicoanálisis, la antropología, la historia, la teoría política, ha revisado esta concepción y abierto los límites del campo; entendiendo la necesidad de recuperar el concepto de transmisión como palabra clave a la hora de pensar la constitución de las sociedades, las instituciones y los sujetos. El ?pasaje de la cultura? que toda transmisión habilita hace estallar la reflexión pedagógica históricamente limitada a reflexionar sobre la educación desde un frente estrictamente didactizable. En la presente ponencia releeremos la relación educación sociedad, vínculo clave para las teorías criticas, a la luz de la problemática de la transmisión. Dicha relectura implica volver a pensar el lugar de los sujetos, la escuela como institución, y los saberes desde una pedagogía abierta a los problemas del presente. Llevar adelante este trabajo supone revisar una serie de autores clásicos de la pedagogía crítica, analizando como estos pensadores entendieron la problemática de la transmisión. Dicho ejercicio será ponderado al calor de las perspectivas interdisciplinares que caracterizan al campo de los estudios sociales en general y al de la pedagogía en particular. Nuestros argumentos pretenden dinamizar un concepto que viene cargado desde su propia etimología de movimiento, politicidad e historicidad, y que, sin embargo, las pedagógicas progresistas han estigmatizado.

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Este trabajo muestra los principales hallazgos obtenidos en una corriente investigación de maestría en la que analizamos el concepto de sublimación desde un punto de vista ético, teniendo en cuenta el planteo original del psicoanalisis en la consideración de un sujeto. Así, el concepto de sublimación es esencial para entendermos el movimiento en la clínica psicoanalítica, en su imbricación teoria y práxis. La sublimación nos señala una dimensión de lo singular que, antes de se oponer, se anuda a lo universal. Por qué son valorizados los produtos de la sublimación? En qué ámbito ubicar este aprecio por la obra de arte, por ejemplo? Éstas son unas de las preguntas que nos instigan. De hecho, la cuestión es amplia y tiene su cuna en la clínica, ya que de ahí notamos el movimiento desde una impotencia hacia una imposibilidad. Cuestión con todo un alcance en la cultura, mientras nos enseña la diferencia fundamental que hay entre la fijación involucrada en la idealización y la mobilidade que nos oferece la sublimación, la cual es siempre una deriva y implica creación. Metodológicamente, nuestro trabajo se orienta por la investigación, tal cual se da con frecuencia en psicoanálisis, buscando no apartar los elementos clínicos de la teoría. Además, buscamos analisar el concepto de sublimación, cuestionando sus fundamentos, evidenciando la inconsistencia que lo caracteriza, a fin de le conferir una nueva forma - aunque confrontando los diversos aspectos elegidos en la concepción del término, incluso con otros campos ajenos al psicoanálisis (estética, filosofia) -, mirarlo bajo otra perspectiva.. Así también se constituyo el esfuerzo de Freud, ya que la investigación, en psicoanálisis, implica el empeño del investigador (la teoría adviene de una clínica, punto de origen de nuestro estudio) y, por consecuencia, hay una remodulación en la teorización, la cual refleja el propio movimiento de la clínica. Lo inédito de cada caso de la clínica es así un correlato de lo singular que se muestra en el proceso de sublimación, por el cual la creación de un individuo logra conquistar espacio en el campo del Otro, entablando lazos sociales otros, sin que, por ello, uno se niegue a si propio, su singularidad, o ignore la dimensión de un imposible. Los horizontes a que nos conducen esta investigación nos permíten trazar los aspectos éticos de la experiênciaclínica, en psicoanalisis, y que orientan su práxis. Así, por medio del análisis y del estudio de un concepto en el campo psicoanalítico, logramos dilucidar lo que él refleja en la clínica y, por ende, en la cultura, es decir, donde el sujeto forma lazos sociales. La sublimación señala así algo esencial de la pulsión, otro concepto también fundamental, que representa la posibilidad de entablar lazos sociales otros, de manera que ante lo imposible y lo raro de la experiencia humana algo sea creado. De un punto de vista teórico, nuestra discusión se vuelca en una cuestión estrictamente ética. ¿Qué orienta, pues, nuestras relaciones con lo real, región adonde nos conduce la experiencia psicoanalitica, y, qué posiciones asumimos ante nuestro sufrimiento - una que se adapta a los ideales o otra que crea algo a partir de lo imposible, sin que lo rechaze? El concepto de sublimación señala pues dos aspectos fundamentales de la cuestión ética planteada por el psicoanálisis, en la medida en que ella se aleja de los ideales, que muchas veces se transfiguran en normas e patrones, o se acerca de un rasgo singular sin menoscabar lo general que ello implica. Y, en todas estas direcciones, hay implicaciones y consecuencias que se figuran como teóricas y, en mayor alcance, como políticas y culturales. He aquí el argumento que es el telón de fondo de nuestra investigación

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Lo que aquí se propone el autor será un armado, un recorrido, una puesta en relación del marco teórico del Dispositivo del Pase, con lo que le debemos a la experiencia psicoanalítica y el material testimonial de Pasadores, nominados con el título de Analistas de Escuela y Carteles, con el objetivo de establecer una correlación posible entre este dispositivo y el proceso analítico, destacando en ese cruce la importancia de la voz como objeto a. En el Dispositivo del Pase se trataría de cernir un saber correlativo a un cambio de posición del candidato en relación al saber, cierta certeza del encuentro con ese saber, junto a la caída del sujeto supuesto alsaber, lo que determina el ingreso a la operación del Pase. Por otra parte, el Pasador, encarna cierta nesciencia, cierta ignorancia, desde el mismo momento que desconoce su designación. Para cumplir esta función, la relativa inocencia permite asegurar la transmisión del testimonio. El Pasador es así ciegamente fiel a lo que informa y al mismo tiempo puede ser la placa sensible portadora de la huella del encuentro con un sujeto para quien el saber no es ya lo mismo. Ahora bien, ¿de que se sostiene el pasador en esa experiencia? De una posición de destitución subjetiva a la vez que se presta a 'encarnar', a dar voz (una vía) cierto trayecto pulsional, preservándose de los efectos excesivos de goce que ello podría inducir. Lacan en la primera versión de la Proposición (1967) sitúa al Pasador, en el lugar de la pulsión. El Pasador se presta en efecto a ese trayecto de la pulsión invocante: oír (su pasividad), ser oído (sus preguntas activas alpasante) y hacerse oír (por el Cartel). Según consta en aquellos materiales hay 'algo que pasa' en el momento del Dispositivo del Pase, 'algo' que se transmite desde el pasante al pasador, y que es verificado en algunos casos por los Carteles, con el consiguiente nombramiento. Partiendo ahora de lo que se le debe al psicoanálisis, en el trabajo analítico, no es otra cosa que la pulsión la que contesta por el sujeto del significante, cuando se le pide al analizante que hable. Así descifrar la metonimia pulsional en la palabra del analizante orienta nuestra interpretación hacia el goce buscado, o al conseguido que no es lo mismo. Si entonces el ser habla con su cuerpo y lo que responde por el sujeto del significante es la pulsión, rodeada, alcanzada, y descifrada a través de su dimensión metonímica en la palabra, el autor se pregunta sobre las vicisitudes de la pulsión al 'pasar el Pase', Pasadores y Cartel mediante. Dada la importancia localizada en aquello que 'contesta' o 'responde' por el ser, y/o por el sujeto del significante, se podría formular la articulación de homologar este proceso a esta otra práctica de lengua, que es el dispositivo del Pase, en cuanto que es guiado por la voz, único medio y único lazo entre los participantes. La voz por un lado y la función del pasador por otro 'encarnan', son una 'huella' o 'dan vida' a un cierto trayecto libidinal. Sería entonces, la voz, pero en su dimensión de voz como objeto a, lo que intervendría, en el paralelo aquí establecido entre el dispositivo del Pase como prácticas de lenguas y práctica de análisis

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Temática principal: El presente trabajo se inscribe en un proyecto de investigación que tiene por objetivo general caracterizar las modalidades de la violencia vincular en grupos familiares en situación de pobreza. En este marco, se desarrolla la definición del concepto de violencia que utilizamos en nuestra indagación. Objetivos: -desarrollar el concepto de violencia, desde el corpus teórico psicoanalítico; -establecer los conceptos límites que se presentan para esa definición; -dejar planteados interrogantes sobre el proceso de operacionalización del concepto. Metodología: A nivel metodológico, se realiza un análisis cualitativo de contenido bibliográfico que incluye, entre otras actividades: identificación de fuentes bibliográficas (primarias y secundarias), sistematización de los datos relevados y análisis de los resultados. Resultados Desde el punto de vista etimológico, el vocablo violencia tiene dos acepciones: aquello que se le hace a una cosa para sacarla de su estado, modo o situación natural, mediante el uso de la fuerza; como ejercicio de poder mediante la fuerza, implicando diferencias jerárquicas. Esta doble vertiente semántica se plantea asimismo en el corpus teórico del Psicoanálisis y el Psicoanálisis vincular. El Psicoanálisis se ha ocupado en forma preferencial del problema de la agresión y la agresividad, ligadas a partir de los años 20, al concepto freudiano de pulsión de muerte. La agresividad es conceptualizada como una tendencia dirigida a dañar, a destruir al otro. Actúa tempranamente en el desarrollo del sujeto (previo al accionar de la pulsión sexual) y puede presentarse unida o desunida de la sexualidad. La funcionalidad psíquica de la agresividad estaría en relación a posibilitar la diferenciación, la separación con respecto al otro. Está en íntima relación a la constitución del Yo, por lo que puede quedar ubicada dentro de las problemáticas narcisistas. La violencia constituiría una aberración de la agresividad; supone un 'plus de destructividad', de 'depredación' que la cualifica. Pensándolo como un fenómeno propiamente humano, la violencia supone un accionar que intenta someter al otro por el uso de la fuerza. Desde una perspectiva vincular, la violencia apunta a anular la singularidad del otro, sus límites y autonomía. En el espacio intersubjetivo, la violencia vincular supone el despojo del carácter de ajenidad del otro, intentando tornarlo similar o idéntico al Yo. La violencia punta a anular la otredad, la diferencia del otro que es una característica irreductible de los vínculos humanos. En relación a la crueldad, supone la imposición a un sujeto, de una idea o acto que no está en condiciones de recibir, generando un efecto de destitución subjetiva. Conclusiones: Queda de manifiesto la polisemia y múltiples matices del concepto de violencia. Se resalta, al final del recorrido, la dicotomía inicial que supone la definición etimológica del concepto. Quedan interrogantes por responder, con respecto a la delimitación y operacionalización del concepto de violencia, en los siguientes aspectos: cuál es el límite entre la agresividad y la violencia; revisar si se trata de una diferencia que pueda plantearse a priori, o evaluarse más bien por los efectos; situar la relación entre la violencia y la crueldad; identificar si toda violencia es cruel, y si toda crueldad implica violencia

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El contexto cultural atraviesa al sujeto apuntando a suturar su división en tanto su búsqueda de identidad naufraga en la universalización de los estilos de vida comandados por la época. Tal comandancia sostenida por el amo moderno, a partir de una mutación de discurso, produce la realidad de la época. La deformación del discurso amo presentada por Lacan en la Conferencia de Milán, se genera por la inversión de los lugares del sujeto y del significante amo. De tal forma que el sujeto queda en contacto directo y sin la intermediación de la doble barra que lo distanciaba respecto del objeto a. Siendo el sujeto quien ostenta ahora el lugar del agente por precipitación al fondo del significante amo que otrora ordenaba. Se pasa así del reinado del ideal del yo al del yo ideal, en tanto están en la cúspide los objetos obturadores de la falta dispuestos a taponar lo que la época les indique. En otras palabras, la identificación a partir del Ideal del yo se hace frágil por la inconsistencia del Otro, quien ya no rige y, en su lugar, numerosos objetos imponen su presencia en tanto una voz atronadora empuja a una satisfacción directa e inmediata. El sujeto arbitra procurando sus identificaciones y buscando parecerse al objeto que consume dirigiéndose, como los primitivos, a adquirir los rasgos que el mismo detenta. De ahí que las identificaciones sean lábiles como meras imitaciones sin mediar la castración. El amo antiguo de la sociedad disciplinaria dejó paso al amo moderno de la sociedad del espectáculo, siendo tanta la mostración que embota al sujeto. Lo sumerge en un profundo adormecimiento que le impide ver, viéndose sólo a sí mismo y rechazando al Otro. Este rechazo que produce la ruptura del lazo social, está presente en cada una de las llamadas nuevas patologías de la época, donde la función del Otro simbólico ya no es efectiva.La actual conmoción cultural toca todos los aspectos de la vida y tiñe con sus matices al dispositivo propio del análisis, redoblando el rechazo a la lógica del no-todo propio de la castración, para enseñorear las leyes del mercado con su movimiento pendular del todo o nada. Ante el individualismo a ultranza contemporáneo, el psicoanálisis hace su oposición trabajando con el sujeto como efecto de discurso, haciendo lazo por la transferencia a partir del deseo del analista. Contrapuesto al mandato del amo moderno que está aliado a la tiránica exigencia superyoica de goce, el psicoanálisis posibilita el surgimiento del sujeto deseante. Para el tratamiento de lo real del síntoma el psicoanálisis se dirige por la vía del semblante. El analista como semblante del objeto a toma posición en el discurso y el sujeto se dirige a él suponiéndole un saber como efecto del establecimiento de la transferencia. El deseo del analista no reviste el mismo estatuto que el deseo del inconsciente y en su encuentro con el sujeto la transferencia opera como obstáculo a la relación dual. El deseo del analista funciona como sostén del objeto a y pone en juego un vacío posibilitador para el surgimiento del deseo del sujeto. Instala una distancia entre el Ideal y el objeto a atendiendo la demanda a la que no responde sino en un más allá del amor. Para lo cual se abstiene de comprender volviendo operativo el semblante como única vía de tratar lo real. El vacío que posibilita es ofrecido para hacer surgir la singularidad del sujeto que la época busca desconocer aplastándola con el rótulo de lo patológico que hay que eliminar, desde un pseudo discurso sin fisuras y sin pérdidas que impone la homogeneización de los estilos de vida sin cupo para la diferencia constantemente expulsada. Objetivos: -Ubicar el malestar de la civilización como algo de orden estructural que cada era conoce y los rasgos coyunturales de la época como característicos de la misma. Estos rasgos son efecto de un cúmulo de factores que marcan las coordenadas del momento a nivel social, político,económico, religioso, y de otros aspectos culturales. -Plantear las salidas posibles desde la perspectiva psicoanalítica a la problemática de la aporía actual. Metodología: Análisis teórico, descriptivo, expositivo y argumental dela temática propuesta para alcanzar los objetivos planteados. Resultados: Situación de las variables en juego en contexto actual que permiten abrir nuevos interrogantes a la altura de la subjetividad moderna. Conclusiones: Ante el individualismo a ultranza contemporáneo el psicoanálisis hace su oposición, trabajando con el sujeto como efecto de discurso, haciendo lazo con la transferencia a partir del deseo del analista. Contrapuesto al mandato del amo moderno que está aliado a la tiránica exigencia superyoica de goce, el psicoanálisis posibilita el surgimiento del sujeto deseante

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Este trabajo, realizado en el marco del programa de adscriptos y auxiliares de la cátedra de teoría psicoanalítica, se propone rastrear las diversas concepciones de cuerpo que aparecen en dos textos representantes de momentos específicos de la obra freudiana: 'Tres ensayos de teoría sexual' (1905) e 'Introducción del narcisismo' (1914). La pregunta que orientó este trabajo de investigación fue: ¿Es el cuerpo un concepto en la obra freudiana?, que puede especificarse en las preguntas siguientes: ¿Qué cuerpo supone hablar de pulsión sexual? ¿Confluyen las diversas nociones de cuerpo? ¿Cómo? ¿Se puede pensar en la supremacía de unas sobre las otras? ¿Qué concepción de cuerpo subyace al autoerotismo? ¿Y qué concepción al narcisismo? Con estas claves de lectura se realizó una revisión de los artículos mencionados en pos de situar qué noción de cuerpo subyace a los mismos. La metodología elegida para esta investigación fue la de la revisión bibliográfica a partir de una clave de lectura. Dicha revisión es entendida como un rastreo histórico, pensando en una historia regida por el nachträglich, donde un segundo momento de la lectura modifica lo comprendido hasta entonces, y no una historia lineal donde lo antes dicho queda sólo como registro. La revisión realizada llevó a establecer que en 1905, la noción de cuerpo aparece en referencia a las partes del cuerpo, contrastando esta parcialización del cuerpo con el uso de la noción en singular, un cuerpo y con la idea del cuerpo como propio, como un todo. Se suman a estos usos, el del cuerpo como bisexual y el del cuerpo ligado a lo orgánico. En 1905 es el cuerpo en relación a la sexualidad el que se va erogeneizando a través del recorrido que hace la pulsión parcial, deviniendo así un cuerpo fragmentado tanto por las zonas erógenas como a partir de los objetos. Agregándole, en 1915, a cada alteración de la erogeneidad en el interior de los órganos, una alteración paralela de la investidura libidinal dentro del yo. A partir del movimiento libidinal del narcisismo se constituye el cuerpo como uno, en el sentido del cuerpo unificado de una imagen. Al cuerpo como lugares del mismo que responde a la lógica pulsional de la satisfacción, se agrega el yo-cuerpo que se nombra como uno y que responde a la lógica de la identificación. Como conclusión inicial, encuentro que la noción de cuerpo no es unívoca, sino que además es problemática en su designación, dado que conviven en ella varios sentidos. La referencia de lo que denominamos 'cuerpo' dependerá del registro desde el cual estemos hablando, no siendo una categoría dada desde los orígenes de la vida psíquica, sino una concepción a 'construir', cuya dinámica no supone la superación sino la articulación de diversas referencias y lógicas de funcionamiento que se relacionan sin anularse o suprimirse en vías de una síntesis

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¿Qué ontología es más conveniente al psicoanálisis lacaniano? La razón de mi pregunta tiene que ver con un diagnóstico compartido entre varios colegas sobre la situación actual del psicoanálisis lacaniano. Para decirlo sencillamente, ese diagnóstico establece que los desarrollos formales de Lacan en torno al concepto de sujeto se han ido perdiendo en el lacanismo a consecuencia de haberse plegado a los términos clásicos de la metafísica. O, para decirlo aún más sencillamente, el concepto de sujeto de Lacan terminó por confundirse con la idea de individuo. ¿Por qué sucede esta cesura si, precisamente, Lacan se ocupó todo el tiempo de diferenciarlos? Conforme con ciertos desarrollos de la ciencia contemporánea, diremos que existe en Occidente una orientación hacia la substancialización de toda idea o concepto, a suponer para todo ente la presencia de una substancia material que da cuenta de su existencia en el mundo. La hipótesis que sostendré, entonces, y que intentará explicar dicha orientación reza de la siguiente manera: la ontología clásica (desde Aristóteles hasta avanzado el siglo XX) ha sidopensada y conceptualizada de tal forma que, en general, la ciencia devino con una fuerte orientación hacia el pensamiento substancial. ¿Por qué plantear el problema de la ontología? Porque considero que el psicoanálisis lacaniano, si pretende ser fiel a la novedad fundada por Lacan en torno al concepto de sujeto, hoy más que nunca debe repensar la ontología sobre la cual funcionan sus conceptos fundamentales. Por ejemplo, toda la potencialidad de lasubversión llevada a cabo por Lacan en torno al concepto de sujeto se vería reducida si su formalización se efectuara a partir de la ontología clásica. Porque la ontología clásica supone, entre otras consecuencias formales, las ideas de identidad y de profundidad (tridimensionalidad). Una orientación de pensamiento contraria a la que Lacan propuso para pensar su concepto de sujeto. Koyré sostuvo que nuestro sentido común es medieval, yo agregaría que nuestro sentido común supone formalmente una ontología clásica, es decir, euclidiana, aristotélica y substancialista. En lo relativo a la configuración de esta ontología clásica, euclidiana, que hace sentido común, no sólo juega un papel la consolidación del verbo ser como cópula en la estructura de las lenguas indoeuropeas sino que también incide el sistema nominativo acusativo. La estructura gramatical de las lenguas indoeuropeas establece a través de los universales cierta relación, quizá de semejanza, entre los verbos ser y estar. Serna Arango (2007) dice que este paso también es clave en la consolidación de la ontología euclidiana, y que podríamos remontar ese paso a través del estudio de tres maniobras acontecidas en la historia de Occidente. La primera fue a través del enunciado atributivo que tuvo lugar con la función sintáctica del verbo ser como cópula. La segunda, cuando Aristóteles postuló la relación del ser con la substancia, cuando en su metafísica preguntaba qué era el ente. Y esa pregunta equivalía a qué es la substancia. No ha sido una casualidad que el concepto de ousía derivara hacia el concepto de ser hasta homologarse. Benveniste, en Categorías del pensamiento y categorías de la lengua (1999), hace mención a que, sin duda, fue desde una reflexión filosófica sobre el ser de donde surgió el sustantivo abstracto derivado del ser. Ello es lo que hemos visto crearse en el curso de la historia, sostiene Benveniste, primero en el pitagorismo dorio y en Platón y después con Aristóteles. La tercera maniobra también alude a Aristóteles, a cuando este definió ousía como hipokeimenon, es decir, ousía como sujeto, como substrato último de toda cualidad y como género. En la Metafísica, Aristóteles expone que la 'substancia se dice en dos sentidos: el sujeto último, que ya no se predica de otro y lo que, siendo algo determinado, también es separable' (Aristóteles, 2007:248)

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El trauma es un concepto que aparece tempranamente en los primeros escritos de Freud. Es una noción que reviste gran importancia teórica y a la que el fundador del psicoanálisis fue modificando a través de la elaboración y profundización de otros conceptos y en relación con la clínica. Si bien el trauma mantiene su vigencia a lo largo de toda la obra freudiana, nuestro trabajo se enmarcará en el llamado 'giro de los años 20'. Es en este momento cuando Freud plantea un viraje fundamental en su esquema teórico y clínico, asociado a los hallazgos en su práctica, en los cuales cabe destacar los conceptos que formalizan este descubrimiento, a saber: la reacción terapéutica negativa, la pulsión de muerte y la compulsión de repetición, entre otros. En este contexto, nuestra atención se dirigirá a entrever qué relación puede formularse entre el trauma tal como es planteado en este momento de la obra freudiana, las neurosis en general y el análisis que establece de las neurosis traumáticas. Con este objetivo y a partir de la relectura de los textos freudianos, intentaremos responder a los siguientes interrogantes: Si entendemos al trauma como constitutivo y estructural ligado a la irrupción de la sexualidad en el sujeto ¿qué diferencia a una neurosis deuna neurosis traumática? ¿Cuáles son las diferencias estructurales y fenomenológicas (envoltura formal del síntoma) que podemos establecer entre neurosis y neurosis traumática? ¿y en cuanto al factor etiológico? ¿Cuál es el lugar y función de la angustia y el síntoma en los dos tipos de afecciones? Si bien el estatuto que Freud le otorga al trauma en relación a la causalidad varía, la definición de éste como 'un exceso de energía incapaz de ser dominado por el yo', se mantendrá constante a través de los diferentes momentos de su teoría. Como veremos las neurosis traumáticas pueden presentarfenomenológicamente características semejantes a la neurosis pero al mismo tiempo, tanto desde la envoltura formal del síntoma como etiológicamente tienen peculiaridades que le son propias. También podemos diferenciar la neurosis y neurosis traumática de acuerdo al lugar y función que ocupa la angustia en cada caso. Al respecto Freud nos dice que la angustia en juego en la neurosis traumática es la angustia automática, mientras que la angustia señal estaría en juego en la neurosis general. En relación al pronóstico considera que éste es más favorable en el caso de las neurosis traumáticas, ya que éstas lograrían mejor tramitación mediante el tratamiento psicoanalítico. Finalmente concluiremos que lo traumático es la sexualidad misma. Esta última aparece como un exceso que plantea una exigencia al psiquismo, una exigencia que hace a un para todos, es decir, que hace a la misma hechura de la neurosis. El trauma es estructural y causal del sujeto, es la efracción inicial que hace a las neurosis. Consideramos que la neurosis traumática se inscribe como una categoría transclínica, transnosográfica, en la medida en que cualquier estructura clínica puede presentar una neurosis traumática. De este modo, esta última no sería una entidad clínica de la cual se ocupe el psicoanálisis en sí misma sino por su vinculación intrínseca y estructural con las neurosis y el resto de las estructuras que son el verdadero foco de atención y análisis de la teoría y práctica psicoanalítica. A lo largo de todo este trabajo, si bien pudimos observar ciertas cuestiones interesantesen relación a la temática abordada, para dar respuestas a los interrogantes que inicialmente nos planteamos, nos parece importante señalar que varios interrogantes continúan abiertos para su posterior profundización y elaboración

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En El Malestar en la Cultura, S. Freud afirma que el sufrimiento acecha al ser humano desde tres fuentes: los lazos con el prójimo, la relación con la naturaleza y el vínculo con el propio cuerpo. Si nos detenemos a pensar en este último punto, acaso el dolor se nos presente como la experiencia paradigmática que ilustra la relación con el propio cuerpo como fuente de malestar. El contexto de realización del presente trabajo involucra la participación de su autor en un equipo interdisciplinario perteneciente a un hospital público que atiende pacientes que padecen enfermedades orgánicas graves. Su objetivo es abordar la problemática del dolor, acontecimiento central en la vida cotidiana de dichos pacientes, como experiencia subjetiva. Esto supone poner en tensión la concepción biomédica tradicional del dolor (que lo reduce a una mera sensación derivada mecánicamente de una lesión orgánica) con desarrollos basados en disciplinas varias, que conceptualizan el dolor como percepción compleja anclada en variables subjetivas, culturales y sociales. A estos fines se discuten las concepciones biomédicas que abordan el dolor como mero epifenómeno de lo orgánico, acorde con la reducción del cuerpo a la dimensión de organismo biológico. Someramente, dichas concepciones tratan el dolor como un simple suceso bioquímico, basándose en los supuestos mecanicistas de la medicina tradicional moderna. Como contrapartida, se trabajan referencias bibliográficas provenientes de diversas disciplinas que cuestionan dicha concepción mecanicista, heredera de la partición cartesiana entre cuerpo y espíritu, considerando especialmente algunos aportes provenientes del psicoanálisis, que permiten pensar la articulación entre dolor, sujeto, cuerpo y demanda. El dolor y la angustia constituyen experiencias fundamentales de la existencia humana, que involucran al cuerpo de manera radical, y establecen relaciones complejas entre sí. Así, la referencia al dolor físico impresiona en algunos pacientes como una manera de darle una forma nombrable a su malestar. El dolor es sin duda algo que se percibe bajo modalidades de relación con el cuerpo que son propios de cada sujeto, de allí la preservación de una cierta marca de intimidad 'década quien con su dolor'; pero el propio dolor entra a la vez en un circuito de relaciones intersubjetivas, donde se plasman demandas dediversa índole. Se dirige al otro, al médico por caso, como un pedido de alivio. Pero los sujetos establecen con su dolor relaciones que no siempre resultan tan lineales, de allí que el dolor pueda cobrar valores disímiles, y jugar en las relaciones con los otros de modos variados. Desde 'aguantarse el dolor', hasta 'hacerse el que le duele' (el dolor como demanda al Otro, tal como atestigua con frecuencia la queja somática en los niños). Incluso que alguien llegue a 'querer (y pedir) que le duela un poco'. La situación de enfermedad grave y la experiencia de dolor colocan al sujeto en una posición de radical dependencia del otro, actualizando la estructura de la situación original bajo la que venimos al mundo. Se intenta demostrar que todo intento de abordaje interdisciplinario del dolor nos instala indefectiblemente en el terreno de la subjetividad, más allá de los impasses del organismo. '(...) que una patología esté ligada o no a una causalidad orgánica, es la cuestión del sujeto lo que está en juego para el psicoanálisis. Aún cuando una patología orgánica priva de ciertos medios, se trata de estar atentos a los que se manifiesta del lado del sujeto, la elección que puede operar el sujeto más allá de los impasses de su organismo' F. Ansermet, Medicina y psicoanálisis en interfase, (en revista Quarto, no 59. ECF (1996))

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En continuidad con la línea investigativa iniciada con los proyectos 'Lugar de la escuela en la constitución de la subjetividad adolescente actual' (2006 - 2007) y 'Constitución de la subjetividad adolescente y desigualdad educativa' (2008 - 2010), a partir de nuestro actual proyecto de investigación 'La escuela como texto. Los sujetos pedagógicos en escenarios desiguales', nos interesa investigar desde qué lugar la escuela enuncia y significa a esos sujetos, al entenderla como el marco privilegiado para comprender el impacto de los procesos sociales que la condicionan y la lectura que realizan respecto de ellos los sujetos escolares. ¿Cómo se vinculan los sujetos pedagógicos con la institución escolar? A partir de su palabra intentaremos explorar las distancias entre los diferentes fragmentos sociales. El resultado de la labor investigativa pretende ser un aporte a la comprensión de la escuela como texto considerando su modo de enunciar y significar a los sujetos pedagógicos, desde la perspectiva de la desigualdad educativa. Nos interesa, para construir nuestro marco teórico, recuperar la dimensión estructural que se distingue en la noción de concepto en el sentido que jamás existen en forma aislada, sino agrupados en constelaciones, haciendo que para entenderlo, sea necesario descubrir los otros conceptos que componen la estructura en la que está integrado. La propuesta de inclusión de nociones pertinentes a la sociología, la educación, el psicoanálisis, intentan producir entrecruzamientos entre diferentes disciplinas, fundamentalmente con la intención de una puesta a prueba de tales conceptos para intentar dar cuenta de los fines explicitados. Con la intención de aproximarnos al sentido de las concepciones de escuela y subjetividad pedagógica necesitaremos conocer-dar a conocer - y estructurar la constelación con la que pensamos agruparlos: transmisión, discurso, escuela, herencia, invención, libertad, adolescencia, juventud, desigualdad. La noción de segmento nos habilita a pensar hoy el espacio social y educativo como un compuesto de 'fragmentos', los cuales carecen de referencia a una totalidad común. En tal sentido, la constitución subjetiva no puede concebirse sin considerar las condiciones sociales de época; producto de prácticas discursivas que promueven modos de ser, estar y hacer en y con el mundo. El discurso es siempre una construcción histórico- social que trasciende a sus hablantes; no se reduce a un fenómeno de expresión. Se trata de un espacio de exterioridad que ofrece diversas posiciones de subjetividad y en cuya trama el Sujeto es constitutivamente situado. La escuela ha sido la instancia de mediación cultural por excelencia entre los adultos y las nuevas generaciones, lugar privilegiado para el encuentro intergeneracional. En la actualidad, cabe preguntarse ¿qué ocurre con las operaciones de transmisión? Y ¿cómo se produce la articulación entre generaciones? Una posibilidad de lectura del texto escolar que proponemos es a partir de la formulación de la teoría de los discursos de Jaques Lacan, como formas de establecer un lazo social entre los integrantes de una sociedad. Implica lo que el orden social produce en el sujeto, el énfasis está puesto en el sujetamiento. Esta propuesta nos abre la posibilidad de pensar diversos posicionamientos de la escuela como institución en el paisaje de la interacción docente-alumno. Dado que el siguiente proyecto se ha iniciado en el corriente año, si bien como mencionamos retoma temáticas de años anteriores, nos centraremos en explicitar el marco teórico ya que aún no contamos con trabajo de campo