999 resultados para Minha Casa Minha Vida Program


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La actuación de personajes ajenos -a la disciplina de la arquitectura- sobre la misma subyace en la misma base de los condicionantes históricos desde los que se conforma el proyecto de arquitectura. El carácter áulico de las grandes obras, o la permanencia en un tiempo más amplio que el de la vida humana han atraído al ser humano desde tiempos sin registro. No supondría mayor novedad el que un filósofo, en la convulsa Viena de entreguerras, se interesara en una vivienda que su hermana deseaba construirse en los extramuros de una ciudad en plena transformación postindustrial. Despierta nuestro interés los personajes concretos, siendo el filósofo Ludwig Wittgenstein, el filósofo de la lógica regulada del Tractatus, amigo íntimo de Adolf Loos; y su hermana, Margaret Stonborough-Wittgenstein, una de las mecenas más solicitadas de la cultura vienesa de la época. Y aquella casa, no es sino el palais Wittgenstein, llevado a la realidad entre 1925 y 1929, en el tiempo germinal del Movimiento Moderno. Esta casa toma el nombre de Wittgenstein, que, lejos de la coincidencia con el de su propietaria, sintetiza la atribución que la crítica y la historiografía ?tanto arquitectónica como filosófica- ha hecho de ella. Esta casa es, en apariencia, el fruto de un filósofo obsesionado con el concepto de la verdad; que ha erigido un palacete suburbano con os rígidos principios de un discurso estructuralista. La casa ha sido y es leída como ?lógica encarnada en casa? -según las propias palabras de su propietaria-. Un intento de dotar de orden metalingüístico al elenco material y técnico que es un proyecto de arquitectura. Con ese carácter mitificado, algunos estudios sobre la misma son publicados desde los inicios de la década de los 80. Remueve conciencias postmodernas, al poder ser presentada como un arranque atípico del Movimiento Moderno, y por la búsqueda de esa excepción su estatus permanece invariablemente fijado en los márgenes de aquel. Sin embargo, cuando la casa es estudiada documentalmente, se descubren contradicciones iniciadas en el ambiguo papel de Paul Engelmann -el arquitecto que comenzaba el proyecto- y que llegan hasta las deficiencias en la res aedificatoria básica de una vivienda. Cuando la casa es habitada, se descubre una complejidad espacial que dista mucho de los acotados espacios que conforman la planta, una extraña posición respecto al entorno, una construcción realizada con elementos radicalmente reducidos. Una casa que al ser descubierta contrasta con lo que la crítica dice mayoritariamente de ella, una casa que al ser estudiada desvela un proceso de proyecto que, por complejo, es terriblemente actual; una casa cuya realización no es fruto del pragmatismo moderno aunque finja serlo. Y al estudiarla, se presenta una casa que no es sólo un proyecto de arquitectura, sino un instrumento de investigación que enriquece la percepción que de la realidad tenía Wittgenstein, y con este desplazamiento en su pensamiento nos facilita, aún hoy, el incremento de la riqueza de nuestro mirar.

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El espacio íntimo no está únicamente asociado al espacio privado y doméstico, sin embargo las nociones de privacidad e intimidad están emparentadas a la idea de casa. Mientras el lugar íntimo no se resuma al espacio de proyección individual, la necesidad revelada por el individuo a lo largo de la historia de poseer un espacio propio configura una categoría de planteamiento íntimo ante el espacio. Aunque pertenezca a un ámbito inmaterial, la intimidad se busca, en las páginas siguientes, en lo arquitectónico a través de la observación de algunos espacios individuales. Se identifican imágenes del habitar individual y espacios de reclusión individual. Se observa en los momentos inicial y final de la vida el exponente máximo de aislamiento y de unidad, la imagen del espacio intrauterino y una idea de lo fúnebre planean sobre el cotidiano, infundiéndolo también de la necesidad de aislamiento. La reclusión se podrá procesar a partir de distintas motivaciones. En este sentido se ha identificado el espacio del ermitaño, el espacio de retiro y el espacio de la exclusión. Cercado el ámbito del espacio individual surge como necesaria la tarea de oponer el individuo al mundo, pues no existe dentro sin fuera, como no hay día sin noche, ni el ser individual existe sin que pueda plantearse ante otros que confirmen su existencia. En este sentido se plantea el habitante individual ante la inmensidad, ante la exposición y ante la extrañeza. Para que un viaje sea completo hay que regresar al punto de partida lo que en este contexto significó un regreso del individuo a sí mismo, pero en este punto mediado por el artificio, es decir, se planteó el individuo ante el espejo: ante la naturaleza, ante el arte y ante la tecnología. El último capítulo surge como la configuración de un conjunto de espectros que se habían vislumbrado a lo largo del trabajo y que tienen en la última parte la posibilidad de cruzarse y generar nuevas lecturas. La motivación en percibir de que formas el concepto de intimidad se cruza con las problemáticas implícitas en el concebir y experimentar el espacio se va destilando a lo largo del trabajo: se identifican afinidades entre lo que podrá parecer ajeno, se admiten escisiones entre lo que se enseña uno, y se observan temas que por tan vinculados a las experiencias más banales del habitar se encuentran a menudo en el olvido. Este trabajo no es más que un acercamiento a las cuestiones más elementales del proyecto de arquitectura de alguien que más allá de experimentar el espacio como habitante se dispone también a pensarlo.

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A profunda crisis de la ‘nave espacial Tierra’ que cohabitamos, como llamaba Buckminster Fuller a nuestro planeta, y los imparables cambios en los modos de vida occidentales demandan un urgente cambio en el modelo de vivienda que las sociedades‘desarrolladas’ proporcionan a sus ciudadanos. Los nuevos modos de vida son variables e imprevisibles, incapaces de ser predeterminados en un proyecto arquitectónico ‘cerrado’. Los avances tecnológicos conducen a la movilidad, la desaparición del hogar tradicional, la interrelación de los espacios de vivienda y trabajo y anticipan la llegada de tipos de vida más dinámicos y menos ligados a un sitio específico. En cuanto a las formas de relación, disminuye la duración de los compromisos afectivos y crece el número de personas con una vida al margen de la familia tradicional o producto de la disgregación de proyectos familiares. Y, en el campo arquitectónico, no dejan de surgir nuevas herramientas mecánicas y tecnológicas capaces de transformar, de forma sencilla, una vivienda. Todas estas circunstancias no encuentran acomodo en las viviendas concebidas para los modos de vida de las pasadas generaciones. Desde hace décadas, al menos en nuestro país, los arquitectos han dejado de diseñar las viviendas de promoción privada que firman, ya que el propio ‘mercado’ se encarga de hacerlo. Las viviendas que el ‘mercado’ diseña no persiguen entregar a sus habitantes un lugar donde puedan desarrollar sus potencialidades. El único objetivo de estas promociones es el beneficio económico. Las casas que el ‘mercado’ promueve son indiferentes a las minorías y a los nuevos modos de vida. Son viviendas mínimas y uniformes para, de esta forma, maximizar el beneficio y simplificar el proceso económico. Estas viviendas promueven los mismos valores que guían nuestra ‘nave’: son individualistas, buscando minimizar el contacto vecinal, persiguen la uniformidad, en personas y pensamientos, y perpetúan valores, ya que insisten en repetir los mismos modelos habitacionales creados para los modos de vida de las generaciones anteriores. Son casas cerradas que tratan de imponer a sus habitantes el modo de habitarlas. Son casas estáticas que no están pensadas para facilitar su adaptación al particular modo de vida de sus ocupantes. Siguiendo en nuestro país, las viviendas de promoción pública obedecen, también desde hace décadas, a una normativa desfasada ajena a los nuevos modelos familiares, los nuevos modelos de convivencia al margen de la familia, el trabajo en casa, las nuevas tecnologías y los esquemas habitacionales con espacios compartidos. Las viviendas que esta normativa obliga a construir no solo obedecen al modo de vida de dos generaciones atrás, momento en que estas normas se redactaron; tampoco permiten la alteración de sus adjudicatarios para acomodar las viviendas a sus particulares circunstancias. La inflexibilidad de estas normativas obsoletas provoca que el Estado no esté en realidad subvencionando un espacio donde sus habitantes puedan desarrollar la vida que deseen. Lo que el Estado, por medio de estas viviendas, subvenciona es una determinada forma de vida. Esta tesis propone un modelo de vivienda que denomina ‘casa abierta’ porque está abierta a ser vivida tal y como sus ocupantes deseen y necesiten. La casa abierta es un espacio indeterminado que sus usuarios han de completar conceptualmente, y que pueden transformar con facilidad, cuantas veces deseen, según su propio criterio. Es un espacio lleno de potencialidades, un soporte definido solo a medias, a la espera que el usuario lo adapte a sus necesidades. El primer objetivo de la casa abierta es responder a los nuevos modos de vida. Es, pues, destino de algo que está pasando. Pero la casa abierta tiene también un segundo objetivo, tan importante como el primero: ayudar a desarrollar nuevos valores, ser origen de algo, desconocido aún, que ayude a enderezar el rumbo de nuestra ‘nave’. Esta tesis cree que cada nueva generación trae consigo nuevas capacidades que podrían ayudar a las anteriores a solventar sus problemas. Por ello defiende una educación que promueva la diversidad y la creatividad, evitando imponer valores caducos e incitando a los jóvenes a encontrar sus propias capacidades y desarrollarlas, no ya por su propio interés personal sino por la satisfacción de aportarlas al mundo. La casa abierta persigue objetivos similares. Su anhelo es proporcionar buenas herramientas y nuevos valores a sus ocupantes, y dejarles hacer. La casa abierta busca incitar a sus habitantes a desarrollar su creatividad sobre su propio hábitat, convirtiéndolos en co-creadores y, en consecuencia, responsables del mismo. La casa abierta es un espacio de libertad, donde sus ocupantes pueden desarrollar su diferencia, singularidad y diversidad, pudiendo crear un entorno que responda a sus criterios y su sensibilidad. La casa abierta es un lugar de experimentación donde replantear las convenciones sobre la casa, probando nuevas formas de convivencia y hábitat acordes con los nuevos modos de vida. La casa abierta busca también estimular el sentido comunitario de sus ocupantes, favoreciendo el contacto y la agrupación entre vecinos. Pero también desea contribuir a crear un modelo de desarrollo sostenible, respetuoso con el medio ambiente, los recursos del planeta y el futuro de las generaciones venideras. Para crear una casa abierta proponemos diez atributos: versatilidad, permeabilidad elasticidad, adaptabilidad, perfectibilidad, movilidad, sociabilidad, indeterminación, disgregación y sostenibilidad. Con ellos tratamos de establecer diversas cualidades a incorporar en los futuros proyectos de viviendas. A partir de estos diez atributos la tesis analiza cerca de 200 proyectos de vivienda de los últimos 90 años, donde el habitante es parte activa en su concepción o donde los ocupantes pueden transformar su vivienda, con facilidad, acomodándola a su modo de vida o a su estado de ánimo. Dentro de la historia de la arquitectura moderna existen grandes ejemplos de viviendas o proyectos que cumplen con algunos de los atributos propuestos. Muchos de los planteamientos de la ‘casa abierta’ tienen su origen en los años 20 del siglo pasado. Fueron desarrollados por los arquitectos de la primera generación del movimiento moderno, sobre todo Adolf Loos, Le Corbusier, Mies van der Rohe, Gerrit Rietveld, y Buckminster Fuller. El periodo más cercano a las ideas de la casa abierta es el comprendido entre 1955 y 1980, con el trabajo de la tercera generación de arquitectos del movimiento moderno. En estos años surgen grandes ejemplos de casas abiertas, se publican libros sobre la implicación de los habitantes en el diseño de sus casas y se convocan coloquios sobre la adaptabilidad de las viviendas. Entre los ejemplos construidos destacan las viviendas Il Rigo Quarter de Renzo Piano, el complejo residencial Genter Strasse en Munich de Otto Steidle, Doris y Ralph Thut, los apartamentos universitarios en Lovaina de Lucien Kroll y el inicio de las comunidades de cohousing en Dinamarca. La década de 1990 es también propensa a la casa abierta. Entre los ejemplos construidos podemos destacar las casas Latapie y Coutras de Lacaton y Vassal, la Residencia Yakult de Toshio Akimoto, las casas Naked y la Nine square grid de Shigeru Ban y los apartamentos Fukuoka de Steven Holl. En esta década, surgen las cooperativas de viviendas autopromocionadas en Centroeuropa, como la Sargfabrik de BKK-2 en Viena, y se produce el desembarco del cohousing danés en EEUU. Ya en el siglo XXI podemos destacar las viviendas sociales Quinta Monroy y la Colonia Lo Barnechea de Alejandro Aravena-Elemental, las 14 viviendas en Mulhouse de Lacaton y Vassal, las casas Glass Shutter y Metal Shutter de Shigeru Ban, la casa Moriyama de SANAA, el d21system de José Miguel Reyes González y la ETSAM, la propuesta Parasite para Amsterdam, de Maccreanor y Lavington, la Shinonome Canal Court de Tokio y muchos ejemplos de viviendas prefabricadas y móviles como la Micro Compact Home o la LoftCube.

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Front. calc.: " J. F. Jansen F." con fecha de pie de imp. 1651