453 resultados para Kelabit Highlands


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Summary: The stratigraphy of the Shackleton Range established by Stephenson (1966) and Clarkson (1972) was revised by results of the German Expedition GEISHA 1987/88. The "Turnpike Bluff Group" does not form a stratigraphic unit. The stratigraphic correlation of its formations is still a matter of discussion. The following four formations are presumed to belong to different units: The Stephenson Bastion Formation and Wyeth Heights Formation are probably of Late Precambrian age. The Late Precambrian Watts Needle Formation, which lies unconformably on the Read Group, is an independant unit which has to be separated from the "Turnpike Bluff Group". The Mount Wegener Formation has been thrusted over the Watts Needle Formation. Early Cambrian fossils (Oldhamia sp., Epiphyton sp., Botomaella (?) sp. and echinoderms) were found in the Mt. Wegener Formation in the Read Mountains. The Middle Cambrian trilobite shales on Mount Provender, which form the Haskard Highlands Formation, are possibly in faulted contact with the basement complex (Pioneers and Stratton Groups). They are overlain by the Blaiklock Glacier Group, for which an Ordovician age is indicated by trilobite tracks and trails, low inclination of the paleomagnetic field and the similarity to the basal units of the Table Mountain Quartzite in South Africa. The Watts Needle Formation represents epicontinental shelf sediments, the Mount Wegener Formation was deposited in a (continental) back-arc environment, and the Blaiklock Glacier Group is a typical molasse sediment of the Ross Orogen.

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This is part 2 of a study examining southwest African continental margin sediments from nine sites on a north-south transect from the Congo Fan (4°S) to the Cape Basin (30°S) representing two glacial (MIS 2 and 6a) and two interglacial stages (MIS 1 and 5e). Contents, distribution patterns, and molecular stable carbon isotope signatures of long-chain n-alkanes (C27-C33) and n-alkanols (C22-C32) as indicators of land plant vegetation of different biosynthetic types were correlated with concentrations and distributions of pollen taxa in sediments of the same time horizons. Selected single pollen type data reveal details of vegetation changes, but the overall picture is best illustrated by summing pollen known to predominantly derive from C4 plants or C4 plus CAM plants. The C4 plant signals in the biomarkers are recorded in the delta13C data and in the abundances of C31 and C33 n-alkanes, and the C32 n-alkanol. Calculated clusters of wind trajectories for austral summer and winter situations for the Holocene and the Last Glacial Maximum afford information on the source areas for the lipids and pollen and their transport pathways to the ocean. This multidisciplinary approach provides clear evidence of latitudinal differences in leaf wax lipid and pollen composition, with the Holocene sedimentary data paralleling the current major phytogeographic zonations. The northern sites (Congo Fan area and northern Angola Basin) get most of their terrestrial material from the Congo Basin and the Angolan highlands dominated by C3 plants. Airborne particulates derived from the western and central South African hinterland dominated by deserts, semideserts, and savannah regions are rich in organic matter from C4 plants. As can be expected from the present and glacial positions of the phytogeographic zones, the carbon isotopic signatures of n-alkanes and n-alkanols both become isotopically more enriched in 13C from north to south. In the northern part of the transect the relative importance of C4 plant indicators is higher during the glacials than in the interglacials, indicating a northward extension of arid zones favoring grass vegetation. In the south, where grass-rich vegetation merges into semidesert and desert, the difference in C4 plant indicators is small.

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Este artículo analiza los alcances de la expresión "observación participante" como técnica etnográfica de recolección de datos. A través de los materiales consignados por escrito correspondientes a una investigación concreta, se ponen de relieve las distintas actividades que la antropóloga social argentina Esther Hermitte desarrolló en los Altos de Chiapas en 1960-1, y que culminaron con el descubrimiento de un sistema de gobierno sobrenatural. Estas actividades, que aparecen como complementarias y hasta periféricas de las verdaderas técnicas (entrevistas, cuestionarios, encuestas) de la investigación propiamente dicha, dan sentido a la "observación participante" como Instrumento que permite familiarizar a la investigadora con los contextos que dan sentido a cuanto ocurre en ellos, y configurar el lugar de la investigadora al modo que lo hacen los tzeltales de Pinola, sus sujetos de estudio. La observación participante, entonces, bandona el ámbito de las "técnicas" concebidas unilateralmente desde el medio académico, para constituir una expresión en que los lugareños y sus investigadores negocian los términos de su relación y, al hacerlo, producen (mutuos) comprensión y conocimiento

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Caracterizada por una verdadera maraña hidrográfica, las tierras entrerrianas presentan a mediados del siglo XX, rasgos productivos exclusivamente agro-pecuarios. La inundación de abril de 1959, considerada en la Argentina un "desastre nacional", deja bajo las aguas una extensión que supera los 20.000 km2. Desde Concordia hasta el delta y durante tres meses, la provincia observa un continuo manto hídrico sobre tierras ricamente productivas. Sorprendidos por la situación, los pobladores afectados buscan protección en las zonas altas y en ciudades cabeceras de Departamento. El gobierno nacional, provincial y los municipales diseñan estrategias de auxilio con el concurso espontáneamente solidario de la población. Aproximarnos a registros testimoniales escritos y orales, representativos de los que guarda aún la memoria colectiva, permite visualizar efectos socio-económicos producidos en el Departamento Gualeguaychú por la inundación del '59, evaluada en ese tiempo, la de mayor envergadura en la historia hidrográfica regional.

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Este artículo analiza los alcances de la expresión "observación participante" como técnica etnográfica de recolección de datos. A través de los materiales consignados por escrito correspondientes a una investigación concreta, se ponen de relieve las distintas actividades que la antropóloga social argentina Esther Hermitte desarrolló en los Altos de Chiapas en 1960-1, y que culminaron con el descubrimiento de un sistema de gobierno sobrenatural. Estas actividades, que aparecen como complementarias y hasta periféricas de las verdaderas técnicas (entrevistas, cuestionarios, encuestas) de la investigación propiamente dicha, dan sentido a la "observación participante" como Instrumento que permite familiarizar a la investigadora con los contextos que dan sentido a cuanto ocurre en ellos, y configurar el lugar de la investigadora al modo que lo hacen los tzeltales de Pinola, sus sujetos de estudio. La observación participante, entonces, bandona el ámbito de las "técnicas" concebidas unilateralmente desde el medio académico, para constituir una expresión en que los lugareños y sus investigadores negocian los términos de su relación y, al hacerlo, producen (mutuos) comprensión y conocimiento

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Caracterizada por una verdadera maraña hidrográfica, las tierras entrerrianas presentan a mediados del siglo XX, rasgos productivos exclusivamente agro-pecuarios. La inundación de abril de 1959, considerada en la Argentina un "desastre nacional", deja bajo las aguas una extensión que supera los 20.000 km2. Desde Concordia hasta el delta y durante tres meses, la provincia observa un continuo manto hídrico sobre tierras ricamente productivas. Sorprendidos por la situación, los pobladores afectados buscan protección en las zonas altas y en ciudades cabeceras de Departamento. El gobierno nacional, provincial y los municipales diseñan estrategias de auxilio con el concurso espontáneamente solidario de la población. Aproximarnos a registros testimoniales escritos y orales, representativos de los que guarda aún la memoria colectiva, permite visualizar efectos socio-económicos producidos en el Departamento Gualeguaychú por la inundación del '59, evaluada en ese tiempo, la de mayor envergadura en la historia hidrográfica regional.

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Este artículo analiza los alcances de la expresión "observación participante" como técnica etnográfica de recolección de datos. A través de los materiales consignados por escrito correspondientes a una investigación concreta, se ponen de relieve las distintas actividades que la antropóloga social argentina Esther Hermitte desarrolló en los Altos de Chiapas en 1960-1, y que culminaron con el descubrimiento de un sistema de gobierno sobrenatural. Estas actividades, que aparecen como complementarias y hasta periféricas de las verdaderas técnicas (entrevistas, cuestionarios, encuestas) de la investigación propiamente dicha, dan sentido a la "observación participante" como Instrumento que permite familiarizar a la investigadora con los contextos que dan sentido a cuanto ocurre en ellos, y configurar el lugar de la investigadora al modo que lo hacen los tzeltales de Pinola, sus sujetos de estudio. La observación participante, entonces, bandona el ámbito de las "técnicas" concebidas unilateralmente desde el medio académico, para constituir una expresión en que los lugareños y sus investigadores negocian los términos de su relación y, al hacerlo, producen (mutuos) comprensión y conocimiento

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Caracterizada por una verdadera maraña hidrográfica, las tierras entrerrianas presentan a mediados del siglo XX, rasgos productivos exclusivamente agro-pecuarios. La inundación de abril de 1959, considerada en la Argentina un "desastre nacional", deja bajo las aguas una extensión que supera los 20.000 km2. Desde Concordia hasta el delta y durante tres meses, la provincia observa un continuo manto hídrico sobre tierras ricamente productivas. Sorprendidos por la situación, los pobladores afectados buscan protección en las zonas altas y en ciudades cabeceras de Departamento. El gobierno nacional, provincial y los municipales diseñan estrategias de auxilio con el concurso espontáneamente solidario de la población. Aproximarnos a registros testimoniales escritos y orales, representativos de los que guarda aún la memoria colectiva, permite visualizar efectos socio-económicos producidos en el Departamento Gualeguaychú por la inundación del '59, evaluada en ese tiempo, la de mayor envergadura en la historia hidrográfica regional.

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In central Antarctica, drainage today and earlier back to the Paleozoic radiates from the Gamburtsev Subglacial Mountains (GSM). Proximal to the GSM past the Permian-Triassic fluvial sandstones in the Prince Charles Mountains (PCM) are Cretaceous, Eocene, and Pleistocene sediment in Prydz Bay (ODP741, 1166, and 1167) and pre-Holocene sediment in AM04 beneath the Amery Ice Shelf. We analysed detrital zircons for U-Pb ages, Hf-isotope compositions, and trace elements to determine the age, rock type, source of the host magma, and "crustal" model age (T(C)DM). These samples, together with others downslope from the GSM and the Vostok Subglacial Highlands (VSH), define major clusters of detrital zircons interpreted as coming from (1) 700 to 460 Ma mafic granitoids and alkaline rock, epsilon-Hf 9 to -28, signifying derivation 2.5 to 1.3 Ga from fertile and recycled crust, and (2) 1200-900 Ma mafic granitoids and alkaline rock, epsilon-Hf 11 to -28, signifying derivation 1.8 to 1.3 Ga from fertile and recycled crust. Minor clusters extend to 3350 Ma. Similar detrital zircons in Permian-Triassic, Ordovician, Cambrian, and Neoproterozoic sandstones located along the PaleoPacific margin of East Antarctica and southeast Australia further downslope from central Antarctica reflect the upslope GSM-VSH nucleus of the central Antarctic provenance as a complex of 1200-900 Ma (Grenville) mafic granitoids and alkaline rocks and older rocks embedded in 700-460 Ma (Pan-Gondwanaland) fold belts. The wider central Antarctic provenance (CAP) is tentatively divided into a central sector with negative ?Hf in its 1200-900 Ma rocks bounded on either side by positive epsilon-Hf. The high ground of the GSM-VSH in the Permian and later to the present day is attributed to crustal shortening by far-field stress during the 320 Ma mid-Carboniferous collision of Gondwanaland and Laurussia. Earlier uplifts in the ~500 Ma Cambrian possibly followed the 700-500 Ma assembly of Gondwanaland, and in the Neoproterozoic the 1000-900 Ma collisional events in the Eastern Ghats-Rayner Province at the end of the 1300-1000 Ma assembly of Rodinia.

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Mapping is an important tool for the management of plant invasions. If landscapes are mapped in an appropriate way, results can help managers decide when and where to prioritize their efforts. We mapped vegetation with the aim of providing key information for managers on the extent, density and rates of spread of multiple invasive species across the landscape. Our case study focused on an area of Galapagos National Park that is faced with the challenge of managing multiple plant invasions. We used satellite imagery to produce a spatially-explicit database of plant species densities in the canopy, finding that 92% of the humid highlands had some degree of invasion and 41% of the canopy was comprised of invasive plants. We also calculated the rate of spread of eight invasive species using known introduction dates, finding that species with the most limited dispersal ability had the slowest spread rates while those able to disperse long distances had a range of spread rates. Our results on spread rate fall at the lower end of the range of published spread rates of invasive plants. This is probably because most studies are based on the entire geographic extent, whereas our estimates took plant density into account. A spatial database of plant species densities, such as the one developed in our case study, can be used by managers to decide where to apply management actions and thereby help curtail the spread of current plant invasions. For example, it can be used to identify sites containing several invasive plant species, to find the density of a particular species across the landscape or to locate where native species make up the majority of the canopy. Similar databases could be developed elsewhere to help inform the management of multiple plant invasions over the landscape.