990 resultados para Abel (Personaje bíblico)-Novela
Resumo:
Este ensayo revisa elementos presentes en La emancipada (1863), texto que funda la novela ecuatoriana, y que representa por primera vez el territorio de esta nación. Revisa las relaciones de esta novela con otros discursos, como el refrán tradicional que afirma «La letra con sangre entra», en referencia a la dominación y el control ejercido por las élites sobre sujetos subalternos (en este caso los indios y las mujeres). Resalta el hecho de que la protagonista da validez a un texto ajeno, al poner su firma en una carta redactada por su padre, aunque escribe en el reverso del papel su propio mensaje, éste no llega con claridad a su destino. El motivo con el que se inicia la literatura ecuatoriana es revelador de otros elementos que contribuyeron a la formación de las naciones hispanoamericanos americanas en el siglo XIX.
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Tres novelas ecuatorianas escritas entre 1927 y 1946 –El desencanto de Miguel García, de Benjamín Carrión, Banca, de Ángel F. Rojas, y Los animales puros, de Pedro Jorge Vera– son leídas a partir de las coordenadas de inicio y de cultivo ulterior de la novela de formación (Bildungsroman) en Latinoamérica –a finales del siglo XIX e inicios del XX. El ensayo destaca, al mismo tiempo, varias diferencias respecto del género originario, surgido en Alemania un siglo antes, en Latinoamérica la novela de formación sería más una «contraescritura del paradigma goethiano», con elementos de un «género paradójico». En este contexto de la subregión, El desencanto de Miguel García se corresponde enteramente con las características del género, al cual incorpora la perspectiva de un final feliz. Banca es mirada como una «novela de formación de lo rural andino», más cercana a Los ríos profundos, de José María Arguedas, junto a ella, y antecediéndola en 20 años, aportaría ya una renovación de lo regional, adicionalmente, Banca puede ser leída como novela de artista, subgénero de la novela de formación. En cuanto a Los animales puros, se concluye que es más novela política que Bildungsroman, puesto que no cumple las premisas necesarias de la misma, no es novela de artista, aunque se trate de una novela intelectualizada.
Ficción e historia en la novela En nombre de un amor imaginario de Jorge Velasco Mackenzie (Crítica)
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Luego de ubicar a Ángel F. Rojas entre los ensayistas de temas literarios de su generación, la autora sustenta la vigencia del crítico lojano. Más allá de que no exista, en el siglo XX, ningún otro estudio de similar alcance sobre la novela ecuatoriana, plantea que los méritos de esta obra radican en los criterios de periodización empleados, en que los juicios emitidos se sustentan en criterios estéticos, y en que jerarquiza las obras de acuerdo a su valor literario, no se trata de crítica impresionista o biografista, ni sesgada negativamente por consideraciones ideológicas. Rojas incluye, entonces, tres rasgos propios de la moderna crítica literaria: el deslinde, el establecimiento de jerarquías y la emisión de juicios sustentados en la literaturidad de las obras. Un buen número de las conclusiones del autor mantiene actualidad, igual ocurre con la significación de muchas de ellas en el canon del país. El texto de Rojas inicia la moderna crítica literaria ecuatoriana, y mantiene su lugar referencial entre los estudios de la novela en este país.
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La autora reflexiona, a partir de esta novela de Humberto Salvador, sobre la razón de ser del texto novelesco. Resalta la intención del ecuatoriano de presentar una novela que busca integrar distintos discursos sociales, ensamblados como al azar, cuestionan diversas definiciones canónicas, tanto en lo literario como en lo social. Salvador prioriza en ellas el mostrar «cómo» se escribe una novela, y no el acabarla o dar por cerrado el producto. Concebido así, el texto novelesco se vuelve infinito, al igual que sus posibles lecturas: cada una produce una novela diferente, que jamás resulta definitiva.
Resumo:
El autor analiza esta novela histórica de Jorge Velasco Mackenzie, en torno a los orígenes de la nación ecuatoriana, entre la historia y la fábula. Reflexiona sobre el proceso de escribir como una forma de interpelar presupuestos consagrados, valores, símbolos e identidades. Handelsman destaca que el trabajo de la Misión Geodésica Francesa, de 1736, cambió la cosmovisión de la sociedad colonial ecuatoriana, escolástica, por otra de carácter más empírico, pero que el nuevo motor del saber moderno trajo también distorsiones y omisiones de otras verdades (como el que los indígenas perdieran su protagonismo milenario como conocedores de su hábitat). Pone en relieve, igualmente, la imposibilidad de expresar en una segunda lengua lo que se vive en geografías ajenas. Personaje importante es Isabel Godin, quien no puede liberarse del mundo oscuro, complejo y ambivalente que constituye la memoria. En suma, la novela desmitifica la autoridad de las ciencias naturales y físicas, y abre la posibilidad de repensar, reescribir y resignificar la historia del país.
Resumo:
El autor entrevista al narrador guayaquileño Jorge Velasco Mackenzie, quien responde sobre su oficio de escritor. Velasco sostiene que sufre con sus personajes y agoniza cuando estos mueren. Mira a Tatuaje de náufragos como un homenaje a un bar generacional, a una época y una forma de ser artista que ya no existen más, sería la autopsia de una generación y de la ciudad. Velasco sostiene que el poeta Fernando Nieto no solo fue un animador de la bohemia del Montreal, el fundador de Sicoseo, sino un hombre que sabía mucho, y un hombre generoso en lo personal, admira la posición de Nieto frente al mundo, frente a la literatura. En los escritos de Velasco siempre está Guayaquil, porque es el lugar donde nació y es el único donde puede vivir. Podría decirse que escribir sobre Guayaquil es su proyecto estético. Considera al Montreal como un lugar vivo, abierto, con sus personajes y su rocola antigua, lo evocó así toda su vida y a lo largo del libro intentó devolverle ese esplendor.
Resumo:
Este libro aborda el conflicto entre tradición y modernidad. La discusión se reactualiza en torno a tres novelas que pueden considerarse representativas de la literatura andino-caribeña: Los ríos profundos, de José María Arguedas; El chulla Romero y Flores, de Jorge Icaza, y El coronel no tiene quien le escriba, de Gabriel García Márquez. ¿Cómo ser “absolutamente moderno”, como quería Rimbaud, sin convertirse en “pura copia de revista europea”, como denominaba el escritor ecuatoriano Icaza a esos escritores que carecían de arraigo en su historia? Las novelas que disecciona este ensayo son un territorio propicio para distinguir las fricciones entre lo nuevo y lo antiguo. El escritor peruano Arguedas plantea los roces entre oralidad y escritura; Icaza reinventa el monólogo interior y lo convierte en diálogo interior, y el colombiano García Márquez desafía las poderosas fuerzas de la nación moderna y de la economía transnacional mediante la preservación de la memoria rural. El solo hecho de llamar novelas a estos textos significa reconocer su modernidad, pero esta investigación caracteriza en qué sentido esta modernidad es distinta del paradigma predominante. Esa diferencia se establece, según David Guzmán, por la situacionalidad, es decir, por las condiciones materiales de invención y de conflicto en las que ni la historia ni la modernidad son un valor absoluto sino relativo.
Resumo:
La autora lee la novela Hoy empiezo a acordarme, del ecuatoriano Miguel Donoso Pareja, desde la perspectiva de la ficción como un intento –vano–, por parte del narrador, de encontrarse a sí mismo, escritura-travesía hacia un yo que resulta ser siempre “otro”. El personaje pretendería transformar no exclusivamente su realidad, sino la ficción misma en un universo navegable para el lector, la escritura fragmentada en vehículo que no lo lleve a destino alguno, sino a su propio punto de partida. Más que construir una novela de perfección formal, el narrador pretendería involucrar al lector en su propio viaje-búsqueda. Donoso partiría de la escritura como presencia y ausencia, como verdad y mentira, para construir esta novela con historias fragmentadas que se alimentan tanto del recuerdo como del olvido, en un cabal ejercicio de hiperconciencia narrativa.