521 resultados para Narrador
Resumo:
"A terceira margem do rio", conto de Joao Guimaraes Rosa, é objeto de análise deste trabalho, que se utiliza do referencial teórico da semiótica francesa que, desde os anos 1980, constrói uma semântica da dimensao passional dos discursos e passa a considerar a paixao "como efeito de sentido inscrito e codificado na linguagem". Nosso texto focaliza os estados de alma do sujeito da história, que, projetado no presente da enunciaçao, ao rememorar o passado, já entrado em anos, toma consciência da anulaçao de sua existência, que foi marcada pela ausência do pai. Focalizamos o percurso patêmico do "eu" narrador, como sujeito do enunciado, em cenas enunciativas do texto nas quais se manifestam variantes da paixao da cólera , tendo em vista o modo como Jacques Fontanille (2005) a descreve em Dictionnaire de passsions Littéraires. Nossa hipótese é que o eu nao teve consciencia da raiva e da revolta que sentiu em relaçao ao distanciamento do pai e, nesse sentido, observamos como essa revolta, ao final, provoca-lhe o sentimento de culpa e de medo. Logo, o estado afetivo de medo o impede de seguir o percurso do pai ao final da história
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En los ensayos de un escritor, las nociones que se valen de imágenes o de metáforas no operan de ese modo por pura retórica o para ilustrar ideas un poco abstractas: es el tropo mismo el que trae consigo un sentido preciso. Para Saer, "la selva espesa de lo real", donde el narrador se interna, es el imaginario de la literatura latinoamericana o, mejor, latinoamericanista. Esa selva debe ser atravesada para internarse en la intemperie de lo material: aunque en sus ensayos no la nombra, la llanura, paisaje predominante de sus narraciones, es ese reverso mudo y sin significación al que arriba el narrador luego de atravesar la selva espesa, esto es, la realidad previa, dada. El entenado (1983) interroga el mito del descubrimiento y conquista del Nuevo Mundo figurando, en la historia de su narrador, la génesis de la narración saeriana. Operación doble en donde, por un lado, se impugna cualquier noción esencialista de América Latina (y, por extensión, de cultura, hombre o literatura latinoamericana) y, por el otro, se presenta, de modo literal, el trabajo mismo del narrador que, desembarazado de todo preconcepto de realidad (europeo o americano, que, en el caso de la novela, es el mismo), atraviesa la selva para acceder a la intemperie: el Afuera. La nada de la que parte, para Saer, toda narración, y también todo arte
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Narrar significa seleccionar la materia digna de ser referida y admitir huecos en la trama. En la tradición oral esos intersticios son colmados por el narrador, técnica que se conserva en las primeras novelas impresas. Cuando más tarde ni el autor ni el editor cumplen con esa tarea, el mismo lector se ve obligado a completar el texto sirviéndose de asociaciones propias que escapan al control del autor. Desde que la colocación de los capítulos se ha vuelto aleatoria como en Rayuela de Julio Cortázar los complementos imaginados por el lector para rellenar los intersticios resultan más individuales. Ese fenómeno se acentúa cuando los relatos son brevísimos y todos ofrecen contenidos diferentes como pasa en las antologías de microrrelatos o en ciertas novelas recientes. De acuerdo con la tendencia contemporánea a la ?fragmentación de una totalidad de sentido? recordada por Lauro Zavala a propósito del microrrelato, el lector de Bartleby y compañía por ejemplo se queda como abrumado por la diversidad de las anécdotas referidas y los huecos consecuentes en la narración. Ese fuego nutrido al que le expone Enrique Vila-Matas sugiere al lector un sinnúmero de asociaciones y lo transforman en co-autor
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Es posible advertir que uno de los cambios actuales en la escritura del narrador, es la visión de un nuevo y diferente concepto de literatura. Su estética apoya y promueve la relación, los cruces y los diálogos con otros saberes, otras disciplinas y otras estéticas. La escritora argentina Vlady Kociancich -Buenos Aires- en su extraña novela Abisinia (1985) construye el relato alrededor de tres personajes: un pintor, una dama y un gato atigrado. Logra un tejido de exquisitez en su escritura donde se combinan la creación pictórica, la fotografía, el tema del "doble", el arte y el alma humana
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La literatura no se ha mantenido indiferente respecto de sucesos que han dejado marcas en la historia de las sociedades, particularmente aquellos concebidos como traumáticos. Tradicionalmente, las narraciones suscitadas por ellos se sustentan en el trabajo con la memoria y delinean un sujeto que asume el estatuto de testigo narrador. En este marco, ¿resulta factible pensar relatos que se funden en el olvido? Si así lo fuera, ¿qué tipo de sujeto propondrían? Tales cuestiones invitan a pensar y discutir una estética del olvido. Esta estética torna evidentes las limitaciones del lenguaje para abordarlo como objeto y confieren a quien narra una subjetividad diferenciada del sujeto de la memoria, por la cual no intenta superar aquellas dificultades sino que las asume, las expone y las explora. La estética del olvido propone una lectura alternativa a la que lo opone, sin mayores contemplaciones, a la memoria -antinomia en la que el primero de los términos se reviste una valoración negativa-. De mismo modo que autores como Huyssen (2001) y Ric?ur (2004) rescatan las dimensiones políticas y éticas del olvido como elemento constitutivo de la memoria, es posible distinguir en él cierta fertilidad estética que posibilite el surgimiento de un ars oblivionalis
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En Moral (1990), segunda novela de Sergio Chejfec, se vislumbran, entre otras, dos preocupaciones esenciales de la teoría, la estética y la creación literaria contemporáneas: territorialidad/moral estética. A partir de estas aproximaciones en Moral, me acerco a problematizar y a discutir algunas posiciones centrales para esta lectura: las nociones estéticas de Heidegger; los ensayos sobre la novela a partir del objetivismo con Sarraute y las nociones de territorialización/desterritorialización en Deleuze. Estas referencias dotan de un marco a mi lectura de la novela de Chejfec y proyectan un espacio a partir del cual es posible discutir la pertenencia de la literatura a determinados territorios y problematizar qué se entiende como moral (y estética) en la escritura y cuál es el lugar que establece, siempre en mi lectura, Chejfec para potenciar su obra. Si la exigencia moral del escritor en la novela es evidente en el desarrollo del protagonista, Samich, no lo es menos en la búsqueda formal de la novela misma: así, las largas digresiones a las que se entrega su protagonista, las paradojas con las que se construyen sus ponencias, lo apartado y contemplativo del espacio elegido para el desarrollo de la novela, la distancia elegida por el narrador (y su ironía también) y los distintos dispositivos del relato ponen en escena una estructura compleja que exige una lectura atenta a las proposiciones estéticas que se presentan no sólo en el discurso sino en la escritura misma de la novela
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La primera parte del Guzmán despliega una serie de imágenes de lectura y escritura que se implican mutuamente. El narrador es consciente de los procesos de producción y recepción de la obra y proyecta diversos estratos significativos para diversos tipos de lectores. La lectura profunda, se presenta como un trabajo arduo y activo, que requiere de la experiencia del camino que el propio texto brinda con un estilo ambiguo y desarticulador. Las figuras surgen como metáforas del proceso de escritura ?bosquejo, matiz, literalidad? y piden una mirada atenta que pueda trabajar completándolas y descubriéndolas. La operación básica es la de discernir: si el pícaro reconfigura su pasado en una autobiografía; el lector debe reconsiderar esa materia textual para que surja de ella una figura que explique las problemáticas sociales en su conjunto. Por ello es esencial desarmar el discurso de la lógica escolástica mostrando siempre un origen que se escapa, que se difumina, que es fragmentario y episódico. Sobre él debe fraguar el lector su síntesis. De ella, deberá surgir el escrúpulo que avale el proyecto didáctico de construir el "bien común". En este sentido, el texto sí es un comienzo, una palabra y una acción que sueñan expandirse como las ondas concéntricas de una piedra en el agua.
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Así termina el capítulo I con el que H. White problematiza el sentido de la narración histórica. Se trata no sólo de presentar argumentos válidos a favor de la hermenéutica analítica sino también de superar dicho debate, refiriéndose a las funciones ideológicas del texto histórico. La narración en tanto metacódigo supone la presencia de un conocimiento y este conocimiento, para poder ser inteligible, necesita de la organización estructural del relato. Pero la pregunta central debería ser la de porqué es necesario traducir determinado conocimiento en relato, aquello que los griegos definían como elemento esencial de la narración. Una posible respuesta la encontramos en el despliegue necesario que relaciona narración histórica y literatura a partir de procedimientos que un narrador articula y una estructura que conecta lógicamente determinados eventos. De esta manera, intentaremos dar cuenta de una hermenéutica aplicativa, que supera a la analítica, a partir del concepto de razón imaginativa, propuesto por P. Ricoeur, en algunas obras narrativas y ensayísticas de Juan Benet para, luego, comprender los condensados ideológicos que fluctúan en torno del emblema Región.
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Siguiendo la línea de aproximación a la obra de Arturo Pérez Reverte, nos proponemosinvestigar acerca de procedimientos y modalidades textuales en función de la hibridezgenérica que lo caracteriza. Nos centraremos en La tabla de Flandes de 1990, ya que entrabajos anteriores hemos indagado publicaciones más recientes. La estrategia revertiana ha ido modificándose paulatinamente desde sus comienzos como narrador, y considerar esta novela nos permitirá visualizar uno de los puntos de partida de su narrativa de enigma.Conjeturamos que en este relato predomina el hilo conductor de la pesquisa como puesta en abismo de multitud de códigos coexistentes que permitirán develar un misterio: la novela policial de enigma, la pintura, la música, la literatura, la historia, la lógica matemática, todo ello cifrado en una partida de ajedrez. Asimismo, el juego de espejos reproduce en otro crimen la muerte del caballero pone en evidencia un complejo trabajo con las múltiples instancias cronotópicas presentes en la obra. Por lo tanto, la novela se plantea como un juego consciente en el que el lector interpretará los movimientos de las piezas que resuelven elenigma político/histórico/erótico -cinco siglos después- como una constante interrogación a las intrigas del poder.
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Hoy día, llama la atención los variados temas y la osadía de las formas de narra una historieta. El foco de este artículo es la obra de Joe Sacco, que ha publicado narraciones sobre los conflictos de la Palestina en el inicio de los años 1990 y sobre la Guerra de la Bosnia, que ha terminado en 1995. Indo a las ubicaciones sobre las cuales escribe, Sacco entrevista personas y oye sus narraciones, que transcribe, en el formato de historietas, juntamente con sus propias experiencias como viajante. Esa abordaje permite la análisis comparada del narrador en Joe Sacco con el narrador de Benjamin (1934) y también con el narrador pos-moderno
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Un artículo de opinión de Isaac Rosa, publicado en El País, de Madrid, el 6 de julio de 2006 -Año de la Memoria Histórica, según la declaración del Estado español-, ponía de manifiesto el particular "empacho de memoria" del escritor, ante la "progresiva institucionalización" de las políticas públicas de la memoria, a las que atribuía la pretensión, mediante dilaciones, de "controlar, o cuando menos congelar, ese cuestionamiento del ayer antes de que se vaya de las manos". Una novela de su autoría, publicada dos años antes -El vano ayer (2004, XIV Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos 2005)- está basada en una prolija indagación documental del franquismo de fines de los años 60. Este material, hábilmente imbricado con la pura escritura ficcional, es presentado poniendo de relieve los mecanismos constructivos de la novela; el relato acumula incesantes interrogaciones que obligan a narrador y lector -precisados a repensar y reconstruir sentidos en torno a los sucesos narrados-, a un permanente ejercicio de la memoria sobre aquellos años. Nuestro trabajo intentará desentrañar de qué manera las diversas técnicas narrativas empleadas confluyen en la demanda de colaboración del lector en la construcción de un sentido final.
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La presencia del ensayo de Rafael Sánchez Ferlosio representa en la literatura de Javier Cercas una instancia intertextual importante que permite estudiar la narrativización y ficcionalización de la crítica en su novela. Las alusiones a la figura de Ferlosio, al pensamiento de este ensayista y particularmente al texto "Carácter y Destino" se nos muestra como una clave para iluminar la construcción del ethos del narrador de cuentos, crónicas y ensayos de Cercas, de un enunciador que plantea conflictos referidos a la experiencia de la escritura, al escritor en relación a su sociedad, a su cultura y a la literatura como institución en la posmodernidad. En El vientre de la ballena (1997), la novela que analizamos, se narrativiza a través del texto de Ferlosio la situación compleja del escritor y de la literatura en la actualidad, presentándose irónicamente el dilema entre la asimilación a la sociedad del espectáculo y la distancia de la misma.
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El presente trabajo analiza al narrador de Ladrones de tinta de Alfonso Mateo Sagasta (2004). La hipótesis de lectura consiste en que la novela se estructura mediante dos estrategias narrativas: en primer lugar, la fórmula de despersonlización cuando el autor, devenido en personaje autoficcional, dice haber encontrado unos manuscritos de Isidoro Montemayor. En segundo lugar, el autor de los manuscritos se constituye en segundo narrador, el cual atraviesa de forma transversal la novela, y une en sí mismo estrategias procedentes de diferentes ámbitos entre los que se destacan la novela policial y la novela epistolar. Esta hipótesis lleva a formular la pregunta fundamental que emerge de la figura central del narrador: ¿cuál es la mirada que Isidoro Montemayor construye sobre España entorno a su papel de cronista? Según se desprende de lo arriba expuesto, la novela es de una complejidad que excede los límites de este trabajo, motivo por el cual se aborda únicamente el análisis del narrador en lo que en el presente trabajo se denomina "configuración híbrida".
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"Retrau mon seyor sent Jacme que fe sens obres morta es. Aquesta paraula volch nostre Seyor complir en los nostres feytz". Así comienza el Llibre dels fets de Jaime I de Aragón, obra fundacional de la historiografía catalana medieval, en la cual se hace oír la voz del Rey, para dar testimonio de un destino (personal y nacional) cumplido. La construcción de la propia historia desde una perspectiva providencialista culmina con su puesta por escrito, última voluntad de Dios que Jaime cumple. Entre las estrategias que construyen el sentido del texto, lo sostienen y señalan reflexivamente el modo en que se espera que tal sentido sea entendido, nos interesa observar la productividad de la conmutación narración / comentario, que se articula a través del dispositivo de enunciación en primera persona (que postula una serie de correferencias: narrador, enunciador, portavoz, personaje, autor). El análisis plantea diversos niveles de pertinencia. Nos interesa observar los modos en que el enunciador se manifiesta respecto de su enunciado, responsabilizándose o distanciándose de ciertas opiniones, comprometiéndose con lo que dice, intentando influir persuasivamente sobre las creencias de sus enunciatarios, proyectando imágenes de sí mismo, construyendo narrativamente un efecto de verdad.
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En Cuaderno de Sarajevo, Juan Goytisolo reconstruye un escenario de guerra que trasciende el referente: aquel "viaje hacia la barbarie"-como reza el subtítulo- recupera múltiples voces, escenas, personajes fácilmente reconocibles en cualquier enfrentamiento bélico de la historia. El lector entiende que no es una obra de ficción: autor y narrador se confunden en el nombre de Goytisolo; su profesión, su vida personal, sus afectos, sus imágenes (se incluye una serie de fotografías que muestran al autor en el escenario descrito) son puestos en primer plano como parte fundamental de la construcción de un género -el de la crónica- que exige anclar en la realidad. Es, sin embargo, el mundo de Sarajevo un mundo que se construye en clave ficcional: un mundo parecido a la realidad efectiva, pero alternativo al mundo objetivo. Así se representa el escenario como si fuera la repetición caótica de muchos otros: la Guerra Civil española, la indiferencia de las instituciones internacionales, las distancias étnicas, políticas y económicas de ayer y hoy son algunos de los referentes que el autor utiliza para construir una memoria colectiva, intemporal, única y universal, que nos permite viajar -movernos, proyectarnos, avanzar- en la inmovilidad, la iteración y el retroceso.