1000 resultados para Monasterio de El Escorial
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Dentro de la red de sitios reales promovidos por la Casa de Austria en la segunda mitad del siglo XVI, el Palacio de Valsaín ocupa un lugar tan singular como desconocido. Situado en uno de los valles más hermosos de la sierra que divide las dos mesetas centrales, el proyecto se plantea inicialmente como reforma del viejo pabellón de caza que habían levantado los reyes de la Casa Trastámara. El programa de obras que inició Carlos V y que dirigió y administró su hijo ante la ausencia del Emperador, terminaría por convertirse en un ambicioso plan director de nuevas edificaciones que culminaría en el Monasterio escurialense. La Casa Real del Bosque de Segovia, se convertirá en un complejo centro de conocimiento y enseñanzas prácticas no solo estilísticas y técnicas llegadas de toda Europa, sino sobre todo conceptuales. En el ánimo de Felipe II estaba la construcción de un palacio que iba a recoger las enriquecedoras experiencias y gustos adquiridos fuera de España en su etapa de formación. Pero por encima de todo, debía estar integrado y abierto a los magníficos recursos que le ofrecía el valle de Valsaín, un lugar donde poder alejarse de la estricta etiqueta áulica, explotando al máximo su riqueza paisajística y cinegética. Con conceptos revisados acerca del confort, la mejor orientación de las estancias y las cautivadoras vistas, el esquema tradicional de palacio axial desarrollado en torno a un patio central, se irá desdibujando en favor de una libertad compositiva, donde las galerías acristaladas, corredores y andenes elevados, abiertos al medio que lo envuelve, adquieren un protagonismo hasta entonces desconocido. Pero la peculiaridad que quizás mejor define a este palacio, fueron las empinadas cubiertas de plomo y pizarra al modo de Flandes, con sus decorados chapiteles, que se levantan aquí por primera vez en España. La decisión de sustituir los antiguos tejados de teja árabe tomada personalmente por Felipe II desde Bruselas en 1559, tendrá una gran repercusión en la futura fisonomía de la arquitectura española.
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El enjarje es la zona del arranque de la bóveda en la que nervios y molduras se tallan unidos, y esto es posible gracias a una eficaz estrategia constructiva, capaz de dar lugar a una gran variedad de resultados, incluyendo diversos tipos de cruce de molduras(Rabasa 2000, Rabasa 2007, Rabasa 2011). Un caso especial es el enjarje de nervios que emergen del muro sin pilastra ni ménsula y que convergen en un punto. El primer ejemplo se localiza en 1335 en el refectorio de la abadía de Bebenhausen(Michler 1998, 67), cerca de Stuttgart. En esta zona fronteriza entre Francia y Alemania se estaba experimentando con nervios que emergen del muro de manera directa desde principios del XIV, generalmente evitando intersecciones demasiado complejas; Bebenhausenes un ejemplo sobresaliente en este entorno de innovación constructiva. Otro hito en este desarrollo lo protagoniza, a mediados del siglo XIV, la Sala de Teología de El Palacio de los Papas de Aviñón, con unos enjarjes de molduras cruzadas, no convergentes, de cuidado diseño y ejecución, que ofrecen un aspecto un tanto masivo debido a la sencillez de los perfiles de los nervios (Domenge2009).1 A partir de este momento, el foco de esta innovación se moverá hacia el sur de Francia, con ejemplos tan destacables como el claustro de la catedral de Narbona, donde encontramos tres enjarjes diferentes y consecutivos, uno de ellos también de nervios que convergen en un punto.2 El mecenazgo de los duques de Borgoña será fundamental en este período aunque, lamentablemente, en Dijon no quedan edificios que den testimonio de ese florecimiento constructivo. A principios del siglo XV Guillem Sagrera hará de los enjarjes de molduras cruzadas su sello personal, centrando en las intersecciones complejas la muestra de su gran capacidad como proyectista y cantero. Su obra se desarrolla en el Rosellón, Mallorca y Nápoles. En la sala capitular de la catedral de Perpiñán, y dentro de la gran variedad de soluciones para enjarjes que el maestro desarrolla en ella, encontramos un enjarje de las características del de Bebenhausen o Narbona (Senent 2012). Contemporáneamente a Sagrera,y en Valencia y sus alrededores, se construyen tres ejemplos diferentes con enjarjes de nervios que emergen de un punto. Con tan pocos precedentes, es sorprendente localizar en un área tan pequeña estos ejemplos similares. La gran calidad de su ejecución, la dificultad de clara atribución de dichas obras a uno o varios autores, y el hecho de tratarse de fábricas de gran importancia y envergadura, suscitan gran interés. Se encuentran en este episodio el gran claustro de la cartuja de Valdecristo (Altura), el refectorio del monasterio de Santa María de la Valldigna (Tavernes de la Valldigna) y el claustro del monasterio de la Trinidad en Valencia. Diseñar un enjarje de estas características no es algo mecánico ni su resultado es fortuito, sino fruto de una voluntad clara. Los canteros habían comprendido las reglas geométricas, compositivas y constructivas del gótico y, gracias a su formación y maestría, eran capaces de proponer nuevas soluciones, empleando plantillas y líneas directrices(Rabasa y Pérez de los Ríos 2013).Mediante el análisis geométrico y constructivo de cada uno de estos casos valencianos pretendemos arrojar luz sobre el modo de concepción de los mismos y contrastar si en los tres casos se siguen las mismas reglas; comprobaremos que, a pesar de las similitudes, nos encontramos con tres soluciones diferentes en la ejecución práctica y el detalle.
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El objeto del presente Proyecto es la definición del puente que servirá para que la vía del ferrocarril, pueda salvar el Arroyo del Molino a la altura del pk 9+200 del tramo Fresno de Rodilla - Quintanavides. Este tramo, a su vez, forma parte de la línea de alta velocidad Valladolid - Burgos - Vitoria. La nueva Línea de Alta Velocidad está incluida dentro de la red de altas prestaciones del Plan Estratégico de Infraestructuras y Transporte (PEIT) del Ministerio de Fomento para el periodo 2005-2020. Este recorrido discurre por los términos municipales de Fresno de Rodilla, Santa María del Invierno, Monasterio de Rodilla, Santa Olalla de Bureba y Quintanavides con una longitud de 8,2 km. La estructura objeto de estudio es un puente de un sólo vano de 38 metros de luz entre apoyos que salva el arroyo del Molino y un camino que discurre próximo a dicho arroyo. La solución propuesta consiste en un tablero formado por una artesa de hormigón prefabricado sobre la que se construye la losa de hormigón «in situ». Dicho tablero se apoya, a través de cuatro aparatos de tipo «pot» sobre sendos estribos de hormigon armado cimentados sobre pilotes. Estos estribos están dotados de muros en vuelta que sirven para contener el derrame del terraplén. El tablero se completa con las aceras, compuesta cada una de ellas por una imposta prefabricada anclada y una banda de 15 cm de hormigón «in situ», dos canaletas para cables de comunicaciones, los muretes guardabalasto, las juntas de dilatación en estribos y los anclajes para postes de las catenarias, dispuestos conforme a los diseños normalizados respectivos.
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Contiene: Epitome de los motiuos juridicos que assistieron a la Curia Eclesiastica de Barcelona para resistirse a firmar la contencion que le propuso la Real Audiencia a instancia de la ... abadesa de S. Pedro de las Puellas de la misma ciudad
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Inscripción en la parte inferior: "A. El Monasterio B. Bellesteár C. Bel"
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Alcance y contenido: Ms. que contiene un breve relación de los documentos sitos en el Monasterio de Valldigna relativos a la fundación del Monasterio de San Bernardo en la huerta de Valencia, conocido como Sant Bernat de Rascanya, hoy San Miguel de los Reyes y a las tierras de realengo que poseían.
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Hay un ejemplar encuadernado con: El Romancero de la Santa Faz o sea Historia en verso de la milagrosa efigie que se venera en el Monasterio de Santa Veronica... situado en la huerta de Alicante (CV/5454).
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El propósito que ha motivado el estudio de la arquitectura de la villa de Cuéllar tiene la finalidad de dar a conocer su magnífico legado y evitar, si fuera posible, su total desaparición lo que ayudaría a la recuperación de su pasado cultural. Este propósito nació al ver su progresiva ruina cada año que visitaba la villa para pasar largas estancias veraniegas. Desde hace muchos años los días estivales transcurrieron entre las ruinas de las iglesias de San Francisco, San Martín, Santiago, Monasterio de la Armedilla, por las murallas del castillo-palacio abandonado y dentro de un núcleo urbano lleno de torres mudejares y casas de sillería. A la vez que estudiaba todos sus edificios buscaba por sus calles, plazas y capillas las rejas diseñadas en el antiguo taller de cerrajería de mi familia.
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El objetivo de este Proyecto Fin de Carrera (PFC) es obtener la representación tridimensional de la fachada principal del Monasterio de Santiago de Uclés, monumento de interés histórico y artístico. En concreto se ha elegido la fachada principal construida por Pedro de Ribera por ser representativa del Monasterio y del estilo churrigueresco. Con la tecnología láser escáner, se va a obtener un modelo 3D sobre el que se pueden realizar las medidas necesarias para proyectos de conservación, así como obtener productos con una función divulgativa. El día 14 de Octubre de 2014, se realizó la toma de datos. El levantamiento se llevó a cabo con el equipo de laser escáner Trimble TX5, con la pre-señalización necesaria para realizar una posterior fusión de los mismos (dianas esféricas y cuadradas) y utilizando equipos GNSS Trimble modelos R10, R8 y R6 para la geo-referenciación del proyecto. La técnica utilizada es la que denominamos levantamiento de alta precisión mediante Laser Escáner, que nos permite obtener resultados que aportan una representación fiel del objeto y un levantamiento de los puntos necesarios mediante tecnología GNSS en estático y postproceso, para obtener las coordenadas en el sistema ETRS89 proyección UTM Huso 30 que permitan geo-referenciar el proyecto.
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Un grupo de jóvenes investigadores que participó en el encuentro con la industria Cotec 93, celebrado en ES Escorial (Madrid), redactó un manifiesto en el que denuncian la falta de interés de las empresas privadas en la Investigación en España y solicitan una vigilancia de la utilización de las subvenciones oficiales para fines de investigación y desarrollo.
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La escalera de caracol es uno de los elementos que mejor define la evolución de la construcción pétrea a lo largo de nuestra historia moderna. El movimiento helicoidal de las piezas de una escalera muestra, con frecuencia, el virtuosismo que alcanzaron los maestros del arte de la cantería y la plasticidad, expresividad y ligereza de sus obras. A pesar de su origen exclusivamente utilitario y de su ubicación secundaria, se convertirán en signo de maestría y en elementos protagonistas del espacio que recorren y de la composición de los edificios, como es el caso de las grande vis de los Châteaux franceses del XVI como Blois, Chateaudun o Chambord o los schlosses alemanes como el de Hartenfels en Torgau. Este protagonismo queda patente en los tratados y manuscritos de cantería, elaborados fundamentalmente en España y Francia, a partir del siglo XVI que recogen un gran número de variantes de escaleras de caracol entre sus folios. Breve historia de la escalera de Caracol Los ejemplos más antiguos conocidos de escaleras de caracol en Occidente provienen de los primeros siglos de nuestra era y están asociados a construcciones de tipo conmemorativo, funerario o civil, romanas. Destaca de entre ellas la columna trajana, construida en el 113 por Apolodoro de Damasco en los Foros de Roma. Esta columna, conservada en la actualidad, fue profusamente representada por los tratados de arquitectura desde el Renacimento como el de Serlio, Caramuel, Piranesi, Rondelet y, más recientemente, Canina. Choisy describe en El arte de construir en Bizancio un grupo de escaleras de caracol cubiertas por bóvedas helicoidales y construidas entre el siglo IV y VIII; a esta misma época pertenecen otras escaleras con bóvedas aparejadas de forma desigual con sillarejos y sillares de pequeño tamaño sin reglas de traba claras, pensadas al igual que las de Choisy para ser revestidas con un mortero. Herederas de estas bóvedas de la antigüedad son las escaleras de caracol de la Edad Media. Así las describe Viollet le Duc: “compuestas por un machón construido en cantería, con caja perimetral circular, bóveda helicoidal construida en piedra sin aparejar, que se apoya en el machón y sobre el paramento circular interior. Estas bóvedas soportan los peldaños en los que las aristas son trazadas siguiendo los radios del círculo”. En esta misma época, siglos XI y XII, se construyen un grupo de escaleras de caracol abovedadas en piedra de cantería vista: las de la torre oeste de Notre Dame des Doms en Avignon, las de la tour de Roi, de Évêque y Bermonde de los Chateaux de Uzés, las gemelas de las torres de la Catedral Saint Théodorit de Uzés y la conocida escalera del transepto de la Abadía de Saint Gilles. Ésta última dará el nombre a uno de los modelos estereotómicos de mayor complejidad del art du trait o arte de la cantería: la vis Saint Gilles, que aparece en la mayoría de los textos dedicados al corte de piedras en España y Francia. La perfección y dificultad de su trazado hizo que, durante siglos, esta escalera de caracol fuera lugar de peregrinación de canteros y se convirtiera en el arquetipo de un modelo representado con profusión en los tratados hasta el siglo XIX. A partir del siglo XIII, será el husillo el tipo de escalera curva que dará respuesta a las intenciones de la arquitectura a la “moderna” o gótica. Estas escaleras con machón central se generalizarán, insertándose en un complejo sistema de circulaciones de servicio, que conectaban por completo, en horizontal y vertical, los edificios. Estos pasadizos horizontales y estas conexiones verticales, hábilmente incorporadas en el espesor de contrafuertes, machones, esquinas, etc, serán una innovación específicamente gótica, como señala Fitchen. La pieza de peldaño, que se fabrica casi “en serie” reflejará fielmente el espíritu racional y funcionalista de la arquitectura gótica. Inicialmente los peldaños serán prismáticos, sin labrar por su cara interior; después, éstos darán paso a escaleras más amables con los helicoides reglados formando su intradós. Insertos en construcciones góticas y en convivencia con husillos, encontramos algunos ejemplos de escaleras abovedadas en el siglo XIII y XIV. Estamos hablando de la escalera de la torre este del Castillo de Maniace en Siracusa, Sicilia y la escalera de la torre norte del transepto de la Catedral de Barcelona. En ambos casos, los caracoles se pueden relacionar con el tipo vis de Saint Gilles, pero incorporan invariantes de la construcción gótica que les hace mantener una relación tipológica y constructiva con los husillos elaborados en la misma época. En la segunda mitad del siglo XV aparecen, vinculadas al ámbito mediterráneo, un conjunto de escaleras en las que el machón central se desplaza transformándose en una moldura perimetral y dejando su lugar a un espacio hueco que permite el paso de la luz. Los tratados manuscritos de cantería que circulan en el XVI y XVII por España recogen el modelo con su denominación: caracol de Mallorca. Varios autores han mantenido la tesis de que el nombre proviene de la escalera situada en la torre noroeste de la Lonja de Palma de Mallorca. Los Manuscritos y tratados de Cantería y las escaleras de caracol Coincidiendo con la apertura intelectual que propicia el Renacimiento se publican algunos tratados de arquitectura que contienen capítulos dedicados al corte de las piedras. El primero de ellos es Le premier tome de l’Architecture de Philibert de L’Orme, publicado en 1567 en Francia. En España tenemos constancia de la existencia de numerosos cuadernos profesionales que circulaban entre los canteros. Varias copias de estos manuscritos han llegado hasta nuestros días. Los más completos son sin duda, las dos copias que se conservan del tratado de arquitectura de Alonso de Vandelvira, una en la Biblioteca Nacional y otra en la Biblioteca de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Politécnica de Madrid y el manuscrito titulado Cerramientos y trazas de Montea de Ginés Martínez de Aranda. Todas estas colecciones de aparejos, con excepción de la atribuida a Pedro de Albiz, presentan trazas de escaleras de caracol. En los siglos XVII y XVIII los textos en España más interesantes para nuestras investigaciones son, como en el XVI, manuscritos que no llegaron a ver la imprenta. Entre ellos destacan De l’art del picapedrer de Joseph Gelabert y el Cuaderno de Arquitectura de Juan de Portor y Castro. Estos dos textos, que contienen varios aparejos de caracoles, están claramente vinculados con la práctica constructiva a diferencia de los textos impresos del XVIII, como los del Padre Tosca o el de Juan García Berruguilla, que dedican algunos capítulos a cortes de Cantería entre los que incluyen trazas de escaleras, pero desde un punto de vista más teórico. Podemos agrupar las trazas recogidas en los manuscritos y tratados en cinco grandes grupos: el caracol de husillo, el caracol de Mallorca, los caracoles abovedados, los caracoles exentos y los caracoles dobles. El husillo, de procedencia gótica, permanece en la mayoría de nuestros textos con diferentes denominaciones: caracol de husillo, caracol de nabo redondo o caracol macho. Se seguirá construyendo con frecuencia durante todo el periodo de la Edad Moderna. Los ejemplares más bellos presentan el intradós labrado formando un helicoide cilíndrico recto como es el caso del husillo del Monasterio de la Vid o el de la Catedral de Salamanca o un helicoide axial recto como en el de la Capilla de la Comunión en la Catedral de Santiago de Compostela. La diferencia estriba en la unión del intradós y el machón central: una amable tangencia en el primer caso o un encuentro marcado por una hélice en el segundo. El segundo tipo de caracol presente en casi todos los autores es el caracol de Mallorca. Vandelvira, Martínez de Aranda, y posteriormente Portor y Castro lo estudian con detenimiento. Gelabert, a mediados del siglo XVII, nos recordará su origen mediterráneo al presentar el que denomina Caracol de ojo abierto. El Caracol de Mallorca también estará presente en colecciones de aparejos como las atribuidas a Alonso de Guardia y Juan de Aguirre, ambas depositadas en la Biblioteca Nacional y en las compilaciones técnicas del siglo XVIII, de fuerte influencia francesa, aunque en este caso ya sin conservar su apelación original. El Caracol que dicen de Mallorca se extiende por todo el territorio peninsular de la mano de los principales maestros de la cantería. Los helicoides labrados con exquisita exactitud, acompañados de armoniosas molduras, servirán de acceso a espacios más representativos como bibliotecas, archivos, salas, etc. Es la escalera de la luz, como nos recuerda su apelación francesa, vis a jour. Precisamente en Francia, coincidiendo con el renacimiento de la arquitectura clásica se realizan una serie de escaleras de caracol abovedadas, en vis de Saint Gilles. Los tratados franceses, comenzando por De L’Orme, y siguiendo por, Jousse, Derand, Milliet Dechales, De la Hire, De la Rue, Frezier, Rondelet, Adhémar o Leroy, entre otros, recogen en sus escritos el modelo y coinciden en reconocer la dificultad de su trazado y el prestigio que adquirían los canteros al elaborar este tipo de escaleras. El modelo llega nuestras tierras en un momento histórico de productivo intercambio cultural y profesional entre Francia y España. Vandelvira, Martínez de Aranda y Portor y Castro analizan en sus tratados la “vía de San Gil”. En la provincia de Cádiz, en la Iglesia Mayor de Medina Sidonia, se construirá el más perfecto de los caracoles abovedados de la España renacentista. También en la provincia de Cádiz y vinculadas, posiblemente, a los mismos maestros encontramos un curioso grupo de escaleras abovedadas con generatriz circular horizontal. A pesar del extenso catálogo de escaleras presentes en la tratadística española, no aparece ninguna que muestre una mínima relación con ellas. Desde el punto de vista de la geometría, estamos ante uno de los tipos de escaleras que describe Choisy en El arte de construir en Bizancio. Se trata de escaleras abovedadas construidas por hojas y lechos horizontales. Los caracoles abovedados tendrán también su versión poligonal: la vis Saint Gilles quarré o el caracol de emperadores cuadrado en su versión vandelviresca. Las soluciones que dibujan los tratados son de planta cuadrada, pero la ejecución será poligonal en los raros ejemplos construidos, que se encuentran exclusivamente en Francia. Su geometría es compleja: el intradós es una superficie reglada alabeada denominada cilindroide; su trazado requiere una habilidad extrema y al ser un tanto innecesaria desde el punto de vista funcional, fue muy poco construida. Otro tipo de escalera habitual es la que Vandelvira y Martínez de Aranda denominan en sus tratados “caracol exento”. Se trata de una escalera volada alrededor de un pilar, sin apoyo en una caja perimetral y que, por lo tanto, debe trabajar en ménsula. Su función fue servir de acceso a espacios de reducidas dimensiones como púlpitos, órganos o coros. Encontramos ejemplos de estos caracoles exentos en el púlpito de la catedral de Viena y en España, en la subida al coro de la Iglesia arciprestal de Morella en Valencia. El largo repertorio de escaleras de caracol prosigue en los tratados y en las múltiples soluciones que encontramos en arquitecturas civiles y religiosas en toda Europa. Hasta varios caracoles en una sola caja: dobles e incluso triples. Dobles como el conocido de Chambord, o el doble husillo del Convento de Santo Domingo en Valencia, rematado por un caracol de Mallorca; triples como la triple escalera del Convento de Santo Domingo de Bonaval en Santiago de Compostela. La tratadística española recogerá dos tipos de caracoles dobles, el ya comentado en una sola caja, en versiones con y sin machón central, definidos por Martínez de Aranda, Juan de Aguirre, Alonso de Guardia y Joseph Gelabert y el caracol doble formado por dos cajas diferentes y coaxiales. Vandelvira lo define como Caracol de Emperadores. Será el único tipo de caracol que recoja Cristobal de Rojas en su Teoría y Práctica de Fortificación. No hay duda que las escaleras de caracol han formado parte de un privilegiado grupo de elementos constructivos en constante evolución e investigación a lo largo de la historia de la arquitectura en piedra. Desde el cantero más humilde hasta los grandes maestros catedralicios las construyeron y, en muchos casos, crearon modelos nuevos en los pergaminos de sus propias colecciones o directamente sobre la piedra. Estos modelos casi experimentales sirvieron para encontrar trabajo o demostrar un grado de profesionalidad a sus autores, que les hiciera, al mismo tiempo, ganarse el respeto de sus compañeros. Gracias a esto, se inició un proceso ese proceso de investigación y evolución que produjo una diversidad en los tipos, sin precedentes en otros elementos similares, y la transferencia de procedimientos dentro del arte de la cantería. Los grandes autores del mundo de la piedra propusieron multitud de tipos y variantes, sin embargo, el modelo de estereotomía tradicionalmente considerado más complejo y más admirado es un caracol de reducidas dimensiones construido en el siglo XII: la Vis de Saint Gilles. Posiblemente ahí es donde reside la grandeza de este arte.
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Alcance y contenido: Copia ms. por diferentes manos, del proyecto realizado por Alonso de Covarrubias, para la construcción del nuevo monasterio jerónimo de San Miguel de los Reyes, y aprovechamiento del anterior monasterio cisterciense de Sant Bernat de Rascanya. Contiene 20 capitulaciones entre los monjes del monasterio y diferentes maestros de obras de la villa de Valencia, para la realización del proyecto, e incluye las modificaciones que posteriormente se fueron realizando al primer trazado iniciado por Covarrubias
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[1]. Monasterio de San Miguel de los Reyes (Valencia); [2]. Puerta de entrada al recinto de San Miguel de los Reyes; [3]. Vista de la fachada de la iglesia del monasterio; [4]. Ángel tenente con los escudos de los Duque de Calabria, fundadores del monasterio. Detalle de la fachada de la iglesia; [5]. San Miguel. Detalle de la fachada de la iglesia; [6]. San Jerónimo. Detalle de la fachada de la iglesia; [7]. Santa Paula. Detalle de la fachada de la iglesia; [8]. Cúpula de la iglesia; [9]. El presbiterio con el altar mayor de San Miguel de los Reyes; [10]. Aspecto de la nave central de la iglesia y del coro; [11]. Arco lateral de entrada al coro; [12]. Vista parcial de la fachada de la iglesia y del ala sur del monasterio, muy alterada por su uso carcelario desde el siglo XIX. Adosados, barracones de una antigua escuela que se instaló provisionalmente en el jardín delantero del monasterio; [13]. Aspecto del ala norte del monasterio e instalaciones escolares provisionales en el jardín delantero; [14]. Escalera claustra del monasterio que arranca en un corredor situado justo detrás del presbiterio de la iglesia -- [15]. Detalle de la puerta de acceso a la Biblioteca Nueva; [16]. Sala capitular; [17]. Vista parcial del claustro sur; [18]. Arcos cegados del claustro sur; [19]. Detalle del estado actual del claustro sur; [20]. Galería del claustro inferior; [21]. Galería sur del piso inferior del claustro, con la puerta de entrada del Salón de Actos; [22]. Galería del piso superior del claustro sur; [23]. Interior de la galería penitenciaria en el lado oeste del claustro sur; [24]. Estado en que se encontraba la escalera claustral; [25]. Aspecto parcial del patio norte; [26]. Detalle de la fachada este del patio norte; [27]. Puerta de acceso al patio norte, fachada sur; [28]. Torreta de vigilancia del muro de la prisión construido a finales del siglo XIX; [29]. Detalle de ornamento sobre el dintel de la puerta de entrada del Salón de actos
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[1-4]. Vista de Alcalá de la Selva y sus alrededores, en una foto Francisco Roglá López, 1915 (4 pares estereoscópicos) (4 fot.) [5]. Francisco Roglá López en la Ermita de San Roque y Loreto, al fondo el pueblo de Alcalá de la Selva, 1915 (1 par estereoscópico) (1 fot.) [6]. Dos hombres en la Ermita de San Roque y Loreto, 1915 (1 par estereoscópico) (1 fot.) [7]. Grupo de hombres sentados en el Humilladero de Alcalá de la Selva, 1915 (1 par estereoscópico) (1 fot.) [8-9]. Grupo de casas en Alcalá de la Selva, dos hombres junto a un arroyo (2 pares estereoscópicos) (2 fot.) [10]. Iglesia de San Simón y San Judas, 1915 (1 par estereoscópico) (1 fot.) [11]. Un hombre y una mujer junto a la puerta de una casa, destaca el empedrado característico de la calle Castillo Abajo de Alcalá de la Selva (1 par estereoscópico) (1 fot.) [12-13]. Fiesta de los toros en la plaza de la Iglesia de Alcalá de la Selva, la gente se amontona en los balcones (2 pares estereoscópicos) (2 fot.) [14]. Rincón de una plaza con arcos, Rubielos de Mora? (1 par estereoscópico) (1 fot.) [15-23]. En el campo grupo de excursionistas, entre ellos Francisco y Rosalía Roglá López en algunas fotos montan en burro (9 pares estereoscópicos) (9 fot.) [24-25]. Día festivo hombres ataviados a caballo, mujer con sombrero sentada en una mula (2 pares estereoscópicos) (2 fot.) [26]. Francisco y Rosalía Roglá López con tres amigos en el campo a la derecha sombrilla sobre un muro de piedra (1 par estereoscópico) (1 fot.) [27-28]. Construcción característica granero, Ojos Negros? grupo de gente alrededor de una carretilla para la mina (4 pares estereoscópicos) (2 fot.) [29-31]. Grupo de excursionistas, descansando junto a un abrevadero, andando por un camino de tierra, hombre solitario en una carretera en construcción (4 pares estereoscópicos) (3 fot.) [32-47]. Paisaje montañoso y vistas desde peñascos, en una de las fotos hombre y niño subidos a un árbol, zona de Alcalá de la Selva o Virgen de la Vega, árbol y losa de piedra, vistas de la Vega y las masías desde los peñascos de la Sierra de Gudar (16 pares estereoscópicos) (13 fot.) [49]. Campos y masías, labrador arando el campo (1 par estereoscópico) (2 fot.) [50-51]. Ganadería en los prados de la Vega (2 pares estereoscópicos) (2 fot.) [52-54]. Paisaje en torno a la Virgen de la Vega dos mulas pastando, y grupo de aldeanos en burros por un camino al fondo varias masías, una masía solitaria, 1915 (3 pares estereoscópicos) (3 fot.) [55-57]. Vista del Santuario de la Virgen de la Vega, chopera de la carretera que lleva al Santuario, gente alrededor de un árbol junto al Santuario, 1915 (3 pares estereoscópicos) (3 fot.) [58]. Gente con niños comiendo en el campo junto a una fuente, 1915 (1 par estereoscópico) (1 fot.) [59]. Anciana sobre un burro al fondo paisaje (1 par estereoscópico) (1 fot.) [60-62]. Barranco de la Fuente con la represa de Las Lavaderas en Alcalá de la Selva? (3 pares estereoscópicos) (3 fot.) [63-64]. Dos hombres junto a un arroyo (2 pares estereoscópicos) (1 fot.) [65-70]. Cascada de Las Lavaderas? y varios parajes sin identificar, río Alcalá?, camino con las huellas de las ruedas de los carros (6 pares estereoscópicos) (6 fot.) [71-75]. Tres jóvenes en una pinada, hombre de rodillas ante una persona junto a un muro de piedra en el campo, dos hombres cogiendo el tronco de un árbol, cuatro amigos en actitud divertida, hombre con sombrero y bigote (5 pares estereoscópicos) (5 fot.) [76]. Castillo de Alcalá de la Selva, 1915 (1 par estereoscópico) (1 fot.) [77-79]. Rosalía Roglá López con otras dos mujeres en el patio de armas del Castillo de Mora de Rubielos, y en la puerta principal, Rosalía en la puerta del castillo a contraluz, 1915 (3 pares estereoscópicos) (3 fot.) [80]. Iglesia de la Natividad de Nuestra Señora (ex-Colegiata) en Mora de Rubielos, en la plaza la fuente y grupos de gente, 1915 (1 par estereoscópico) (1 fot.) [81-82]. Visita al Puig patio del Monasterio del Puig en el acto de exaltación de la Virgen, restos del castillo de Jaime I de Aragón presidida por una Cruz en la cima del cerro varias personas alrededor (2 pares estereoscópicos) (2 fot.)
Resumo:
El presente trabajo realiza una revisión crítica del modelo formulado por Patrick Geary para la interpretación de los procesos conflictuales en la sociedad medieval, tomando como caso de estudio el Reino de León. A partir del análisis de los conflictos que enfrentaron al monasterio benedictino de Sahagún con los laicos en los siglos XI y XII, se examinan dos nociones que atraviesan este modelo. Por un lado, la concepción del conflicto como mecanismo de regulación de las relaciones sociales. Por otro, su carácter ahistórico, desvinculado de los procesos de cambio social dentro de los que se inscribe.