882 resultados para Carlos III
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Según Palau IX, 166864, fue impreso en Madrid
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La ciudad de Madrid y su área metropolitana han sido y son ahora también, uno de los más importantes polos de actividad científico-tecnológica de España. Madrid concentra en una región uniprovincial una gran parte de las instituciones públicas de investigación y desarrollo del país. La mayor parte se concentran en la ciudad de Madrid y el resto en el área metropolitana inmediata en un reducido espacio territorial. Madrid ha sido un lugar de primer nivel para localización y producción científico-tecnológica nacional: desde los inicios de la Edad de la Ilustración en la época de Carlos III, posteriormente en el siglo XIX, en el periodo del “Cajalismo” de principios del XX, con la JAE (Junta de Ampliación de Estudios) hasta 1939, con el CSIC “Consejo Superior de Investigaciones Científicas” desde 1939 hasta ahora y en la actualidad con los organismos ministeriales de Ciencia e Tecnología y con “MADRID NETWORK”, la agencia regional de desarrollo de parques científico-tecnológicos. Ha habido una secuencia temporal y espacial en la ubicación de las sedes de instituciones científico-técnicas en la ciudad a través del tiempo. En esta tesis doctoral se ha analizado la creación de este sistema y sus características básicas. Se ha evaluado si se ha formado un conjunto de áreas significativas en la ciudad que permitan hablar de un proyecto, o un grupo de proyectos, que han formado el sistema científico-técnico de Madrid. Al final se ha analizado cómo es en la actualidad este sistema, por medio de un estudio de la nueva red de parques científicos tecnológicos y si este último proyecto del sistema científico tecnológico de Madrid está concluido o si por el contrario está pendiente de terminar y desarrollar en estos momentos a principios del siglo XXI. Se ha estudiado los sectores y actividades a los que se dedican las empresas y organismos públicos presentes en los parques. ABSTRACT: The city of Madrid and its metropolitan area have been, and now are too, one of the most important scientific and technical activity poles of Spain. Madrid concentrates in a single-province region a great part of the public Research and Development institutions of the country. The majority are concentrated in the city of Madrid and the rest in the immediate metropolitan area in a limited territorial space. Madrid has been a first level place for location and national scientific and technical production: since the beginnings of the Age of Enlightenment in the Carlos III epoch, during the XIX century, in the “Cajalismo” period at first of the XX century, With JAE “Junta de Ampliación de Estudios” until 1939, with CSIC “Consejo Superior de Investigaciones Científicas” since 1939 up to now and nowadays with the Ministerial agencies of Science and Technology and with “MADRID NETWORK” the regional agency for the development of scientific and technical parks. There has been a temporal and spatial sequence in location of the scientific and technical headquarters and institutions in the city over time. In this doctoral thesis it has been analyzed the building this system and its basic characteristics. It has been evaluated if it has formed a set of significant areas in the city that lead us to talk about one project, or a group of projects, that have formed the scientific and technical system of Madrid. At the end is has been analyzed how is this system actually, by means of a study of the new network of scientific and technologic parks and if this last project of the Madrid´s scientific and technologic system is finished or, on the other hand, it is waiting to be finished, and be developed, in this moment, at the beginning of the XXI century. It has studied the sectors and activities to which are dedicated the companies and public organism that stay in the parks.
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Contiene : Humilde suplica que hacen los comerciantes de vara a nuestra excelsa patrona y Madre de Desamparados, al pasar la procesion por debaxo del altar triunfal que han erigido en el mercado ; Memorial que a favor del comercio presentan a S. M. los mercaderes de vara ..
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Alcance y contenido: Ms. poético de un ovillejo, es decir, combinación métrica compuesta de 10 versos en que alternan tres octosílabos con tres quebrados, rimando dos a dos, y termina por una redondilla cuyo último verso recoge los versos quebrados. Relata, utilizando el nombre de dos personas (Marica y Perico), las virtudes de Carlos III (primera mitad del ms.) y en la otra, abandona este recurso poético, para continuar describiendo los errores de un obispo y noble que ostentaban cargos en Valencia dentro de los años de reinado del monarca, todo ello con rima entre los versos.
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El pie de imp. consta en colofón
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Al abordar el estudio del paisaje urbano del Paseo del Prado en la época de Carlos III, como punto de partida y como primera aproximación, se recurrió a las siguientes fuentes: 1) Bibliografía existente hasta la fecha sobre el tema. 2) Cartografía madrileña. 3) Grabados y estampas. El interés del trabajo se encaminaba a extraer, partiendo del estudio de las tres fuentes anteriores, datos escritos y gráficos que superpuestos, permitiesen reconstruir la imagen urbana del paseo. Esta primera aproximación, centraba la investigación en un análisis evolutivo del Paseo del Prado, en su inserción espacial como pieza urbana limítrofe de Madrid y en su concepción espacial intrínseca, jugando con los elementos integrantes de la misma.
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Tít. tomado de comienzo de texto
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Suplemento a la Gaceta de Madrid del martes 21 de noviembre de 1786
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Tít. tomado de comienzo de texto
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Tít. tomado de comienzo de texto
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Si bien se han ido realizando análisis sistemáticos desde el punto de vista arquitectónico de los diferentes jardines nacionales europeos, el jardín clásico español, a pesar del importante incremento de bibliografía operado en la última década, no ha sido todavía estudiado desde los criterios compositivos y espaciales propios de la disciplina arquitectónica. Responde el jardín clásico español a una organización perspectiva que proviene de las construcciones espaciales originadas y desarrolladas en Italia durante los siglos XV y XVI; establece, además, una importante conexión con la arquitectura de jardines contemporánea, es decir, las grandes corrientes europeas –desde el jardín renacentista italiano al barroco francés-, que asume, interpreta e incluso supera en cuanto a organización unitaria e integración con su entorno en varios ejemplos señeros. Pero esta imbricación europea se ve puntualizada por una influencia primordial: el concepto islámico del espacio arquitectónico, caracterizado por la fragmentación y la pérdida de la axialidad, que en España se extiende de forma generalizada. Fusionada con los principios perspectivos provenientes de Italia, esta concepción espacial proporciona a los jardines –y demás edificios- una gran riqueza espacial que, poco analizada y mal comprendida, se ha considerado habitualmente como falta de pericia compositiva. Este hecho ha negado a los jardines españoles originalidad alguna –otorgada, en cambio, a los hispanomusulmanes- y una clasificación periférica en la historia de la disciplina. El jardín clásico español presenta tres etapas principales: una primera, durante los siglos XVI y XVII, que se podría denominar renacentista; una segunda, en la primera mitad del siglo XVIII, de ascendencia barroca francesa, y, por último, en la segunda mitad del Ochocientos, el jardín neoclásico, que en buena medida retoma la organización formal de la primera etapa renacentista. Las tres influencias preponderantes en el jardín renacentista español son la hispanomusulmana, procedente de la ocupación islámica en España desde el siglo VIII hasta el XV, cuya estela se mantiene durante todo el desarrollo del jardín clásico; una flamenca, de menor calado y cuyo origen está en los contactos políticos de la corona española con Flandes, y, por último, la italiana, de donde procederá la espacialidad perspectiva propia del Renacimiento, extendida por toda Europa y conocida en España asimismo por vínculos políticos y culturales. El jardín hispanomusulmán va a proporcionar los rasgos distintivos de la jardinería española posterior, derivados de la necesaria adaptación compositiva a un medio físico poco idóneo para la implantación de jardines. Esta cuestión se soluciona tradicionalmente de forma perfecta con el patio y el apoyo de una serie de elementos arquitectónicos de carácter ligero articulados aleatoriamente con la vivienda para organizar su entorno, operación que produce un organismo superior asimétrico y estructurado a partir de pequeños fragmentos ordenados por ejes quebrados, cuyo crecimiento no presupone un cambio en las cualidades espaciales del jardín. Esta ordenación quebrada y la fragmentación espacial tienden a embarazar la unidad perspectiva renacentista, de tal forma que el jardín español no presenta grandes ejes visuales ni espacios fugados, sino pequeñas piezas independientes –adaptadas mejor a la corrección climática y al riego- que se agregan sin intención de regularidad o simetría, pues buscan la ambigüedad espacial mediante la ofuscación de la percepción y orientación en el jardín, como sucedía en las obras hispanomusulmanas. El jardín renacentista español tendrá una doble vertiente dependiendo del medio físico donde se asiente: si este es poco propicio a la implantación de jardines, se recuperará la ordenación espacial medieval musulmana como respuesta compositiva a dicho entorno remiso, pues los ensayos de jardines basados en elementos arquitectónicos, ante la dificultad de estructurar el espacio del jardín en España con las componentes naturales –topografía, vegetación y agua-, se realizaron con éxito y se reutilizaron en siglos posteriores, e incluso alcanzan el momento actual; contemporáneamente, en territorios propicios a la creación de jardines –generalmente, riberas de ríos-, se podrá desarrollar el espacio perspectivo unitario italiano, que producirá ejemplos de gran calidad. Así, Felipe II creará de forma simultánea jardines muy diferentes según su ubicación. Entre los de carácter más medieval destacan los del Alcázar de Madrid y Valsaín –con el antecedente de Yuste, promovido por Carlos V-, y de los plenamente renacentistas, la Casa de Campo, El Escorial y Aranjuez, éstos últimos de Juan Bautista de Toledo. Los dos primeros se organizan con varios recintos independientes articulados por ejes quebrados y ordenados a partir de elementos ligeros –galerías, torreones, miradores- que se proyectan hacia el exterior para dar forma al entorno inmediato del palacio. Los últimos, en cambio, utilizan las posibilidades del medio natural para estructurar los jardines, y establecen magníficos ejes de raigambre renacentista, origen de espacios perspectivos unitarios de gran interés, dado su tamaño y temprana fecha de creación. Así, en la Casa de Campo la villa se articula con un jardín llano cuya unidad espacial no tiene parangón en la Italia del momento; en Aranjuez, el Jardín de la Isla, independiente en su trazado del palacio que lo propicia, presenta una superposición de dos ejes con gradientes en sentido contrario, y una ordenación a escala territorial, las Huertas de Picotajo, con una malla focalizada de doble simetría adaptada a un difícil meandro del río Jarama y con capacidad de extensión ilimitada en la vega de Aranjuez, que es contemporánea pero mucho más evolucionada que los primeros tridentes creados en Italia y anterior en un siglo a las formalizaciones de Versalles. Frente a estas realizaciones reales, en España los jardines nobiliarios responden a una clara influencia medieval, como los del duque de Alcalá en Bornos, el marqués de Mondéjar, Bellaflor en Sevilla, la Casa del Rey en Arganda o el cigarral de Buenavista en Toledo. Pero en paralelo con éstos y promovidos por nobles conectados con Italia, se están implantando jardines de hispanomusulmana-, en fechas incluso anteriores a los construidos por la corona. Así, el marqués de Villena construye en Cadalso de los Vidrios un jardín con una tempranísima ordenación en terrazas que se integra con su entorno; el duque de Alba en Abadía realiza la misma operación con mayor desarrollo espacial; y en Béjar por el duque de esta ciudad salmantina se establece otro jardín de clara espacialidad italiana, pero con la casa fuera de la ordenación. El siglo XVII supone, en los escasos ejemplos construidos, la prolongación de la espacialidad renacentista introducida por Juan Bautista de Toledo. Hay una clara continuidad en los jardines aterrazados, como La Zarzuela y La Florida, mientras en el ejemplo llano principal, el Buen Retiro, se atiende más a la fragmentación hispana y a una adaptación de los sistemas de extensión al aumento de escala. Así había sucedido en Italia, donde los jardines de malla ortogonal se convirtieron en grandes parques focalizados, con avenidas arboladas y remates perspectivos, elementos que se repiten en el jardín madrileño, aunque sin la unidad conseguida en los precedentes mediante la focalización. El siglo XVIII va a conocer la nueva dinastía de los Borbones y el jardín barroco francés, que supondrá un cambio radical en la concepción espacial del jardín, aunque la influencia hispana no dejará de producirse. El tamaño de estos jardines, su coste de implantación y mantenimiento y la falta de adaptación al medio físico español serán los factores principales del escaso desarrollo que el jardín de Le Nôtre alcanzó en España. A pesar de los proyectos realizados - algunos de gran calidad, como los de Robert de Cotte para el Buen Retiro, los del Palacio Real Nuevo, el de Riofrío y el del castillo de Villaviciosa de Odón-, sólo se van a construir escasos parterres de los denominados urbanos. Entre ellos hay que destacar los del Buen Retiro, Aranjuez y palacios de Liria, Buenavista y Altamira en Madrid, Piedrahita para los duques de Alba, el convento de Santa Bárbara, Migas Calientes –algunos de éstos quedaron en proyecto-, a los que se añade un gran jardín con todos los componentes, que es San Ildefonso de La Granja. En La Granja se puede encontrar un parque completo a la francesa, que responde en mayor medida a los principios establecidos en el tratado de Dezallier d'Argenville que a la influencia directa de las obras de Le Nôtre. Pero la ordenación canónica de jardín barroco francés se particulariza mediante los dispositivos proyectuales de origen hispano, pues se desjerarquizan los ejes principales impidiendo su continuidad, que queda truncada por desarrollos paralelos, interrupciones perspectivas y ejes quebrados. En la segunda mitad del siglo XVIII, los propios monarcas Borbones recuperarán los jardines regulares de los Austrias, cuyos tipos llano y aterrazado tuvieron un importante desarrollo con Felipe II y Juan Bautista de Toledo y gozaban de un merecido prestigio. Ya con Fernando VI se introdujeron ordenaciones de inspiración renacentista, como en el Jardín del Príncipe de Aranjuez; pero será con su hermano Carlos III cuando se revisen las actuaciones filipinas. Juan de Villanueva fue el autor de los principales jardines del momento -entre ellos, las Casitas realizadas para el príncipe de Asturias, el futuro Carlos IV y su hermano el infante Don Gabriel- aunque Ventura Rodríguez realizó en esos años un magnífico epílogo del jardín aterrazado en España: el palacio para el infante Don Luis en Boadilla del Monte, así como proyectos para el parque del Palacio Real Nuevo. En las Casitas de El Escorial –en menor medida en El Pardo-, Villanueva recoge una larga tradición de jardines aterrazados que, además, inserta magistralmente en su entorno, dentro de la secular tradición española de adaptación al medio físico. Lejos de presentar una lectura canónica, aunque utilizando todos los recursos del tipo, el arquitecto consigue la ambigüedad espacial hispana mediante la superposición en el eje longitudinal de dos gradaciones de dirección contraria, accesos quebrados e interrupción de las visuales y el viario, sin prescindir de una ordenación clásica. También de Villanueva son el proyecto definitivo del Jardín Botánico, de gran claridad compositiva y orden científico, y, para el Palacio Real Nuevo y su entorno, el jardín previo a las Reales Caballerizas y una remodelación de la Casa de Campo y su acceso.
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Texto dado en Aranjuez el 14 de Mayo de 1789
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Real Cédula dada en San Lorenzo a 9 de no- viembre de 1775
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Hay un ejemplar encuadernado con: XVIII/2922
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Sign. : [ ]4, A2, B-E4, F2