364 resultados para Posguerra


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Globalización y equidad, asuntos trascendentes y definitorios para el futuro de nuestros pueblos, son, desafortunadamente términos que reflejan profundas contradicciones, ya que no es la equidad precisamente lo que caracteriza la actual globalización, que con signo neoliberal es propia del mundo de hoy, como expresión contemporánea de la internacionalización de la producción asociada al capitalismo altamente desarrollado. La globalización, en lo que se ha llamado su tercera etapa, se sustenta en significativos avances de las comunicaciones y la informática, que ofrecen amplias posibilidades para el desarrollo. Sin embargo, obtener los beneficios de ese proceso supone una participación equitativa de los avances científico-técnicos que la hacen posible, entendiendo por equidad el acceso en igualdad de condiciones a todo aquello a lo que se tiene derecho, de acuerdo a normas universales de justicia social. Semejantes premisas no están presentes hoy y diríamos que históricamente el concepto moderno de equidad no se ha desarrollado en esa dirección. Desde las tesis liberales de Adam Smith, que concebían el libre juego del mercado como el medio ideal para compatibilizar la búsqueda del beneficio individual con el mayor beneficio social, asistimos a la singular transfiguración del egoísmo personal en una virtud social, dando a la equidad, así concebida en los marcos de la concurrencia, un sello de igualdad de dudosa validez. Precisamente serían los socialistas utópicos primero y los marxistas después, los que cuestionarían el concepto de equidad así sustentado, llegando a la conclusión de que era necesario alcanzar una nueva forma de organización social si se quería lograr un mundo realmente equitativo. Ciento cincuenta años después, en la conciencia de la humanidad se abren paso de forma creciente los principios de equidad y justicia social propugnados por el pensamiento socialista, que impulsan la globalización de la solidaridad en contraposición a la globalización neoliberal. Este debate no solamente se ha desarrollado en Cuba. En el plano internacional tiene una historia más reciente, pero no menos contrapuesta. Después del reparto colonial del mundo y pasadas dos guerras mundiales, los propios intereses del desarrollo capitalista generaron la necesidad de superar el empleo de la fuerza como medio de dominación. La liberación de las antiguas colonias y los nuevos mecanismos de sometimiento neocolonial que la seguirían pusieron de manifiesto como nunca antes la desigualdad en el ejercicio del derecho al desarrollo y la inequidad del orden económico internacional existente. La experiencia de la posguerra demostró que si bien el capitalismo podía propiciar el crecimiento económico, no aseguraba con ello el acceso equitativo a sus frutos, y mucho menos a un desarrollo social adecuado. El debate internacional sobre estos temas tomó el rumbo del derrame sobre el desarrollo de los resultados del progreso, por la vía de un acelerado intercambio comercial que pondría de manifiesto en los años 60 y 70 del siglo pasado el hoy poco mencionado fenómeno del intercambio desigual y la necesidad de promover un nuevo orden económico internacional más justo. La expansión de los flujos financieros internacionales y su contradictorio devenir en los 80, se manifestarían con fuerza en la crisis de la deuda externa y los debates que la compañaron, hoy sepultados bajo la aparentemente infinita capacidad de movimiento del capital financiero especulativo, con sus soluciones salvadoras de corto plazo que no han hecho más que agudizar las contradicciones del endeudamiento creciente del Tercer Mundo, tema que se pretende ignorar hasta en las conferencias financieras más recientes.

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Sostiene que la necesidad de establecer un justo equilibrio entre mercado y acción estatal, sobre la base de un diagnóstico objetivo de las virtudes y deficiencias de uno y la otra, constituye una de las grandes lecciones de la experiencia económica de la posguerra para el futuro de las relaciones entre planificación y mercado.

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Sostiene que la necesidad de establecer un justo equilibrio entre mercado y acción estatal, sobre la base de un diagnóstico objetivo de las virtudes y deficiencias de uno y la otra, constituye una de las grandes lecciones de la experiencia económica de la posguerra para el futuro de las relaciones entre planificación y mercado.

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Para quienes compartimos con Pedro Vuskovic una experiencia de amistad y colaboración profesional a lo largo de muchos años, la noticia de su fallecimiento en México nos ha provocado un sentimiento de profundo pesar. No sólo por las circunstancias mismas de su muerte, al cabo de una cruel enfermedad que fue minando gradualmente su capacidad física -aunque no la intelectual- sino por la pérdida de un latinoamericano de gran valía, de un maestro formador de numerosas generaciones de jóvenes de nuestro continente, y del compañero de tantas jornadas de lucha intelectual y política. Pedro ingresó a la CEPAL en 1950, prácticamente desde los inicios de la institución. Por espacio de casi 20 años realizó en su seno una brillante labor profesional, habiendo culminado su carrera en ella como Director de la División de Desarrollo. Sus aportes fueron decisivos para la estructuración y difusión del pensamiento cepalino, en una época en la que bullían las inquietudes de una pléyade de talentosos economistas y otros cientistas sociales. Eran los años de la posguerra, los cincuenta y los sesenta, cuando era menester "construir" a América Latina. Y Pedro Vuskovic colocó muchos ladrillos en esa colectiva construcción teórico-política que ha tenido tanta trascendencia para los países de la región. Coetáneamente, fue profesor en los programas de capacitación de la CEPAL y del ILPES, a la vez que impartía clases en la Escuela de Economía y en la de Sociología de la Universidad de Chile, así como en la Escuela de Economía de la Universidad de Concepción. Al retirarse de la CEPAL se incorporó de lleno a la actividad académica, desempeñándose como Director del Instituto de Economía de la Universidad de Chile, para luego pasar a ocupar un lugar de primer plano en la política chilena. En noviembre de 1970 fue designado Ministro de Economía por el Presidente Salvador Allende y en junio de 1972 pasó a ocupar el cargo de Vicepresidente Ejecutivo de la Corporación de Fomento de la Producción, con rango de Ministro, el que desempeñó hasta septiembre de 1973. Cuando las circunstancias políticas lo llevaron al exilio en México, país que lo acogió generosamente, como a tantos otros latinoamericanos que enfrentaban problemas similares, Pedro siguió desarrollando una importante labor académica, primero en el Centro de Investigación y Docencia Económicas, donde dirigió el Instituto de Estudios Económicos de América Latina, y posteriormente en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México, donde fue designado Coordinador de un programa de estudios sobre pobreza y alternativas de desarrollo en diversos países de Latinoamérica. Aun cuando será recordado por su importante actuación política, su labor como académico y economista debe ser especialmente destacada. Junto con ser un expositor brillante, metódico e incisivo, que dominaba sus temas con gran sapiencia y amplitud, Pedro sentía un especial regocijo de estar con la juventud, estimularla intelectualmente y ser estimulado por ella. Las muchas generaciones de estudiantes latinoamericanos que tuvieron la fortuna de ser sus alumnos pueden dar testimonio de ello. A su vocación de investigador y maestro, Pedro Vuskovic unía una profunda sensibilidad política y social, que lo llevó a tomar como propia la causa de los pobres y los desamparados de América Latina, cuya situación pudo conocer muy tempranamente en su vida a través de los numerosos trabajos que realizó dentro del ámbito de la CEPAL. Fue tenaz y consecuente en sus ideas y principios, y luchó por ellas en todas las arenas en que estuvo situado --académicas y políticas- hasta el final de su vida. Quienes fuimos sus amigos y colegas recordamos también su bonhomía, sentido del humor y gran calidad humana, rasgos que iban unidos a una lealtad a toda prueba a sus principios valóricos. Nuestra despedida es con emoción; Pedro Vuskovic nos deja un legado de recuerdos y enseñanzas que tendremos siempre presentes. En nombre de sus amigos y colegas, Jacobo Schatan, Ex Director de la División Agrícola Conjunta CEPAL/FAO

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