961 resultados para Intereses de los lectores libros y Lectura para jóvenes


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La educación del príncipe en la Edad Moderna era de una importancia capital, ya que a través de la educación del futuro gobernante se intentaba lograr que este se convirtiera en un gobernante ideal, en un príncipe perfecto. Estas ideas provenían desde la Baja Edad Media, cuando se difundieron en enorme cantidad los Espejos de Príncipes o Nortes de Príncipes o similares, que propugnaban la educación del futuro gobernante desde diferentes aspectos, el primero y fundamental era el aspecto religioso, que se debía complementar o ampliar con el cultural y con el caballeresco, pero siempre primándose la educación religiosa. A parte de estos estudios humanísticos, junto con la historia se empiezan a desarrollar o a acercar al príncipe las historias de guerras y estrategias de batallas. Estas historias tienen un claro carácter militarizante, que aprenda y sepa como es la guerra. Además,durante su infancia también tenía lugar otro tipo de aprendizaje, el de las armas y la preparación militar, en el que se le enseñaba a batirse y a manejar diferentes tipos de armas, lo que dotaba al príncipe de agilidad, vigor, fuerza y destreza física. Esta preparación física, junto a la instrucción militar, se le enseñaba a montar a caballo, a cazar, a justar, etc.

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El presente artículo se propone comparar dos novelas cuyo común denominador es el compromiso antitotalitario con motivo de la quema de libros considerada como el culmen de la barbarie anticultural, a saber Los libros arden mal (2006) de Manuel Rivas y Fahrenheit 451 (1953) de Ray Bradbury. Partiendo de las reflexiones de Fernando Rodríguez de la Flor en torno al biblioclasmo (2004), el paralelo se centra en los siguientes aspectos: la descripción zoo- y antropomorfizada de los libros en llamas; el biblioclasmo como expresión del totalitarismo, denotando asimismo una relación ambivalente y dialéctica entre cultura y barbarie; los movimientos subversivos dedicados a mantener el culto al libro y la tradición filosófico-literaria; la intertextualidad y el papel destacado de la Biblia en cuanto Libro de los libros. En conclusión se podrá constatar que, a pesar de numerosos puntos en común, en particular su compromiso antitotalitario, ambos autores se distinguen en concreto por su orientación política y el enfoque de su crítica cultural.