943 resultados para Tomás de Aquino, Santo, 1225?-1274.
Resumo:
Resumen: Durante los últimos años se ha podido notar de parte de los especialistas del pensamiento de Santo Tomás un interés creciente en sus comentarios bíblicos. Este ensayo se inscribe en este movimiento. El autor intenta llamar la atención a la teología del Espíritu Santo tal como esta se presenta no solo en la Suma de Teología sino también en otros escritos del Doctor Común. Después de presentar un resumen de las cuestiones 27 - 36, 37 y 38 de la primera parte de la ST, muestra la sorprendente riqueza de los tratados sobre el Espíritu Santo en la Suma contra los Gentiles, IV. cc. 15 a 26. El rol central e importantísimo del Espíritu Santo en la vida de la Iglesia es estudiado en un análisis del comentario de Tomás a las Cartas de san Pablo, en particular a la Carta a los Romanos y del Evangelio según San Juan. Para subrayar la dignidad de la devoción al Espíritu Santo, el autor ha añadido una sección sobre los Dones del Espíritu Santo, en particular en su relación con las virtudes teologales y morales, y con los Carismas. Unas páginas sobre la Ley Nueva como la gracia del Espíritu Santo concluyen este estudio.
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Introducción: «La fe es la firme seguridad de lo que esperamos, la convicción de lo que no vemos», dice San Pablo en la Epístola a los Hebreos, y Santo Tomás en la Suma Teológica muestra que estas luminosas palabras encierran todos los elementos necesarios para alcanzar el concepto que nos permita entender nuestro tema. Es así que podemos distinguir a la fe de todos los demás actos que pertenecen al entendimiento, es decir que esta afirmación del Apóstol expresada no en forma de definición, al menos no en la forma que hubieran exigido Aristóteles y el mismo Santo Tomás, contiene todos los elementos de una definición conceptual como exigiría el Organon aristotélico. Porque al decir: es la firme seguridad de lo que esperamos, relaciona el acto de la fe con el fin, que es objeto de la voluntad, y al decir que es la convicción de lo que no vemos, lo relaciona con el entendimiento y lo distingue de todos los demás actos de éste, ya que la convicción se distingue de la opinión, de la sospecha y de la duda, y al decir lo que no vemos distingue el acto de fe respecto de la ciencia y del entendimiento...
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Resumen: Santo Tomás obtuvo la distinción de hombre y persona de la evidencia del mal humano, cuyas manifestaciones más importantes son los padecimientos corporales y espirituales, que culminan en la muerte, la debilidad de la razón y la carencia de armonía y de orden en sus facultades. Para la comprensión adecuada del hombre, lo sitúa en la escala de los entes según los grados de perfección. Desde ella, se advierte que el hombre tiene un único ser, aunque esté compuesto de cuerpo y espíritu, que le anima. Es el acto de ser de un espíritu, que unifica todos los constitutivos humanos y que proporciona una mayor individualidad que la que poseen los otros entes. La individualidad o incomunicabilidad única del hombre se expresa con el término «persona», que tiene un estatuto lógico y gramatical especial. La persona expresa directamente al ser, sin la mediación de la esencia y los trascendentales, que explican su gran perfección.
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El propósito de este artículo es indagar en el diálogo entre la teología y la ciencia, que encuentra a la Iglesia Católica entre sus protagonistas más destacados. Luego de algunas aclaraciones contextualizadoras, el autor introduce la cuestión de “lo científico” en la Edad Media y de cómo Santo Tomás se relaciona con ello, sobre todo en su consideración de la filosofía aristotélica. En un segundo momento, se realiza un recorrido por los testimonios más interesantes de la obra tomasiana sobre la conexión entre teología y ciencia, que evidencian una actitud “razonablemente equilibrada” con respecto al aporte de la ciencia para el conocimiento teológico: la fe no puede renunciar a la razón.
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Resumen: De acuerdo a la mente de Santo Tomás de Aquino, la potencia de conocimiento sensible que se denomina «cogitativa » es susceptible de una doble consideración. Por un lado, es la estimativa animal y, como tal, aprehende su mismo objeto formal quod, esto es, las intenciones de beneficio o perjuicio a nivel sensible. Pero a causa de su particular modo de operar, esas intenciones no son conocidas por ella solamente en orden a la conservación del individuo humano o de la especie a la que él pertenece. El reconocimiento de una doble dimensión de la cogitativa está en Santo Tomás justificado por la particular relación que existe entre ella y la razón universal. Por un lado, la cogitativa no es una facultad distinta de la estimativa natural. Por esto, ella aprehende las intenciones necesarias para la perfección de la vida sensitiva humana. Por otro lado, la razón ejerce sobre la cogitativa un influjo particular que la hace operar a su modo, esto es, de manera discursiva. Este carácter móvil en la aprehensión de la cogitativa permite la conformación de una experiencia a nivel sensible, en virtud de la cual su objeto formal se ve ampliado. Esto resulta aún más razonable si se tiene en cuenta que el conocimiento sensorial del hombre prepara el intelectual. De esta manera, la cogitativa no aprehende simplemente al individuo como beneficioso o perjudicial para la subsistencia del cognoscente, sino como sujeto de una cierta naturaleza.
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Resumen: En el pensamiento de Santo Tomás de Aquino, la Filosofía Moral y la Teología Moral tienen al bien como concepto central, es decir, el ser en cuanto apetecible y en cuanto fin de la tendencia o apetito. Lo anterior es debido a que lo bueno expresa el ser en cuanto se relaciona con el apetito y de este modo señala la capacidad del ser para mover la voluntad o una tendencia cualquiera hacia su fin. Es por esto que Santo Tomás sostiene con Aristóteles que el bien coincide con la noción de fin. Y es por la importancia de estos principios y por su repercusión en la moral y sobretodo en la explicación de la libertad moral, que este breve trabajo consiste en una profundización en las relaciones entre el bien, el fin y la naturaleza y algunas de sus aplicaciones a lo que se conoce como tendencia natural o apetito natural y la tendencia libre que se refiere a la voluntad sobre todo a la voluntad de la persona humana. No se trata de un intento por presentar todas las conclusiones que de estos principios se siguen, lo cual correspondería a la Filosofía o a la Teología Moral, sino más bien de una profundización en los principios metafísicos, para asentar los cimientos del orden moral.
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Resumen: En este trabajo seguimos la presentación de la materia, la forma y la privación realizada por Santo Tomás de Aquino en los dos primeros capítulos del De principiis naturae. Identificados como los principios de la naturaleza, son la clave para entender las definiciones de generación de las que nos provee el Aquinate. Él entiende la generación, protagonista de los cambios del mundo material, en sus principios, descubiertos en sus relaciones acto-potenciales. Completa esta presentación la distinción entre las substancias y los accidentes y sus consecuencias en el campo de los cambios de los cuerpos. Luego, Santo Tomás extiende los análisis de la privación y de la materia. La privación, entonces, es bien distinguida de la negación, porque el Aquinate muestra su dimensión potencial. La materia, por otro lado, se descubre en su pluralidad de sentidos y nos permite hablar de una participación de la materia, a partir de la principalísima materia ex qua o primera. Por último, tomamos nota de las fuentes secundarias de este texto, revisando pasajes de San Agustín y Averroes.
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Resumen: Es un hecho que Dios ha impreso de un modo necesario e indefectible la dirección hacia su fin a las creaturas materiales y a las creaturas espirituales incluido el caso concreto del hombre. Pero también es un hecho que en el mundo corpóreo, la persona humana cuenta con la libertad de los medios para alcanzar dicho fin. En esto se distingue el hombre de los animales irracionales, en que la naturaleza espiritual y libre ha de ser encauzada en su actividad por una ley específicamente distinta a la del mundo irracional, que a la vez de conducirla eficazmente hacia su fin, sea compatible con la libertad. Dada la relevancia de este tema para la comprensión del problema moral del hombre, el objeto de este trabajo es profundizar en la naturaleza del acto libre y por ende en los principios que fundamentan la libertad en el pensamiento de Santo Tomás de Aquino quien sin lugar a duda ha logrado una gran profundidad en el análisis del acto humano.
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Introducción: A lo largo de su obra, J. Ratzinger ha destacado la dimensión histórica de la revelación divina como un rasgo esencial de la religión de Israel y, de un modo específico, de la fe cristiana. En las últimas décadas el hoy Papa Benedicto XVI ha renovado esta afirmación, ante interpretaciones que correrían el riesgo de oscurecer dicha dimensión del obrar divino como objeto de fe. Sus expresiones recientes podrían ponerse en relación con otras tempranas sobre santo Tomás de Aquino, al compararlo con representantes de la tradición platónico-agustiniana, como san Buenaventura. En esta presentación haremos referencia sucesivamente a algunas de dichas observaciones tempranas de J. Ratzinger, a la vinculación entre el misterio de Dios y obrar divino en la creación y en la historia en algunos textos del Aquinate, y a expresiones más recientes de Benedicto XVI, que permiten percibir un cierto diálogo subyacente con sus fuentes, así como la actualidad del tema.
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Resumen: La actitud mental del apóstol San Pablo en el Areópago de Atenas (Hch 17), la perspectiva con la que encara su misión evangelizadora, es uno de los modelos que Su Santidad Juan Pablo II presenta a los nuevos evangelizadores, en dos encíclicas suyas que son marco de referencia en este artículo: Redemptoris missio y Fides et ratio. Pablo en el Areópago de Atenas y Tomás de Aquino en París recorren caminos de encuentro con los otros, de diálogo profundo con los interlocutores, y ambos saben contar con los elementos de verdad que adquiridos por la razón, el arte, la experiencia de vida y la revelación sobrenatural, forman parte de la historia de los otros. En el contexto histórico de la teología del siglo XIII en Colonia y en París, San Alberto Magno y Santo Tomás se contaron entre aquellos que abrieron paso para reproponer una perspectiva de las verdades reveladas que iba más allá del solo comentario literal y la paráfrasis a los libros de las Sagradas Escrituras, y ambos invitaban a hacer legítimo recurso a los filósofos paganos, por entonces prohibidos a los estudiantes de la sagrada doctrina. En este contexto el De ente et essentia de Santo Tomás se presenta como un prototipo, como un modelo en miniatura de ese diálogo nuevo y fecundo. Más que detenernos en las tesis del De ente, lo proponemos como una iniciación al pensamiento filosófico y teológico del Aquinate, o más precisamente, una iniciación a su estilo de hacer teología complementando amigablemente la fe y la razón. La actitud inaudita del diálogo no excluyente que el albertismo y el tomismo inician con la Biblia, con Aristóteles, con el neoplatonismo cristiano, con filósofos judíos y árabes y que Santo Tomás cristaliza en este breve sermón o discurso acerca del ente y de la esencia, del alma humana, de los ángeles y de Dios, muestra la creatividad de su diálogo con la cultura, que integra las riquezas subjetivas de los principales interlocutores de su tiempo y de la historia del pensamiento. La tradición es la tierra fértil en la que se nutre el pensamiento original del presente. El magisterio de Santo Tomás en los areópagos de hoy es el magisterio tomista de hoy en los areópagos del mundo.
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