3 resultados para Cuentos policiacos y de misterio
em Digital Commons at Florida International University
Resumo:
Si el siglo XX creó una extendida conciencia sobre las variantes de la intertextualidad en la ficción literaria, hoy enfrentamos transformaciones en la naturaleza de la ficción y sus relaciones con otras formas discursivas y/o creativas como el arte, y con la misma realidad, que es posible designar con el concepto de ficción extrema. Desde "Don Quijote" o "Las meninas" hay incursiones en la metaficción y/o autorrefecividad. Pero a partir de las vanguardias modernistas y de modo creciente en los estertores de la postmodernidad nos abocamos a un singular tipo de hipertextualidad que desbordando lo literario se apropia de prácticas artísticas (o lo contrario) como recurso para la transposición de sus ficciones, no sólo de uno a otro campo, sino para su inserción en la realidad: la ficción extrema. ^ Max Aub (España 1903-México 1973), Leonora Carrington (Inglaterra 1917-México 2011) y Enrique Vila-Matas (España 1958), radicalizaron este tránsito o filtración de los imaginarios artísticos y literarios subvirtiendo las delimitaciones entre —pintor catalán Jusep Torres Campalans, junto con sus obras pictóricas, creadas como sombra o doble de Picasso. Así insertó su existencia en ciertos dominios del cubismo como un modo de meta-crítica artística. Carrington asumió un doble animal que transitó entre cuentos y cuadros y se inscribió en la memoria del surrealismo. Vila-Matas narró su "Historia abreviada de la literatura portátil" como un doble del espectro Marcel Duchamp —a su vez asaltado por otros— que reescribe la memoria del dadaísmo de tal modo que ha llegado a ser confundida con un ensayo. La revisión de las estrategias de la ficción extrema en estos autores junto con las de otros contemplados en el epilogo —Mario Bellatín, y los artistas Liliana Porter, Luis Camnitzer, José Guillermo Castillo, Ana Tisconia, Rubén Torres Llorca y Carlos Amorales— arroja nueva luz sobre sus obras, enriquece los estudios transatlánticos y revela la movilidad y multiplicación de la identidad y los deslizamientos de la ficción en la realidad como signos de tránsito a la altermodernidad.^
Resumo:
Si el siglo XX creó una extendida conciencia sobre las variantes de la intertextualidad en la ficción literaria, hoy enfrentamos transformaciones en la naturaleza de la ficción y sus relaciones con otras formas discursivas y/o creativas como el arte, y con la misma realidad, que es posible designar con el concepto de ficción extrema. Desde “Don Quijote” o “Las meninas” hay incursiones en la metaficción y/o autorrefecividad. Pero a partir de las vanguardias modernistas y de modo creciente en los estertores de la postmodernidad nos abocamos a un singular tipo de hipertextualidad que desbordando lo literario se apropia de prácticas artísticas (o lo contrario) como recurso para la transposición de sus ficciones, no sólo de uno a otro campo, sino para su inserción en la realidad: la ficción extrema. Max Aub (España 1903-México 1973), Leonora Carrington (Inglaterra 1917-México 2011) y Enrique Vila-Matas (España 1958), radicalizaron este tránsito o filtración de los imaginarios artísticos y literarios subvirtiendo las delimitaciones entre —pintor catalán Jusep Torres Campalans, junto con sus obras pictóricas, creadas como sombra o doble de Picasso. Así insertó su existencia en ciertos dominios del cubismo como un modo de meta-crítica artística. Carrington asumió un doble animal que transitó entre cuentos y cuadros y se inscribió en la memoria del surrealismo. Vila-Matas narró su “Historia abreviada de la literatura portátil” como un doble del espectro Marcel Duchamp —a su vez asaltado por otros— que reescribe la memoria del dadaísmo de tal modo que ha llegado a ser confundida con un ensayo. La revisión de las estrategias de la ficción extrema en estos autores junto con las de otros contemplados en el epilogo —Mario Bellatín, y los artistas Liliana Porter, Luis Camnitzer, José Guillermo Castillo, Ana Tisconia, Rubén Torres Llorca y Carlos Amorales— arroja nueva luz sobre sus obras, enriquece los estudios transatlánticos y revela la movilidad y multiplicación de la identidad y los deslizamientos de la ficción en la realidad como signos de tránsito a la altermodernidad.
Resumo:
La novela posnacional es un fenómeno relativamente reciente en la literatura latinoamericana. Sus orígenes se sitúan en los noventa, como parte de una narrativa que se rebela contra la llamada literatura del Boom originada en los sesenta. Los escritores posnacionales—a diferencia de sus predecesores—no se muestran obsesionados por la identidad latinoamericana. La globalización, el fracaso del socialismo y el descrédito de las grandes utopías son otros fenómenos que explican la emergencia de una narrativa que trasciende los márgenes nacionales. La literatura posnacional cubana se inserta dentro de esta corriente. Luego de la caída del Muro de Berlín, los jóvenes escritores cubanos comienzan a incluir una retórica diferente en sus creaciones: eluden el compromiso político militante, evitan los mensajes altruistas y abandonan las pretensiones de definir posiciones con relación al futuro de la patria o a su propia identidad. El proyecto revolucionario y su destino—tópico narrativo por más de tres décadas—desaparece como tema. El modo particular de la literatura posnacional cubana se expresa en la desesperanza y el desencanto. El propósito de esta disertación es ejemplificar dicha noción a través del análisis de los proyectos literarios de tres escritoras cubanas contemporáneas: Ena Lucía Portela, Anna Lidia Vega Serova y Karla Suárez. Además de sus cuentos, se analizan las novelas “Djuna y Daniel”, de Ena Lucía Portela; “Ánima fatua”, de Anna Lidia Vega Serova y “La viajera” de Karla Suárez. Estas novelas, además de ser ejemplos de la existencia en Cuba de una tradición en la narrativa latinoamericana contemporánea desvinculada de las preocupaciones nacionales, rompen con el paradigma del hombre heterosexual revolucionario. Los protagonistas de estas nuevas ficciones, por lo general mujeres, son personas desarraigadas y alejadas de la sociedad, ocasionales consumidoras de estupefacientes y que practican relaciones homosexuales. La transgresión de los estereotipos de género y de los comportamientos heteronormativos se convierte en un instrumento de dinámica posmoderna que presenta nuevos códigos y supone un desafío a los principios tradicionales del modelo revolucionario cubano.