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em Memoria Académica - FaHCE, UNLP - Argentina
Resumo:
El interés de la industria editorial española por la literatura hispanoamericana resurge a partir de los años noventa del siglo XX, al tiempo que se fomentan otras relaciones culturales y económicas de diverso tipo. Por un lado, los grandes grupos apuestan con riesgos mínimos y controlados; por otro, editoriales independientes tienen por objetivo descubrir nuevas voces con talento y calidad literaria. En el caso de Anagrama se ha abierto el catálogo a escritores como Bolaño, Aira, Pitol, Neuman o Pauls, pero también se ha creado una especie de redil anagramático, en palabras de Herralde, y así un grupo de escritores "de marca" disfruta del capital simbólico de la editorial, al tiempo que lo incrementa con el suyo propio gracias a su notable producción y su proyección internacional
Resumo:
El interés de la industria editorial española por la literatura hispanoamericana resurge a partir de los años noventa del siglo XX, al tiempo que se fomentan otras relaciones culturales y económicas de diverso tipo. Por un lado, los grandes grupos apuestan con riesgos mínimos y controlados; por otro, editoriales independientes tienen por objetivo descubrir nuevas voces con talento y calidad literaria. En el caso de Anagrama se ha abierto el catálogo a escritores como Bolaño, Aira, Pitol, Neuman o Pauls, pero también se ha creado una especie de redil anagramático, en palabras de Herralde, y así un grupo de escritores "de marca" disfruta del capital simbólico de la editorial, al tiempo que lo incrementa con el suyo propio gracias a su notable producción y su proyección internacional
Resumo:
El interés de la industria editorial española por la literatura hispanoamericana resurge a partir de los años noventa del siglo XX, al tiempo que se fomentan otras relaciones culturales y económicas de diverso tipo. Por un lado, los grandes grupos apuestan con riesgos mínimos y controlados; por otro, editoriales independientes tienen por objetivo descubrir nuevas voces con talento y calidad literaria. En el caso de Anagrama se ha abierto el catálogo a escritores como Bolaño, Aira, Pitol, Neuman o Pauls, pero también se ha creado una especie de redil anagramático, en palabras de Herralde, y así un grupo de escritores "de marca" disfruta del capital simbólico de la editorial, al tiempo que lo incrementa con el suyo propio gracias a su notable producción y su proyección internacional