6 resultados para Neobaroque

em Memoria Académica - FaHCE, UNLP - Argentina


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Rubén Darío es el primer escritor en lengua castellana que reivindica sin matices y de manera plena la obra de Luis de Góngora. Su propuesta se encuentra plasmada en Cantos de vida y esperanza a través del tríptico de sonetos "Trébol" y el poema que abre el poemario ("Yo soy aquel que ayer no más decía"), en el cual confiesa que dos de sus grandes influencias son Góngora y Paul Verlaine. A partir de este diálogo inicial que establece Darío, la crítica ha insistido desde muy temprano sobre las afinidades que se encuentran entre el Modernismo y el Barroco. Pero debajo de las afinidades existen desde luego diferencias cruciales, que en este trabajo desarrollo a partir de tres ejes comparativos: la política, la religión y el lenguaje. Tras esta comparación, sostengo que el Modernismo, a través de Darío, arranca el Barroco de su suelo histórico y lo coloca en los dilemas y las contradicciones modernas del artista con la sociedad. Con esto, sienta las bases de lo que más tarde será el Neobarroco.

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En las décadas de 1960 y 1970 convergen varias de las líneas que, desde principios del siglo XX, habían centrado las discusiones en torno del Barroco. Tanto en Europa como en América, y desde diversas disciplinas -filología, ensayo literario, retórica, historia, filosofía, psicoanálisis- el Barroco es visto como un punto de partida de la cultura moderna. En 1975 José Antonio Maravall publica La cultura del Barroco, definida como un concepto histórico, en oposición a la teoría de los eones y las constantes desarrollada por Eugenio d'Ors. Para Maravall el Barroco vincula a España con el surgimiento de la modernidad. Años antes, el cubano José Lezama Lima ve en el Barroco el puente que establece la continuidad entre la cultura española y la americana, lanzándola hacia el futuro. Y en el París de la década de 1970, Severo Sarduy introduce el barroco y neobarroco entre los conceptos que circulan en el intenso intercambio intelectual del momento. Proponemos un abordaje de la cuestión en el cruce de esas líneas diversas

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Rubén Darío es el primer escritor en lengua castellana que reivindica sin matices y de manera plena la obra de Luis de Góngora. Su propuesta se encuentra plasmada en Cantos de vida y esperanza a través del tríptico de sonetos "Trébol" y el poema que abre el poemario ("Yo soy aquel que ayer no más decía"), en el cual confiesa que dos de sus grandes influencias son Góngora y Paul Verlaine. A partir de este diálogo inicial que establece Darío, la crítica ha insistido desde muy temprano sobre las afinidades que se encuentran entre el Modernismo y el Barroco. Pero debajo de las afinidades existen desde luego diferencias cruciales, que en este trabajo desarrollo a partir de tres ejes comparativos: la política, la religión y el lenguaje. Tras esta comparación, sostengo que el Modernismo, a través de Darío, arranca el Barroco de su suelo histórico y lo coloca en los dilemas y las contradicciones modernas del artista con la sociedad. Con esto, sienta las bases de lo que más tarde será el Neobarroco.

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En las décadas de 1960 y 1970 convergen varias de las líneas que, desde principios del siglo XX, habían centrado las discusiones en torno del Barroco. Tanto en Europa como en América, y desde diversas disciplinas -filología, ensayo literario, retórica, historia, filosofía, psicoanálisis- el Barroco es visto como un punto de partida de la cultura moderna. En 1975 José Antonio Maravall publica La cultura del Barroco, definida como un concepto histórico, en oposición a la teoría de los eones y las constantes desarrollada por Eugenio d'Ors. Para Maravall el Barroco vincula a España con el surgimiento de la modernidad. Años antes, el cubano José Lezama Lima ve en el Barroco el puente que establece la continuidad entre la cultura española y la americana, lanzándola hacia el futuro. Y en el París de la década de 1970, Severo Sarduy introduce el barroco y neobarroco entre los conceptos que circulan en el intenso intercambio intelectual del momento. Proponemos un abordaje de la cuestión en el cruce de esas líneas diversas

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Rubén Darío es el primer escritor en lengua castellana que reivindica sin matices y de manera plena la obra de Luis de Góngora. Su propuesta se encuentra plasmada en Cantos de vida y esperanza a través del tríptico de sonetos "Trébol" y el poema que abre el poemario ("Yo soy aquel que ayer no más decía"), en el cual confiesa que dos de sus grandes influencias son Góngora y Paul Verlaine. A partir de este diálogo inicial que establece Darío, la crítica ha insistido desde muy temprano sobre las afinidades que se encuentran entre el Modernismo y el Barroco. Pero debajo de las afinidades existen desde luego diferencias cruciales, que en este trabajo desarrollo a partir de tres ejes comparativos: la política, la religión y el lenguaje. Tras esta comparación, sostengo que el Modernismo, a través de Darío, arranca el Barroco de su suelo histórico y lo coloca en los dilemas y las contradicciones modernas del artista con la sociedad. Con esto, sienta las bases de lo que más tarde será el Neobarroco.

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En las décadas de 1960 y 1970 convergen varias de las líneas que, desde principios del siglo XX, habían centrado las discusiones en torno del Barroco. Tanto en Europa como en América, y desde diversas disciplinas -filología, ensayo literario, retórica, historia, filosofía, psicoanálisis- el Barroco es visto como un punto de partida de la cultura moderna. En 1975 José Antonio Maravall publica La cultura del Barroco, definida como un concepto histórico, en oposición a la teoría de los eones y las constantes desarrollada por Eugenio d'Ors. Para Maravall el Barroco vincula a España con el surgimiento de la modernidad. Años antes, el cubano José Lezama Lima ve en el Barroco el puente que establece la continuidad entre la cultura española y la americana, lanzándola hacia el futuro. Y en el París de la década de 1970, Severo Sarduy introduce el barroco y neobarroco entre los conceptos que circulan en el intenso intercambio intelectual del momento. Proponemos un abordaje de la cuestión en el cruce de esas líneas diversas