12 resultados para Militarismo

em Memoria Académica - FaHCE, UNLP - Argentina


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Los acontecimientos revolucionarios de 1848 fueron decisivos en los desarrollos conceptuales posteriores. La guerra, y la violencia, ocuparon un lugar central en el estudio detallado de sus reglas. Este trabajo intenta presentar algunos puntos nodales que intentan avanzar en la respuesta a esta pregunta: ¿Cabe la analogía de la guerra con la lucha de clases? En este sentido el trabajo se limita a señalar los ejes de este debate sobre la base de una relectura de dos clásicos. Sun Tzu y su Arte de la guerra, y varios textos de Engels. La hipótesis sostenida en el trabajo es que la lucha de clases, como momento político, encierra la posibilidad de la guerra sólo como un momento del antagonismo. El conocimiento de esas reglas potencia la capacidad de resolver de manera victoriosa el enfrentamiento, pero no es su contenido. Fijar el antagonismo como guerra es hacer de la lucha un militarismo que soslaya la construcción de una fuerza capaz de dar ese enfrentamiento directo. Intentaré mostrar cómo este debate señala puntos relevantes para entender las líneas políticas a finales de los sesenta en la Argentina

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Fil: Manzoni, Gisela Paola. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación; Argentina.

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Los acontecimientos revolucionarios de 1848 fueron decisivos en los desarrollos conceptuales posteriores. La guerra, y la violencia, ocuparon un lugar central en el estudio detallado de sus reglas. Este trabajo intenta presentar algunos puntos nodales que intentan avanzar en la respuesta a esta pregunta: ¿Cabe la analogía de la guerra con la lucha de clases? En este sentido el trabajo se limita a señalar los ejes de este debate sobre la base de una relectura de dos clásicos. Sun Tzu y su Arte de la guerra, y varios textos de Engels. La hipótesis sostenida en el trabajo es que la lucha de clases, como momento político, encierra la posibilidad de la guerra sólo como un momento del antagonismo. El conocimiento de esas reglas potencia la capacidad de resolver de manera victoriosa el enfrentamiento, pero no es su contenido. Fijar el antagonismo como guerra es hacer de la lucha un militarismo que soslaya la construcción de una fuerza capaz de dar ese enfrentamiento directo. Intentaré mostrar cómo este debate señala puntos relevantes para entender las líneas políticas a finales de los sesenta en la Argentina

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Fil: Manzoni, Gisela Paola. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación; Argentina.

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Los acontecimientos revolucionarios de 1848 fueron decisivos en los desarrollos conceptuales posteriores. La guerra, y la violencia, ocuparon un lugar central en el estudio detallado de sus reglas. Este trabajo intenta presentar algunos puntos nodales que intentan avanzar en la respuesta a esta pregunta: ¿Cabe la analogía de la guerra con la lucha de clases? En este sentido el trabajo se limita a señalar los ejes de este debate sobre la base de una relectura de dos clásicos. Sun Tzu y su Arte de la guerra, y varios textos de Engels. La hipótesis sostenida en el trabajo es que la lucha de clases, como momento político, encierra la posibilidad de la guerra sólo como un momento del antagonismo. El conocimiento de esas reglas potencia la capacidad de resolver de manera victoriosa el enfrentamiento, pero no es su contenido. Fijar el antagonismo como guerra es hacer de la lucha un militarismo que soslaya la construcción de una fuerza capaz de dar ese enfrentamiento directo. Intentaré mostrar cómo este debate señala puntos relevantes para entender las líneas políticas a finales de los sesenta en la Argentina

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El presente trabajo tiene por objetivo explorar las formas de la educación física en Rosario durante la entreguerras. Especialmente nos interesa reconstruir la trayectoria de un maestro de esgrima que estuvo en el centro del desarrollo de estas actividades a lo largo de este período, experimentando en su propia trayectoria las transformaciones de la cultura física urbana. Juan Bautista Arrospidegaray nació en Rosario en 1876 y fue formado como maestro de esgrima. Su trayectoria se inició en una academia privada de esgrima de la ciudad y continuó con la organización de Batallones Escolares del Centenario. Se unió al Cuerpo de Bomberos de Rosario, fue director del Departamento Municipal de Esgrima, miembro de la Comisión Directiva del Tiro Federal de Rosario, profesor de educación física de los colegios confesionales San José y Sagrado Corazón de Rosario, fundador del grupo Vanguardias de la Patria de Rosario, Director del Stadium Municipal e Inspector de Plazas y Campos de Deportes de la Municipalidad de Rosario. Arrospidegaray promovió y se vinculó muy estrechamente con la cultura física de Rosario y ocupó a lo largo de su recorrido profesional algunos puestos clave que le permitieron incidir y prestar cierta tónica al desarrollo de las actividades físicas de la ciudad. La siguiente ponencia intenta reconstruir a través de su figura, las variaciones, las continuidades, los conflictos y las reconfiguraciones de la cultura física de Rosario a lo largo de casi medio siglo

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Los militares que gobernaron el país entre 1976 y 1983 se legitimaron, en parte, a partir de la figura de los subversivos. Estos fueron representados como seres malignos que pretendían subvertir los valores intrínsecos de la sociedad argentina. Cuando este enemigo fue derrotado, los militares debieron buscar un nuevo sostén de legitimación social. Y lo encontraron en la figura de los exiliados, quienes al no poder atentar contra la nación desde "adentro" habían escapado y, entonces, desde "afuera" pretendían deslegitimar al país. Así, fueron presentados como los responsables de una "campaña antiargentina" que concitó considerable apoyo social. Esta, y el apoyo mayoritario de la sociedad, se tornaron evidentes durante el Mundial de Fútbol de 1978. Consideramos que el consenso social que esta campaña logró movilizar se explica, en mucho, por la apelación a la Nación atacada a la que recurrieron los militares. En ese contexto, los exiliados se enfrentaron al dilema de qué hacer frente al Mundial: denunciar las violaciones a los Derechos Humanos, disfrutar del evento o ambas. En ello, se pusieron de manifiesto elementos culturales de enorme peso simbólico como la pasión futbolística y, también, la nacionalidad. A su vez, los exiliados fueron reconfigurando sus propias convicciones revolucionarias y asumiendo como propio un discurso en clave humanitaria

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Los militares que gobernaron el país entre 1976 y 1983 se legitimaron, en parte, a partir de la figura de los subversivos. Estos fueron representados como seres malignos que pretendían subvertir los valores intrínsecos de la sociedad argentina. Cuando este enemigo fue derrotado, los militares debieron buscar un nuevo sostén de legitimación social. Y lo encontraron en la figura de los exiliados, quienes al no poder atentar contra la nación desde "adentro" habían escapado y, entonces, desde "afuera" pretendían deslegitimar al país. Así, fueron presentados como los responsables de una "campaña antiargentina" que concitó considerable apoyo social. Esta, y el apoyo mayoritario de la sociedad, se tornaron evidentes durante el Mundial de Fútbol de 1978. Consideramos que el consenso social que esta campaña logró movilizar se explica, en mucho, por la apelación a la Nación atacada a la que recurrieron los militares. En ese contexto, los exiliados se enfrentaron al dilema de qué hacer frente al Mundial: denunciar las violaciones a los Derechos Humanos, disfrutar del evento o ambas. En ello, se pusieron de manifiesto elementos culturales de enorme peso simbólico como la pasión futbolística y, también, la nacionalidad. A su vez, los exiliados fueron reconfigurando sus propias convicciones revolucionarias y asumiendo como propio un discurso en clave humanitaria

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El presente trabajo tiene por objetivo explorar las formas de la educación física en Rosario durante la entreguerras. Especialmente nos interesa reconstruir la trayectoria de un maestro de esgrima que estuvo en el centro del desarrollo de estas actividades a lo largo de este período, experimentando en su propia trayectoria las transformaciones de la cultura física urbana. Juan Bautista Arrospidegaray nació en Rosario en 1876 y fue formado como maestro de esgrima. Su trayectoria se inició en una academia privada de esgrima de la ciudad y continuó con la organización de Batallones Escolares del Centenario. Se unió al Cuerpo de Bomberos de Rosario, fue director del Departamento Municipal de Esgrima, miembro de la Comisión Directiva del Tiro Federal de Rosario, profesor de educación física de los colegios confesionales San José y Sagrado Corazón de Rosario, fundador del grupo Vanguardias de la Patria de Rosario, Director del Stadium Municipal e Inspector de Plazas y Campos de Deportes de la Municipalidad de Rosario. Arrospidegaray promovió y se vinculó muy estrechamente con la cultura física de Rosario y ocupó a lo largo de su recorrido profesional algunos puestos clave que le permitieron incidir y prestar cierta tónica al desarrollo de las actividades físicas de la ciudad. La siguiente ponencia intenta reconstruir a través de su figura, las variaciones, las continuidades, los conflictos y las reconfiguraciones de la cultura física de Rosario a lo largo de casi medio siglo

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Los militares que gobernaron el país entre 1976 y 1983 se legitimaron, en parte, a partir de la figura de los subversivos. Estos fueron representados como seres malignos que pretendían subvertir los valores intrínsecos de la sociedad argentina. Cuando este enemigo fue derrotado, los militares debieron buscar un nuevo sostén de legitimación social. Y lo encontraron en la figura de los exiliados, quienes al no poder atentar contra la nación desde "adentro" habían escapado y, entonces, desde "afuera" pretendían deslegitimar al país. Así, fueron presentados como los responsables de una "campaña antiargentina" que concitó considerable apoyo social. Esta, y el apoyo mayoritario de la sociedad, se tornaron evidentes durante el Mundial de Fútbol de 1978. Consideramos que el consenso social que esta campaña logró movilizar se explica, en mucho, por la apelación a la Nación atacada a la que recurrieron los militares. En ese contexto, los exiliados se enfrentaron al dilema de qué hacer frente al Mundial: denunciar las violaciones a los Derechos Humanos, disfrutar del evento o ambas. En ello, se pusieron de manifiesto elementos culturales de enorme peso simbólico como la pasión futbolística y, también, la nacionalidad. A su vez, los exiliados fueron reconfigurando sus propias convicciones revolucionarias y asumiendo como propio un discurso en clave humanitaria

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El presente trabajo tiene por objetivo explorar las formas de la educación física en Rosario durante la entreguerras. Especialmente nos interesa reconstruir la trayectoria de un maestro de esgrima que estuvo en el centro del desarrollo de estas actividades a lo largo de este período, experimentando en su propia trayectoria las transformaciones de la cultura física urbana. Juan Bautista Arrospidegaray nació en Rosario en 1876 y fue formado como maestro de esgrima. Su trayectoria se inició en una academia privada de esgrima de la ciudad y continuó con la organización de Batallones Escolares del Centenario. Se unió al Cuerpo de Bomberos de Rosario, fue director del Departamento Municipal de Esgrima, miembro de la Comisión Directiva del Tiro Federal de Rosario, profesor de educación física de los colegios confesionales San José y Sagrado Corazón de Rosario, fundador del grupo Vanguardias de la Patria de Rosario, Director del Stadium Municipal e Inspector de Plazas y Campos de Deportes de la Municipalidad de Rosario. Arrospidegaray promovió y se vinculó muy estrechamente con la cultura física de Rosario y ocupó a lo largo de su recorrido profesional algunos puestos clave que le permitieron incidir y prestar cierta tónica al desarrollo de las actividades físicas de la ciudad. La siguiente ponencia intenta reconstruir a través de su figura, las variaciones, las continuidades, los conflictos y las reconfiguraciones de la cultura física de Rosario a lo largo de casi medio siglo