8 resultados para Llamas
em Memoria Académica - FaHCE, UNLP - Argentina
Resumo:
Uno de los rasgos caracterizadores de la novela de los últimos años del siglo XX es la utilización de episodios traumáticos como escenarios o bases argumentativas bien por su relación con colectivos socialmente "marginados", tales como mujeres o minorías étnicas y culturales, o bien por su relación con episodios políticamente conflictivos, tales como el Holocausto nazi, las dos Guerras Mundiales, o los procesos de descolonización. Este tipo de procesos ficcionales ha sido uno de los principales ámbitos de estudio de los denominados "estudios de trauma" (Trauma Studies), en los que se asocia la trasposición del término y concepto médico del "desorden de estrés postraumático" al ámbito de la literatura y de la teoría crítica literaria. Así, en la última década se pueden encontrar en la literatura europea ejemplos de novelas en las que se intenta mostrar los efectos devastadores de los conflictos bélicos que enfrentaron a individuos del mismo país, de la misma ciudad e incluso de la misma familia. En España también se ha adoptado esta tendencia, y se puede decir que la guerra civil española ha tomado protagonismo en la producción literaria -y cinematográfica- de los últimos años. Cabe destacar dentro de esta producción la utilización de los testimonios de los perdedores de la guerra como una forma de reescribir este hecho histórico, un factor que se puede interpretar como un intento de recuperación de la memoria personal e histórica de quienes vivieron la guerra, intentando abstraerse de los discursos políticos que han permeado los últimos treinta años del siglo XX. Este es el objetivo de esta comunicación, ver cómo este tipo de estrategias son las que subyacen a la ficcionalización de un episodio concreto: el fusilamiento de "las trece rosas", y cómo, a su vez, esta ficcionalización ha permitido que este hecho histórico se convierta en un fenómeno literario y cinematográfico.
Resumo:
El prólogo de la tragedia despliega dos espacios distintivos: las silvae de Hipólito y el opresivo y lujurioso espacio interior del palacio de Fedra. Cada personaje es definido por las características de los espacios que sus discursos configuran: los castos y salvajes bosques de Hipólito revelarán, bajo su manto de agreste tranquilidad, una violenta y estéril dicción que sugiere una inadecuación del personaje al paradigma de sapiens que parte de la crítica ha visto en él, mientras que el espacio interior de Fedra estará lleno de llamas y vapor, símbolos de su pasión. Ambos mundos conviven a modo de compartimentos estancos: frío y llamas, castidad y libido, nieve y vapor conviven pacíficamente, y en esta convivencia no hay ni catástrofe ni tragedia. Éstas se desarrollan y toman fuerza a medida que Fedra se adentra discursivamente en los dominios de Hipólito y los tiña progresivamente con su discurso, convirtiéndolo finalmente en un locushorridus donde el joven cazador huirá horrorizado como las bestias que solía perseguir. Por lo tanto tragedia y catástrofe ocurren cuando las silvae de Hipólito se convierten en el acechante Nemus habitado por lujuriosas criaturas gracias a la intrusión discursiva que la reina realiza en el áspero paisaje configurado en la monodia inicial del personaje
Resumo:
El prólogo de la tragedia despliega dos espacios distintivos: las silvae de Hipólito y el opresivo y lujurioso espacio interior del palacio de Fedra. Cada personaje es definido por las características de los espacios que sus discursos configuran: los castos y salvajes bosques de Hipólito revelarán, bajo su manto de agreste tranquilidad, una violenta y estéril dicción que sugiere una inadecuación del personaje al paradigma de sapiens que parte de la crítica ha visto en él, mientras que el espacio interior de Fedra estará lleno de llamas y vapor, símbolos de su pasión. Ambos mundos conviven a modo de compartimentos estancos: frío y llamas, castidad y libido, nieve y vapor conviven pacíficamente, y en esta convivencia no hay ni catástrofe ni tragedia. Éstas se desarrollan y toman fuerza a medida que Fedra se adentra discursivamente en los dominios de Hipólito y los tiña progresivamente con su discurso, convirtiéndolo finalmente en un locushorridus donde el joven cazador huirá horrorizado como las bestias que solía perseguir. Por lo tanto tragedia y catástrofe ocurren cuando las silvae de Hipólito se convierten en el acechante Nemus habitado por lujuriosas criaturas gracias a la intrusión discursiva que la reina realiza en el áspero paisaje configurado en la monodia inicial del personaje
Resumo:
Uno de los rasgos caracterizadores de la novela de los últimos años del siglo XX es la utilización de episodios traumáticos como escenarios o bases argumentativas bien por su relación con colectivos socialmente "marginados", tales como mujeres o minorías étnicas y culturales, o bien por su relación con episodios políticamente conflictivos, tales como el Holocausto nazi, las dos Guerras Mundiales, o los procesos de descolonización. Este tipo de procesos ficcionales ha sido uno de los principales ámbitos de estudio de los denominados "estudios de trauma" (Trauma Studies), en los que se asocia la trasposición del término y concepto médico del "desorden de estrés postraumático" al ámbito de la literatura y de la teoría crítica literaria. Así, en la última década se pueden encontrar en la literatura europea ejemplos de novelas en las que se intenta mostrar los efectos devastadores de los conflictos bélicos que enfrentaron a individuos del mismo país, de la misma ciudad e incluso de la misma familia. En España también se ha adoptado esta tendencia, y se puede decir que la guerra civil española ha tomado protagonismo en la producción literaria -y cinematográfica- de los últimos años. Cabe destacar dentro de esta producción la utilización de los testimonios de los perdedores de la guerra como una forma de reescribir este hecho histórico, un factor que se puede interpretar como un intento de recuperación de la memoria personal e histórica de quienes vivieron la guerra, intentando abstraerse de los discursos políticos que han permeado los últimos treinta años del siglo XX. Este es el objetivo de esta comunicación, ver cómo este tipo de estrategias son las que subyacen a la ficcionalización de un episodio concreto: el fusilamiento de "las trece rosas", y cómo, a su vez, esta ficcionalización ha permitido que este hecho histórico se convierta en un fenómeno literario y cinematográfico.
Resumo:
Uno de los rasgos caracterizadores de la novela de los últimos años del siglo XX es la utilización de episodios traumáticos como escenarios o bases argumentativas bien por su relación con colectivos socialmente "marginados", tales como mujeres o minorías étnicas y culturales, o bien por su relación con episodios políticamente conflictivos, tales como el Holocausto nazi, las dos Guerras Mundiales, o los procesos de descolonización. Este tipo de procesos ficcionales ha sido uno de los principales ámbitos de estudio de los denominados "estudios de trauma" (Trauma Studies), en los que se asocia la trasposición del término y concepto médico del "desorden de estrés postraumático" al ámbito de la literatura y de la teoría crítica literaria. Así, en la última década se pueden encontrar en la literatura europea ejemplos de novelas en las que se intenta mostrar los efectos devastadores de los conflictos bélicos que enfrentaron a individuos del mismo país, de la misma ciudad e incluso de la misma familia. En España también se ha adoptado esta tendencia, y se puede decir que la guerra civil española ha tomado protagonismo en la producción literaria -y cinematográfica- de los últimos años. Cabe destacar dentro de esta producción la utilización de los testimonios de los perdedores de la guerra como una forma de reescribir este hecho histórico, un factor que se puede interpretar como un intento de recuperación de la memoria personal e histórica de quienes vivieron la guerra, intentando abstraerse de los discursos políticos que han permeado los últimos treinta años del siglo XX. Este es el objetivo de esta comunicación, ver cómo este tipo de estrategias son las que subyacen a la ficcionalización de un episodio concreto: el fusilamiento de "las trece rosas", y cómo, a su vez, esta ficcionalización ha permitido que este hecho histórico se convierta en un fenómeno literario y cinematográfico.
Resumo:
El prólogo de la tragedia despliega dos espacios distintivos: las silvae de Hipólito y el opresivo y lujurioso espacio interior del palacio de Fedra. Cada personaje es definido por las características de los espacios que sus discursos configuran: los castos y salvajes bosques de Hipólito revelarán, bajo su manto de agreste tranquilidad, una violenta y estéril dicción que sugiere una inadecuación del personaje al paradigma de sapiens que parte de la crítica ha visto en él, mientras que el espacio interior de Fedra estará lleno de llamas y vapor, símbolos de su pasión. Ambos mundos conviven a modo de compartimentos estancos: frío y llamas, castidad y libido, nieve y vapor conviven pacíficamente, y en esta convivencia no hay ni catástrofe ni tragedia. Éstas se desarrollan y toman fuerza a medida que Fedra se adentra discursivamente en los dominios de Hipólito y los tiña progresivamente con su discurso, convirtiéndolo finalmente en un locushorridus donde el joven cazador huirá horrorizado como las bestias que solía perseguir. Por lo tanto tragedia y catástrofe ocurren cuando las silvae de Hipólito se convierten en el acechante Nemus habitado por lujuriosas criaturas gracias a la intrusión discursiva que la reina realiza en el áspero paisaje configurado en la monodia inicial del personaje
Resumo:
El presente artículo se propone comparar dos novelas cuyo común denominador es el compromiso antitotalitario con motivo de la quema de libros considerada como el culmen de la barbarie anticultural, a saber Los libros arden mal (2006) de Manuel Rivas y Fahrenheit 451 (1953) de Ray Bradbury. Partiendo de las reflexiones de Fernando Rodríguez de la Flor en torno al biblioclasmo (2004), el paralelo se centra en los siguientes aspectos: la descripción zoo- y antropomorfizada de los libros en llamas; el biblioclasmo como expresión del totalitarismo, denotando asimismo una relación ambivalente y dialéctica entre cultura y barbarie; los movimientos subversivos dedicados a mantener el culto al libro y la tradición filosófico-literaria; la intertextualidad y el papel destacado de la Biblia en cuanto Libro de los libros. En conclusión se podrá constatar que, a pesar de numerosos puntos en común, en particular su compromiso antitotalitario, ambos autores se distinguen en concreto por su orientación política y el enfoque de su crítica cultural.
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El presente artículo se propone comparar dos novelas cuyo común denominador es el compromiso antitotalitario con motivo de la quema de libros considerada como el culmen de la barbarie anticultural, a saber Los libros arden mal (2006) de Manuel Rivas y Fahrenheit 451 (1953) de Ray Bradbury. Partiendo de las reflexiones de Fernando Rodríguez de la Flor en torno al biblioclasmo (2004), el paralelo se centra en los siguientes aspectos: la descripción zoo- y antropomorfizada de los libros en llamas; el biblioclasmo como expresión del totalitarismo, denotando asimismo una relación ambivalente y dialéctica entre cultura y barbarie; los movimientos subversivos dedicados a mantener el culto al libro y la tradición filosófico-literaria; la intertextualidad y el papel destacado de la Biblia en cuanto Libro de los libros. En conclusión se podrá constatar que, a pesar de numerosos puntos en común, en particular su compromiso antitotalitario, ambos autores se distinguen en concreto por su orientación política y el enfoque de su crítica cultural.