14 resultados para Lengua castellana

em Memoria Académica - FaHCE, UNLP - Argentina


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Fil: Galán, Lía Margarita. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación; Argentina.

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En las dos últimas décadas la narrativa en castellano está presenciando la explosión sin precedentes de una serie de fenómenos generacionales de jóvenes escritores en distintos espacios del mundo hispánico. En el Cono Sur ha surgido la autodenominada generación McOndo, en México la generación del Crack, y en España la generación Nocilla. Más allá de las diferencias entre estos grupos, lo que los une es el aglutinar a escritores nacidos en torno a la década de los años 70, la hibridación genérica en sus obras literarias y, la concepción de la creación narrativa como reacción subversiva ante el anquilosamiento estético de formas narrativas precedentes. Pero el aspecto que mejor define la hermandad entre estos tres grupos literarios es la presencia en sus narrativas de un reiterado recurso a la fusión de elementos procedentes de "la cultura popular" y de "la alta cultura" con un predominio evidente de la primera. Así estos autores reivindican la influencia masiva de los medios de comunicación, de las nuevas tecnologías, de formas estéticas alternativas a las que situarían, de esta manera, como referentes estéticos de primer orden por encima de formas culturales más canónicas. En este sentido, propongo abordar el análisis de este fenómeno de tan destacada extensión en el panorama literario contemporáneo en lengua castellana, evaluando fundamentalmente dos aspectos. Por una parte, analizar hasta qué punto y cómo este afán renovador supone una ruptura con la tradición narrativa previa abriendo nuevas sendas estéticas en la narrativa en lengua castellana. Por otra, considerar cómo la disolución de las fronteras entre ?alta cultura? y ?baja cultura?, en el caso concreto de la literatura en el ámbito hispánico, pueda resultar una forma soslayada de captación venida desde la invasiva cultura norteamericana a la que distintos representantes de estos tres grupos generacionales han manifestado su deuda estética y, en cierta medida, su adhesión ideológica

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La presente tesis, "La ontología de lo social. Una aproximación a partir de John Searle", es el primer trabajo en lengua castellana sobre la teoría de la realidad social de John Searle. Nos hemos centrado, principalmente, en dos aspectos de su vasta producción teórica: la teoría del lenguaje, por un lado; y la teoría de la sociedad, por otro. En un primer momento, hemos defendido su posición realista externa, la cual supone que existe un mundo que se ubica por fuera de las representaciones y del lenguaje humano; posteriormente, hemos revalorizado -junto con Apel- al lenguaje y su prioridad metodológica respecto a la conciencia intencional, a la hora de abordar el problema del significado. Las problemáticas referidas a su teoría de los actos de habla no han ocupado un lugar central debido a que éste ha sido un problema largamente debatido por la tradición filosófica en la segunda parte del siglo pasado. Finalmente, nos hemos centrado, a partir de Ernst Tugendhat y Michael Tomasello, en la antropología filosófica en tanto que prima philosophy; ello ha sido necesario para elaborar una teoría de la realidad social porque ésta es construida por seres humanos, y la pregunta central de la antropología filosófica es, justamente, "¿qué somos los seres humanos?" Searle advierte que, no sólo el lenguaje es el elemento que nos diferencia a nosotros, los animales humanos, del resto de los animales de nivel superior sino que, además existen otros elementos tales como, la intencionalidad colectiva, la asignación de función, y las normas constitutivas. La intencionalidad colectiva es, básicamente, la capacidad estrictamente humana de cooperar, de hacer cosas juntos, fijando objetivos y metas a realizar. Esta capacidad humana se ve posibilitada por nuestra capacidad de generar acuerdos, y ello sólo es posible gracias a la existencia de un lenguaje proposicional, de un lenguaje que no se encuentra guiado por el instinto sino, más bien, por convenciones lingüísticas. Por otra parte, los seres humanos tenemos la capacidad de otorgarle un estatus determinado, a un objeto que no tiene una función específica intrínsecamente; las fibras de celulosa, por ejemplo, operan en las sociedades modernas, como papel moneda. Estas funciones de estatus, como Searle las denomina, tienen la forma lógica, "X cuenta como Y en el contexto C". Finalmente, las normas constitutivas son aquellas que no sólo regulan una actividad, sino que la constituyen, la posibilitan. Su forma lógica es exactamente igual a la que poseen las funciones de estatus, "X cuenta como Y en el contexto C". Los ejemplos más claros de éste tipo de normas son los juegos; las reglas del fútbol no sólo regulan la actividad sino que, además, hacen que la propia actividad sea posible. La realidad institucional posee un fuerte carácter normativo. Por otro lado, y para concluir nuestro trabajo, hemos propuesto una interpretación de los "conceptos institucionales" que se emparenta con la noción kripkeana de "designadores rígidos". La indagación pretende avanzar hacia una novedosa interpretación de este tipo de conceptos

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Rubén Darío es el primer escritor en lengua castellana que reivindica sin matices y de manera plena la obra de Luis de Góngora. Su propuesta se encuentra plasmada en Cantos de vida y esperanza a través del tríptico de sonetos "Trébol" y el poema que abre el poemario ("Yo soy aquel que ayer no más decía"), en el cual confiesa que dos de sus grandes influencias son Góngora y Paul Verlaine. A partir de este diálogo inicial que establece Darío, la crítica ha insistido desde muy temprano sobre las afinidades que se encuentran entre el Modernismo y el Barroco. Pero debajo de las afinidades existen desde luego diferencias cruciales, que en este trabajo desarrollo a partir de tres ejes comparativos: la política, la religión y el lenguaje. Tras esta comparación, sostengo que el Modernismo, a través de Darío, arranca el Barroco de su suelo histórico y lo coloca en los dilemas y las contradicciones modernas del artista con la sociedad. Con esto, sienta las bases de lo que más tarde será el Neobarroco.

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La presente tesis, "La ontología de lo social. Una aproximación a partir de John Searle", es el primer trabajo en lengua castellana sobre la teoría de la realidad social de John Searle. Nos hemos centrado, principalmente, en dos aspectos de su vasta producción teórica: la teoría del lenguaje, por un lado; y la teoría de la sociedad, por otro. En un primer momento, hemos defendido su posición realista externa, la cual supone que existe un mundo que se ubica por fuera de las representaciones y del lenguaje humano; posteriormente, hemos revalorizado -junto con Apel- al lenguaje y su prioridad metodológica respecto a la conciencia intencional, a la hora de abordar el problema del significado. Las problemáticas referidas a su teoría de los actos de habla no han ocupado un lugar central debido a que éste ha sido un problema largamente debatido por la tradición filosófica en la segunda parte del siglo pasado. Finalmente, nos hemos centrado, a partir de Ernst Tugendhat y Michael Tomasello, en la antropología filosófica en tanto que prima philosophy; ello ha sido necesario para elaborar una teoría de la realidad social porque ésta es construida por seres humanos, y la pregunta central de la antropología filosófica es, justamente, "¿qué somos los seres humanos?" Searle advierte que, no sólo el lenguaje es el elemento que nos diferencia a nosotros, los animales humanos, del resto de los animales de nivel superior sino que, además existen otros elementos tales como, la intencionalidad colectiva, la asignación de función, y las normas constitutivas. La intencionalidad colectiva es, básicamente, la capacidad estrictamente humana de cooperar, de hacer cosas juntos, fijando objetivos y metas a realizar. Esta capacidad humana se ve posibilitada por nuestra capacidad de generar acuerdos, y ello sólo es posible gracias a la existencia de un lenguaje proposicional, de un lenguaje que no se encuentra guiado por el instinto sino, más bien, por convenciones lingüísticas. Por otra parte, los seres humanos tenemos la capacidad de otorgarle un estatus determinado, a un objeto que no tiene una función específica intrínsecamente; las fibras de celulosa, por ejemplo, operan en las sociedades modernas, como papel moneda. Estas funciones de estatus, como Searle las denomina, tienen la forma lógica, "X cuenta como Y en el contexto C". Finalmente, las normas constitutivas son aquellas que no sólo regulan una actividad, sino que la constituyen, la posibilitan. Su forma lógica es exactamente igual a la que poseen las funciones de estatus, "X cuenta como Y en el contexto C". Los ejemplos más claros de éste tipo de normas son los juegos; las reglas del fútbol no sólo regulan la actividad sino que, además, hacen que la propia actividad sea posible. La realidad institucional posee un fuerte carácter normativo. Por otro lado, y para concluir nuestro trabajo, hemos propuesto una interpretación de los "conceptos institucionales" que se emparenta con la noción kripkeana de "designadores rígidos". La indagación pretende avanzar hacia una novedosa interpretación de este tipo de conceptos

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Rubén Darío es el primer escritor en lengua castellana que reivindica sin matices y de manera plena la obra de Luis de Góngora. Su propuesta se encuentra plasmada en Cantos de vida y esperanza a través del tríptico de sonetos "Trébol" y el poema que abre el poemario ("Yo soy aquel que ayer no más decía"), en el cual confiesa que dos de sus grandes influencias son Góngora y Paul Verlaine. A partir de este diálogo inicial que establece Darío, la crítica ha insistido desde muy temprano sobre las afinidades que se encuentran entre el Modernismo y el Barroco. Pero debajo de las afinidades existen desde luego diferencias cruciales, que en este trabajo desarrollo a partir de tres ejes comparativos: la política, la religión y el lenguaje. Tras esta comparación, sostengo que el Modernismo, a través de Darío, arranca el Barroco de su suelo histórico y lo coloca en los dilemas y las contradicciones modernas del artista con la sociedad. Con esto, sienta las bases de lo que más tarde será el Neobarroco.

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En las dos últimas décadas la narrativa en castellano está presenciando la explosión sin precedentes de una serie de fenómenos generacionales de jóvenes escritores en distintos espacios del mundo hispánico. En el Cono Sur ha surgido la autodenominada generación McOndo, en México la generación del Crack, y en España la generación Nocilla. Más allá de las diferencias entre estos grupos, lo que los une es el aglutinar a escritores nacidos en torno a la década de los años 70, la hibridación genérica en sus obras literarias y, la concepción de la creación narrativa como reacción subversiva ante el anquilosamiento estético de formas narrativas precedentes. Pero el aspecto que mejor define la hermandad entre estos tres grupos literarios es la presencia en sus narrativas de un reiterado recurso a la fusión de elementos procedentes de "la cultura popular" y de "la alta cultura" con un predominio evidente de la primera. Así estos autores reivindican la influencia masiva de los medios de comunicación, de las nuevas tecnologías, de formas estéticas alternativas a las que situarían, de esta manera, como referentes estéticos de primer orden por encima de formas culturales más canónicas. En este sentido, propongo abordar el análisis de este fenómeno de tan destacada extensión en el panorama literario contemporáneo en lengua castellana, evaluando fundamentalmente dos aspectos. Por una parte, analizar hasta qué punto y cómo este afán renovador supone una ruptura con la tradición narrativa previa abriendo nuevas sendas estéticas en la narrativa en lengua castellana. Por otra, considerar cómo la disolución de las fronteras entre ?alta cultura? y ?baja cultura?, en el caso concreto de la literatura en el ámbito hispánico, pueda resultar una forma soslayada de captación venida desde la invasiva cultura norteamericana a la que distintos representantes de estos tres grupos generacionales han manifestado su deuda estética y, en cierta medida, su adhesión ideológica

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Rubén Darío es el primer escritor en lengua castellana que reivindica sin matices y de manera plena la obra de Luis de Góngora. Su propuesta se encuentra plasmada en Cantos de vida y esperanza a través del tríptico de sonetos "Trébol" y el poema que abre el poemario ("Yo soy aquel que ayer no más decía"), en el cual confiesa que dos de sus grandes influencias son Góngora y Paul Verlaine. A partir de este diálogo inicial que establece Darío, la crítica ha insistido desde muy temprano sobre las afinidades que se encuentran entre el Modernismo y el Barroco. Pero debajo de las afinidades existen desde luego diferencias cruciales, que en este trabajo desarrollo a partir de tres ejes comparativos: la política, la religión y el lenguaje. Tras esta comparación, sostengo que el Modernismo, a través de Darío, arranca el Barroco de su suelo histórico y lo coloca en los dilemas y las contradicciones modernas del artista con la sociedad. Con esto, sienta las bases de lo que más tarde será el Neobarroco.

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En las dos últimas décadas la narrativa en castellano está presenciando la explosión sin precedentes de una serie de fenómenos generacionales de jóvenes escritores en distintos espacios del mundo hispánico. En el Cono Sur ha surgido la autodenominada generación McOndo, en México la generación del Crack, y en España la generación Nocilla. Más allá de las diferencias entre estos grupos, lo que los une es el aglutinar a escritores nacidos en torno a la década de los años 70, la hibridación genérica en sus obras literarias y, la concepción de la creación narrativa como reacción subversiva ante el anquilosamiento estético de formas narrativas precedentes. Pero el aspecto que mejor define la hermandad entre estos tres grupos literarios es la presencia en sus narrativas de un reiterado recurso a la fusión de elementos procedentes de "la cultura popular" y de "la alta cultura" con un predominio evidente de la primera. Así estos autores reivindican la influencia masiva de los medios de comunicación, de las nuevas tecnologías, de formas estéticas alternativas a las que situarían, de esta manera, como referentes estéticos de primer orden por encima de formas culturales más canónicas. En este sentido, propongo abordar el análisis de este fenómeno de tan destacada extensión en el panorama literario contemporáneo en lengua castellana, evaluando fundamentalmente dos aspectos. Por una parte, analizar hasta qué punto y cómo este afán renovador supone una ruptura con la tradición narrativa previa abriendo nuevas sendas estéticas en la narrativa en lengua castellana. Por otra, considerar cómo la disolución de las fronteras entre ?alta cultura? y ?baja cultura?, en el caso concreto de la literatura en el ámbito hispánico, pueda resultar una forma soslayada de captación venida desde la invasiva cultura norteamericana a la que distintos representantes de estos tres grupos generacionales han manifestado su deuda estética y, en cierta medida, su adhesión ideológica

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