51 resultados para Imperativo categórico

em Memoria Académica - FaHCE, UNLP - Argentina


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Este trabajo se propone a analizar la crítica del filósofo alemán Albrecht Wellmer direccionada sobretodo a Habermas. Alumno de éste y de Adorno en la así llamada Escuela de Frankfurt, Wellmer, en su Etica del discurso (1986), se propone a neutralizar los problemas de la ética kantiana, pero sin abandonar el normativismo moral de pretensión universalista. Para Wellmer, "un principio como el imperativo categórico (kantiano) no puede nunca operar en un espacio vacío". Su foco es el a priori de la aplicación prácticas de las normas, ya que estas dependen de nuestra capacidad de captarlas en determinada situación concreta, una vez que su aplicación puede implicar una flagrante inmoralidad. Las críticas de Wellmer se dirigen al consenso normativo tan caro a Habermas: la generalización universalista oculta el olvido de contextos históricos. Así como la racionalidad de los consensos no puede ser caracterizada formalmente, tampoco la racionalidad y la verdad de los consensos tienen que necesariamente coincidir: "así como no podemos inferir de la falsedad de un consenso la falta de racionalidad del mismo, tampoco podemos inferir la verdad de los consensos de su racionalidad". Racionalidad y verdad sólo coinciden desde la perspectiva interna de los implicados

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El eje del presente trabajo será mostrar que en la obra de Theodor W. Adorno existe una relación entre la crítica al concepto de sujeto y el imperativo categórico qué el formula como petición de que Auschwitz no se repita. Nuestro objetivo será analizar tal relación, para mostrar de qué modo este imperativo categórico implica una autocrítica de la tradición filosófica, a los fines de sacar a luz aquellos elementos de la cultura que fueron cómplices de la ocurrencia de los campos de concentración. La idea que guía nuestro trabajo entonces es que el imperativo pos-Auschwitz que Adorno formula exige ser materializado mediante una crítica al concepto filosófico de sujeto de la modernidad. Esta hipótesis nos permitirá discutir dos puntos vinculados a esto: por un lado, nos permitirá indagar en la particularidad dialéctica y normativa del concepto de sujeto que Adorno formula y que lo distingue de otras críticas contemporáneas, y por otro lado, nos permitirá apreciar la relación entre reflexión filosófica y exigencia histórica a partir de la obra adorniana

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El tema de la tesis es la fundamentación ético discursiva propuesta por Karl-Otto Apel en el marco de su pragmática trascendental. El examen crítico de esta propuesta filosófica tiene el objetivo de reforzar los argumentos a favor de una fundamentación trascendental de la ética. Se enfrenta inicialmente a la pragmática apeliana con una serie de críticas provenientes del debate analítico sobre los "argumentos trascendentales", iniciada en los años sesenta del siglo XX. Se reconstruyen tres líneas principales: una que atañe a la forma de los argumentos trascendentales, otra a su capacidad para demostrar validez objetiva, y la otra a su capacidad para demostrar la unicidad de un esquema conceptual (iniciadas respectivamente por M. Gram, B. Stroud y S. Körner). La discusión y posterior aplicación a Apel de las críticas de este debate conduce a tres conclusiones principales. La primera es que no existen razones concluyentes en contra de realizar una reflexión trascendental sobre las condiciones de posibilidad del conocimiento válido. La segunda es que la fundamentación trascendental debe hacerse en el marco de un modelo filosófico dialógico y auto-reflexivo (diferente al asumido por los autores del debate). Precisamente, la tercera conclusión es que todo método trascendental debe ser "interno", es decir, debe asumir las condiciones que investiga. Se aborda entonces el problema de concebir un método que asuma la circularidad de la investigación y le dé un contenido concreto a la fundamentación. En lugar de la fórmula apeliana, se sostiene la conveniencia de entender la pragmática trascendental como una continuación, corregida en un sentido trascendental, de la hermenéutica iniciada por Heidegger y renovada por Gadamer. Un método interno "hermenéutico trascendental" puede describirse con los rasgos de la dialogicidad, la auto-reflexión y la crítica del sentido. El interés fundamental es, como para Apel, la reconstrucción de aquellos presupuestos que conforman la base de la ética discursiva, la cual transforma de manera comunicativa el imperativo categórico kantiano. Se discute finalmente la cuestión de cómo es posible pensar que los presupuestos argumentativos no están sometidos a cambios históricos. La respuesta apunta a señalar que la objeción de "otra razón posible" carece de argumentos sustantivos en contra de la fundamentación.

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El tema de la tesis es la fundamentación ético discursiva propuesta por Karl-Otto Apel en el marco de su pragmática trascendental. El examen crítico de esta propuesta filosófica tiene el objetivo de reforzar los argumentos a favor de una fundamentación trascendental de la ética. Se enfrenta inicialmente a la pragmática apeliana con una serie de críticas provenientes del debate analítico sobre los "argumentos trascendentales", iniciada en los años sesenta del siglo XX. Se reconstruyen tres líneas principales: una que atañe a la forma de los argumentos trascendentales, otra a su capacidad para demostrar validez objetiva, y la otra a su capacidad para demostrar la unicidad de un esquema conceptual (iniciadas respectivamente por M. Gram, B. Stroud y S. Körner). La discusión y posterior aplicación a Apel de las críticas de este debate conduce a tres conclusiones principales. La primera es que no existen razones concluyentes en contra de realizar una reflexión trascendental sobre las condiciones de posibilidad del conocimiento válido. La segunda es que la fundamentación trascendental debe hacerse en el marco de un modelo filosófico dialógico y auto-reflexivo (diferente al asumido por los autores del debate). Precisamente, la tercera conclusión es que todo método trascendental debe ser "interno", es decir, debe asumir las condiciones que investiga. Se aborda entonces el problema de concebir un método que asuma la circularidad de la investigación y le dé un contenido concreto a la fundamentación. En lugar de la fórmula apeliana, se sostiene la conveniencia de entender la pragmática trascendental como una continuación, corregida en un sentido trascendental, de la hermenéutica iniciada por Heidegger y renovada por Gadamer. Un método interno "hermenéutico trascendental" puede describirse con los rasgos de la dialogicidad, la auto-reflexión y la crítica del sentido. El interés fundamental es, como para Apel, la reconstrucción de aquellos presupuestos que conforman la base de la ética discursiva, la cual transforma de manera comunicativa el imperativo categórico kantiano. Se discute finalmente la cuestión de cómo es posible pensar que los presupuestos argumentativos no están sometidos a cambios históricos. La respuesta apunta a señalar que la objeción de "otra razón posible" carece de argumentos sustantivos en contra de la fundamentación.

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El eje del presente trabajo será mostrar que en la obra de Theodor W. Adorno existe una relación entre la crítica al concepto de sujeto y el imperativo categórico qué el formula como petición de que Auschwitz no se repita. Nuestro objetivo será analizar tal relación, para mostrar de qué modo este imperativo categórico implica una autocrítica de la tradición filosófica, a los fines de sacar a luz aquellos elementos de la cultura que fueron cómplices de la ocurrencia de los campos de concentración. La idea que guía nuestro trabajo entonces es que el imperativo pos-Auschwitz que Adorno formula exige ser materializado mediante una crítica al concepto filosófico de sujeto de la modernidad. Esta hipótesis nos permitirá discutir dos puntos vinculados a esto: por un lado, nos permitirá indagar en la particularidad dialéctica y normativa del concepto de sujeto que Adorno formula y que lo distingue de otras críticas contemporáneas, y por otro lado, nos permitirá apreciar la relación entre reflexión filosófica y exigencia histórica a partir de la obra adorniana

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Este trabajo se propone a analizar la crítica del filósofo alemán Albrecht Wellmer direccionada sobretodo a Habermas. Alumno de éste y de Adorno en la así llamada Escuela de Frankfurt, Wellmer, en su Etica del discurso (1986), se propone a neutralizar los problemas de la ética kantiana, pero sin abandonar el normativismo moral de pretensión universalista. Para Wellmer, "un principio como el imperativo categórico (kantiano) no puede nunca operar en un espacio vacío". Su foco es el a priori de la aplicación prácticas de las normas, ya que estas dependen de nuestra capacidad de captarlas en determinada situación concreta, una vez que su aplicación puede implicar una flagrante inmoralidad. Las críticas de Wellmer se dirigen al consenso normativo tan caro a Habermas: la generalización universalista oculta el olvido de contextos históricos. Así como la racionalidad de los consensos no puede ser caracterizada formalmente, tampoco la racionalidad y la verdad de los consensos tienen que necesariamente coincidir: "así como no podemos inferir de la falsedad de un consenso la falta de racionalidad del mismo, tampoco podemos inferir la verdad de los consensos de su racionalidad". Racionalidad y verdad sólo coinciden desde la perspectiva interna de los implicados

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Históricamente, la pedagogía nace de la mano de un niño que es conducido hacia la escuela en la Grecia Antigua. Un esclavo, un paidagogo, que guía y acompaña. Quizás, sea por este origen "inferior" que, cada vez que la pedagogía intenta entrar a algunas instituciones de educación "superior" y tematizar sobre "qué se hace cuando se enseña", (más allá de las carreras especializadas en educación), tenga que lidiar, con mayor o menor esfuerzo, por su reconocimiento. Parecería ser que en determinadas instituciones educativas, la pedagogía es "portadora de rostro" y por eso, es vista con desconfianza. "Es cosa de chicos", "es una disciplina que sirve a la escuela primaria", la pedagogía escolariza al adulto", "la pedagogía va en contra de la cultura del esfuerzo si se les da todo servido a los estudiantes" son algunas de las voces recogidas y escuchadas que se resisten al debate pedagógico sobre las prácticas de enseñanza. Pensar cómo enseñar y pensar quién es el estudiante que asiste a nuestra práctica docente, ¿Es escolarizarlo? ¿Qué práctica profesional no se piensa, no se planifica, no se evalúa? ¿No existirán otros motivos por las cuales la pedagogía no sea bien vista? Dice P. Meirieu en el título de un provocador artículo: "¿Y si el odio a la pedagogía no estuviera mostrando nada menos que el odio por la democracia?" Vale detenerse a estudiar esta asociación entre pedagogía democracia instituciones educativas, en la época actual. Y si de resistencia se trata, cuán osado podría ser el proyecto de pensar en una pedagogía doctoral para un nivel que representa el máximo grado académico. Nuestro propósito parte por retomar el origen, rescatar el verbo: acompañar. Más precisamente, la finalidad de esta ponencia apunta a compartir los fundamentos teóricos sobre una pedagogía de la formación doctoral. Frente a un sujeto exigido y tensionado por las acreditaciones del mundo académico, bajo el imperativo categórico de la excelencia, nos convoca un sujeto en proceso de transformación subjetiva, movilizadora y desestabilizante. Nos referimos a una pedagogía de la formación doctoral que pone en el centro de su pensamiento y su acción, a un sujeto deseante, con motivaciones, necesidades, en la búsqueda de sentido de su proyecto formativo personal profesional, en estado de problematización con sus saberes, sus experiencias y su relación con el saber. Un sujeto que elabora paulatinamente su autorización a construir saberes nuevos, volviéndose autor. En fin, un sujeto acompañado por una pedagogía doctoral.

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Históricamente, la pedagogía nace de la mano de un niño que es conducido hacia la escuela en la Grecia Antigua. Un esclavo, un paidagogo, que guía y acompaña. Quizás, sea por este origen "inferior" que, cada vez que la pedagogía intenta entrar a algunas instituciones de educación "superior" y tematizar sobre "qué se hace cuando se enseña", (más allá de las carreras especializadas en educación), tenga que lidiar, con mayor o menor esfuerzo, por su reconocimiento. Parecería ser que en determinadas instituciones educativas, la pedagogía es "portadora de rostro" y por eso, es vista con desconfianza. "Es cosa de chicos", "es una disciplina que sirve a la escuela primaria", la pedagogía escolariza al adulto", "la pedagogía va en contra de la cultura del esfuerzo si se les da todo servido a los estudiantes" son algunas de las voces recogidas y escuchadas que se resisten al debate pedagógico sobre las prácticas de enseñanza. Pensar cómo enseñar y pensar quién es el estudiante que asiste a nuestra práctica docente, ¿Es escolarizarlo? ¿Qué práctica profesional no se piensa, no se planifica, no se evalúa? ¿No existirán otros motivos por las cuales la pedagogía no sea bien vista? Dice P. Meirieu en el título de un provocador artículo: "¿Y si el odio a la pedagogía no estuviera mostrando nada menos que el odio por la democracia?" Vale detenerse a estudiar esta asociación entre pedagogía democracia instituciones educativas, en la época actual. Y si de resistencia se trata, cuán osado podría ser el proyecto de pensar en una pedagogía doctoral para un nivel que representa el máximo grado académico. Nuestro propósito parte por retomar el origen, rescatar el verbo: acompañar. Más precisamente, la finalidad de esta ponencia apunta a compartir los fundamentos teóricos sobre una pedagogía de la formación doctoral. Frente a un sujeto exigido y tensionado por las acreditaciones del mundo académico, bajo el imperativo categórico de la excelencia, nos convoca un sujeto en proceso de transformación subjetiva, movilizadora y desestabilizante. Nos referimos a una pedagogía de la formación doctoral que pone en el centro de su pensamiento y su acción, a un sujeto deseante, con motivaciones, necesidades, en la búsqueda de sentido de su proyecto formativo personal profesional, en estado de problematización con sus saberes, sus experiencias y su relación con el saber. Un sujeto que elabora paulatinamente su autorización a construir saberes nuevos, volviéndose autor. En fin, un sujeto acompañado por una pedagogía doctoral.

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Aunque la norma prescriptiva se erige como contenedora de la variación, puede a su vez generar variación (v. Alvarez González 2006:113): si la conciencia de la existencia de una norma aventaja a su dominio, la inseguridad lingüística del hablante lo orientará a auto-corregirse en la dirección que considere más confiable (los conocimientos previos que le parezcan aplicables, las producciones en algún medio de comunicación, etc.); los hablantes podrán, así, encontrar soluciones diferentes para una misma inseguridad, con lo que las intenciones de ajuste podrán resultar en divergencia. Lo que llevamos dicho se aplica también al tratamiento de las incorporaciones léxicas de otras lenguas, pero la inseguridad en estos casos puede ser doble: el hablante puede dudar de cómo "debe" pronunciar o escribir en el marco de su comunidad de habla palabras de otra lengua, y también de cómo "son" esas palabras en la lengua de la que provienen. Específicamente en el caso de la escritura, nuestras indagaciones en el área dialectal del español bonaerense han puesto de manifiesto un imperativo actitudinal entre los hablantes de mayor nivel educacional, en relación con la preferencia por la conservación de las configuraciones grafémicas de origen para las importaciones léxicas (v. Hipperdinger 2010:71ss.). Dado su acceso privilegiado a los medios gráficos, sus usos son tomados como modélicos también por quienes no explicitan las mismas preferencias, y se encuentra regularmente una escritura de las incorporaciones léxicas (en especial las más o menos recientes, y de lenguas prestigiosas) que intenta reproducir la de origen. En ese intento la hipercorrección no es rara, y de ella nos ocuparemos en esta comunicación. Sobre materiales obtenidos en el sudoeste bonaerense, atenderemos en particular a los recursos formales (entre los que encontramos predominantemente amplificaciones grafémicas) que se ponen en juego en la generación de las variantes hipercorrectas