15 resultados para Guenevere, Queen (Legendary character)
em Memoria Académica - FaHCE, UNLP - Argentina
Resumo:
El prólogo de la tragedia despliega dos espacios distintivos: las silvae de Hipólito y el opresivo y lujurioso espacio interior del palacio de Fedra. Cada personaje es definido por las características de los espacios que sus discursos configuran: los castos y salvajes bosques de Hipólito revelarán, bajo su manto de agreste tranquilidad, una violenta y estéril dicción que sugiere una inadecuación del personaje al paradigma de sapiens que parte de la crítica ha visto en él, mientras que el espacio interior de Fedra estará lleno de llamas y vapor, símbolos de su pasión. Ambos mundos conviven a modo de compartimentos estancos: frío y llamas, castidad y libido, nieve y vapor conviven pacíficamente, y en esta convivencia no hay ni catástrofe ni tragedia. Éstas se desarrollan y toman fuerza a medida que Fedra se adentra discursivamente en los dominios de Hipólito y los tiña progresivamente con su discurso, convirtiéndolo finalmente en un locushorridus donde el joven cazador huirá horrorizado como las bestias que solía perseguir. Por lo tanto tragedia y catástrofe ocurren cuando las silvae de Hipólito se convierten en el acechante Nemus habitado por lujuriosas criaturas gracias a la intrusión discursiva que la reina realiza en el áspero paisaje configurado en la monodia inicial del personaje
Resumo:
En su Helena, Eurípides teoriza las dificultades de la onomástica: los nombres recubren la identidad de múltiples homónimos o bien un nombre designa muchas esencias de un mismo individuo, como ocurre con la verdadera reina de Esparta y su eídolo. Estas observaciones adquieren una significación teatral, pues un personaje como Teucro, mal integrado en la acción si se tratara del famoso arquero homérico, se insertaría en un rol muy pertinente si se reconociera en él al meteco que denuncia la parodia de los misterios de Eleusis por Alcibíades. Además, cierta tradición crítica ha distinguido trazos del joven estratega bajo la puesta en escena de la protagonista. La obra de Eurípides sugiere, de hecho, de manera esotérica, el progreso escénico de una rehabilitación y de una iniciación no solo de Helena (sobre el plano de la representación mitológica), sino también de Alcibíades (sobre el plano político). Por otra parte, el nombre y la función dramática de Teónoe están realmente demasiado cercanos a aquellos de Téano (la sacerdotisa de Eleusis citada por Plutarco como la única en haberse negado a maldecir a Alcibíades), como para que la similitud onomástica sea fortuita.
Resumo:
Fil: Karczmarczyk, Pedro Diego. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación; Argentina.
Resumo:
El prólogo de la tragedia despliega dos espacios distintivos: las silvae de Hipólito y el opresivo y lujurioso espacio interior del palacio de Fedra. Cada personaje es definido por las características de los espacios que sus discursos configuran: los castos y salvajes bosques de Hipólito revelarán, bajo su manto de agreste tranquilidad, una violenta y estéril dicción que sugiere una inadecuación del personaje al paradigma de sapiens que parte de la crítica ha visto en él, mientras que el espacio interior de Fedra estará lleno de llamas y vapor, símbolos de su pasión. Ambos mundos conviven a modo de compartimentos estancos: frío y llamas, castidad y libido, nieve y vapor conviven pacíficamente, y en esta convivencia no hay ni catástrofe ni tragedia. Éstas se desarrollan y toman fuerza a medida que Fedra se adentra discursivamente en los dominios de Hipólito y los tiña progresivamente con su discurso, convirtiéndolo finalmente en un locushorridus donde el joven cazador huirá horrorizado como las bestias que solía perseguir. Por lo tanto tragedia y catástrofe ocurren cuando las silvae de Hipólito se convierten en el acechante Nemus habitado por lujuriosas criaturas gracias a la intrusión discursiva que la reina realiza en el áspero paisaje configurado en la monodia inicial del personaje
Resumo:
En su Helena, Eurípides teoriza las dificultades de la onomástica: los nombres recubren la identidad de múltiples homónimos o bien un nombre designa muchas esencias de un mismo individuo, como ocurre con la verdadera reina de Esparta y su eídolo. Estas observaciones adquieren una significación teatral, pues un personaje como Teucro, mal integrado en la acción si se tratara del famoso arquero homérico, se insertaría en un rol muy pertinente si se reconociera en él al meteco que denuncia la parodia de los misterios de Eleusis por Alcibíades. Además, cierta tradición crítica ha distinguido trazos del joven estratega bajo la puesta en escena de la protagonista. La obra de Eurípides sugiere, de hecho, de manera esotérica, el progreso escénico de una rehabilitación y de una iniciación no solo de Helena (sobre el plano de la representación mitológica), sino también de Alcibíades (sobre el plano político). Por otra parte, el nombre y la función dramática de Teónoe están realmente demasiado cercanos a aquellos de Téano (la sacerdotisa de Eleusis citada por Plutarco como la única en haberse negado a maldecir a Alcibíades), como para que la similitud onomástica sea fortuita.
Resumo:
Fil: Karczmarczyk, Pedro Diego. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación; Argentina.
Resumo:
En su Helena, Eurípides teoriza las dificultades de la onomástica: los nombres recubren la identidad de múltiples homónimos o bien un nombre designa muchas esencias de un mismo individuo, como ocurre con la verdadera reina de Esparta y su eídolo. Estas observaciones adquieren una significación teatral, pues un personaje como Teucro, mal integrado en la acción si se tratara del famoso arquero homérico, se insertaría en un rol muy pertinente si se reconociera en él al meteco que denuncia la parodia de los misterios de Eleusis por Alcibíades. Además, cierta tradición crítica ha distinguido trazos del joven estratega bajo la puesta en escena de la protagonista. La obra de Eurípides sugiere, de hecho, de manera esotérica, el progreso escénico de una rehabilitación y de una iniciación no solo de Helena (sobre el plano de la representación mitológica), sino también de Alcibíades (sobre el plano político). Por otra parte, el nombre y la función dramática de Teónoe están realmente demasiado cercanos a aquellos de Téano (la sacerdotisa de Eleusis citada por Plutarco como la única en haberse negado a maldecir a Alcibíades), como para que la similitud onomástica sea fortuita.
Resumo:
El prólogo de la tragedia despliega dos espacios distintivos: las silvae de Hipólito y el opresivo y lujurioso espacio interior del palacio de Fedra. Cada personaje es definido por las características de los espacios que sus discursos configuran: los castos y salvajes bosques de Hipólito revelarán, bajo su manto de agreste tranquilidad, una violenta y estéril dicción que sugiere una inadecuación del personaje al paradigma de sapiens que parte de la crítica ha visto en él, mientras que el espacio interior de Fedra estará lleno de llamas y vapor, símbolos de su pasión. Ambos mundos conviven a modo de compartimentos estancos: frío y llamas, castidad y libido, nieve y vapor conviven pacíficamente, y en esta convivencia no hay ni catástrofe ni tragedia. Éstas se desarrollan y toman fuerza a medida que Fedra se adentra discursivamente en los dominios de Hipólito y los tiña progresivamente con su discurso, convirtiéndolo finalmente en un locushorridus donde el joven cazador huirá horrorizado como las bestias que solía perseguir. Por lo tanto tragedia y catástrofe ocurren cuando las silvae de Hipólito se convierten en el acechante Nemus habitado por lujuriosas criaturas gracias a la intrusión discursiva que la reina realiza en el áspero paisaje configurado en la monodia inicial del personaje