8 resultados para Cesar, Guilhermino 1908-1993. Sistema do imperfeito e outros poemas

em Memoria Académica - FaHCE, UNLP - Argentina


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Esta investigación se propuso rastrear analíticamente las posiciones y los movimientos de los actores políticos, sindicales, mediáticos y expertos durante los años que transcurrieron entre la asunción presidencial de Carlos Saúl Menem, en julio de 1989, hasta la sanción de la Ley Federal de Educación en abril de 1993, con la hipótesis principal de que la educación se constituyó en un problema público que cobró notoriedad y abrió un debate en el que el diagnóstico y la política educativa impulsada por el Gobierno Nacional lograron imponerse ante las demás propuestas. En la década de 1990 la educación fue definida como una situación problemática que adquirió notoriedad, promoviendo la participación de diferentes actores -con sus propias claves interpretativas y líneas de acción práctica- en una polémica en la que la categoría crisis fue el eje ordenador. Así, el propósito de este estudio fue indagar en la construcción de esta controversia a partir del análisis de los posicionamientos, enunciaciones y movimientos de los actores que lograron agenciarse y tener injerencia en el debate de esos años. Para trazar la cartografía de esta polémica, se consultaron distintas fuentes que permitieron conocer el entrecruzamiento en la arena pública de las distintas posiciones y atender a las particularidades de este complejo proceso que implicó la composición y reconfiguración de los actores y sus registros de acción. Así, se relevaron las publicaciones del diario Clarín, los discursos de los funcionarios nacionales y los comunicados de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA) y la Federación de Trabajadores Nacionales de la Educación (FeTEN) que circularon en el periódico analizado entre julio de 1989 y abril de 1993

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Esta investigación se propuso rastrear analíticamente las posiciones y los movimientos de los actores políticos, sindicales, mediáticos y expertos durante los años que transcurrieron entre la asunción presidencial de Carlos Saúl Menem, en julio de 1989, hasta la sanción de la Ley Federal de Educación en abril de 1993, con la hipótesis principal de que la educación se constituyó en un problema público que cobró notoriedad y abrió un debate en el que el diagnóstico y la política educativa impulsada por el Gobierno Nacional lograron imponerse ante las demás propuestas. En la década de 1990 la educación fue definida como una situación problemática que adquirió notoriedad, promoviendo la participación de diferentes actores -con sus propias claves interpretativas y líneas de acción práctica- en una polémica en la que la categoría crisis fue el eje ordenador. Así, el propósito de este estudio fue indagar en la construcción de esta controversia a partir del análisis de los posicionamientos, enunciaciones y movimientos de los actores que lograron agenciarse y tener injerencia en el debate de esos años. Para trazar la cartografía de esta polémica, se consultaron distintas fuentes que permitieron conocer el entrecruzamiento en la arena pública de las distintas posiciones y atender a las particularidades de este complejo proceso que implicó la composición y reconfiguración de los actores y sus registros de acción. Así, se relevaron las publicaciones del diario Clarín, los discursos de los funcionarios nacionales y los comunicados de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA) y la Federación de Trabajadores Nacionales de la Educación (FeTEN) que circularon en el periódico analizado entre julio de 1989 y abril de 1993

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Esta investigación se propuso rastrear analíticamente las posiciones y los movimientos de los actores políticos, sindicales, mediáticos y expertos durante los años que transcurrieron entre la asunción presidencial de Carlos Saúl Menem, en julio de 1989, hasta la sanción de la Ley Federal de Educación en abril de 1993, con la hipótesis principal de que la educación se constituyó en un problema público que cobró notoriedad y abrió un debate en el que el diagnóstico y la política educativa impulsada por el Gobierno Nacional lograron imponerse ante las demás propuestas. En la década de 1990 la educación fue definida como una situación problemática que adquirió notoriedad, promoviendo la participación de diferentes actores -con sus propias claves interpretativas y líneas de acción práctica- en una polémica en la que la categoría crisis fue el eje ordenador. Así, el propósito de este estudio fue indagar en la construcción de esta controversia a partir del análisis de los posicionamientos, enunciaciones y movimientos de los actores que lograron agenciarse y tener injerencia en el debate de esos años. Para trazar la cartografía de esta polémica, se consultaron distintas fuentes que permitieron conocer el entrecruzamiento en la arena pública de las distintas posiciones y atender a las particularidades de este complejo proceso que implicó la composición y reconfiguración de los actores y sus registros de acción. Así, se relevaron las publicaciones del diario Clarín, los discursos de los funcionarios nacionales y los comunicados de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (CTERA) y la Federación de Trabajadores Nacionales de la Educación (FeTEN) que circularon en el periódico analizado entre julio de 1989 y abril de 1993

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Partiendo de los estudios de la interfaz semántico-sintáctica de Ken Hale y Jay Keyser (1993, 1998) y Jaume Mateu i Fontanals (2000, 2002), asumimos que la estructura argumental determinante de la organización de la sintaxis oracional tiene su origen en constructos semánticos sintácticamente estructurados. Estos constructos definen relaciones configuracionales entre predicados primitivos y argumentos. Existe, por lo tanto, una relación de transparencia entre la semántica y la sintaxis, la cual permite definir el significado oracional en función tanto del contenido conceptual-intencional, opaco para la sintaxis, como del constructo semántico, transparente para la sintaxis. A diferencia de otras propuestas, que postulan un máximo de cuatro constructos semánticos básicos, como es el caso de Hale y Keyser, o de tres constructos semánticos básicos, como es el caso de Mateu i Fontanals, proponemos que la Gramática Universal define un máximo de sólo dos constructos semánticos básicos, uno espacial y uno causativo, los cuales, por recursividad, darían origen a todas las configuraciones sintácticas de cualquier lengua natural. En un sistema lingüístico como el de la Morfología Distribuida, los constructos semánticos así definidos formarían parte de una lista "A" presintáctica, conformada por morfemas abstractos, vg. sin matriz fonológica asociada, los cuales codifican tanto rasgos intencionales-funcionales de índole procedimental, vg. instrucciones sobre la asignación de referencia, como raíces semántico-conceptuales de índole nominal, vg. entidades conceptuales genéricas. Estos constructos, seleccionables por el sistema computacional, definen esqueletos configuracionales básicos que organizan el ensamble de los morfemas abstractos pertinentes a cada derivación. Este modelo, por lo tanto, define la conformación composicional de los apareamientos entre significado y forma, a partir de procesos computacionales previos a la inserción de las piezas de vocabulario. Ofrecemos evidencia morfosintáctica que probaría la pertinencia y la productividad de un sistema binario de constructos semánticos

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Partiendo de los estudios de la interfaz semántico-sintáctica de Ken Hale y Jay Keyser (1993, 1998) y Jaume Mateu i Fontanals (2000, 2002), asumimos que la estructura argumental determinante de la organización de la sintaxis oracional tiene su origen en constructos semánticos sintácticamente estructurados. Estos constructos definen relaciones configuracionales entre predicados primitivos y argumentos. Existe, por lo tanto, una relación de transparencia entre la semántica y la sintaxis, la cual permite definir el significado oracional en función tanto del contenido conceptual-intencional, opaco para la sintaxis, como del constructo semántico, transparente para la sintaxis. A diferencia de otras propuestas, que postulan un máximo de cuatro constructos semánticos básicos, como es el caso de Hale y Keyser, o de tres constructos semánticos básicos, como es el caso de Mateu i Fontanals, proponemos que la Gramática Universal define un máximo de sólo dos constructos semánticos básicos, uno espacial y uno causativo, los cuales, por recursividad, darían origen a todas las configuraciones sintácticas de cualquier lengua natural. En un sistema lingüístico como el de la Morfología Distribuida, los constructos semánticos así definidos formarían parte de una lista "A" presintáctica, conformada por morfemas abstractos, vg. sin matriz fonológica asociada, los cuales codifican tanto rasgos intencionales-funcionales de índole procedimental, vg. instrucciones sobre la asignación de referencia, como raíces semántico-conceptuales de índole nominal, vg. entidades conceptuales genéricas. Estos constructos, seleccionables por el sistema computacional, definen esqueletos configuracionales básicos que organizan el ensamble de los morfemas abstractos pertinentes a cada derivación. Este modelo, por lo tanto, define la conformación composicional de los apareamientos entre significado y forma, a partir de procesos computacionales previos a la inserción de las piezas de vocabulario. Ofrecemos evidencia morfosintáctica que probaría la pertinencia y la productividad de un sistema binario de constructos semánticos

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Partiendo de los estudios de la interfaz semántico-sintáctica de Ken Hale y Jay Keyser (1993, 1998) y Jaume Mateu i Fontanals (2000, 2002), asumimos que la estructura argumental determinante de la organización de la sintaxis oracional tiene su origen en constructos semánticos sintácticamente estructurados. Estos constructos definen relaciones configuracionales entre predicados primitivos y argumentos. Existe, por lo tanto, una relación de transparencia entre la semántica y la sintaxis, la cual permite definir el significado oracional en función tanto del contenido conceptual-intencional, opaco para la sintaxis, como del constructo semántico, transparente para la sintaxis. A diferencia de otras propuestas, que postulan un máximo de cuatro constructos semánticos básicos, como es el caso de Hale y Keyser, o de tres constructos semánticos básicos, como es el caso de Mateu i Fontanals, proponemos que la Gramática Universal define un máximo de sólo dos constructos semánticos básicos, uno espacial y uno causativo, los cuales, por recursividad, darían origen a todas las configuraciones sintácticas de cualquier lengua natural. En un sistema lingüístico como el de la Morfología Distribuida, los constructos semánticos así definidos formarían parte de una lista "A" presintáctica, conformada por morfemas abstractos, vg. sin matriz fonológica asociada, los cuales codifican tanto rasgos intencionales-funcionales de índole procedimental, vg. instrucciones sobre la asignación de referencia, como raíces semántico-conceptuales de índole nominal, vg. entidades conceptuales genéricas. Estos constructos, seleccionables por el sistema computacional, definen esqueletos configuracionales básicos que organizan el ensamble de los morfemas abstractos pertinentes a cada derivación. Este modelo, por lo tanto, define la conformación composicional de los apareamientos entre significado y forma, a partir de procesos computacionales previos a la inserción de las piezas de vocabulario. Ofrecemos evidencia morfosintáctica que probaría la pertinencia y la productividad de un sistema binario de constructos semánticos