3 resultados para Acequia Real de Alzira-Mapas-Grabado

em Memoria Académica - FaHCE, UNLP - Argentina


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Un hombre ensimismado, retraído, Sergio Prim, busca una línea de fuga, lo que él llama un "hueco", un espacio entre dos objetos para refugiarse y huir de la otredad. Si Heidegger define la entidad del ser del hombre como un ser con los otros, un co-ser, lo identitario en el protagonista se sitúa justamente en ese no lugar donde puede ser él sin los otros, sólo con sus deseos, imaginación y sueños. El eje temático del texto es la antinomia realidad- construcción imaginaria y, entre los dos, se ubica Brezo, la mujer que Prim ama pero que representa lo real, el mundo sociopolítico al que niega. Para él, la interrelación modifica y consume sentimientos y emociones, rechaza por eso ese mundo hostil del que pretende separarse con el "hueco". Gopegui ha puesto la lupa en su protagonista, ha metaforizado su postura con dicho "hueco" y ha analizado con trazos gruesos a un emergente de tantos individuos que se resisten a instalarse en el orden establecido. Con un enunciado en el que acude a recursos metaficcionales, desdoblamientos, paradojas, tres voces para un narrador resbaladizo, hace coincidir a su personaje con el rizoma deleuziano para oponerlo al árbol raíz que fija un punto, un orden, un poder. Hasta que, finalmente -y a través de una maniobra metaficcional-, le encuentra a su protagonista un lugar para aislarse en el mismo libro que terminamos de leer, en esa nada que hay entre dos palabras, la nada en la que Prim pretende alojarse desde inicio del relato. Una vez más, Gopegui, con un discurso literario impecable, deja traslucir su permanente crítica al pensamiento posmoderno con el que debe convivir y donde sitúa a sus personajes.

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Un hombre ensimismado, retraído, Sergio Prim, busca una línea de fuga, lo que él llama un "hueco", un espacio entre dos objetos para refugiarse y huir de la otredad. Si Heidegger define la entidad del ser del hombre como un ser con los otros, un co-ser, lo identitario en el protagonista se sitúa justamente en ese no lugar donde puede ser él sin los otros, sólo con sus deseos, imaginación y sueños. El eje temático del texto es la antinomia realidad- construcción imaginaria y, entre los dos, se ubica Brezo, la mujer que Prim ama pero que representa lo real, el mundo sociopolítico al que niega. Para él, la interrelación modifica y consume sentimientos y emociones, rechaza por eso ese mundo hostil del que pretende separarse con el "hueco". Gopegui ha puesto la lupa en su protagonista, ha metaforizado su postura con dicho "hueco" y ha analizado con trazos gruesos a un emergente de tantos individuos que se resisten a instalarse en el orden establecido. Con un enunciado en el que acude a recursos metaficcionales, desdoblamientos, paradojas, tres voces para un narrador resbaladizo, hace coincidir a su personaje con el rizoma deleuziano para oponerlo al árbol raíz que fija un punto, un orden, un poder. Hasta que, finalmente -y a través de una maniobra metaficcional-, le encuentra a su protagonista un lugar para aislarse en el mismo libro que terminamos de leer, en esa nada que hay entre dos palabras, la nada en la que Prim pretende alojarse desde inicio del relato. Una vez más, Gopegui, con un discurso literario impecable, deja traslucir su permanente crítica al pensamiento posmoderno con el que debe convivir y donde sitúa a sus personajes.

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Un hombre ensimismado, retraído, Sergio Prim, busca una línea de fuga, lo que él llama un "hueco", un espacio entre dos objetos para refugiarse y huir de la otredad. Si Heidegger define la entidad del ser del hombre como un ser con los otros, un co-ser, lo identitario en el protagonista se sitúa justamente en ese no lugar donde puede ser él sin los otros, sólo con sus deseos, imaginación y sueños. El eje temático del texto es la antinomia realidad- construcción imaginaria y, entre los dos, se ubica Brezo, la mujer que Prim ama pero que representa lo real, el mundo sociopolítico al que niega. Para él, la interrelación modifica y consume sentimientos y emociones, rechaza por eso ese mundo hostil del que pretende separarse con el "hueco". Gopegui ha puesto la lupa en su protagonista, ha metaforizado su postura con dicho "hueco" y ha analizado con trazos gruesos a un emergente de tantos individuos que se resisten a instalarse en el orden establecido. Con un enunciado en el que acude a recursos metaficcionales, desdoblamientos, paradojas, tres voces para un narrador resbaladizo, hace coincidir a su personaje con el rizoma deleuziano para oponerlo al árbol raíz que fija un punto, un orden, un poder. Hasta que, finalmente -y a través de una maniobra metaficcional-, le encuentra a su protagonista un lugar para aislarse en el mismo libro que terminamos de leer, en esa nada que hay entre dos palabras, la nada en la que Prim pretende alojarse desde inicio del relato. Una vez más, Gopegui, con un discurso literario impecable, deja traslucir su permanente crítica al pensamiento posmoderno con el que debe convivir y donde sitúa a sus personajes.