69 resultados para Saer


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Ciertas tendencias de la crítica literaria argentina actual han dado un giro notorio hacia la configuración de una lectura realista de la literatura. Ludmer, con su ya célebre texto "Literaturas postautónomas", ha llevado a cabo una operación polémica radical al borrar los límites formales entre la realidad y la ficción y poner en duda el papel de la crítica literaria en ese nuevo contexto. Más allá de hacer explícitas las estrategias críticas puestas en juego por Ludmer para armar su corpus y para legitimarse, mi intención es oponer una resistencia teórica tendiente a configurar un comienzo de relectura del formalismo. Teniendo en cuenta que es ya imposible leer textos desde el formalismo tradicional, mi intención es iniciar una discusión con respecto a cierta concepción actual de la literatura según la cual cualquier mención de las formas en el texto literario ha pasado a ser irrelevante y casi impertinente. Me basaré fundamentalmente en el hecho de que aún existen textos literarios en producción que exigen para sí una mirada en la que la autonomía de las formas esté vigente y en la que exista una atenta observación de las formas textuales. Encuentro en Adorno y Blanchot la ayuda teórica que necesito, ya que ellos, de modos distintos pero tendientes a un mismo punto en este sentido, han pensado que la literatura no puede existir lejos de las formas y que esas formas, lejos de oponerse a lo que hemos dado en llamar realidad, forman parte de ella y mantienen un juego dialéctico con ella

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Entre las décadas de 1960 y 1970, Augusto Roa Bastos ejerce una importante labor de crítico literario y difusor de escritores noveles en varias publicaciones porteñas: Los Libros, Crisis, Sur, son algunas de las más destacadas. Esta tarea no solo corre paralela a su escritura ficcional, sino que incluso funciona como un espacio en el que desarrolla sus propias concepciones sobre la literatura latinoamericana, las cuales desembocarán en su monumental Yo El Supremo, novela que marca un giro rupturista respecto de la narrativa roabastiana que la precede. Entre las tesis que despliega entonces el Roa Bastos crítico, la idea de "realismo profundo" condesa su intervención en el campo intelectual sesentista de modo múltiple. Encierra la apuesta de Roa por la narrativa latinoamericana contemporánea que pone el acento en una lengua literaria con basamentos populares o una zona "al decir saeriano" religada pero conflictivamente con la "ciudad letrada" que es su metrópolis. De ahí la elección de Roa por escritores como Daniel Moyano, Juan José Saer y Antonio Di Benedetto, que jaquean las simplificaciones regionalistas. Pero al mismo tiempo, el "realismo profundo" es también una conceptualización de la misma obra de Roa Bastos; una apuesta dentro de su propio proyecto creador, que lo lleva a formular un dispositivo literario superador de lo que él denomina "realismo de superficie" (realismo socialista, regionalismo) y que desarticula la dicotomía esquemática entre cosmopolitismo y regionalismo

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Ansgar Nünning y Astrid Erll (2003; 2005) y Astrid Erll (2005) han desarrollado las relaciones entre memoria y literatura introduciendo los conceptos de "memoria en la literatura: puestas en escena", "memoria de la literatura I: topoi e intertextualidad", "memoria de la literatura II: canon e historia de la literatura" y "literatura como medio de la memoria colectiva". Adoptando esta cuádruple distinción, la presente tesis doctoral se propone dar cuenta de la producción narrativa de la auto denominada "generación ausente" -conformada por autores nacidos alrededor del año 1960-, que tuvo entre sus preocupaciones principales tematizar el decenio 1973-1983, eligiendo para hacerlo la forma novela. Algunos de los escritores del corpus son: Carlos Gamerro, Matilde Sánchez, Daniel Guebel, Luis Chitarroni, Alan Pauls, Sergio Chejfec, Miguel Vitagliano, Gustavo Nielsen, Juan Forn, Carlos E. Feiling, Sergio Bizzio, Daniel Link, Martín Kohan, Damián Tabarovsky, Marcelo Figueras, Rodrigo Fresán y Ricardo Strafacce. Al respecto, el primer capítulo de este trabajo está dedicado a debatir las diversas utilizaciones del concepto de "generación" en la sociología de la literatura argentina, concepto que, a partir de la década del ochenta cayera en general descrédito. En efecto: luego del triunfo de lo que Miguel Dalmaroni entiende como la "'operación Raymond Williams' en Punto de Vista", se privilegiaron los conceptos de "grupo cultural" o "formación" de Raymond Williams para pensar colectivos culturales frente al de "generación". En nuestro trabajo, redefinimos "generación" como "construcción identitaria" (Cf. Jureit/ Wildt 2005) y "categoría de memoria" (Cf. Weigel 2005), esto es: entendida siempre como un constructo y en clave memorial, y en las antípodas de las formulaciones de matriz biologicista o embebidas de un afán matemático cercanas a la primitiva definición del concepto dada por José Ortega y Gasset. En un contexto de publicación de sus primeras novelas donde las llamadas "narrativas sobre los años setenta" comienzan a proliferar y con un marco de "crisis del mercado editorial" (1976-1989) y "concentración y polarización de la industrial editorial" (1990- 2000), los escritores estudiados se proponen volver a narrar la última dictadura, cuando la literatura ya no llenaría -como sí lo habría hecho en 1980- "un vacío de discurso" (Cf. Sarlo 2006). Sobre dicho contexto de publicación y numerosos análisis de la "memoria en la literatura" y la "memoria de la literatura I" observables en las novelas reseñadas versan los capítulos dos y tres de la presente tesis. Una de las hipótesis fundamentales de nuestro trabajo es que los novelistas del corpus no sólo intervinieron en el campo literario en calidad de escritores, sino que fueron "críticos estrategas" (en el sentido de Walter Benjamin) y "productores culturales" (en el sentido de Raymond Williams). Así, fueron miembros del staff de diversas revistas literarias, empleados de sellos ya existentes y/ o fundadores de las llamadas "editoriales independientes" y "editoriales artesanales", firmantes de textos de intervención -tanto en la prensa como en las dos últimas "historias de la literatura argentina" dirigidas, respectivamente, por Noé Jitrik y David Viñas-, pero también autores únicos de ambiciosos ensayos interpretativos donde se propone una determinada política de la literatura (en términos de Jacques Rancière), o bien un nuevo "canon" argentino. Por lo mismo, el capítulo cuatro de la presente tesis reseña estas intervenciones y las pone en diálogo con, por un lado, la producción estrictamente literaria de los novelistas del corpus, y, por el otro, con los que hemos hipotetizado como "cuatro grandes ciclos de canonización" ocurridos a partir de 1985, una vez mitigada la angustia de las influencias suscitada por Jorge Luis Borges. El recorrido planteado en esta tesis doctoral permite arribar a la conclusión general de que los autores del corpus, a partir de una muy acertada lectura del estado del campo literario argentino de fines de la década del ochenta del siglo XX (momento de triunfo de la operación crítica que hiciera de Juan José Saer, Manuel Puig y Ricardo Piglia los tres "nombres del consenso"), lograron en tiempo récord revertir su lugar inicial de carencia. Lo hicieron percibiendo el lugar central que, tanto en términos de memoria colectiva como de "memoria en la literatura", "memoria de la literatura I" y "memoria de la literatura II" ostentaba el decenio 1973-1983, con un alto nivel de consciencia del potencial estratégico que tenía el comparecer como "generación ausente", y haciendo un uso deliberadamente ambiguo de la etiqueta de la "nueva narrativa", que continua circulando hasta el día de hoy como contraseña en nuestro alicaído mercado de libros

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Ansgar Nünning y Astrid Erll (2003; 2005) y Astrid Erll (2005) han desarrollado las relaciones entre memoria y literatura introduciendo los conceptos de "memoria en la literatura: puestas en escena", "memoria de la literatura I: topoi e intertextualidad", "memoria de la literatura II: canon e historia de la literatura" y "literatura como medio de la memoria colectiva". Adoptando esta cuádruple distinción, la presente tesis doctoral se propone dar cuenta de la producción narrativa de la auto denominada "generación ausente" -conformada por autores nacidos alrededor del año 1960-, que tuvo entre sus preocupaciones principales tematizar el decenio 1973-1983, eligiendo para hacerlo la forma novela. Algunos de los escritores del corpus son: Carlos Gamerro, Matilde Sánchez, Daniel Guebel, Luis Chitarroni, Alan Pauls, Sergio Chejfec, Miguel Vitagliano, Gustavo Nielsen, Juan Forn, Carlos E. Feiling, Sergio Bizzio, Daniel Link, Martín Kohan, Damián Tabarovsky, Marcelo Figueras, Rodrigo Fresán y Ricardo Strafacce. Al respecto, el primer capítulo de este trabajo está dedicado a debatir las diversas utilizaciones del concepto de "generación" en la sociología de la literatura argentina, concepto que, a partir de la década del ochenta cayera en general descrédito. En efecto: luego del triunfo de lo que Miguel Dalmaroni entiende como la "'operación Raymond Williams' en Punto de Vista", se privilegiaron los conceptos de "grupo cultural" o "formación" de Raymond Williams para pensar colectivos culturales frente al de "generación". En nuestro trabajo, redefinimos "generación" como "construcción identitaria" (Cf. Jureit/ Wildt 2005) y "categoría de memoria" (Cf. Weigel 2005), esto es: entendida siempre como un constructo y en clave memorial, y en las antípodas de las formulaciones de matriz biologicista o embebidas de un afán matemático cercanas a la primitiva definición del concepto dada por José Ortega y Gasset. En un contexto de publicación de sus primeras novelas donde las llamadas "narrativas sobre los años setenta" comienzan a proliferar y con un marco de "crisis del mercado editorial" (1976-1989) y "concentración y polarización de la industrial editorial" (1990- 2000), los escritores estudiados se proponen volver a narrar la última dictadura, cuando la literatura ya no llenaría -como sí lo habría hecho en 1980- "un vacío de discurso" (Cf. Sarlo 2006). Sobre dicho contexto de publicación y numerosos análisis de la "memoria en la literatura" y la "memoria de la literatura I" observables en las novelas reseñadas versan los capítulos dos y tres de la presente tesis. Una de las hipótesis fundamentales de nuestro trabajo es que los novelistas del corpus no sólo intervinieron en el campo literario en calidad de escritores, sino que fueron "críticos estrategas" (en el sentido de Walter Benjamin) y "productores culturales" (en el sentido de Raymond Williams). Así, fueron miembros del staff de diversas revistas literarias, empleados de sellos ya existentes y/ o fundadores de las llamadas "editoriales independientes" y "editoriales artesanales", firmantes de textos de intervención -tanto en la prensa como en las dos últimas "historias de la literatura argentina" dirigidas, respectivamente, por Noé Jitrik y David Viñas-, pero también autores únicos de ambiciosos ensayos interpretativos donde se propone una determinada política de la literatura (en términos de Jacques Rancière), o bien un nuevo "canon" argentino. Por lo mismo, el capítulo cuatro de la presente tesis reseña estas intervenciones y las pone en diálogo con, por un lado, la producción estrictamente literaria de los novelistas del corpus, y, por el otro, con los que hemos hipotetizado como "cuatro grandes ciclos de canonización" ocurridos a partir de 1985, una vez mitigada la angustia de las influencias suscitada por Jorge Luis Borges. El recorrido planteado en esta tesis doctoral permite arribar a la conclusión general de que los autores del corpus, a partir de una muy acertada lectura del estado del campo literario argentino de fines de la década del ochenta del siglo XX (momento de triunfo de la operación crítica que hiciera de Juan José Saer, Manuel Puig y Ricardo Piglia los tres "nombres del consenso"), lograron en tiempo récord revertir su lugar inicial de carencia. Lo hicieron percibiendo el lugar central que, tanto en términos de memoria colectiva como de "memoria en la literatura", "memoria de la literatura I" y "memoria de la literatura II" ostentaba el decenio 1973-1983, con un alto nivel de consciencia del potencial estratégico que tenía el comparecer como "generación ausente", y haciendo un uso deliberadamente ambiguo de la etiqueta de la "nueva narrativa", que continua circulando hasta el día de hoy como contraseña en nuestro alicaído mercado de libros

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Entre las décadas de 1960 y 1970, Augusto Roa Bastos ejerce una importante labor de crítico literario y difusor de escritores noveles en varias publicaciones porteñas: Los Libros, Crisis, Sur, son algunas de las más destacadas. Esta tarea no solo corre paralela a su escritura ficcional, sino que incluso funciona como un espacio en el que desarrolla sus propias concepciones sobre la literatura latinoamericana, las cuales desembocarán en su monumental Yo El Supremo, novela que marca un giro rupturista respecto de la narrativa roabastiana que la precede. Entre las tesis que despliega entonces el Roa Bastos crítico, la idea de "realismo profundo" condesa su intervención en el campo intelectual sesentista de modo múltiple. Encierra la apuesta de Roa por la narrativa latinoamericana contemporánea que pone el acento en una lengua literaria con basamentos populares o una zona "al decir saeriano" religada pero conflictivamente con la "ciudad letrada" que es su metrópolis. De ahí la elección de Roa por escritores como Daniel Moyano, Juan José Saer y Antonio Di Benedetto, que jaquean las simplificaciones regionalistas. Pero al mismo tiempo, el "realismo profundo" es también una conceptualización de la misma obra de Roa Bastos; una apuesta dentro de su propio proyecto creador, que lo lleva a formular un dispositivo literario superador de lo que él denomina "realismo de superficie" (realismo socialista, regionalismo) y que desarticula la dicotomía esquemática entre cosmopolitismo y regionalismo

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