245 resultados para Juan M. Rosas
Resumo:
La literatura y el cine son disciplinas que dialogan y se separan, que se unen y se dislocan. Cuando un realizador escoge un texto literario para transponerlo al cine y presentar su propia lectura (Jauss, 1987; Ingarden, 1989), son las resonancias (Wolf, 2005) las que indican la manera en que el director leyó el texto y lo que identificó como potencial cinematográfico. Entre 1943 y 1955, con gran apoyo de los espectadores, toma auge el cine argentino, aunque no se favorece a la producción, distribución y exhibición porque los dueños del capital están más ocupados en los réditos inmediatos del negocio que en el desarrollo y progreso de la industria cinematográfica (Getino, 2005). Sin embargo, directores como Soffici, Manzi y Papier adhieren al proceso polÃtico, desarrollan una producción valiosa y atienden a lo popular (Cabrera, 1994; Di Núbila, 1959). Con esa herencia, emerge como director la figura de Hugo del Carril, con producciones que transitan la crÃtica a severos conflictos sociales simbolizados a través de la representación de las vidas dramáticas de los oprimidos y olvidados, como el caso de Las tierras blancas que lleva a la pantalla en 1958, inspirada en la novela homónima de Juan José Manauta
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El presente trabajo se propone examinar la noción del "espacio lÃquido" en la literatura argentina, y sobre todo en la obra de Juan José Saer. Se trata de demostrar que lo que caracteriza la obra saeriana es la oscilación entre dos concepciones de lo lÃquido: por un lado, una acepción metafórica, tal como ha sido utilizada por teorÃas sociales de la modernización y de la globalización - en la base de esta acepción de lo ?lÃquido" está una concepción topológica del espacio, destinada a describir mundos y percepciones en constante devenir y cambio. Por el otro lado, se hace presente, en Saer, una concepción más concreta, topográfica, de lo lÃquido como espacio aquático y, sobre todo, como espacio fluvial. Para Saer, la orilla del rÃo, es decir la zona 'cosmogónica' entre agua y tierra como modelo de lo cultural, precede a la orilla de la ciudad con su oposición mÃtica entre civilización y barbárie, tan importante en la historia literaria argentina. Quisieramos mostrar al ejemplo de una lectura de Nadie, nada, nunca, como esas dos concepiones de lo lÃquido se superponen y cuales son las consecuencias de esa superposición para pensar los espacios de la literatura argentina entre topologÃas abstractas y topografÃas concretas
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El contacto con la variedad del español utilizada por hablantes de la Provincia de San Juan permite observar usos alternantes de los tiempos pasados Perfecto Simple y Perfecto Compuesto con mayor frecuencia de uso de éste con respecto a la zona rioplatense. El compuesto se emplea -por los sanjuaninos- para señalar aspectos semánticos reservados para el Simple como el referir acciones acabadas lejanas al momento de la enunciación o incluso sin ninguna relación con el mismo. El hablante puede comunicar factores subjetivos con el Perfecto Compuesto usándolo como una estrategia discursiva cargada de subjetividad que le permite hacer relevantes los hechos pasados, sin importar si están más o menos alejados del momento de la enunciación, y produciendo con ello una ampliación semántica en la idea de pasado que el compuesto comunica. El presente trabajo -en el marco de los principios de la Escuela de Columbia (Diver, 1995) y la Etnopragmática (GarcÃa, 1995; MartÃnez, 1995, 2000; Mauder, 2000)- continúa con el análisis de aspectos esbozados en otro anterior (Gentili, 2011), también sobre corpus de discurso polÃtico, considerado este como práctica social que funciona no sólo como instrumento con fines polÃticos particulares, sino como creador y sostén de maneras de pensar, hablar y actuar: o sea, formas de vida y visiones de mundo. Para ello, el enunciador debe poner al servicio del objetivo comunicativo el uso de una gramática compartida situándose temporalmente para ejercer el poder y lograr la adhesión mediante la persuasión. Sospechamos, entonces, que el perfecto compuesto está asociado con la idea de incluir al oyente a una forma particular de perspectiva sobre del pasado referido, y de persuadirlo no solo de esa visión de los hechos pasados sino lograr también la adhesión al compromiso veredictivo que, como enunciador polÃtico, quiere trasmitir. Los resultados contribuirán a la perspectiva teórica que contempla la motivación semántico-pragmática de la gramática y su relación con el uso de la lengua
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La obra poética de Juan L. Ortiz resuelve de una manera inédita en la literatura argentina la tensión que existe entre polÃtica y poesÃa. Su relación con el Partido Comunista, con ciertos escritores del grupo de Boedo y luego, centralmente, con González Tuñón, allá por la década de 1930-1940, no redundan en una adaptación de su obra a los postulados determinantes del realismo. Por partida doble, diremos, Ortiz rechaza al realismo. En un primer momento, frente al realismo de Boedo decide "envainar la espada", teniendo a la vista los resultados estéticos de aquel programa. Luego, de cara a la evolución que suponÃa la idea del realismo en Tuñón hacia mediados de 1930, opta por mantener un ritmo propio y reflejar la enorme crisis polÃtica que se vivÃa (con España como epicentro) sin quebrar su forma personal del decir. Una voz tendiente a la sutileza, a resaltar el aspecto musical del lenguaje en relación con el paisaje y loalusivo. Lo que lo hace original, entonces, es justamente el hecho de colocar la cuestión social y polÃtica dentro de esa intimidad, gracias a una concepción dialéctica de su poesÃa, que está en la base de su programa estético
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Existen claras afinidades y rasgos isotópicos en el empleo del lenguaje simbólico que, para la expresión del conocimiento experimental de la realidad divina, utilizaron los cabalistas del cÃrculo del Zohar de la segunda mitad del siglo XIII español y, en pleno siglo XVI, San Juan de la Cruz, el primer carmelita descalzo. Tanto éste como aquellos compartieron un modelo común de conocimiento, centrado en una gnosis visual de Dios, y un profundo interés no sólo por la comprensión del sentido último de su voluntad, sino por una propedéutica que condujera a los iniciados en los secretos de la fe a adherirse a aquella a partir de la experiencia. Ahora bien, el privilegiado status simbólico que comparten estos espirituales se resume en la figura del maskil, el "iluminado" o "sabio lleno de ojos" de la tradición cabalÃstica, que proponemos, en este primer acercamiento intertextual, desde una lectura pertinente de Zohar, vol. II, 98b, en el contexto del "discurso del Anciano" de la sección Mishpatim de este texto central de la Cábala.
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En diversos ensayos sobre literatura y cultura industrial, escritos sostenidamente desde la década del 60 y recogidos en libros que desde fines de los 80 pautan su consagración en el campo literario argentino, Juan José Saer consolida una figura de autor y repone otras categorÃas valorativas que el auge posmoderno declaraba muertas (obra, estilo, autonomÃa). A partir de la tensión entre imperativos personales y determinaciones públicas, desde los inicios su ensayÃstica sostiene agonalmente la especificidad literaria, contra los falsos compromisos sociológicos y las limitaciones exteriores a la forma estética, ampliando los embates contra el democratismo de la posmodernidad hacia fines de los 90 e inicios de la década actual. A la vez, algunos ensayos reformulan la tradición literaria argentina a partir de la postulación de su violencia de origen y de lo que Saer llama "una estricta y subjetiva privacidad del uso lingüÃstico" con la cual producir "figuras universales", operatoria que lee en la gauchesca y que puede tomarse como balance autorreferencial del proyecto. La "privacidad en sentido estricto", esa "intimidad con las palabras" que da aliento a la manera narrativa que Saer ha practicado durante cinco décadas, se afianza en el final del milenio como una distinción, apropiada y necesaria ante el relativismo posmoderno, que permita mantener a la literatura en su sitio, en su forma especÃfica ajena a determinaciones externas, a salvo de los parámetros de mercado y de la opresión polÃtica y cultural
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Uno de los rasgos caracterizadores de la novela de los últimos años del siglo XX es la utilización de episodios traumáticos como escenarios o bases argumentativas bien por su relación con colectivos socialmente "marginados", tales como mujeres o minorÃas étnicas y culturales, o bien por su relación con episodios polÃticamente conflictivos, tales como el Holocausto nazi, las dos Guerras Mundiales, o los procesos de descolonización. Este tipo de procesos ficcionales ha sido uno de los principales ámbitos de estudio de los denominados "estudios de trauma" (Trauma Studies), en los que se asocia la trasposición del término y concepto médico del "desorden de estrés postraumático" al ámbito de la literatura y de la teorÃa crÃtica literaria. AsÃ, en la última década se pueden encontrar en la literatura europea ejemplos de novelas en las que se intenta mostrar los efectos devastadores de los conflictos bélicos que enfrentaron a individuos del mismo paÃs, de la misma ciudad e incluso de la misma familia. En España también se ha adoptado esta tendencia, y se puede decir que la guerra civil española ha tomado protagonismo en la producción literaria -y cinematográfica- de los últimos años. Cabe destacar dentro de esta producción la utilización de los testimonios de los perdedores de la guerra como una forma de reescribir este hecho histórico, un factor que se puede interpretar como un intento de recuperación de la memoria personal e histórica de quienes vivieron la guerra, intentando abstraerse de los discursos polÃticos que han permeado los últimos treinta años del siglo XX. Este es el objetivo de esta comunicación, ver cómo este tipo de estrategias son las que subyacen a la ficcionalización de un episodio concreto: el fusilamiento de "las trece rosas", y cómo, a su vez, esta ficcionalización ha permitido que este hecho histórico se convierta en un fenómeno literario y cinematográfico.
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La pregunta central para la elaboración de este trabajo es: ¿De qué manera se manifiesta el compromiso polÃtico de Juan Goytisolo dentro del juego -de doble mecánica- de presencia y borramiento en la estructura narratológica de El sitio de los sitios? La respuesta está orientada a pensar los juegos del autor que se presentan ante un lector desorientado. Para esto se revisarán las instancias de la enunciación -es decir, el intrincado laberinto de narradores, (personajes escritores y lectores) que aparecen en la novela-, que, por momentos, parecen borrar todo posible rasgo de la figura del autor en su sentido tradicional. Para ello se revisarán tres aspectos: rasgos lingüÃsticos y literarios que emplean los diferentes narradores de la novela; las técnicas pertenecientes a una escritura posmoderna tÃpica del siglo XX, y, por último, las marcas autorales de todos sus relatos (alteración de voces narrativas, polifonÃa lingüÃstica y discursiva, experimentos morfosintácticos, el collage, las elipsis temporales y espaciales, digresiones, interpolaciones irónicas, monólogos interiores, diálogo intertextual y simbolización)
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El periodo de transición desde el sistema colonial español a la nueva república trajo aparejado el impulso de la prensa periódica como órgano de difusión y promoción de nuevas propuestas polÃticas e ideológicas, donde los publicistas se convirtieron en portavoces de una opinión que ellos mismos crearon y movilizaron. Este desarrollo tuvo como contracara el fenómeno inverso: el hombre común se preocupó por registrar los sucesos excepcionales para generaciones posteriores. Nos proponemos analizar las complejas relaciones entre producción memorialÃstica y prensa, a partir de Memorias curiosas, de Juan Manuel Beruti y algunos números de la Gaceta de Buenos Aires (1801-1811)
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La presencia de Juan Ramón Jiménez en La Habana entre 1936 y 1939, provoca una importante movilización en la intelectualidad cubana. A la considerable serie de actividades promovidas por el andaluz y sus textos publicados durante esos años, se suma su imborrable magisterio. En torno a su figura se reunió un cÃrculo de jóvenes, entre ellos Lezama Lima, con quien se enlaza en una larga y profunda amistad poética y personal. En un texto titulado "Coloquio con Juan Ramón Jiménez", Lezama Lima recoge una conversación mantenida en 1937 con el poeta español en el que, a pesar de la veneración que le profesa, discute con él como de igual a igual. En este trabajo nos proponemos revisar este memorable Coloquio, cuyo enunciado revela una tensión de fuerzas, un juego de resistencias y desafÃos pero también de coincidencias entre ambos poetas, al discurrir sobre la poesÃa, su carácter, su función. En este contexto adquieren especial énfasis las reflexiones que surgen a partir de la propuesta de Lezama de identificar una sensibilidad cubana particular, entendida como "insularidad cósmica", como parte de su proyecto de búsqueda de una expresión poética nacional capaz de conciliar lo originario local con lo universal. Por otra parte, una serie de coincidencias entre ambos, hombres de fe poética, indica que en su amistad Juan Ramón Jiménez y Lezama Lima se potenciaron en la búsqueda de la gracia fecundante del verbo poético.
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El presente trabajo tiene por objetivo explorar las formas de la educación fÃsica en Rosario durante la entreguerras. Especialmente nos interesa reconstruir la trayectoria de un maestro de esgrima que estuvo en el centro del desarrollo de estas actividades a lo largo de este perÃodo, experimentando en su propia trayectoria las transformaciones de la cultura fÃsica urbana. Juan Bautista Arrospidegaray nació en Rosario en 1876 y fue formado como maestro de esgrima. Su trayectoria se inició en una academia privada de esgrima de la ciudad y continuó con la organización de Batallones Escolares del Centenario. Se unió al Cuerpo de Bomberos de Rosario, fue director del Departamento Municipal de Esgrima, miembro de la Comisión Directiva del Tiro Federal de Rosario, profesor de educación fÃsica de los colegios confesionales San José y Sagrado Corazón de Rosario, fundador del grupo Vanguardias de la Patria de Rosario, Director del Stadium Municipal e Inspector de Plazas y Campos de Deportes de la Municipalidad de Rosario. Arrospidegaray promovió y se vinculó muy estrechamente con la cultura fÃsica de Rosario y ocupó a lo largo de su recorrido profesional algunos puestos clave que le permitieron incidir y prestar cierta tónica al desarrollo de las actividades fÃsicas de la ciudad. La siguiente ponencia intenta reconstruir a través de su figura, las variaciones, las continuidades, los conflictos y las reconfiguraciones de la cultura fÃsica de Rosario a lo largo de casi medio siglo
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Se vinculan los sentidos poéticos de Anunciaciones con los de derrota y resistencia, en Argentina, 1987. Estos núcleos se encuentran en la figura del oxÃmoron, en el sentido de que se expresa el profundo dolor desolado producido por una rendición, a la vez que la oposición a que aquella sea permanente. Hay un predominio de desesperanza pero emergen imágenes utópicas que pueden llegar a ser, en términos de Ernst Bloch, ya sea recuperando lo que fue derrotado como creando nuevas visiones y sensaciones. Es nÃtido el rechazo a ese mundo presente. Las visiones apocalÃpticas se multiplican en el pasado de genocidio y en el presente de ignominia ante el silencio, la pasividad, la desmemoria y la complicidad. Pero el Apocalipsis es una visión del fin catastrófico de los viejos tiempos y el anuncio de lo venidero por lo tanto sus imágenes son también anunciaciones, no beatÃficas sino convulsionadas y perturbadoras. No hay referencias explÃcitas a la guerra revolucionaria del pasado en el que finalmente se instaló el genocidio. Hay constelaciones de palabras y figuras que remiten a ella y a veces -no siempre- derivan en una imagen femenina de la muerte. Algunos fragmentos amorosos de este largo poema pueden ser interpretados en clave alegórica como la muerte en contexto de guerra y destrucción