71 resultados para Filosofía práctica
Resumo:
Este trabajo analiza una de las instancias del clásico agón entre sofística y filosofía, tal como aparece planteado en el Fedón de Platón. El eje de mi abordaje está constituido por las diversas relaciones de esclavitud que se pueden establecer entre el alma y el cuerpo. La hipótesis que aspiro a demostrar es que mientras la esclavitud del cuerpo al alma es postulada como la condición filosófica por excelencia, la esclavitud inversa (del alma al cuerpo) admite ser calificada de "sofística". Esto no significa que el sofista sea el creador de tal esclavitud anti-filosófica; la misma no es más que la forma de vida cotidiana del pueblo ateniense, regulada por deseos corporales que persiguen constantemente la consecución del placer. El rol del sofista en este contexto consistiría específicamente en la justificación y profundización de esa disposición preexistente, tanto a través de sus enseñanzas teóricas como de su práctica política
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En las últimas décadas la reflexión filosófica sobre el conocimiento y la ciencia ha dejado un lugar cada vez mayor al análisis de las prácticas cognitivas y no sólo a su producto final, sin por ello minimizar la rigurosidad del estudio metodológico de las teorías. De acuerdo con Pérez Ransánz y Velasco Gómez (2012: 14-22) dicha redirección en las discusiones está en clara sintonía con el planteo de los pragmatistas clásicos, en especial con la filosofía de John Dewey y sus análisis sobre el conocimiento y la teoría de la investigación. Sin lugar a dudas, las observaciones de Pérez Ransánz y Velasco Gómez marcan en buena medida el espíritu de este trabajo, cuyo tema central es la relación entre conocimiento y valoración, prestando especial atención al caso de la ciencia, y todo ello desde el marco teórico del ya mencionado Dewey. La tesina se concentra en dos temas principales, estrechamente vinculados a la teoría del conocimiento deweyana. El primero es el concepto de experiencia, caro a toda la tradición pragmatista; el segundo es la concepción deweyana de investigación, presentada fundamentalmente como determinación progresiva de situaciones inicialmente indeterminadas y problemáticas para ese sujeto y su transacción con el medio. Presentados los puntos anteriores, se hará hincapié en un punto clave: la caracterización del investigador como práctico y la ineludible presencia de la deliberación y la valoración en su actividad. El objetivo será pues el de reconstruir los argumentos que sostienen una tesis fundamental de Dewey: que a todo juicio de hecho le corresponde un juicio de valor o que en todo ítem de conocimiento se contiene una pauta de acción respecto de la situación que provoca el juicio, tesis que en gran medida evidencia el espíritu pragmatista de Dewey. Luego de analizar el marco teórico deweyano se retomarán las mencionadas consideraciones respecto de la apertura del análisis filosófico con relación al conocimiento y la ciencia, enfatizando nuestro interés por la práctica científica. Así, abordaremos el concepto de racionalidad axiológica presentado por Javier Echeverría en Filosofía de la ciencia (1995) y Ciencia y valores (2002). En estos textos Echeverría expone los fundamentos filosóficos de una nueva concepción de la racionalidad, distinguida por la consideración de sus aspectos axiológicos / valorativos. El objetivo central de la tesina es ensayar una interpretación por la cual la estructura teórica de Dewey, apoyada en su concepción de la experiencia como transacción y de la investigación con su intrínseca dimensión práctica es un marco promisorio y fructífero para repensar el modelo de racionalidad, un modelo que incluya aspectos valorativos y que permita la pregunta por la consideración de los valores en ciencia. Esta perspectiva, de aceptarse, reivindica el lugar del pragmatismo de Dewey en el debate contemporáneo, en tanto y en cuanto su filosofía permite fundamentar la relación entre investigación, conocimiento y valoración mediante un tratamiento conceptualmente riguroso e innovador que se retrotrae hasta el núcleo mismo de su teoría de la experiencia
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Fil: Ercoli, César Adrián. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP-CONICET); Argentina.
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Tabla de contenidos: La pregunta por los límites de la ciencia / Alfredo Marcos. Creencia pragmática. Justificación y valores epistémicos según el pragmatismo clásico / Evelyn Vargas. El problema de la reflexividad de los estudios de la ciencia: una perspectiva deweyana / Federico E. López. Enseñanza de las ciencias naturales: de los productos a las prácticas / Hernán Miguel. Experiencia e Inteligencia: la relación medios-fines en la filosofía de la educación de John Dewey / Horacio Héctor Mercau. El boicot a Elsevier y sus implicaciones respecto del acceso a las publicaciones científicas / Miguel Fuentes. Hacia una filosofía política del conocimiento científico / Ricardo J. Gómez. Dimensiones colectivas del conocimiento en la Modernidad / Silvia Manzo. Filosofía del conocimiento y racionalidad: Lacey vs. Douglas en torno al ideal de ciencia libre de valores / Victoria Paz Sánchez García. Compreensao e Significado / Wagner de Campos Sanz. O significado do Autoconhecimento e Racionalidade / Waldomiro J. Silva Filho. Conocimiento simbólico de Leibniz a Husserl / Jairo J. da Silva, Abel Lassalle Casanave, Javier Legris.
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Muchos no han retenido más que dos imágenes tradicionales de Althusser: o bien la de un pensador abstracto asociado a una "Ciencia" desconectada de la lucha de clases, o bien la del "último Althusser", posmoderno y hasta místico. Se trata de lectores apresurados, como nos lo muestra G. M. Goshgarian, especialista en la obra de Althusser. Para Goshgarian, los textos y su cronología revelan una const ante: la centralidad de la dictadura del proletariado. De esta manera, es necesario releer todo el corpus atendiendo a los "años maravillosos" de 1976-1978, en los cuales Althusser dio coherencia a una "nueva práctica de la filosofía" que desenmascara las filosofías tradicionales-filosofías de Estado- y repiensa al marxismo como "ciencia de ese encuentro siempre aleatorio que es la lucha de clases". La entrevista arroja una verdadera visión de conjunto de la producción althusseriana e invita a leer Iniciación a la filosofía para los no filósofos y Être marxiste en philosophie, dos obras inéditas de gran importancia que aparecieron en francés en 2014-2015
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Muchos no han retenido más que dos imágenes tradicionales de Althusser: o bien la de un pensador abstracto asociado a una "Ciencia" desconectada de la lucha de clases, o bien la del "último Althusser", posmoderno y hasta místico. Se trata de lectores apresurados, como nos lo muestra G. M. Goshgarian, especialista en la obra de Althusser. Para Goshgarian, los textos y su cronología revelan una const ante: la centralidad de la dictadura del proletariado. De esta manera, es necesario releer todo el corpus atendiendo a los "años maravillosos" de 1976-1978, en los cuales Althusser dio coherencia a una "nueva práctica de la filosofía" que desenmascara las filosofías tradicionales-filosofías de Estado- y repiensa al marxismo como "ciencia de ese encuentro siempre aleatorio que es la lucha de clases". La entrevista arroja una verdadera visión de conjunto de la producción althusseriana e invita a leer Iniciación a la filosofía para los no filósofos y Être marxiste en philosophie, dos obras inéditas de gran importancia que aparecieron en francés en 2014-2015
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La elaboración que Paul Ricoeur hiciera insistentemente para proponer una ética a la vez posible y justa tiene un rico desarrollo en la que cruza esas tesis con las de la identidad humana y las abre a preocupaciones presentes y conflictivas. El encuadre teórico es el que combina la descripción fenomenológica con una hermenéutica rigurosa pero que se define por la necesidad de aceptar su conflictiva y pluralidad -que es preciso explicar y comprender-. Este estilo dialéctico e itinerante puede encontrarse, a nuestro juicio, en varias obras como son: "Sí mismo como otro" donde encontramos la tensión y relación entre la identidad idem y la identidad ipse, mediadas por la identidad narrativa y entre los niveles de la eticidad y la moralidad, tal como aparecen allí, fundados en el deseo. También en una obra anterior donde el fundamento es la libertad, "conjugada" en primera, segunda y tercera persona. Y entre lo que podríamos llamar su "cuarteto" de la ontología del hombre capaz y su cruce con la experiencia del sufrimiento. En la síntesis que es su "Recorridos del reconocimiento" se recogen esas tensiones y aperturas y se las corona con las tesis que desarrollara al comparar el amor y la justicia, en especial, el mandamiento del amor al enemigo. Partiendo de la riqueza y polisemia del verbo reconocer recorre el camino de su conjugación en voz activa, en la forma reflexiva y en la voz pasiva. Todo este entramado paciente y sostenido durante tantos años nos proporciona un marco teórico precioso para pensar el actual fenómeno de los derechos humanos: por su condición de históricos, pactados, parciales y sucesivos y, a la vez, universales -o, como dice Ricoeur, con pretensión de universalidad-. No pueden ser pensados en profundidad y honestamente sino con una filosofía que acepte la conflictiva hermenéutica, transite las tensiones presentes y se abra a una propuesta a la vez amplia, crítica y situada, dado que no parece posible pensar hoy la vida buena sin referirnos a este sistema de derechos humanos
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La elaboración que Paul Ricoeur hiciera insistentemente para proponer una ética a la vez posible y justa tiene un rico desarrollo en la que cruza esas tesis con las de la identidad humana y las abre a preocupaciones presentes y conflictivas. El encuadre teórico es el que combina la descripción fenomenológica con una hermenéutica rigurosa pero que se define por la necesidad de aceptar su conflictiva y pluralidad -que es preciso explicar y comprender-. Este estilo dialéctico e itinerante puede encontrarse, a nuestro juicio, en varias obras como son: "Sí mismo como otro" donde encontramos la tensión y relación entre la identidad idem y la identidad ipse, mediadas por la identidad narrativa y entre los niveles de la eticidad y la moralidad, tal como aparecen allí, fundados en el deseo. También en una obra anterior donde el fundamento es la libertad, "conjugada" en primera, segunda y tercera persona. Y entre lo que podríamos llamar su "cuarteto" de la ontología del hombre capaz y su cruce con la experiencia del sufrimiento. En la síntesis que es su "Recorridos del reconocimiento" se recogen esas tensiones y aperturas y se las corona con las tesis que desarrollara al comparar el amor y la justicia, en especial, el mandamiento del amor al enemigo. Partiendo de la riqueza y polisemia del verbo reconocer recorre el camino de su conjugación en voz activa, en la forma reflexiva y en la voz pasiva. Todo este entramado paciente y sostenido durante tantos años nos proporciona un marco teórico precioso para pensar el actual fenómeno de los derechos humanos: por su condición de históricos, pactados, parciales y sucesivos y, a la vez, universales -o, como dice Ricoeur, con pretensión de universalidad-. No pueden ser pensados en profundidad y honestamente sino con una filosofía que acepte la conflictiva hermenéutica, transite las tensiones presentes y se abra a una propuesta a la vez amplia, crítica y situada, dado que no parece posible pensar hoy la vida buena sin referirnos a este sistema de derechos humanos
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La elaboración que Paul Ricoeur hiciera insistentemente para proponer una ética a la vez posible y justa tiene un rico desarrollo en la que cruza esas tesis con las de la identidad humana y las abre a preocupaciones presentes y conflictivas. El encuadre teórico es el que combina la descripción fenomenológica con una hermenéutica rigurosa pero que se define por la necesidad de aceptar su conflictiva y pluralidad -que es preciso explicar y comprender-. Este estilo dialéctico e itinerante puede encontrarse, a nuestro juicio, en varias obras como son: "Sí mismo como otro" donde encontramos la tensión y relación entre la identidad idem y la identidad ipse, mediadas por la identidad narrativa y entre los niveles de la eticidad y la moralidad, tal como aparecen allí, fundados en el deseo. También en una obra anterior donde el fundamento es la libertad, "conjugada" en primera, segunda y tercera persona. Y entre lo que podríamos llamar su "cuarteto" de la ontología del hombre capaz y su cruce con la experiencia del sufrimiento. En la síntesis que es su "Recorridos del reconocimiento" se recogen esas tensiones y aperturas y se las corona con las tesis que desarrollara al comparar el amor y la justicia, en especial, el mandamiento del amor al enemigo. Partiendo de la riqueza y polisemia del verbo reconocer recorre el camino de su conjugación en voz activa, en la forma reflexiva y en la voz pasiva. Todo este entramado paciente y sostenido durante tantos años nos proporciona un marco teórico precioso para pensar el actual fenómeno de los derechos humanos: por su condición de históricos, pactados, parciales y sucesivos y, a la vez, universales -o, como dice Ricoeur, con pretensión de universalidad-. No pueden ser pensados en profundidad y honestamente sino con una filosofía que acepte la conflictiva hermenéutica, transite las tensiones presentes y se abra a una propuesta a la vez amplia, crítica y situada, dado que no parece posible pensar hoy la vida buena sin referirnos a este sistema de derechos humanos