67 resultados para Aventuras
Resumo:
El presente artículo consta de dos partes. En una primera parte, se intentan deslindar las coordenadas semánticas, históricas e ideológicas del género 'novela de aprendizaje'. En la segunda, se plantea una lectura crítica de seis novelas claves en el itinerario del género en nuestro país: Divertidas aventuras del nieto de Juan Moreira, de Roberto Payró; Don Segundo Sombra, de Ricardo Güiraldes; El juguete rabioso, de Roberto Arlt; La traición de Rita Hayworth, de Manuel Puig; Respiración artificial, de Ricardo Piglia y Flores robadas en los jardines de Quilmes, de Jorge Asís. Debido a su extensión, el artículo se publica en dos partes; la segunda se publicará en el próximo número de Orbis Tertius
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La novela griega, género polifacético de ficción en prosa, que floreció del siglo I al IV d.C., tuvo su continuación en la literatura bizantina. La trascendencia de la novela llegó al Renacimiento con Longo y su Dafnis y Cloe, que influenció obras como la Arcadia de Sanazzaro, en Italia, o la Diana, de Jorge de Montemayor, en España; y tuvo cierto influjo en la Galatea de Cervantes e incluso en El Quijote. También la Arcadia de Sidney es tributaria del tema y la Astrea de Honoré d' Urfé, en Francia, refleja también este efecto. En esta comunicación quiero destacar la influencia de la novela griega en La Tempestad, comedia en cinco actos de Shakespeare, que revela gran afinidad con la novela de amor y aventuras, de Longo, Jenofonte de Éfeso y Aquiles Tacio, así como con la novela utópica
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Las novelas de frontera de César Aira permiten interrogar ciertos movimientos de fin de siglo de la literatura nacional. Textos como Moreira, Ema la cautiva, "El vestido rosa", La liebre o La costurera y el viento extraen de los movimientos y los modos de la guerra contra el indio una teoría de la literatura nacional: escribir, en nuestra tradición, fue siempre salir al desierto. La narración de la conquista del desierto fue la traducción del puro avance estratégico sobre el terreno del indio. Resultado de una política vectorial, la literatura de fronteras del siglo XIX está hecha de movimientos direccionales dirigidos sobre blancos precisos, previamente representados en mapas militares y redes técnicas de información. Pero las aventuras de Aira nunca narran la linealidad de una búsqueda, porque sus líneas y argumentos narrativos no dependen de representaciones realistas del otro, sino de movimientos ficcionales que este trabajo intenta interrogar.
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Arturo Pérez-Reverte, en su saga sobre las aventuras del capitán Alatriste, plantea el recorrido de este personaje por los diferentes ámbitos de la España del siglo XVII. En su quinta parte, El caballero del jubón amarillo, aparecen en particular los sectores relacionados con la propagación cultural de la época, y específicamente son reconstruidos el espacio del teatro y el de la producción escrituraria. El presente análisis se basa en los mecanismos de verosimilitud empleados en la recreación de estos ámbitos en relación con el contexto social, histórico y cultural de la época, con especial énfasis en su reconstrucción del corral de comedias, del mentidero y de los espacios de intercambio entre los autores áureos.
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El Conte du Papegau, breve relato de fines del siglo XIV o principios del siglo XV, narra las primeras aventuras del mítico rey Arturo, recientemente coronado, junto a un papagayo, ave locuaz que lo acompaña en un periplo de aventuras maravillas y encuentros amorosos. Deudor de la literatura pretérita, el relato del Conte se organiza mediante la acumulación de episodios y motivos recreados tanto en la producción de Chrétien de Troyes como en algunos romans en verso del siglo XIII, circunstancia que facilita los vínculos intertextuales de éstos con aquél. Respecto de los motivos maravillosos presentes en Conte, la mayoría de ellos integran las "maravillas de Bretaña" mientras que otros proceden de obras "enciclopédicas" medievales. A partir de dicha comprobación, se presentarán una serie de reflexiones preliminares en torno a la confluencia de motivos maravillosos bretones y elementos sobrenaturales descriptos en bestiarios y/o "libros enciclopédicos", a fin de proponer una lectura posible de las razones que llevaron al autor a realizar esta reunión.
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El cine, desde su nacimiento, despertó el interés de los escritores y, a pesar de algunas resistencias, el nuevo fenómeno fascinó a numerosos autores tanto por su estatuto de novedad técnica como por el despliegue de recursos que desde ciertas perspectivas representaban la garantía de una renovación del lenguaje literario. Dentro de los múltiples fenómenos y productos que nacen en los primeros años de este cruce entre la literatura y el cine -y que se desarrollan con mayor profusión durante los años veinte-, se encuentran aquellos textos que derivan de la influencia que ejerció el cine en las letras, y más específicamente, el corpus de textos que nace a la luz de la pantalla de la primera época de Hollywood. Se trata de la huella de un tipo de cine con señas particulares que se plasmó de muy diversas formas en la literatura. En este caso, dos obras, a un lado y a otro del Atlántico, registran y dan cuenta de la presencia del cine norteamericano en la vida cultural rioplatense y española de comienzos de siglo; se trata de Cinelandia (1923), de Ramón Gómez de la Serna, y -Miss Dorothy Phillips, mi esposa- (1919), de Horacio Quiroga; dos aventuras literarias que proponen un diálogo ente los medios, a la par que dialogan entre sí
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El episodio del encuentro entre Eneas y la Sibila de Cumas en Metamorfosis 14.102157 forma parte de la "Eneida ovidiana", aquella sección del poema (13.62314.608) en la cual se narran las aventuras de Eneas desde su partida de Troya hasta su asentamiento definitivo en el suelo itálico. En este trabajo proponemos un análisis del pasaje teniendo en cuenta aquellos rasgos que permiten estudiarlo en relación con las demás historias de amor del poema. Emplearemos para ello las categorías de "repetición", "continuidad narrativa" y "cierre" enunciadas por S. Wheeler en Narrative Dynamics in Ovid's Metamorphoses (2000).
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En occidente, el verdadero elogio del trabajo comienza con Hesíodo en Los trabajos y los días. Han transcurrido al menos dos siglos y ya han quedado a un lado los temas clásicos de Homero. El culto del heroísmo, la nobleza del coraje, la gloria en la batalla, la honra de morir en el combate, todavía están vigentes, por supuesto; pero la joven cultura griega ya se ha abierto camino, ha definido algunas de sus fronteras y ahora, Grecia exige de sus habitantes una vida de trabajo. El poema didáctico y campesino de Hesíodo viene a decir, después de Homero, que no sólo de heroísmo vive el hombre o, lo que es aún mejor, que elheroísmo no se encuentra únicamente en los ruidosos combates de los caballeros nobles frente a Troya. También es heroica la lucha tenaz y silenciosa de los trabajadores con la dura tierra. En este sentido, sitúa en lo más alto la estimación del trabajo. Se trata de la areté del trabajador y, su contraparte, la condena de la pereza: Por otra parte, la Odisea de Homero es una hermosa metáfora del retorno de la conciencia occidental sobre sí misma. Las aventuras de Odiseo son, en este sentido, las peligrosas tentaciones que pueden desviar al sujeto de su lógica. Y, como los héroes de todas las novelas que le siguieron, Odiseo se abandona una y otra vez a las aventuras; se deja llevar, se zambulle, se pierde en ellas para reencontrarse. Si se trata de las toxicomanías, la aventura que nos interesa es una de las primeras de la Odisea, el encuentro del héroe con los lotófagos, los comedores de la flor de loto. Aquellos que prueban ese 'florido manjar' están perdidos. Para Hegel, son los animales quienes están fijados a una repetición sin cambio. Puesto que no pueden hacer otra cosa con el objeto que consumirlo directamente, están condenados a lo mismo. La sabiduría humana, en cambio, se encuentra en rechazar la inmediatez; esto es lo que lo hace hombre: el hecho de poder inhibir ese movimiento, poder rechazar el consumo directo del objeto y hacerlo entrar en la dialéctica del intercambio. A diferencia de la joven cultura griega, nuestra época de vieja cultura frita se inclina, cada vez más, por el consumo y, cada vez menos, por la ciudadanía. Cada vez más consumidores y menos ciudadanos, que son tiempos oscuros los nuestros y la felicidad se encuentra en una lata de gaseosa y no en el ágora discutiendo una política pública y mucho menos laborando la tierra. Hoy, más que antes, la cultura exige de nosotros el consumo, y su atontamiento, que hay que comprar un nuevo tacho de basura aunque el viejo tacho, todavía funcione! Es por eso que las toxicomanías se ofrecen como el símbolo privilegiado de nuestra época. En ellas, se lleva hasta las últimas consecuencias un rasgo común de nuestro siglo: el consumo. El toxicómano, desde este punto de vista, es un verdadero fundamentalista del mercado: se ha tomado muy en serio el slogan de que la felicidad se encuentra en los objetos que podemos incorporar. Sean lavarropas automáticos, detergentes biodegradables, pieles de zorros, cocaína o diacepam, solo se trata de ampliar el número de consumidores. Más allá del trabajo, cada vez más alienado de nuestra globalización, pero también más allá de la pereza del consumo directo y tosco de los objetos que la cultura de hoy nos propone, la obra freudiana pareciera disponer de ciertas claves para pensar la felicidad
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La novela de Roberto Arlt, El juguete rabioso (1926), pone en marcha a la narrativa del siglo XX en los estertores del período celebratorio del Centenario y abre una genealogía en la literatura argentina identificada con lo que José Amícola define como una "escritura de la exageración" y con una narrativa de cuño netamente urbano. Las dinámicas que se perciben en la narrativa actual, con toda la savia aportada por los medios masivos de comunicación y la cultura de masas, remiten a otro tipo de imaginarios que incluyen a la técnica como elemento configurador e inseparable de la percepción de los eventos narrados. El Bicentenario se inaugura con una narrativa que sigue siendo vital y no pierde su aptitud novelesca, hereditaria de la tradición de la novela de aventuras, del folletín, pero a su vez atravesada por una estética aun más violenta y paródica. Cómo se inserta en la tradición abierta por Arlt y qué elementos se exacerban en un contexto tan conflictivo como el del principio del milenio, es lo que será analizado en dos novelas recientes, Los topos (2008) de Félix Bruzzone y Letra muerta (2009) de Mariano García.
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El presente artículo consta de dos partes. En una primera parte, se intentan deslindar las coordenadas semánticas históricas e ideológicas del género 'novela de aprendizaje'. En la segunda, se plantea una lectura crítica de seis novelas claves en el itinerario del género en nuestro país: Divertidas aventuras del nieto de Juan Moreira, de Roberto Payró; Don Segundo Sombra de Ricardo Güiraldes; El juguete rabioso de Roberto Arlt; La traición de Rita Hayworth de Manuel Puig; Respiración artificial de Ricardo Piglia y Flores robadas en los jardines de Quilmes de Jorge Asís. Debido a su extensión, el artículo se publica en dos entregas; la primera formó parte del número 6 de Orbis Tertius, y aquí se presenta la segunda.
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En la Verdadera historia de Hans Staden, de 1557, se puede observar una apropiación táctica de la otredad del caníbal en un relato de aventuras que, más tarde, se integraría en un proyecto editorial con fines estratégicos en un contexto específicamente protestante. El entenado de Juan José Saer (1982) no constituye un simple regreso al imaginario colonial de lo antropofágico, sino que funciona como una compleja "Umschrift" de esta tradición, en el sentido freudiano. La visión del canibalismo en Saer se separa de la de Staden precisamente por haberse producido, con el psicoanálisis, una nueva funcionalización antropológica de la figura del caníbal, que deja de ser el otro externo para convertirse en una otredad interna instalada como condición propia en la psique de cada ser humano
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El Conte du Papegau, breve relato de fines del siglo XIV o principios del siglo XV, narra las primeras aventuras del mítico rey Arturo, recientemente coronado, junto a un papagayo, ave locuaz que lo acompaña en un periplo de aventuras maravillas y encuentros amorosos. Deudor de la literatura pretérita, el relato del Conte se organiza mediante la acumulación de episodios y motivos recreados tanto en la producción de Chrétien de Troyes como en algunos romans en verso del siglo XIII, circunstancia que facilita los vínculos intertextuales de éstos con aquél. Respecto de los motivos maravillosos presentes en Conte, la mayoría de ellos integran las "maravillas de Bretaña" mientras que otros proceden de obras "enciclopédicas" medievales. A partir de dicha comprobación, se presentarán una serie de reflexiones preliminares en torno a la confluencia de motivos maravillosos bretones y elementos sobrenaturales descriptos en bestiarios y/o "libros enciclopédicos", a fin de proponer una lectura posible de las razones que llevaron al autor a realizar esta reunión.
Resumo:
La novela griega, género polifacético de ficción en prosa, que floreció del siglo I al IV d.C., tuvo su continuación en la literatura bizantina. La trascendencia de la novela llegó al Renacimiento con Longo y su Dafnis y Cloe, que influenció obras como la Arcadia de Sanazzaro, en Italia, o la Diana, de Jorge de Montemayor, en España; y tuvo cierto influjo en la Galatea de Cervantes e incluso en El Quijote. También la Arcadia de Sidney es tributaria del tema y la Astrea de Honoré d' Urfé, en Francia, refleja también este efecto. En esta comunicación quiero destacar la influencia de la novela griega en La Tempestad, comedia en cinco actos de Shakespeare, que revela gran afinidad con la novela de amor y aventuras, de Longo, Jenofonte de Éfeso y Aquiles Tacio, así como con la novela utópica
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La tesis estudia los cuentos, obras teatrales y producción periodística de los últimos diez años de la obra de Roberto Arlt (1932-1942), la reestructuración de su proyecto creador en los años treinta y sus relaciones en el campo literario de la época.
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En occidente, el verdadero elogio del trabajo comienza con Hesíodo en Los trabajos y los días. Han transcurrido al menos dos siglos y ya han quedado a un lado los temas clásicos de Homero. El culto del heroísmo, la nobleza del coraje, la gloria en la batalla, la honra de morir en el combate, todavía están vigentes, por supuesto; pero la joven cultura griega ya se ha abierto camino, ha definido algunas de sus fronteras y ahora, Grecia exige de sus habitantes una vida de trabajo. El poema didáctico y campesino de Hesíodo viene a decir, después de Homero, que no sólo de heroísmo vive el hombre o, lo que es aún mejor, que elheroísmo no se encuentra únicamente en los ruidosos combates de los caballeros nobles frente a Troya. También es heroica la lucha tenaz y silenciosa de los trabajadores con la dura tierra. En este sentido, sitúa en lo más alto la estimación del trabajo. Se trata de la areté del trabajador y, su contraparte, la condena de la pereza: Por otra parte, la Odisea de Homero es una hermosa metáfora del retorno de la conciencia occidental sobre sí misma. Las aventuras de Odiseo son, en este sentido, las peligrosas tentaciones que pueden desviar al sujeto de su lógica. Y, como los héroes de todas las novelas que le siguieron, Odiseo se abandona una y otra vez a las aventuras; se deja llevar, se zambulle, se pierde en ellas para reencontrarse. Si se trata de las toxicomanías, la aventura que nos interesa es una de las primeras de la Odisea, el encuentro del héroe con los lotófagos, los comedores de la flor de loto. Aquellos que prueban ese 'florido manjar' están perdidos. Para Hegel, son los animales quienes están fijados a una repetición sin cambio. Puesto que no pueden hacer otra cosa con el objeto que consumirlo directamente, están condenados a lo mismo. La sabiduría humana, en cambio, se encuentra en rechazar la inmediatez; esto es lo que lo hace hombre: el hecho de poder inhibir ese movimiento, poder rechazar el consumo directo del objeto y hacerlo entrar en la dialéctica del intercambio. A diferencia de la joven cultura griega, nuestra época de vieja cultura frita se inclina, cada vez más, por el consumo y, cada vez menos, por la ciudadanía. Cada vez más consumidores y menos ciudadanos, que son tiempos oscuros los nuestros y la felicidad se encuentra en una lata de gaseosa y no en el ágora discutiendo una política pública y mucho menos laborando la tierra. Hoy, más que antes, la cultura exige de nosotros el consumo, y su atontamiento, que hay que comprar un nuevo tacho de basura aunque el viejo tacho, todavía funcione! Es por eso que las toxicomanías se ofrecen como el símbolo privilegiado de nuestra época. En ellas, se lleva hasta las últimas consecuencias un rasgo común de nuestro siglo: el consumo. El toxicómano, desde este punto de vista, es un verdadero fundamentalista del mercado: se ha tomado muy en serio el slogan de que la felicidad se encuentra en los objetos que podemos incorporar. Sean lavarropas automáticos, detergentes biodegradables, pieles de zorros, cocaína o diacepam, solo se trata de ampliar el número de consumidores. Más allá del trabajo, cada vez más alienado de nuestra globalización, pero también más allá de la pereza del consumo directo y tosco de los objetos que la cultura de hoy nos propone, la obra freudiana pareciera disponer de ciertas claves para pensar la felicidad