39 resultados para A Catástrofe
Resumo:
Se trata de la presentación de la traducción de "Lai nternacional de los buenos sentimientos" el primer texto de Louis Althusser del que tengamos conocimiento (1946) que permaneció inédito hasta 1994. El texto es la intervención de un joven intelectual católico, ya en tránsito hacia el comunismo, frente al movimiento internacional promovido por diferentes intelectuales (Camus, Marcel, Mauriac, Malraux, Koestler y otros), conocido como "Frente humano", enfocado a enfrentar el riesgo de la aniquilación de la especie a través de la bomba atómica. La amenaza nuclear definiría así una condición existencial novedosa, verdaderamente universal, una suerte de "proletariado del miedo" construido por los nuevos "medios y relaciones de destrucción masiva". El escrito de Althusser devela en este movimiento, por un lado, la velada intención de promover un "socialismo sin lucha de clases" como barrera a la amenaza soviética. Pero lo más interesante es que Althusser consigue también cuestionar, en sus propios términos, la matriz presuntamente antitotalitaria que sustentalas posiciones del "Frente humano": la misma exigiría la posposición de todoreclamo sectorial debería ser pospuesto ya que las mismas sólo pueden tenerderivas totalitarias o apocalípticas. Reconociendo la matriz teológica de este discurso, Althusser desnuda que esta denuncia de los "falsos profetas" es en realidad herética, ya que se sustenta, sin reconocerlo, en una profecía sobre la inevitabilidad de la catástrofe que encubre que la misma no es un asunto del mañana, sino algo que está entre nosotros, desde anteayer. Su texto constituye, así, al decir de Montag, una crítica religiosa de la escatología. En nuestra presentación examinamos la concepción de la filosofía a lo largo dela oba de Althusser, recogemos la sugerencia de Warren Montag acerca de cómoeste texto sirve para cuestionar la ontologización del vacío presente en algunos escritos tardíos de Althusser y señalamos la vinculación de este texto con un campo ideológico constituido en Argentina en la época de la transición democrática (nos centramos en Carlos S. Nino y León Rozitchner), proseguido en una intensa polémica acaecida en el interior la izquierda argentina, el debate denominado "No matar", desatado por una carta del filósofo Oscar del Barco en 2004
Resumo:
Se trata de la presentación de la traducción de "Lai nternacional de los buenos sentimientos" el primer texto de Louis Althusser del que tengamos conocimiento (1946) que permaneció inédito hasta 1994. El texto es la intervención de un joven intelectual católico, ya en tránsito hacia el comunismo, frente al movimiento internacional promovido por diferentes intelectuales (Camus, Marcel, Mauriac, Malraux, Koestler y otros), conocido como "Frente humano", enfocado a enfrentar el riesgo de la aniquilación de la especie a través de la bomba atómica. La amenaza nuclear definiría así una condición existencial novedosa, verdaderamente universal, una suerte de "proletariado del miedo" construido por los nuevos "medios y relaciones de destrucción masiva". El escrito de Althusser devela en este movimiento, por un lado, la velada intención de promover un "socialismo sin lucha de clases" como barrera a la amenaza soviética. Pero lo más interesante es que Althusser consigue también cuestionar, en sus propios términos, la matriz presuntamente antitotalitaria que sustentalas posiciones del "Frente humano": la misma exigiría la posposición de todoreclamo sectorial debería ser pospuesto ya que las mismas sólo pueden tenerderivas totalitarias o apocalípticas. Reconociendo la matriz teológica de este discurso, Althusser desnuda que esta denuncia de los "falsos profetas" es en realidad herética, ya que se sustenta, sin reconocerlo, en una profecía sobre la inevitabilidad de la catástrofe que encubre que la misma no es un asunto del mañana, sino algo que está entre nosotros, desde anteayer. Su texto constituye, así, al decir de Montag, una crítica religiosa de la escatología. En nuestra presentación examinamos la concepción de la filosofía a lo largo dela oba de Althusser, recogemos la sugerencia de Warren Montag acerca de cómoeste texto sirve para cuestionar la ontologización del vacío presente en algunos escritos tardíos de Althusser y señalamos la vinculación de este texto con un campo ideológico constituido en Argentina en la época de la transición democrática (nos centramos en Carlos S. Nino y León Rozitchner), proseguido en una intensa polémica acaecida en el interior la izquierda argentina, el debate denominado "No matar", desatado por una carta del filósofo Oscar del Barco en 2004
Resumo:
Se trata de la presentación de la traducción de "Lai nternacional de los buenos sentimientos" el primer texto de Louis Althusser del que tengamos conocimiento (1946) que permaneció inédito hasta 1994. El texto es la intervención de un joven intelectual católico, ya en tránsito hacia el comunismo, frente al movimiento internacional promovido por diferentes intelectuales (Camus, Marcel, Mauriac, Malraux, Koestler y otros), conocido como "Frente humano", enfocado a enfrentar el riesgo de la aniquilación de la especie a través de la bomba atómica. La amenaza nuclear definiría así una condición existencial novedosa, verdaderamente universal, una suerte de "proletariado del miedo" construido por los nuevos "medios y relaciones de destrucción masiva". El escrito de Althusser devela en este movimiento, por un lado, la velada intención de promover un "socialismo sin lucha de clases" como barrera a la amenaza soviética. Pero lo más interesante es que Althusser consigue también cuestionar, en sus propios términos, la matriz presuntamente antitotalitaria que sustentalas posiciones del "Frente humano": la misma exigiría la posposición de todoreclamo sectorial debería ser pospuesto ya que las mismas sólo pueden tenerderivas totalitarias o apocalípticas. Reconociendo la matriz teológica de este discurso, Althusser desnuda que esta denuncia de los "falsos profetas" es en realidad herética, ya que se sustenta, sin reconocerlo, en una profecía sobre la inevitabilidad de la catástrofe que encubre que la misma no es un asunto del mañana, sino algo que está entre nosotros, desde anteayer. Su texto constituye, así, al decir de Montag, una crítica religiosa de la escatología. En nuestra presentación examinamos la concepción de la filosofía a lo largo dela oba de Althusser, recogemos la sugerencia de Warren Montag acerca de cómoeste texto sirve para cuestionar la ontologización del vacío presente en algunos escritos tardíos de Althusser y señalamos la vinculación de este texto con un campo ideológico constituido en Argentina en la época de la transición democrática (nos centramos en Carlos S. Nino y León Rozitchner), proseguido en una intensa polémica acaecida en el interior la izquierda argentina, el debate denominado "No matar", desatado por una carta del filósofo Oscar del Barco en 2004
Resumo:
"La internacional de los buenos sentimientos", el primer texto de Louis Althusser del que tengamos conocimiento (1946), permaneció inédito hasta 1994. El texto es la intervención de un joven intelectual católico, ya en tránsito hacia el comunismo, frente al movimiento internacional promovido por diferentes intelectuales (Camus, Marcel, Mauriac, Malraux, Koestler y otros), conocido como "Frente humano", enfocado a enfrentar el riesgo de la aniquilación de la especie a través de la bomba atómica. La amenaza nuclear definiría así una condición existencial novedosa, verdaderamente universal, una suerte de "proletariado del miedo" construido por los nuevos "medios y relaciones de destrucción masiva". El escrito de Althusser devela en este movimiento, por un lado, la velada intención de promover un "socialismo sin lucha de clases" como barrera a la amenaza soviética. Pero lo más interesante es que Althusser consigue también cuestionar, en sus propios términos, la matriz presuntamente antitotalitaria que sustenta las posiciones del "Frente humano": la misma exigiría la posposición de todo reclamo sectorial ya que los mismos sólo pueden tener derivas totalitarias o apocalípticas. Reconociendo la matriz teológica de este discurso, Althusser desnuda que esta denuncia de los "falsos profetas" es en realidad herética, ya que se sustenta, sin reconocerlo, en una profecía sobre la inevitabilidad de la catástrofe, que a fin de cuentas encubre que la misma no es un asunto del mañana, sino algo que está entre nosotros, desde anteayer. Su texto constituye, así, una crítica religiosa de la escatología.
Resumo:
"La internacional de los buenos sentimientos", el primer texto de Louis Althusser del que tengamos conocimiento (1946), permaneció inédito hasta 1994. El texto es la intervención de un joven intelectual católico, ya en tránsito hacia el comunismo, frente al movimiento internacional promovido por diferentes intelectuales (Camus, Marcel, Mauriac, Malraux, Koestler y otros), conocido como "Frente humano", enfocado a enfrentar el riesgo de la aniquilación de la especie a través de la bomba atómica. La amenaza nuclear definiría así una condición existencial novedosa, verdaderamente universal, una suerte de "proletariado del miedo" construido por los nuevos "medios y relaciones de destrucción masiva". El escrito de Althusser devela en este movimiento, por un lado, la velada intención de promover un "socialismo sin lucha de clases" como barrera a la amenaza soviética. Pero lo más interesante es que Althusser consigue también cuestionar, en sus propios términos, la matriz presuntamente antitotalitaria que sustenta las posiciones del "Frente humano": la misma exigiría la posposición de todo reclamo sectorial ya que los mismos sólo pueden tener derivas totalitarias o apocalípticas. Reconociendo la matriz teológica de este discurso, Althusser desnuda que esta denuncia de los "falsos profetas" es en realidad herética, ya que se sustenta, sin reconocerlo, en una profecía sobre la inevitabilidad de la catástrofe, que a fin de cuentas encubre que la misma no es un asunto del mañana, sino algo que está entre nosotros, desde anteayer. Su texto constituye, así, una crítica religiosa de la escatología.
Resumo:
Nuestra exposición parte de la siguiente hipótesis: el barroco mantiene una relación particular con el tiempo que configura dimensiones de posibilidad y modos de producción específicos. Esta relación particular - que intentaremos asir a la manera de un "tiempo barroco"-, está marcada por los efectos del Racionalismo que, a la vez que deposita en el hombre la centralidad de su proyecto, también desplaza a los dioses de su cielo enfrentándolo a una fragilidad y una impotencia que no hacen sino confirmar la finitud que le es humana. El hombre, vuelto a un estado de criatura, pareciera no poder hacer con su tiempo más que la producción de una experiencia doliente. El hombre barroco llora su momento y dilata su tiempo presente con un sinfín de figuras como si quisiera de alguna manera nombrar, dibujar, el infinito que le falta. La producción alegórica recabada por Walter Benjamin en su Ursprung des deustchen Trauerspiels (1928), nos provee de pistas -la naturaleza, los cadáveres, las intrigas, los espectros, el Príncipe-, para esbozar la reconstrucción de este paisaje acechado por la desolación que trae consigo el racionalismo. En efecto, el tiempo se verá dislocado en la escena que la obra de Benjamin nos trae: la escatología ya no es más garantía de conocimiento de las cosas del mundo sino la fuerza propia de un momento de muerte que, al fin, produce un éxtasis último y redentor de todos los sufrimientos humanos. Las posibilidades para una producción cualitativa del tiempo, para la producción de otra experiencia, quedarán encerradas en esta suerte de espacio espiralado, donde las alegorías son los engranajes de un poder creativo capaz de producir una multiplicidad de desplazamientos simbólicos y reenvíos significantes ad infinitum aunque sin verdaderamente cambiar cosa alguna. Sin más, la catástrofe de las impotencias humanas deviene la fuerza y la visión del horizonte de nuestros posibles; una catástrofe ya incluida, que no puede dejar de tener lugar. Esta dilación de las posibilidades del 'cada vez' del tiempo presente, interpela, por la proximidad de sus desafíos, también nuestras dinámicas contemporáneas de aprovechamiento del tiempo
Resumo:
"La internacional de los buenos sentimientos", el primer texto de Louis Althusser del que tengamos conocimiento (1946), permaneció inédito hasta 1994. El texto es la intervención de un joven intelectual católico, ya en tránsito hacia el comunismo, frente al movimiento internacional promovido por diferentes intelectuales (Camus, Marcel, Mauriac, Malraux, Koestler y otros), conocido como "Frente humano", enfocado a enfrentar el riesgo de la aniquilación de la especie a través de la bomba atómica. La amenaza nuclear definiría así una condición existencial novedosa, verdaderamente universal, una suerte de "proletariado del miedo" construido por los nuevos "medios y relaciones de destrucción masiva". El escrito de Althusser devela en este movimiento, por un lado, la velada intención de promover un "socialismo sin lucha de clases" como barrera a la amenaza soviética. Pero lo más interesante es que Althusser consigue también cuestionar, en sus propios términos, la matriz presuntamente antitotalitaria que sustenta las posiciones del "Frente humano": la misma exigiría la posposición de todo reclamo sectorial ya que los mismos sólo pueden tener derivas totalitarias o apocalípticas. Reconociendo la matriz teológica de este discurso, Althusser desnuda que esta denuncia de los "falsos profetas" es en realidad herética, ya que se sustenta, sin reconocerlo, en una profecía sobre la inevitabilidad de la catástrofe, que a fin de cuentas encubre que la misma no es un asunto del mañana, sino algo que está entre nosotros, desde anteayer. Su texto constituye, así, una crítica religiosa de la escatología.
Resumo:
Nuestra exposición parte de la siguiente hipótesis: el barroco mantiene una relación particular con el tiempo que configura dimensiones de posibilidad y modos de producción específicos. Esta relación particular - que intentaremos asir a la manera de un "tiempo barroco"-, está marcada por los efectos del Racionalismo que, a la vez que deposita en el hombre la centralidad de su proyecto, también desplaza a los dioses de su cielo enfrentándolo a una fragilidad y una impotencia que no hacen sino confirmar la finitud que le es humana. El hombre, vuelto a un estado de criatura, pareciera no poder hacer con su tiempo más que la producción de una experiencia doliente. El hombre barroco llora su momento y dilata su tiempo presente con un sinfín de figuras como si quisiera de alguna manera nombrar, dibujar, el infinito que le falta. La producción alegórica recabada por Walter Benjamin en su Ursprung des deustchen Trauerspiels (1928), nos provee de pistas -la naturaleza, los cadáveres, las intrigas, los espectros, el Príncipe-, para esbozar la reconstrucción de este paisaje acechado por la desolación que trae consigo el racionalismo. En efecto, el tiempo se verá dislocado en la escena que la obra de Benjamin nos trae: la escatología ya no es más garantía de conocimiento de las cosas del mundo sino la fuerza propia de un momento de muerte que, al fin, produce un éxtasis último y redentor de todos los sufrimientos humanos. Las posibilidades para una producción cualitativa del tiempo, para la producción de otra experiencia, quedarán encerradas en esta suerte de espacio espiralado, donde las alegorías son los engranajes de un poder creativo capaz de producir una multiplicidad de desplazamientos simbólicos y reenvíos significantes ad infinitum aunque sin verdaderamente cambiar cosa alguna. Sin más, la catástrofe de las impotencias humanas deviene la fuerza y la visión del horizonte de nuestros posibles; una catástrofe ya incluida, que no puede dejar de tener lugar. Esta dilación de las posibilidades del 'cada vez' del tiempo presente, interpela, por la proximidad de sus desafíos, también nuestras dinámicas contemporáneas de aprovechamiento del tiempo
Resumo:
Nuestra exposición parte de la siguiente hipótesis: el barroco mantiene una relación particular con el tiempo que configura dimensiones de posibilidad y modos de producción específicos. Esta relación particular - que intentaremos asir a la manera de un "tiempo barroco"-, está marcada por los efectos del Racionalismo que, a la vez que deposita en el hombre la centralidad de su proyecto, también desplaza a los dioses de su cielo enfrentándolo a una fragilidad y una impotencia que no hacen sino confirmar la finitud que le es humana. El hombre, vuelto a un estado de criatura, pareciera no poder hacer con su tiempo más que la producción de una experiencia doliente. El hombre barroco llora su momento y dilata su tiempo presente con un sinfín de figuras como si quisiera de alguna manera nombrar, dibujar, el infinito que le falta. La producción alegórica recabada por Walter Benjamin en su Ursprung des deustchen Trauerspiels (1928), nos provee de pistas -la naturaleza, los cadáveres, las intrigas, los espectros, el Príncipe-, para esbozar la reconstrucción de este paisaje acechado por la desolación que trae consigo el racionalismo. En efecto, el tiempo se verá dislocado en la escena que la obra de Benjamin nos trae: la escatología ya no es más garantía de conocimiento de las cosas del mundo sino la fuerza propia de un momento de muerte que, al fin, produce un éxtasis último y redentor de todos los sufrimientos humanos. Las posibilidades para una producción cualitativa del tiempo, para la producción de otra experiencia, quedarán encerradas en esta suerte de espacio espiralado, donde las alegorías son los engranajes de un poder creativo capaz de producir una multiplicidad de desplazamientos simbólicos y reenvíos significantes ad infinitum aunque sin verdaderamente cambiar cosa alguna. Sin más, la catástrofe de las impotencias humanas deviene la fuerza y la visión del horizonte de nuestros posibles; una catástrofe ya incluida, que no puede dejar de tener lugar. Esta dilación de las posibilidades del 'cada vez' del tiempo presente, interpela, por la proximidad de sus desafíos, también nuestras dinámicas contemporáneas de aprovechamiento del tiempo