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Los primeros diseños de trabajo de lo grupal en Argentina surgen de 'la Mítica Intervención en el Hospicio de las Mercedes', y 'la Experiencia de Rosario'. Planificada y dirigida por Enrique Pichon-Rivière, la Experiencia de Rosario fue el punto de partida de las investigaciones sobre los grupos operativos. Los grupos operativos conjuntamente con otras formas de abordajes grupales, fueron instrumentos claves para el trabajo en espacios públicos, y se constituyeron en un fuerte anclajepara aquellos jóvenes profesionales que se sostenían como agentes de cambio social desde la salud pública. Ya en la década del 40, Pichon-Rivière, tuvo la iniciativa de organizar cursos para enfermeros por medio de los cuales se proponía superar el déficit de conocimiento en el tratamiento de pacientes. Esta experiencia no se limitaba a proporcionar información sobre el hacer de su práctica, sino que se incluían en ese espacio, problemáticas de otra índole con pacientes y familiares de los mismos. Un paro de enfermeros acaecido en aquel momento suscitó una segunda experiencia que ponía en movimiento un curso de enfermería destinado ahora a los pacientes menos graves. Esta experiencia permitió no solo el sostenimiento del servicio sino que tuvo importantes consecuencias prácticas, estos internos mejoraban ostensiblemente su salud mental, tenían una nueva adaptación dinámica a la sociedad, especialmente porque se sentían útiles. Posteriormente comenzó a esbozar el dispositivo de los grupos operativos. En 1958 comienza a gestarse la denominada 'Experiencia de Rosario'. Su principal objetivo era trabajar con la comunidad empleando técnicas distintas y una didáctica interdisciplinaria. David Liberman, Fernando Ulloa, José Bleger, Edgardo Rolla fueron los integrantes del equipo de profesionales especializados en el manejo de técnicas grupales que coordinaron esa experiencia de laboratorio social La metodología operativa comenzó a influir en las prácticas de la época. Los docentes que no recibían entrenamiento en pedagogía, empezaron a tener entrenamiento en manejo de grupos. De este modo, la modalidad operativa se incluyó en la enseñanza de Medicina, Psicología y otras carreras La aplicación de los grupos operativos llegó también a la enseñanza en las clases dictadas en la Escuela Privada de Psiquiatría. Pichon-Rivière y sus discípulos señalaban que tras la exposición magistral surgía la necesidad de reformular los temas expuestos dadas las profundasdistorsiones qué, sobre esos saberes, aparecían en los alumnos. La clase magistral configuraba un procedimiento anacrónico e inconducente si la exposición de conceptos teóricos, descripciones clínicas, técnicas terapéuticas, etc. no era seguida por un momento de replanteo y discusión en un grupo operativo La impronta de Rivière y el atravesamiento por diferentes experiencias operativas dejaron una marca en sus discípulos que llevó a su aplicación en diferentes espacios: la industria, la familia y la enseñanza universitaria. Uno de ellos, Edgardo Rolla, referente de los primeros psicólogos platenses, implementó en 1964 los grupos operativos en la enseñanza en la UNLP Para Rolla la implementación de los grupos operativos en la formación de los psicólogos era central. Enseñar no era solo transmitir conocimiento sino propiciar en quien aprende un posicionamiento autónomo que promueva el arte de comprender, 'Arte de comprender que en el psicólogo es la clave de toda su tarea'. De modo que,ya en el proceso formativo, los alumnos transitaban por esa modalidad. La aplicación de este sistema permitió comprobar que las dificultades en la comprensión de lo aprendido disminuían significativamente favoreciendo de este modo no solo el cumplimiento de los objetivos trazados para la enseñanza sino el alejamiento de prácticas de enseñanza anacrónicas como la clase magistral, el aprendizaje memorístico y la no utilización del pensamiento reflexivo por parte de los alumnos. La trasmisión de la modalidad operativa no quedó circunscripta al relevamiento de su aplicación en la enseñanza en la UNLP. en su libro 'Psicoterapia Individual y Grupal' da cuenta de la aplicación de esta modalidad en la fábrica, la pareja y los que denominó grupos preformados. Lo grupal no solo arribaba a través de la implementación de los grupos operativos en la enseñanza de Psicología Profunda en 1964 sino que se hacía presente en la Revista de Psicología. Allí se hacían recomendaciones sobre bibliografía específica: 'Un análisis de la psicoterapia grupal' de Taylor y 'Dinamics of groups at work' de Thelen además de publicitar el dictado de conferencias sobre Técnicas Psicodramáticas a cargo de E. Pavlovsky y Rojas Bermudez. Becarios de esa Universidad viajaban al exterior para especializarse en grupos operativos y dinámica de grupos en la Tavistock Clinic de Londres. De este modo, el psicoanálisis grupal también comenzaba a dejar sus huellas en la ciudad de las Diagonales

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El artículo se sitúa ante las polémicas suscitadas entre escritores chilenos y españoles a raíz de la detención de Augusto Pinochet en octubre de 1998. LIntenta mostrar cómo las posiciones que encarnaron entonces los escritores chilenos Jorge Edwards y Luis Sepúlveda, sobre todo a través de la polémica que sostuvieron desde las páginas del diario madrileño El País, sirvieron de referentes básicos en la toma de posturas ante el «episodio de Londres¼. Se reavivóLa detención de Pinochet obligó a un debate urgente sobre los pactos de transición chilenos y el estado de la memoria histórica reciente del país. Sepúlveda encauzó el sentir de aquellos que no terminaban de suscribíanir los acuerdos oficiales de la transicióntransición, por juzgarlos «amnésicos¼ conrespecto a la memoria de las víctimas de la dictadura. Edwards, por su parte, encarnó la postura de quienes preferían posponer a otras etapas de la transición los juicios históricos adel periodo de la dictadura, en aras de la consolidación de la paz social. Mientras la postura de Sepúlveda reunió a la mayoríapractica totalidad de escritores e intelectuales, la de Edwards resumió una opinión más extendida entre políticos y analistas hispanoamericanos. A propósito de la invocación de Edwards a una Ilustración política pendiente en Latinoamérica, en este artículo se incluye en responde a una línea de investigadoración más dilatada en torno a la presencial significado deado a la Ilustración hispanoamericana en las narraciones históricas deque sobre este periodo se han hecho en las últimas décadas. En este sentido, se analiza la polémica en un contexto amplio, al considerar los referentes históricos a que recurrieron ambos autores.

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O presente artigo surgiu com o intuito de trazer à luz a análise do filme O céu que nos protege, de Bernardo Bertolucci (1990). Baseado no livro homônimo de Paul Bowles - publicado pela primeira vez em Londres (1949), pela John Lehmann Ltda. - o filme O céu que nos protege narra a história de um casal (Kit, Debra Winger, e Port, John Malkovich) que, em meio à deterioraçao que se instalou na Europa após a Segunda Guerra Mundial, decide conhecer o deserto africano, ao lado de um amigo, Tunner (Campbell Scott), que mais tarde tornar-se-ia amante de Kit. Na trajetória pela Africa, o casal e o amigo terao parcialmente a companhia da família Lyle (Jill Bennett, sra. Lyle, e Timothy Spall, Eric Lyle). Ainda que sob o impacto de uma nova geografia, e, portanto, distante do caos que varria a Europa, Port e Kit traziam consigo a aridez afetiva de um casamento que se arrastava há mais de dez anos. O deserto do Saara anunciar-se-ia como o espelho do próprio estado desertificado do casal - a incomunicabilidade. Frente à ausência de um diálogo genuíno, restava-lhes a frivolidade comportamental, fato que os levaria a uma avalanche de acontecimentos. Impossibilitados de dizerem a verdade acerca de seus anseios e aversoes, Port e Kit deixavam sempre em suspenso aquilo que mais lhes incomodava. Diante de um turbilhao de sentimentos, restava-lhes o medo do ridículo, da impotência, já que é comum tornarmo-nos vulneráveis diante do "outro" para o qual confessamos o nosso sentimento: dá lhe força e insubmissao; e a nós, que despimos nossa alma, dao-nos suscetibilidade e fraqueza, como se estivéssemos à beira de uma mendicância de afeto - seria humilhante. Portanto, Port e Kit caminhavam para o oposto do que pulsava internamente - para o silêncio, e, por conseguinte, para a fugacidade da própria verdade submersa de ambos