96 resultados para el olvido
Resumo:
En el presente artículo, se analiza la novela La lluvia amarilla, de Julio Llamazares, enfatizando la representación de la memoria y el olvido (o la represión de la memoria, en su caso). Se muestra que la escritura sobre la memoria no es unidimensional y que Llamazares no solamente la representa, sino que refleja el propio proceso de memoria y olvido y su complejidad. Lo que a primera vista se puede percibir como una novela fatalista y neorromántica, es en realidad una reflexión sobre la memoria oral desde la perspectiva de los hombres y las regiones marginados del campo tanto en la época franquista como durante la transición modernizadora
Resumo:
La instalación de los estudios culturales como práctica dominante en diversas zonas del mundo universitario ha traído como consecuencia la suspensión o incluso el olvido de proyectos que en los años 70 y 80 constituyeron una ruptura epistemológica respecto de la tradición de la crítica literaria latinoamericana. Tendencias del culturalismo actual -la crítica genealógica, los estudios subalternos- han cuestionado de tal modo la literatura como objeto de estudio que propician su desaparición de las nuevas agendas críticas. La revisión de algunos problemas que surgen de tal deseo se hará a partir de un par de textos de Alberto Moreiras y John Beverley.
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En el presente artículo, se analiza la novela La lluvia amarilla, de Julio Llamazares, enfatizando la representación de la memoria y el olvido (o la represión de la memoria, en su caso). Se muestra que la escritura sobre la memoria no es unidimensional y que Llamazares no solamente la representa, sino que refleja el propio proceso de memoria y olvido y su complejidad. Lo que a primera vista se puede percibir como una novela fatalista y neorromántica, es en realidad una reflexión sobre la memoria oral desde la perspectiva de los hombres y las regiones marginados del campo tanto en la época franquista como durante la transición modernizadora
Resumo:
La hipótesis que sostendré en este trabajo es que el relato testimonial es intertextual, que recupera el discurso factual y deconstruye los sentidos institucionalizados produciendo un nuevo conocimiento. Con esos presupuestos, afirmo que el sujeto se configura en la relación intersubjetiva a la que abre el relato a partir de la memoria materializada en la escritura. Estas ideas se apoyan sobre la lectura del sistema literario de la Argentina de fin de siglo, operación que me permite recuperar ciertos textos que considero pertenecientes a una clase discursiva a la que he identificado como 'relato testimonial'. El corpus está constituido por un conjunto de textos que han sido seleccionados con los siguientes criterios: 1°) Presentan una diferencia de grado en cuanto a la ubicación del relato testimonial en la discusión teórica de lo ficcional-no ficcional. Esta gradación permite localizar en un extremo textos como Nunca más (Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas); El flaco perdón de Dios, de Juan Gelman y Mara La Madrid; La otra historia, de Roberto Perdía; José, de Matilde Herrera; y en el otro extremo, El fin de la historia, de Liliana Heker; La ciudad ausente, de Ricardo Piglia; Cola de lagartija y Novela negra con argentinos, de Luisa Valenzuela. Dentro del marco que diseñan estos textos ubico obras que entiendo representan un crescendo hacia la actualización de la convención de ficcionalidad. Ellas son: Recuerdo de la muerte y La memoria en donde ardía, de Miguel Bonasso, y Herederos del silencio, de Gabriela Cerrutti. 2°) Este espectro de textos está organizado también en torno de un núcleo temático: la memoria de la violencia de la década del setenta en la Argentina. 3°) La configuración de este campo de trabajo está sustentada sobre la idea de que existe una subrayada fluidez entre los textos, marcada por un imperativo: la necesidad de articularlos en un diálogo para que el testimonio trascienda lo privado y subjetivo y aporte nuevos sentidos que abarquen lo colectivo y social. 4°) Otro aspecto sustantivo, y sobre el cual argumentaré, es que existen instituciones que en su relación con la literatura justifican la producción, circulación y recepción de estos textos, especialmente el periodismo. Todo ello tiene un principio históricamente dado y conflictivo en la literatura argentina: los vínculos entre literatura y política
Resumo:
La lucha por la memoria es una lucha contra el olvido y puede convertirse en una lucha contra la impunidad, es decir; en una lucha por la justicia. Tal es el caso del accionar político del colectivo H.I.J.O.S. México (Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio) frente a los casos de desaparición forzada en este país durante la llamada Guerra Sucia (de las décadas de los sesenta a los ochenta), que tienen que ver con un problema de olvido e impunidad sistemáticos aún vigentes. Este artículo pretende reflexionar en torno a lo que se entiende por memoria histórica, así como poner en contexto el periodo de la Guerra Sucia en México y, finalmente, centrar la atención en el quehacer de H.I.J.O.S. México
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En el presente artículo, se analiza la novela La lluvia amarilla, de Julio Llamazares, enfatizando la representación de la memoria y el olvido (o la represión de la memoria, en su caso). Se muestra que la escritura sobre la memoria no es unidimensional y que Llamazares no solamente la representa, sino que refleja el propio proceso de memoria y olvido y su complejidad. Lo que a primera vista se puede percibir como una novela fatalista y neorromántica, es en realidad una reflexión sobre la memoria oral desde la perspectiva de los hombres y las regiones marginados del campo tanto en la época franquista como durante la transición modernizadora
Resumo:
La instalación de los estudios culturales como práctica dominante en diversas zonas del mundo universitario ha traído como consecuencia la suspensión o incluso el olvido de proyectos que en los años 70 y 80 constituyeron una ruptura epistemológica respecto de la tradición de la crítica literaria latinoamericana. Tendencias del culturalismo actual -la crítica genealógica, los estudios subalternos- han cuestionado de tal modo la literatura como objeto de estudio que propician su desaparición de las nuevas agendas críticas. La revisión de algunos problemas que surgen de tal deseo se hará a partir de un par de textos de Alberto Moreiras y John Beverley.
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Los girasoles ciegos de Alberto Méndez se inscribe en el gran conjunto de obras literarias españolas contemporáneas que abordan la Guerra Civil y la posguerra, y la recuperación de la memoria histórica, traumática y mutilada. Algunas están atravesadas por cierto ánimo conciliatorio; otras, como Los girasoles ciegos, ponen de relieve el conflicto, lo exteriorizan en toda su magnitud. Ponerle palabras al silencio, darle un nombre a la ausencia, hacer público el vacío, nos acerca a la verdad, al conocimiento, a la comprensión. En la obra de Méndez, voz y silencio marcan dos ámbitos irreconciliables: el afuera y el adentro, los otros y 'nosotros', lo anónimo y lo oficial, la luz y la oscuridad, la memoria y el olvido, la vida y la muerte. Sin embargo, estos términos no son absolutos: pueden invertirse e, incluso, convertirse en una unidad contradictoria o paradójica. La película de Cuerda y Azcona retomará esta serie de dicotomías y también la contradicción. Proponemos analizar, a partir de la idea de la inversión de opuestos y de la paradoja, el 'diálogo' que entablan la palabra y el silencio en la obra de Méndez y en la de Cuerda y Azcona, en un espacio simbólico
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Siempre me interesaron las relaciones entre la Primera Parte de El Eternauta, de Héctor Oesterheld y Solano López (1957), y sus "malogradas" continuaciones. Por su carácter fantástico, el argumento de la historieta admite laposibilidad de múltiples continuaciones y derivaciones; sin embargo -y la Segunda Parte de la obra (escrita por el mismo Oesterheld en 1976) es una buena prueba al respecto-, la realización efectiva de una continuación planteó y plantea innumerables dificultades. En este punto, creo que la clave para pensar el problema pasa por la cuestión de la "memoria" y el lugar del "futuro" en la ficción. Muchos olvidan que, en el final de esa Primera Parte, la intriga se hace circular: para recuperar vida y hogar, el héroe olvida o anula su experiencia aventurera. La recuperación del pasado está basada en el olvido del futuro, que necesaria y trágicamente va a ser catastrófico. En cambio, y este es el gran acierto poético, junto al héroe está su autor, el "guionista", cuya escritura sí se orienta hacia el futuro (¿podrá evitar la catástrofe publicando todo lo que el héroe le contó: "será posible"?). Para continuar su historia, Juan Salvo tiene que recuperar la memoria de su experiencia, y en ese trance no podrá evitar dejar de ser quien es: ¿cómo continuar, entonces, la historia de un sujeto que ha dejado irremisiblemente de ser lo que era? ¿Transformándolo en un "super-hombre"? En todo caso, queda claro que El Eternauta es un texto diferente aun dentro de la producción de Oesterheld; casi no es un buen ejemplo de esa producción: contra los supuestos y protocolos de la "literatura de masas", dicha historieta obliga al lector, empuja a la ficción (y a sus continuadores), a preguntarse por el estatuto de la memoria y su relación con el futuro
Resumo:
La literatura no se ha mantenido indiferente respecto de sucesos que han dejado marcas en la historia de las sociedades, particularmente aquellos concebidos como traumáticos. Tradicionalmente, las narraciones suscitadas por ellos se sustentan en el trabajo con la memoria y delinean un sujeto que asume el estatuto de testigo narrador. En este marco, ¿resulta factible pensar relatos que se funden en el olvido? Si así lo fuera, ¿qué tipo de sujeto propondrían? Tales cuestiones invitan a pensar y discutir una estética del olvido. Esta estética torna evidentes las limitaciones del lenguaje para abordarlo como objeto y confieren a quien narra una subjetividad diferenciada del sujeto de la memoria, por la cual no intenta superar aquellas dificultades sino que las asume, las expone y las explora. La estética del olvido propone una lectura alternativa a la que lo opone, sin mayores contemplaciones, a la memoria -antinomia en la que el primero de los términos se reviste una valoración negativa-. De mismo modo que autores como Huyssen (2001) y Ric?ur (2004) rescatan las dimensiones políticas y éticas del olvido como elemento constitutivo de la memoria, es posible distinguir en él cierta fertilidad estética que posibilite el surgimiento de un ars oblivionalis
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La lucha por la memoria es una lucha contra el olvido y puede convertirse en una lucha contra la impunidad, es decir; en una lucha por la justicia. Tal es el caso del accionar político del colectivo H.I.J.O.S. México (Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio) frente a los casos de desaparición forzada en este país durante la llamada Guerra Sucia (de las décadas de los sesenta a los ochenta), que tienen que ver con un problema de olvido e impunidad sistemáticos aún vigentes. Este artículo pretende reflexionar en torno a lo que se entiende por memoria histórica, así como poner en contexto el periodo de la Guerra Sucia en México y, finalmente, centrar la atención en el quehacer de H.I.J.O.S. México
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Siempre me interesaron las relaciones entre la Primera Parte de El Eternauta, de Héctor Oesterheld y Solano López (1957), y sus "malogradas" continuaciones. Por su carácter fantástico, el argumento de la historieta admite laposibilidad de múltiples continuaciones y derivaciones; sin embargo -y la Segunda Parte de la obra (escrita por el mismo Oesterheld en 1976) es una buena prueba al respecto-, la realización efectiva de una continuación planteó y plantea innumerables dificultades. En este punto, creo que la clave para pensar el problema pasa por la cuestión de la "memoria" y el lugar del "futuro" en la ficción. Muchos olvidan que, en el final de esa Primera Parte, la intriga se hace circular: para recuperar vida y hogar, el héroe olvida o anula su experiencia aventurera. La recuperación del pasado está basada en el olvido del futuro, que necesaria y trágicamente va a ser catastrófico. En cambio, y este es el gran acierto poético, junto al héroe está su autor, el "guionista", cuya escritura sí se orienta hacia el futuro (¿podrá evitar la catástrofe publicando todo lo que el héroe le contó: "será posible"?). Para continuar su historia, Juan Salvo tiene que recuperar la memoria de su experiencia, y en ese trance no podrá evitar dejar de ser quien es: ¿cómo continuar, entonces, la historia de un sujeto que ha dejado irremisiblemente de ser lo que era? ¿Transformándolo en un "super-hombre"? En todo caso, queda claro que El Eternauta es un texto diferente aun dentro de la producción de Oesterheld; casi no es un buen ejemplo de esa producción: contra los supuestos y protocolos de la "literatura de masas", dicha historieta obliga al lector, empuja a la ficción (y a sus continuadores), a preguntarse por el estatuto de la memoria y su relación con el futuro
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La literatura no se ha mantenido indiferente respecto de sucesos que han dejado marcas en la historia de las sociedades, particularmente aquellos concebidos como traumáticos. Tradicionalmente, las narraciones suscitadas por ellos se sustentan en el trabajo con la memoria y delinean un sujeto que asume el estatuto de testigo narrador. En este marco, ¿resulta factible pensar relatos que se funden en el olvido? Si así lo fuera, ¿qué tipo de sujeto propondrían? Tales cuestiones invitan a pensar y discutir una estética del olvido. Esta estética torna evidentes las limitaciones del lenguaje para abordarlo como objeto y confieren a quien narra una subjetividad diferenciada del sujeto de la memoria, por la cual no intenta superar aquellas dificultades sino que las asume, las expone y las explora. La estética del olvido propone una lectura alternativa a la que lo opone, sin mayores contemplaciones, a la memoria -antinomia en la que el primero de los términos se reviste una valoración negativa-. De mismo modo que autores como Huyssen (2001) y Ric?ur (2004) rescatan las dimensiones políticas y éticas del olvido como elemento constitutivo de la memoria, es posible distinguir en él cierta fertilidad estética que posibilite el surgimiento de un ars oblivionalis
Resumo:
En el presente artículo, se analiza la novela La lluvia amarilla, de Julio Llamazares, enfatizando la representación de la memoria y el olvido (o la represión de la memoria, en su caso). Se muestra que la escritura sobre la memoria no es unidimensional y que Llamazares no solamente la representa, sino que refleja el propio proceso de memoria y olvido y su complejidad. Lo que a primera vista se puede percibir como una novela fatalista y neorromántica, es en realidad una reflexión sobre la memoria oral desde la perspectiva de los hombres y las regiones marginados del campo tanto en la época franquista como durante la transición modernizadora
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La hipótesis que sostendré en este trabajo es que el relato testimonial es intertextual, que recupera el discurso factual y deconstruye los sentidos institucionalizados produciendo un nuevo conocimiento. Con esos presupuestos, afirmo que el sujeto se configura en la relación intersubjetiva a la que abre el relato a partir de la memoria materializada en la escritura. Estas ideas se apoyan sobre la lectura del sistema literario de la Argentina de fin de siglo, operación que me permite recuperar ciertos textos que considero pertenecientes a una clase discursiva a la que he identificado como 'relato testimonial'. El corpus está constituido por un conjunto de textos que han sido seleccionados con los siguientes criterios: 1°) Presentan una diferencia de grado en cuanto a la ubicación del relato testimonial en la discusión teórica de lo ficcional-no ficcional. Esta gradación permite localizar en un extremo textos como Nunca más (Informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas); El flaco perdón de Dios, de Juan Gelman y Mara La Madrid; La otra historia, de Roberto Perdía; José, de Matilde Herrera; y en el otro extremo, El fin de la historia, de Liliana Heker; La ciudad ausente, de Ricardo Piglia; Cola de lagartija y Novela negra con argentinos, de Luisa Valenzuela. Dentro del marco que diseñan estos textos ubico obras que entiendo representan un crescendo hacia la actualización de la convención de ficcionalidad. Ellas son: Recuerdo de la muerte y La memoria en donde ardía, de Miguel Bonasso, y Herederos del silencio, de Gabriela Cerrutti. 2°) Este espectro de textos está organizado también en torno de un núcleo temático: la memoria de la violencia de la década del setenta en la Argentina. 3°) La configuración de este campo de trabajo está sustentada sobre la idea de que existe una subrayada fluidez entre los textos, marcada por un imperativo: la necesidad de articularlos en un diálogo para que el testimonio trascienda lo privado y subjetivo y aporte nuevos sentidos que abarquen lo colectivo y social. 4°) Otro aspecto sustantivo, y sobre el cual argumentaré, es que existen instituciones que en su relación con la literatura justifican la producción, circulación y recepción de estos textos, especialmente el periodismo. Todo ello tiene un principio históricamente dado y conflictivo en la literatura argentina: los vínculos entre literatura y política