23 resultados para Medinilla, Baltasar Elisio de
Resumo:
El presente trabajo propone una lectura de la primera novela de Edgardo Rodríguez Juliá -La renuncia del héroe Baltasar- a partir del concepto de los comienzos teorizado por Edward Said, en tanto es posible advertir en ella una condensación de sentidos que el autor retoma, explora y continúa en su obra posterior. Por otra parte la novela aborda también, desde la ficción, los orígenes de la nacionalidad puertorriqueña mediante metáforas eróticas que dan cuenta de las relaciones de tensión entre blancos, mulatos y negros en la sociedad colonial puertorriqueña del siglo XVIII. En los conflictos derivados del esclavismo convergen espacios tales como el palenque, revueltas de esclavos, acciones características del cimarronaje como las fugas, es decir, diferentes imágenes que vinculan estrechamente esta obra en particular y textos posteriores del autor con una dimensión mayor, que excede los límites nacionales de Puerto Rico para abarcar la historia antillana.
Resumo:
De carácter ensayístico, el siguiente trabajo busca pensar cierta lógica de construcción estética que aparece, nítidamente, en el siglo XVII y bajo el diseño (dinámico) del plano en asterisco. Cierta configuración política del Estado-nación, así como la creciente extensión de un dominio imperial-colonial de la economía, ponen en primer plano el problema del espacio (y del control de su infinitud). Este fenómeno, entre otros, lleva a retrazar la antigua ciudad medieval y a reconfigurar no sólo la imagen sino la concepción de lo que una ciudad debía ser. La ciudad barroca, moderna y multitudinaria, adquiere entonces la forma de un asterisco: una plaza central y rectas avenidas irradiadas. Pero al mismo tiempo (o poco antes), el asterisco se vuelve el modo que adopta el mundo para conjurar o contener el infinito que amenaza cada plano de la vida: sea el cielo heliocéntrico de Copérnico y Galileo, la barroca fuga de puntos (y el no punto de fuga renacentista) de Bach o de Velásquez, el "mapa" imperial de una Nación, o la dispersión multitudinaria y digresiva de un narrador-lector como el del Quijote, entre otros. Este plano en asterisco, será también el dibujo más ajustado de otros problemas o invenciones barrocas, como son el punto de vista y el famoso concepto de Baltasar Gracián. A partir de allí, conceptos e ideas-forma como el pliegue (Deleuze), la hidra vocal (Egido) o la estructura radial (Carreter), configurarán cierta historia teórica del barroco, de sus procedimientos ético-estéticos, y de su obsesión por la formación y transformación de formas formadas
Resumo:
El vínculo entre el estilo y el ser elaborado por Séneca ocupa un lugar importante en la literatura política del siglo XVII español. Considerando el modo en que este corpus retoma la articulación senequista de la expresión verbal, el gesto corporal y el mérito social, el presente análisis aborda el culto a la brevedad como modo de comunicación a la vez que de exhibición física. Los escritos de dos de sus teóricos más destacados, Gracián y Quevedo, servirán para ejemplificar la concepción del laconismo como forma de esgrimir eficacia política y gravedad masculina. Lejos de conformarse a un molde de conducta homogenizador, las formulaciones lingüísticas y fisonómicas del poder varonil varían significativamente y apuntan a proyectos sociales antitéticos. Mientras que la concisión graciana se identifica con la contención corporal y verbal propia del proceso civilizador, la brevedad quevediana apela a una violencia fundacional transgresora.
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De carácter ensayístico, el siguiente trabajo busca pensar cierta lógica de construcción estética que aparece, nítidamente, en el siglo XVII y bajo el diseño (dinámico) del plano en asterisco. Cierta configuración política del Estado-nación, así como la creciente extensión de un dominio imperial-colonial de la economía, ponen en primer plano el problema del espacio (y del control de su infinitud). Este fenómeno, entre otros, lleva a retrazar la antigua ciudad medieval y a reconfigurar no sólo la imagen sino la concepción de lo que una ciudad debía ser. La ciudad barroca, moderna y multitudinaria, adquiere entonces la forma de un asterisco: una plaza central y rectas avenidas irradiadas. Pero al mismo tiempo (o poco antes), el asterisco se vuelve el modo que adopta el mundo para conjurar o contener el infinito que amenaza cada plano de la vida: sea el cielo heliocéntrico de Copérnico y Galileo, la barroca fuga de puntos (y el no punto de fuga renacentista) de Bach o de Velásquez, el "mapa" imperial de una Nación, o la dispersión multitudinaria y digresiva de un narrador-lector como el del Quijote, entre otros. Este plano en asterisco, será también el dibujo más ajustado de otros problemas o invenciones barrocas, como son el punto de vista y el famoso concepto de Baltasar Gracián. A partir de allí, conceptos e ideas-forma como el pliegue (Deleuze), la hidra vocal (Egido) o la estructura radial (Carreter), configurarán cierta historia teórica del barroco, de sus procedimientos ético-estéticos, y de su obsesión por la formación y transformación de formas formadas
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El vínculo entre el estilo y el ser elaborado por Séneca ocupa un lugar importante en la literatura política del siglo XVII español. Considerando el modo en que este corpus retoma la articulación senequista de la expresión verbal, el gesto corporal y el mérito social, el presente análisis aborda el culto a la brevedad como modo de comunicación a la vez que de exhibición física. Los escritos de dos de sus teóricos más destacados, Gracián y Quevedo, servirán para ejemplificar la concepción del laconismo como forma de esgrimir eficacia política y gravedad masculina. Lejos de conformarse a un molde de conducta homogenizador, las formulaciones lingüísticas y fisonómicas del poder varonil varían significativamente y apuntan a proyectos sociales antitéticos. Mientras que la concisión graciana se identifica con la contención corporal y verbal propia del proceso civilizador, la brevedad quevediana apela a una violencia fundacional transgresora.
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De carácter ensayístico, el siguiente trabajo busca pensar cierta lógica de construcción estética que aparece, nítidamente, en el siglo XVII y bajo el diseño (dinámico) del plano en asterisco. Cierta configuración política del Estado-nación, así como la creciente extensión de un dominio imperial-colonial de la economía, ponen en primer plano el problema del espacio (y del control de su infinitud). Este fenómeno, entre otros, lleva a retrazar la antigua ciudad medieval y a reconfigurar no sólo la imagen sino la concepción de lo que una ciudad debía ser. La ciudad barroca, moderna y multitudinaria, adquiere entonces la forma de un asterisco: una plaza central y rectas avenidas irradiadas. Pero al mismo tiempo (o poco antes), el asterisco se vuelve el modo que adopta el mundo para conjurar o contener el infinito que amenaza cada plano de la vida: sea el cielo heliocéntrico de Copérnico y Galileo, la barroca fuga de puntos (y el no punto de fuga renacentista) de Bach o de Velásquez, el "mapa" imperial de una Nación, o la dispersión multitudinaria y digresiva de un narrador-lector como el del Quijote, entre otros. Este plano en asterisco, será también el dibujo más ajustado de otros problemas o invenciones barrocas, como son el punto de vista y el famoso concepto de Baltasar Gracián. A partir de allí, conceptos e ideas-forma como el pliegue (Deleuze), la hidra vocal (Egido) o la estructura radial (Carreter), configurarán cierta historia teórica del barroco, de sus procedimientos ético-estéticos, y de su obsesión por la formación y transformación de formas formadas
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El vínculo entre el estilo y el ser elaborado por Séneca ocupa un lugar importante en la literatura política del siglo XVII español. Considerando el modo en que este corpus retoma la articulación senequista de la expresión verbal, el gesto corporal y el mérito social, el presente análisis aborda el culto a la brevedad como modo de comunicación a la vez que de exhibición física. Los escritos de dos de sus teóricos más destacados, Gracián y Quevedo, servirán para ejemplificar la concepción del laconismo como forma de esgrimir eficacia política y gravedad masculina. Lejos de conformarse a un molde de conducta homogenizador, las formulaciones lingüísticas y fisonómicas del poder varonil varían significativamente y apuntan a proyectos sociales antitéticos. Mientras que la concisión graciana se identifica con la contención corporal y verbal propia del proceso civilizador, la brevedad quevediana apela a una violencia fundacional transgresora.