186 resultados para La Razón de mi vida


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Según Dilthey, el análisis formalista llevado adelante por la gnoseología de Kant no logra comprender el mundo humano, por su parte, Hegel si aborda al hombre histórico, pero subsume su mundo al despliegue de la razón o el saber absoluto. El proyecto de una fundamentación de las ciencias del espíritu llevado adelante por Dilthey busca adentrarse en el mundo humano concibiéndolo como el conjunto de manifestaciones objetivadas de la vida. Kant y Hegel se convierten en sus interlocutores, pero también Comte con quien se enfrenta en pos de fundamentar la autonomía metodológica de las ciencias del espíritu. Sostengo que la noción tardía de «espíritu objetivo», que Dilthey toma de Hegel, pero que la concibe como el devenir de la vida política y cultural, permite releer toda la filosofía de Dilthey con otra perspectiva. El presente estudio no busca realizar un análisis comparativo entre Dilthey y Hegel, sino partir de la recepción que el primero hace del segundo a los efectos de comprender su filosofía. En este sentido, para Dilthey el «espíritu objetivo» está constituido por el conjunto de las organizaciones exteriores de la sociedad ?la estructura político-jurídica de la sociedad- y por las formas culturales como arte, religión y filosofía. El hombre es quien, según Dilthey, produce estas instituciones las cuales a su vez le anteceden y le sucederán en su existencia. En este sentido Dilthey concibe al hombre como un ser histórico y un «punto de cruce» de las distintas objetivaciones históricas. Este mundo compartido es el mundo histórico ?expresado a través de las nociones como Gemeinsamkeit, objektive Geist, verwebt y kreuzungspunkt-, aquel que contiene el conjunto de experiencia de vidas acumuladas y las expectativas de futuro. En síntesis, se sostiene que para Dilthey el mundo es manifestación objetiva de la vida ? fenomenología del espíritu-, siendo el espíritu objetivo o la vida objetivada, un producto del devenir de la vida humana. Es decir, en el mundo histórico actúan individuos dotados de voluntad- en una conexión estructural con su entorno, como «puntos de cruce» de las distintas objetivaciones. Es decir, la preocupación histórico sistemática diltheyana gira en torno al tema del hombre ?sujeto individual, «punto de cruce»- y lo socio-histórico ?mundo intersubjetivo y espíritu objetivo, manifestación objetivada de la vida-. Así, el hombre juega, para Dilthey, un papel central en la historia y en el despliegue de la vida. Todos los estudios gnoseológicos, epistemológicos, históricos y toda fundamentación sistemática es producto de las conexiones de vida. La importancia de los individuos, sus propias manifestaciones de vida y el «espíritu objetivo» -centros de análisis de las ciencias del espíritu-, permite comprender a la filosofía diltheyana como una filosofía de la intersubjetividad, en oposición a las interpretaciones clásicas que hacían que ella cayera en un psicologismo-empático. Asimismo, el plano de la exteriorización de las acciones individuales y sociales le permite a Dilthey encontrar un saber objetivo para las ciencias del espíritu

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El aumento de la magnitud de la población que vive en la informalidad y en la precariedad urbana, en un contexto macroeconómico de mayor inequidad que en décadas anteriores, y la imposibilidad de brindar un hábitat adecuado y digno a través de las políticas públicas de vivienda que se implementaban tradicionalmente, ha llevado a que los gobiernos encaren, en especial desde la década del noventa del siglo pasado, políticas tendientes a mejorar la situación urbana de los pobres informales. El tipo de intervención que el Estado adopte para cumplir este objetivo dependede la visión que éste tenga de la informalidad urbana y sobre el conjunto de medidas a tomar para contrarrestarla

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El aumento de la magnitud de la población que vive en la informalidad y en la precariedad urbana, en un contexto macroeconómico de mayor inequidad que en décadas anteriores, y la imposibilidad de brindar un hábitat adecuado y digno a través de las políticas públicas de vivienda que se implementaban tradicionalmente, ha llevado a que los gobiernos encaren, en especial desde la década del noventa del siglo pasado, políticas tendientes a mejorar la situación urbana de los pobres informales. El tipo de intervención que el Estado adopte para cumplir este objetivo dependede la visión que éste tenga de la informalidad urbana y sobre el conjunto de medidas a tomar para contrarrestarla

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¿Qué ontología es más conveniente al psicoanálisis lacaniano? La razón de mi pregunta tiene que ver con un diagnóstico compartido entre varios colegas sobre la situación actual del psicoanálisis lacaniano. Para decirlo sencillamente, ese diagnóstico establece que los desarrollos formales de Lacan en torno al concepto de sujeto se han ido perdiendo en el lacanismo a consecuencia de haberse plegado a los términos clásicos de la metafísica. O, para decirlo aún más sencillamente, el concepto de sujeto de Lacan terminó por confundirse con la idea de individuo. ¿Por qué sucede esta cesura si, precisamente, Lacan se ocupó todo el tiempo de diferenciarlos? Conforme con ciertos desarrollos de la ciencia contemporánea, diremos que existe en Occidente una orientación hacia la substancialización de toda idea o concepto, a suponer para todo ente la presencia de una substancia material que da cuenta de su existencia en el mundo. La hipótesis que sostendré, entonces, y que intentará explicar dicha orientación reza de la siguiente manera: la ontología clásica (desde Aristóteles hasta avanzado el siglo XX) ha sidopensada y conceptualizada de tal forma que, en general, la ciencia devino con una fuerte orientación hacia el pensamiento substancial. ¿Por qué plantear el problema de la ontología? Porque considero que el psicoanálisis lacaniano, si pretende ser fiel a la novedad fundada por Lacan en torno al concepto de sujeto, hoy más que nunca debe repensar la ontología sobre la cual funcionan sus conceptos fundamentales. Por ejemplo, toda la potencialidad de lasubversión llevada a cabo por Lacan en torno al concepto de sujeto se vería reducida si su formalización se efectuara a partir de la ontología clásica. Porque la ontología clásica supone, entre otras consecuencias formales, las ideas de identidad y de profundidad (tridimensionalidad). Una orientación de pensamiento contraria a la que Lacan propuso para pensar su concepto de sujeto. Koyré sostuvo que nuestro sentido común es medieval, yo agregaría que nuestro sentido común supone formalmente una ontología clásica, es decir, euclidiana, aristotélica y substancialista. En lo relativo a la configuración de esta ontología clásica, euclidiana, que hace sentido común, no sólo juega un papel la consolidación del verbo ser como cópula en la estructura de las lenguas indoeuropeas sino que también incide el sistema nominativo acusativo. La estructura gramatical de las lenguas indoeuropeas establece a través de los universales cierta relación, quizá de semejanza, entre los verbos ser y estar. Serna Arango (2007) dice que este paso también es clave en la consolidación de la ontología euclidiana, y que podríamos remontar ese paso a través del estudio de tres maniobras acontecidas en la historia de Occidente. La primera fue a través del enunciado atributivo que tuvo lugar con la función sintáctica del verbo ser como cópula. La segunda, cuando Aristóteles postuló la relación del ser con la substancia, cuando en su metafísica preguntaba qué era el ente. Y esa pregunta equivalía a qué es la substancia. No ha sido una casualidad que el concepto de ousía derivara hacia el concepto de ser hasta homologarse. Benveniste, en Categorías del pensamiento y categorías de la lengua (1999), hace mención a que, sin duda, fue desde una reflexión filosófica sobre el ser de donde surgió el sustantivo abstracto derivado del ser. Ello es lo que hemos visto crearse en el curso de la historia, sostiene Benveniste, primero en el pitagorismo dorio y en Platón y después con Aristóteles. La tercera maniobra también alude a Aristóteles, a cuando este definió ousía como hipokeimenon, es decir, ousía como sujeto, como substrato último de toda cualidad y como género. En la Metafísica, Aristóteles expone que la 'substancia se dice en dos sentidos: el sujeto último, que ya no se predica de otro y lo que, siendo algo determinado, también es separable' (Aristóteles, 2007:248)

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Fil: López, Federico Ezequiel. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación; Argentina.

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Durante los primeros meses de 1923 el diario La Razón inició una campaña moralizadora tendiente a alertar sobre los males que causaba a la sociedad la proliferación de la "literatura barata", es decir, las numerosas colecciones de relatos breves que, por un precio ínfimo, circulaban en Buenos Aires desde 1917 en tiradas masivas. Algunos colaboradores de la primera y más exitosa de esas colecciones, La Novela Semanal, se sintieron convocados a la polémica y, a través de varios artículos publicados en esa revista, asumieron la defensa de la novela popular argentina, a la vez que se posicionaban contra la figura de Lugones, como símbolo de una postura academicista y conservadora. A través de estas breves notases posible relevar algunas constantes que se reiteran a través del tiempo en el debate sobre los valores de la literatura de masas.

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El fracaso de los proyectos revolucionarios, la instauración de gobiernos militares a lo largo del continente y las discusiones sobre la validez de las grandes narrativas del siglo XIX, que introducen la denominada condición posmoderna, suscitan en América Latina a finales del siglo XX una reelectura desmitificadora del pasado (Pons, 2000). En esta dinámica participan novelas como La muerte de Artemio Cruz (1962) de Carlos Fuentes, El siglo de las luces (1962) de Alejo Carpentier y Yo, el supremo (1974) de Augusto Roa Bastos. Tales novelas inauguran una serie signada por la revisión crítica del pasado en la que podemos inscribir las novelas La revolución es un sueño eterno (1987) de Andrés Rivera, La astucia de la razón (1990) de José Pablo Feinmann y La campaña (1990) de Carlos Fuentes. En el presente artículo observaremos filiaciones y oposiciones en el modo en que estas tres últimas novelas representan el objeto discursivo revolución

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Fil: Suñol, Viviana. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación; Argentina.

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Fil: Alí Jafella, Sara Jimy. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación; Argentina.