21 resultados para El Banquete
Resumo:
La posición intermedia del éros en el Banquete organiza los dos polos de la relación erótica (amante-amado) en función de la falta que moviliza al amante (erastés). El filósofo interroga en virtud de su deseo por alcanzar la sabiduría (philosohía), aquel otro polo ocupado por el objeto de deseo (erómenos): la idea de Belleza. En el marco del discurso que Sócrates pone en boca de Diotima aparece un amante anónimo (tis) que también interroga sobre el éros (204d, 204e). En nuestro trabajo nos ocupamos de analizar el rol del amante anónimo en el discurso de Sócrates-Diotima
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La posición intermedia del éros en el Banquete organiza los dos polos de la relación erótica (amante-amado) en función de la falta que moviliza al amante (erastés). El filósofo interroga en virtud de su deseo por alcanzar la sabiduría (philosohía), aquel otro polo ocupado por el objeto de deseo (erómenos): la idea de Belleza. En el marco del discurso que Sócrates pone en boca de Diotima aparece un amante anónimo (tis) que también interroga sobre el éros (204d, 204e). En nuestro trabajo nos ocupamos de analizar el rol del amante anónimo en el discurso de Sócrates-Diotima
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La posición intermedia del éros en el Banquete organiza los dos polos de la relación erótica (amante-amado) en función de la falta que moviliza al amante (erastés). El filósofo interroga en virtud de su deseo por alcanzar la sabiduría (philosohía), aquel otro polo ocupado por el objeto de deseo (erómenos): la idea de Belleza. En el marco del discurso que Sócrates pone en boca de Diotima aparece un amante anónimo (tis) que también interroga sobre el éros (204d, 204e). En nuestro trabajo nos ocupamos de analizar el rol del amante anónimo en el discurso de Sócrates-Diotima
Resumo:
En el Banquete Platón pone en práctica como en ningún otro diálogo un tipo de escritura proléptica, en el sentido de que cada encomio contiene anticipos fragmentarios de tópicos que, a través de un sutil juego de rectificación y complementación, serán retomados en los discursos posteriores. Esta escritura proléptica entronca con la lectura perspectivista del diálogo, ya que cada posición discursiva no se hace sola sino en el contrapunto dialógico-filósofico que mantiene con la asumida por los otros oradores, contrapunto cuyo despliegue permite dar cuenta de las infinitas armonías invisibles que subyacen en el texto. De los múltiples contrapuntos dialógico-filosóficos que pueden trazarse en el Banquete, en este trabajo me interesa limitarme a los pueden advertirse entre los discursos de Erixímaco, Aristófanes y Sócrates-Diotima, a fin de destacar en qué medida los dos primeros discursos operan, desde distintos marcos conceptuales, como un antecedente del tercero en lo que respecta a la función mediadora del Eros
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En el Banquete Platón pone en práctica como en ningún otro diálogo un tipo de escritura proléptica, en el sentido de que cada encomio contiene anticipos fragmentarios de tópicos que, a través de un sutil juego de rectificación y complementación, serán retomados en los discursos posteriores. Esta escritura proléptica entronca con la lectura perspectivista del diálogo, ya que cada posición discursiva no se hace sola sino en el contrapunto dialógico-filósofico que mantiene con la asumida por los otros oradores, contrapunto cuyo despliegue permite dar cuenta de las infinitas armonías invisibles que subyacen en el texto. De los múltiples contrapuntos dialógico-filosóficos que pueden trazarse en el Banquete, en este trabajo me interesa limitarme a los pueden advertirse entre los discursos de Erixímaco, Aristófanes y Sócrates-Diotima, a fin de destacar en qué medida los dos primeros discursos operan, desde distintos marcos conceptuales, como un antecedente del tercero en lo que respecta a la función mediadora del Eros
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En el Banquete Platón pone en práctica como en ningún otro diálogo un tipo de escritura proléptica, en el sentido de que cada encomio contiene anticipos fragmentarios de tópicos que, a través de un sutil juego de rectificación y complementación, serán retomados en los discursos posteriores. Esta escritura proléptica entronca con la lectura perspectivista del diálogo, ya que cada posición discursiva no se hace sola sino en el contrapunto dialógico-filósofico que mantiene con la asumida por los otros oradores, contrapunto cuyo despliegue permite dar cuenta de las infinitas armonías invisibles que subyacen en el texto. De los múltiples contrapuntos dialógico-filosóficos que pueden trazarse en el Banquete, en este trabajo me interesa limitarme a los pueden advertirse entre los discursos de Erixímaco, Aristófanes y Sócrates-Diotima, a fin de destacar en qué medida los dos primeros discursos operan, desde distintos marcos conceptuales, como un antecedente del tercero en lo que respecta a la función mediadora del Eros