162 resultados para Cerro de la Gloria


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En el marco del desarrollo de una experiencia pluridisciplinaria, este proyecto pretende introducir a los alumnos de 4° y 5° del Liceo Víctor Mercante, Universidad Nacional de La Plata, en el análisis, reflexión y concientización de las problemáticas ambientales derivadas de la Megaminería que pretende explotar el Cerro Famatina, La Rioja. Simultáneamente se propone traer las voces de la lucha social a la escuela como así también sensibilizar el entorno. Se contribuirá a lograr una formación integral que posibilite la comprensión del mundo y la interacción con el medio social para transformarlo. Metodológicamente, se comenzó con el planteo de problemáticas e interpretación de fuentes, se realizó un viaje de estudio en donde se hicieron encuestas y entrevistas a actores sociales. Finalmente se realizó una transferencia educativa al colegio y a escuelas de La Plata. El viaje coadyuvó a la comprensión que: la minería a cielo abierto no es una actividad económica sustentable en la medida en que sólo favorece a ciertos grupos de poder y no a la población toda y su ambiente; la impronta de los pueblos originarios no está claramente presente cuando se defiende la economía familiar. Las luchas sociales surgen de la genuina preocupación del pueblo riojano

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En occidente, el verdadero elogio del trabajo comienza con Hesíodo en Los trabajos y los días. Han transcurrido al menos dos siglos y ya han quedado a un lado los temas clásicos de Homero. El culto del heroísmo, la nobleza del coraje, la gloria en la batalla, la honra de morir en el combate, todavía están vigentes, por supuesto; pero la joven cultura griega ya se ha abierto camino, ha definido algunas de sus fronteras y ahora, Grecia exige de sus habitantes una vida de trabajo. El poema didáctico y campesino de Hesíodo viene a decir, después de Homero, que no sólo de heroísmo vive el hombre o, lo que es aún mejor, que elheroísmo no se encuentra únicamente en los ruidosos combates de los caballeros nobles frente a Troya. También es heroica la lucha tenaz y silenciosa de los trabajadores con la dura tierra. En este sentido, sitúa en lo más alto la estimación del trabajo. Se trata de la areté del trabajador y, su contraparte, la condena de la pereza: Por otra parte, la Odisea de Homero es una hermosa metáfora del retorno de la conciencia occidental sobre sí misma. Las aventuras de Odiseo son, en este sentido, las peligrosas tentaciones que pueden desviar al sujeto de su lógica. Y, como los héroes de todas las novelas que le siguieron, Odiseo se abandona una y otra vez a las aventuras; se deja llevar, se zambulle, se pierde en ellas para reencontrarse. Si se trata de las toxicomanías, la aventura que nos interesa es una de las primeras de la Odisea, el encuentro del héroe con los lotófagos, los comedores de la flor de loto. Aquellos que prueban ese 'florido manjar' están perdidos. Para Hegel, son los animales quienes están fijados a una repetición sin cambio. Puesto que no pueden hacer otra cosa con el objeto que consumirlo directamente, están condenados a lo mismo. La sabiduría humana, en cambio, se encuentra en rechazar la inmediatez; esto es lo que lo hace hombre: el hecho de poder inhibir ese movimiento, poder rechazar el consumo directo del objeto y hacerlo entrar en la dialéctica del intercambio. A diferencia de la joven cultura griega, nuestra época de vieja cultura frita se inclina, cada vez más, por el consumo y, cada vez menos, por la ciudadanía. Cada vez más consumidores y menos ciudadanos, que son tiempos oscuros los nuestros y la felicidad se encuentra en una lata de gaseosa y no en el ágora discutiendo una política pública y mucho menos laborando la tierra. Hoy, más que antes, la cultura exige de nosotros el consumo, y su atontamiento, que hay que comprar un nuevo tacho de basura aunque el viejo tacho, todavía funcione! Es por eso que las toxicomanías se ofrecen como el símbolo privilegiado de nuestra época. En ellas, se lleva hasta las últimas consecuencias un rasgo común de nuestro siglo: el consumo. El toxicómano, desde este punto de vista, es un verdadero fundamentalista del mercado: se ha tomado muy en serio el slogan de que la felicidad se encuentra en los objetos que podemos incorporar. Sean lavarropas automáticos, detergentes biodegradables, pieles de zorros, cocaína o diacepam, solo se trata de ampliar el número de consumidores. Más allá del trabajo, cada vez más alienado de nuestra globalización, pero también más allá de la pereza del consumo directo y tosco de los objetos que la cultura de hoy nos propone, la obra freudiana pareciera disponer de ciertas claves para pensar la felicidad

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En occidente, el verdadero elogio del trabajo comienza con Hesíodo en Los trabajos y los días. Han transcurrido al menos dos siglos y ya han quedado a un lado los temas clásicos de Homero. El culto del heroísmo, la nobleza del coraje, la gloria en la batalla, la honra de morir en el combate, todavía están vigentes, por supuesto; pero la joven cultura griega ya se ha abierto camino, ha definido algunas de sus fronteras y ahora, Grecia exige de sus habitantes una vida de trabajo. El poema didáctico y campesino de Hesíodo viene a decir, después de Homero, que no sólo de heroísmo vive el hombre o, lo que es aún mejor, que elheroísmo no se encuentra únicamente en los ruidosos combates de los caballeros nobles frente a Troya. También es heroica la lucha tenaz y silenciosa de los trabajadores con la dura tierra. En este sentido, sitúa en lo más alto la estimación del trabajo. Se trata de la areté del trabajador y, su contraparte, la condena de la pereza: Por otra parte, la Odisea de Homero es una hermosa metáfora del retorno de la conciencia occidental sobre sí misma. Las aventuras de Odiseo son, en este sentido, las peligrosas tentaciones que pueden desviar al sujeto de su lógica. Y, como los héroes de todas las novelas que le siguieron, Odiseo se abandona una y otra vez a las aventuras; se deja llevar, se zambulle, se pierde en ellas para reencontrarse. Si se trata de las toxicomanías, la aventura que nos interesa es una de las primeras de la Odisea, el encuentro del héroe con los lotófagos, los comedores de la flor de loto. Aquellos que prueban ese 'florido manjar' están perdidos. Para Hegel, son los animales quienes están fijados a una repetición sin cambio. Puesto que no pueden hacer otra cosa con el objeto que consumirlo directamente, están condenados a lo mismo. La sabiduría humana, en cambio, se encuentra en rechazar la inmediatez; esto es lo que lo hace hombre: el hecho de poder inhibir ese movimiento, poder rechazar el consumo directo del objeto y hacerlo entrar en la dialéctica del intercambio. A diferencia de la joven cultura griega, nuestra época de vieja cultura frita se inclina, cada vez más, por el consumo y, cada vez menos, por la ciudadanía. Cada vez más consumidores y menos ciudadanos, que son tiempos oscuros los nuestros y la felicidad se encuentra en una lata de gaseosa y no en el ágora discutiendo una política pública y mucho menos laborando la tierra. Hoy, más que antes, la cultura exige de nosotros el consumo, y su atontamiento, que hay que comprar un nuevo tacho de basura aunque el viejo tacho, todavía funcione! Es por eso que las toxicomanías se ofrecen como el símbolo privilegiado de nuestra época. En ellas, se lleva hasta las últimas consecuencias un rasgo común de nuestro siglo: el consumo. El toxicómano, desde este punto de vista, es un verdadero fundamentalista del mercado: se ha tomado muy en serio el slogan de que la felicidad se encuentra en los objetos que podemos incorporar. Sean lavarropas automáticos, detergentes biodegradables, pieles de zorros, cocaína o diacepam, solo se trata de ampliar el número de consumidores. Más allá del trabajo, cada vez más alienado de nuestra globalización, pero también más allá de la pereza del consumo directo y tosco de los objetos que la cultura de hoy nos propone, la obra freudiana pareciera disponer de ciertas claves para pensar la felicidad

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En el marco del desarrollo de una experiencia pluridisciplinaria, este proyecto pretende introducir a los alumnos de 4° y 5° del Liceo Víctor Mercante, Universidad Nacional de La Plata, en el análisis, reflexión y concientización de las problemáticas ambientales derivadas de la Megaminería que pretende explotar el Cerro Famatina, La Rioja. Simultáneamente se propone traer las voces de la lucha social a la escuela como así también sensibilizar el entorno. Se contribuirá a lograr una formación integral que posibilite la comprensión del mundo y la interacción con el medio social para transformarlo. Metodológicamente, se comenzó con el planteo de problemáticas e interpretación de fuentes, se realizó un viaje de estudio en donde se hicieron encuestas y entrevistas a actores sociales. Finalmente se realizó una transferencia educativa al colegio y a escuelas de La Plata. El viaje coadyuvó a la comprensión que: la minería a cielo abierto no es una actividad económica sustentable en la medida en que sólo favorece a ciertos grupos de poder y no a la población toda y su ambiente; la impronta de los pueblos originarios no está claramente presente cuando se defiende la economía familiar. Las luchas sociales surgen de la genuina preocupación del pueblo riojano

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La figura del lector "supersticioso" aparece en Borges en la década del 20 y está presente en toda su producción crítica. Se trata de un lector de legitimidad dudosa, que se define por una relación con la literatura desprovista de familiaridad, en la cual los excesos de la credulidad y la devoción literarias son índices de una relativa carencia cultural. Esta figura, descripta por primera vez en "La supersticiosaética del lector", aparece ficcionalizada en "Pierre Menard, autor del Quijote", donde un narrador capaz de creerlo todo y venerar una obra que no ha visto toma en serio las bromas del escéptico Menard, un "irreverente reverenciado" que percibe la gloria como una "incomprensión" y los cultos literarios como síntomas de "barbarie". Las "supersticiones", en Borges, son siempre creencias y valores literarios románticos; la oposición entre una ideología "romántica" y una ideología "clásica" de la literatura es un problema central en su crítica. En este sentido, la aparición de la figura borgeana del "supersticioso" parece señalar el declive de una ideología literaria romántica, que en su crítica aparecerepresentada como una religión de la que ya no es posible participar, y cuyas creencias y valores pueden ser percibidos, por lo tanto, bajo la forma degradada de "supersticiones".

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La figura del lector "supersticioso" aparece en Borges en la década del 20 y está presente en toda su producción crítica. Se trata de un lector de legitimidad dudosa, que se define por una relación con la literatura desprovista de familiaridad, en la cual los excesos de la credulidad y la devoción literarias son índices de una relativa carencia cultural. Esta figura, descripta por primera vez en "La supersticiosaética del lector", aparece ficcionalizada en "Pierre Menard, autor del Quijote", donde un narrador capaz de creerlo todo y venerar una obra que no ha visto toma en serio las bromas del escéptico Menard, un "irreverente reverenciado" que percibe la gloria como una "incomprensión" y los cultos literarios como síntomas de "barbarie". Las "supersticiones", en Borges, son siempre creencias y valores literarios románticos; la oposición entre una ideología "romántica" y una ideología "clásica" de la literatura es un problema central en su crítica. En este sentido, la aparición de la figura borgeana del "supersticioso" parece señalar el declive de una ideología literaria romántica, que en su crítica aparecerepresentada como una religión de la que ya no es posible participar, y cuyas creencias y valores pueden ser percibidos, por lo tanto, bajo la forma degradada de "supersticiones".

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En el Sueño de Escipión, último libro del De re publica, describiendo un viaje ultraterreno durante un sueño,se refiere Cicerón a la recompensa del gobernante virtuoso que busca el bien de su pueblo. E0sta es aquí la gloria terrena y en el más allá la apoteosis. Lo que en el proemio es objeto de una deducción lógica se convierte en el Somnium en la revelación de una verdad eterna. La afirmación ciceroniana de que el hombre tiene un lugar eminente apunta necesariamente a la divina fundamentación del mundo. Y toda la actividad humana que le da un lugar eminente es una actividad de mediación. El Somnium pertenece al tipo de sueño oracular y admonitorio en el cual Cicerón preanuncia la gloria celestial para el gobernante virtuoso, pero las circunstancias en las que se desarrolla este sueño son particulares y no pertenece al ámbito de la adivinación.

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La figura del lector "supersticioso" aparece en Borges en la década del 20 y está presente en toda su producción crítica. Se trata de un lector de legitimidad dudosa, que se define por una relación con la literatura desprovista de familiaridad, en la cual los excesos de la credulidad y la devoción literarias son índices de una relativa carencia cultural. Esta figura, descripta por primera vez en "La supersticiosaética del lector", aparece ficcionalizada en "Pierre Menard, autor del Quijote", donde un narrador capaz de creerlo todo y venerar una obra que no ha visto toma en serio las bromas del escéptico Menard, un "irreverente reverenciado" que percibe la gloria como una "incomprensión" y los cultos literarios como síntomas de "barbarie". Las "supersticiones", en Borges, son siempre creencias y valores literarios románticos; la oposición entre una ideología "romántica" y una ideología "clásica" de la literatura es un problema central en su crítica. En este sentido, la aparición de la figura borgeana del "supersticioso" parece señalar el declive de una ideología literaria romántica, que en su crítica aparecerepresentada como una religión de la que ya no es posible participar, y cuyas creencias y valores pueden ser percibidos, por lo tanto, bajo la forma degradada de "supersticiones".

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Fil: Amor, Lidia. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación; Argentina.