229 resultados para Aristóteles-Comentaris
Resumo:
Las interpretaciones contemporáneas del De Motu Animalium de Aristóteles dependen en gran medida del primer comentario realizado acerca del tratado, los comentarios de Miguel de Efeso del siglo XII, editados como parte de los Commentaria in Aristotelem Graeca. A pesar de que muchas propuestas revistan originalidad por sus meritorios análisis y exposición, no pueden prescindir y por lo tanto se sirven de la interpretación que hizo Miguel de ciertos pasajes. Otras interpretaciones que realizó aquél del De Motu, sin embargo, no han prosperado. Mi trabajo se propone analizar la deuda a Miguel de dos momentos, a mi parecer, importantes del prólogo del De Motu, que han dirigido los estudios recientes acerca de la importancia del tratado para el estudio de la filosofía natural de Aristóteles y el rol de la analogía en su método. Por un lado, el reconocimiento (104.6-25) de la referencia en 698a7-14 a la Física, que conlleva la determinación del objeto y del método del tratado completo, e implica, para la mayoría, por no animarme a decir todos, un distanciamiento del principio de prohibición de la metábasis. Por el otro, la transmisión del diagrama (105.3-11) correspondiente al texto de 698a22-4, del que algunos sostienen que ciertos modelos "mecanicistas" son adelantados ya en el prólogo, debido a esta repentina explicación matemática del movimiento, mientras que otros señalan la conexión con otros tratados por la descripción del movimiento mediante la figura del círculo. A través de estos dos casos pretendo evidenciar entonces la medida en que Miguel influyó y sigue influyendo la consideración reciente de este tratado de Aristóteles
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Las interpretaciones contemporáneas del De Motu Animalium de Aristóteles dependen en gran medida del primer comentario realizado acerca del tratado, los comentarios de Miguel de Efeso del siglo XII, editados como parte de los Commentaria in Aristotelem Graeca. A pesar de que muchas propuestas revistan originalidad por sus meritorios análisis y exposición, no pueden prescindir y por lo tanto se sirven de la interpretación que hizo Miguel de ciertos pasajes. Otras interpretaciones que realizó aquél del De Motu, sin embargo, no han prosperado. Mi trabajo se propone analizar la deuda a Miguel de dos momentos, a mi parecer, importantes del prólogo del De Motu, que han dirigido los estudios recientes acerca de la importancia del tratado para el estudio de la filosofía natural de Aristóteles y el rol de la analogía en su método. Por un lado, el reconocimiento (104.6-25) de la referencia en 698a7-14 a la Física, que conlleva la determinación del objeto y del método del tratado completo, e implica, para la mayoría, por no animarme a decir todos, un distanciamiento del principio de prohibición de la metábasis. Por el otro, la transmisión del diagrama (105.3-11) correspondiente al texto de 698a22-4, del que algunos sostienen que ciertos modelos "mecanicistas" son adelantados ya en el prólogo, debido a esta repentina explicación matemática del movimiento, mientras que otros señalan la conexión con otros tratados por la descripción del movimiento mediante la figura del círculo. A través de estos dos casos pretendo evidenciar entonces la medida en que Miguel influyó y sigue influyendo la consideración reciente de este tratado de Aristóteles
Resumo:
Este trabajo intenta poner de manifiesto cómo Aristóteles en el De Motu Animalium configura las funciones de los principios del movimiento voluntario de los animales a través de la presentación de varias analogías geométricas a lo largo del tratado. El modelo geométrico de los movimientos locativos de los animales es introducido ya en el primer capítulo para indicar que los animales, en tanto se mueven por sí mismos, cuentan con un centro en el cual se sostienen al moverse. Mientras que el modelo muestra allí cómo se mueven las extremidades articuladas, éste es retomado en los capítulos 8, 9, 10 y 11 para dar cuenta de las funciones de los principios establecidos en el capítulo 6 como explicativos del movimiento de los animales por sí mismos. De este modo los términos geométricos se aplican a través de la analogía con la articulación en una nueva analogía de la parte con el animal entero, indicándonos qué función cumplen y cómo se relacionan el alma, el corazón, el pneûma y las partes orgánicas. Mi análisis revela que las representaciones geométricas siempre indican un movimiento circular que es origen de los demás movimientos y que ese primer movimiento es el único que puede ser llamado estrictamente movimiento causado por sí mismo. La razón de esto es que las cosas que se mueven circularmente cuentan con un centro que funciona como un principio de movimiento interno inmóvil. El alma, en tanto principio inmóvil del movimiento y a través de ciertas sucesiones, es capaz de originar movimientos locativos voluntarios, quedando saldada para el autor la cuestión de cómo pueden los animales ser causantes de sus propios movimientos
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Este trabajo intenta poner de manifiesto cómo Aristóteles en el De Motu Animalium configura las funciones de los principios del movimiento voluntario de los animales a través de la presentación de varias analogías geométricas a lo largo del tratado. El modelo geométrico de los movimientos locativos de los animales es introducido ya en el primer capítulo para indicar que los animales, en tanto se mueven por sí mismos, cuentan con un centro en el cual se sostienen al moverse. Mientras que el modelo muestra allí cómo se mueven las extremidades articuladas, éste es retomado en los capítulos 8, 9, 10 y 11 para dar cuenta de las funciones de los principios establecidos en el capítulo 6 como explicativos del movimiento de los animales por sí mismos. De este modo los términos geométricos se aplican a través de la analogía con la articulación en una nueva analogía de la parte con el animal entero, indicándonos qué función cumplen y cómo se relacionan el alma, el corazón, el pneûma y las partes orgánicas. Mi análisis revela que las representaciones geométricas siempre indican un movimiento circular que es origen de los demás movimientos y que ese primer movimiento es el único que puede ser llamado estrictamente movimiento causado por sí mismo. La razón de esto es que las cosas que se mueven circularmente cuentan con un centro que funciona como un principio de movimiento interno inmóvil. El alma, en tanto principio inmóvil del movimiento y a través de ciertas sucesiones, es capaz de originar movimientos locativos voluntarios, quedando saldada para el autor la cuestión de cómo pueden los animales ser causantes de sus propios movimientos
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Este trabajo intenta poner de manifiesto cómo Aristóteles en el De Motu Animalium configura las funciones de los principios del movimiento voluntario de los animales a través de la presentación de varias analogías geométricas a lo largo del tratado. El modelo geométrico de los movimientos locativos de los animales es introducido ya en el primer capítulo para indicar que los animales, en tanto se mueven por sí mismos, cuentan con un centro en el cual se sostienen al moverse. Mientras que el modelo muestra allí cómo se mueven las extremidades articuladas, éste es retomado en los capítulos 8, 9, 10 y 11 para dar cuenta de las funciones de los principios establecidos en el capítulo 6 como explicativos del movimiento de los animales por sí mismos. De este modo los términos geométricos se aplican a través de la analogía con la articulación en una nueva analogía de la parte con el animal entero, indicándonos qué función cumplen y cómo se relacionan el alma, el corazón, el pneûma y las partes orgánicas. Mi análisis revela que las representaciones geométricas siempre indican un movimiento circular que es origen de los demás movimientos y que ese primer movimiento es el único que puede ser llamado estrictamente movimiento causado por sí mismo. La razón de esto es que las cosas que se mueven circularmente cuentan con un centro que funciona como un principio de movimiento interno inmóvil. El alma, en tanto principio inmóvil del movimiento y a través de ciertas sucesiones, es capaz de originar movimientos locativos voluntarios, quedando saldada para el autor la cuestión de cómo pueden los animales ser causantes de sus propios movimientos
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Las interpretaciones contemporáneas del De Motu Animalium de Aristóteles dependen en gran medida del primer comentario realizado acerca del tratado, los comentarios de Miguel de Efeso del siglo XII, editados como parte de los Commentaria in Aristotelem Graeca. A pesar de que muchas propuestas revistan originalidad por sus meritorios análisis y exposición, no pueden prescindir y por lo tanto se sirven de la interpretación que hizo Miguel de ciertos pasajes. Otras interpretaciones que realizó aquél del De Motu, sin embargo, no han prosperado. Mi trabajo se propone analizar la deuda a Miguel de dos momentos, a mi parecer, importantes del prólogo del De Motu, que han dirigido los estudios recientes acerca de la importancia del tratado para el estudio de la filosofía natural de Aristóteles y el rol de la analogía en su método. Por un lado, el reconocimiento (104.6-25) de la referencia en 698a7-14 a la Física, que conlleva la determinación del objeto y del método del tratado completo, e implica, para la mayoría, por no animarme a decir todos, un distanciamiento del principio de prohibición de la metábasis. Por el otro, la transmisión del diagrama (105.3-11) correspondiente al texto de 698a22-4, del que algunos sostienen que ciertos modelos "mecanicistas" son adelantados ya en el prólogo, debido a esta repentina explicación matemática del movimiento, mientras que otros señalan la conexión con otros tratados por la descripción del movimiento mediante la figura del círculo. A través de estos dos casos pretendo evidenciar entonces la medida en que Miguel influyó y sigue influyendo la consideración reciente de este tratado de Aristóteles
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La tragedia ha sido el modo en el que Georg Simmel formulaba su diagnóstico sobre la modernidad que estallaba en las ciudades en crecimiento de principios del siglo XX. La forma trágica de la culturamoderna será interrogada en este trabajo en relación a composiciones clásicas sobre la tragedia, como la de Aristóteles, Hegel y Lukacs. La repetida contraposición entre una forma dialéctica del pensamiento y una forma trágica asume ciertos presupuestos sobre la tragedia que oscurecen las especificidades de cada pensamiento que encuentra su lugar en la forma trágica. Es por eso que el objetivo será delinear las particularidades de esta forma en su uso simmeliano para, en última instancia, aproximarnos a la relación conflictiva entre vida y forma y pensar sus distancias y proximidades con ese uso de la tragedia que el autor despliega para pensar su realidad histórica. En última instancia se trata de encontrar los modos de la contradicción a lo largo del pensamiento de Georg Simmel
Resumo:
El presente trabajo tiene como objeto reevaluar el rol que desempeña el argumento del érgon en la EN, el cual ha sido largamente utilizado como elemento favorable a una lectura determinista de la virtud en Aristóteles. En esta lectura decir que toda naturaleza tiene una función que le es propia equivale a decir que por naturaleza aquello está llamado a cumplir necesariamente con esa función. La naturaleza entonces es entendida a la vez como condición necesaria y suficiente para llevar a cabo una función específica. En lo que sigue procuraremos mostrar que esta lectura es errónea, ya que la disposición natural, si bien es condición necesaria no es a la vez condición suficiente para llevar a cabo una función. Para ello partiremos de una elucidación de dos sentidos de naturaleza en Física II y reconstruiremos el argumento del érgon a la luz de estos nuevos elementos
Resumo:
Los griegos utilizaban términos como Empeiría, Tëkhne, Sophía, para designar capacidades de las personas y su competencia. Aristóteles, señalaba que el hombre resolvía su estar en el mundo de tres maneras, la actividad Teórica, la Práctica y la Productiva (poiética). Las competencias, como capacidad para hacer las cosas, se ubican en el orden de las actividades que los griegos llamaban Poiética, que comprende lo técnico-productivo y la creación. La competencia en tanto quehacer, se expresa en términos como elaborar, producir, preparar, demostrar, etc. En este sentido la competencia es un comportamiento, por ejemplo golpear la pelota y hacer un gol desde una determinada distancia, sería una competencia, por lo mismo no constituye competencia, el conocer la distancia desde donde hacer un gol ni la forma en que debe golpearse la pelota, ya que en el primero hay una obra producida y no en el segundo, una cosa es el conocer o valorar algo y otra el hacer o producir algo. Las competencias consisten en hacer cosas, no en conocerlas ni en las actitudes que se tengan para hacerlas, pero el conocimiento y las actitudes son factores indispensables para lograr la competencia. Barriga Hernandez (2007) (1) Al conjunto organizado de procedimientos para hacer algo por parte de un sujeto, constituye lo que se llama saber procedimental o saber técnico. El valor de la competencia se encuentra en la obra o artefacto producido. El ideal de los griegos en sus primeros momentos, fue el logro del Areté (capacidad de hacer algo en toda dirección de la actividad humana).
Resumo:
En el fragmento 5 del Protréptico, Aristóteles describe la filosofía como un tipo de investigación cuyo objetivo es la adquisición de la sabiduría, esto es, de la phrónesis. Paralelamente, en el segundo libro de la Metafísica, al hablar sobre la facilidad o dificultad de la investigación sobre la verdad, Aristóteles menciona el valor del aporte de sus predecesores. Allí, Aristóteles enfatiza que aun aquellos que han estudiado superficialmente la naturaleza de las cosas han hecho una contribución en esa búsqueda (II 1, 993b, 11-15). La lectura de este libro de la Metafísica a la luz de los fragmentos del Protréptico nos induce a pensar que Aristóteles concibe la filosofía como un quehacer cooperativo en el cual participa, de alguna manera, toda la tradición filosófica. Dado esto, el objetivo de este trabajo es indagar esta concepción de la filosofía, centrándonos principalmente en los fragmentos citados del Protréptico y el segundo libro de la Metafísica