2 resultados para Ocupación clandestina

em RepoCLACAI - Consorcio Latinoamericano Contra el Aborto Inseguro


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Sobre la base de entrevistas a treinta mujeres y treinta varones, residentes en el área metropolitana de Buenos Aires, acerca de sus experiencias de aborto, se reconstruyen trayectorias en las que el aborto constituye un hito. Se concluye que la ilegalidad no influye en la decisión de interrumpir un embarazo, sino en las condiciones diferenciales de su práctica clandestina; que las huellas del aborto marcan diferencialmente a las mujeres, en cuyo cuerpo es practicado, que a los varones, participantes secundarios del proceso, aunque las huellas sean perdurables tanto en mujeres como en varones. Asimismo, se muestra que en las mujeres pobres, al primer embarazo sigue un nacimiento y luego un aborto; que en las clases medias, al primer embarazo sigue el aborto y luego los hijos; y que la eventualidad de interrumpir el embarazo no se plantea sólo en situaciones excepcionales sino que forma parte del proceso desencadenado por la sospecha de un embarazo.

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El aborto está penalizado en nuestro país, con excepción del que se practica por razones terapéuticas. Sin embargo, la desproporción entre el número de abortos que se producen –el último estudio estimado de Delicia Ferrando habla de 410,000 al año1[2]-, aquellos que son denunciados y, los que terminan en procesos judiciales, revela que si bien la práctica del aborto es ilegal, la sociedad, con su silencio, parece ampararla y de esa manera, tolerar la muerte de miles de mujeres por esa causa. Desde el Derecho Penal y los estudios de criminología se puede afirmar que las leyes penalizadoras no han cumplido con su finalidad de prevención específica ni general2, es decir, la amenaza de una posible sanción no ha logrado inhibir la práctica del aborto, sino más bien, se ha convertido en una forma de ejercer violencia contra las mujeres en múltiples planos. Ello se manifiesta en el incremento de las muertes maternas y en los altos costos que la atención de abortos incompletos y de los problemas derivados de su práctica clandestina representan para los servicios de salud. En este sentido, es válido y pertinente considerar al aborto como un problema de salud pública.