316 resultados para Schumpeter, Joseph Alois 1883 - 1950 - crítica e interpretación
Resumo:
En un primer examen de las auctoritates Ockham formula un claro acercamiento al esquema aristotélico-boeciano y a la definición de persona como sustancia en cuanto suppositum intellectualis, definición que encuentra conveniente aplicar tanto a lo creado como a Dios. Comienza luego una discusión más próxima y contemporánea con los moderni, que está centrada, por un lado en Escoto para quien la persona se ha de definir a partir de la relación; y por otro, con santo Tomás de Aquino. “Persona", para el Aquinate, no significa una naturaleza común quidditas, ousía o sustancia segunda, por el contrario, indica al individuo: “esta carne y estos huesos" pero lo significa de un modo vago e indeterminado. Precisamente, éste es el punto que Ockham discute: qué denota esta significación indeterminada; le dedica a la cuestión un amplio análisis que lo conduce a equiparar los conceptos de naturaleza y de persona. En un paso subsiguiente Ockham propone examinar las personas in divinis: no es posible establecer in divinis ninguna diferencia o distinción; si se afirma en Dios la presencia de tres personas y de una sola naturaleza la adhesión se presta por la fe sin que medie un acercamiento racional al tema. El aparato conceptual y metafísico para abordar el problema de la persona en sede divina, ha pasado por la criba de un examen que concluye, para Ockham, en la verdadera imposibilidad de elaborar una teología trinitaria.
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Las Sententiae de Pedro Lombardo es, en la Edad Media, el libro más comentado luego de la Biblia. Se trata de una “colección" de las doctrinas teológicas vigentes a partir de la contribución de los Padres y de otros maestros más cercanos en el tiempo. En este trabajo se buscará identificar el estado de la cuestión acerca del concepto de persona en la obra de Alcuino de York como antecedente del desarrollo que esta misma noción tendrá en Pedro Lombardo. En primer lugar se determinará la presencia del concepto boeciano de persona en la obra de Alcuino y, luego, el desarrollo que este mismo maestro realiza de este concepto motivado por la necesidad de establecer las características de la persona de Cristo. En tercer lugar se analizará la aplicación que efectúa de lo ya definido al caso de la persona humana. Finalmente, se estudiará la aplicación de estas nociones a un caso concreto pero particularmente significativo para el desarrollo de la metafísica altomedieval: el poder político.
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Se ha insistido recientemente por parte de estudiosos del tema ‘persona’ en Santo Tomás, en que la voluntad humana o, por lo menos su libertad, debe interpretarse como ligada directamente a la persona, y emergiendo sobre su naturaleza. El obrar sería fundamentalmente un asunto del sujeto personal, mientras que la naturaleza sería solamente la raíz de una tendencia global y genérica. Esta hipótesis pivotea sobre la causa eficiente como única verdadera causa. Ahora bien, este tema de la emergencia o trascendencia de la voluntad respecto a la propia naturaleza aparece ya tratado por Santo Tomás en sus obras, y en particular en el Comentario a las Sentencias, aunque no utilizando esta moderna terminología. Lo que plantea el Aquinate es la imposibilidad de que la voluntad o sus actos sigan a la persona. La voluntad como potencia sigue a la naturaleza y los actos de la voluntad son ejecutados por la persona como causa eficiente última en su orden, pero según la razón como causa formal.
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Buenaventura, al comentar el Libro de las Sentencias de Pedro Lombardo explica, especialmente a partir de la distinción 23 del libro primero, los distintos matices que adquieren los términos usados en las definiciones dogmáticas, de acuerdo a la compleja elaboración implicada por la traducción al latín del vocabulario filosófico griego. Se muestra muy cuidadoso, por ello, en señalar esas diferencias. El artículo se concentra en delimitar los contrastes entre el vocabulario trinitario expresado en lengua griega y su correspondiente traducción latina, en particular con relación al término ‘persona’.
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Algunos autores de la filosofía contemporánea ha criticado a la antropología medieval aduciendo que ella ha sustentando en una visión sustancialista que no da razón de la riqueza de la realidad personal (como es el caso de Zubiri que, con sus palabras, propone que la persona es sustantividad y supra-estante). Sin embargo, en la respuesta de Tomás de Aquino al problema planteado por Pedro Lombardo en las Sententiae de qué es y cómo está la caridad en el ser humano se plantea la posibilidad de que en el hombre haya una virtud o hábito, insertado en la estructura psicológica del hombre, que tenga por origen un don creado de carácter divino, que perfecciona el alma humana y haciéndole capaz de un fin sobrenatural, pero que responde a la dinámica de facultades, hábitos y actos que estructura la realidad del acto verdaderamente humano. La respuesta tomista que justifica la existencia de una virtud como la caridad revela un planteamiento antropológico con una noción de persona de gran riqueza.
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Es un hecho que recién después del conocimiento del texto de los libri morales de Aristóteles el medioevo tuvo acceso a una clara formulación conceptual de nuevos temas de teoría política. La influencia de Aristóteles no fue excluyente, pero sí relevante en relación con la incorporación de esos nuevos temas al repertorio de las ideas políticas medievales. Con todo, esa influencia debe ser revisada, pues al mismo tiempo que el modelo aristotélico inspira a los autores de textos políticos medievales, éstos reformularon el modelo aristotélico a la luz de ideas políticas protomodernas. Este artículo examina la coexistencia de una vertiente clásica-aristotélica con una vertiente protomoderna en el tratado De potestate regia et papali de Juan Quidort de Paris. Esa coexistencia pone en evidencia un distanciamiento respecto del ideal ético-político de Aristóteles, y en lugar de consolidar la presencia del paradigma ético-político clásico en la teoría política medieval, anuncia la irrupción en ella del ámbito de lo privado. Ello produce colisiones entre la eticidad de lo público —propia de la teoría política aristotélica— y los nuevos temas que irrumpen en la teoría política medieval delatando el comienzo de la fractura de la monolítica unidad de la pólis como orden político equivalente al espacio público.
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Continuando un artículo anterior en el que se definió el concepto de enfermedad, en orden al esclarecimiento del de enfermedad mental, en el presente estudio se desarrolla el tema de aquellas que pueden ser llamadas enfermedades en el estricto sentido del término. En un primer parágrafo, se mencionan los trastornos que son mencionados por Santo Tomás, y se los explica colocándolos en el contexto de la medicina medieval, con particular referencia al Canon de Medicina de Avicena. En un segundo parágrafo, se desarrolla el tema de las enfermedades psicosomáticas, es decir aquellas causadas por una “pasión animal". Se deja para un tercer artículo el esclarecimiento de la naturaleza de lo que el Aquinate llama “aegritudo animalis".
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Fil: Cuccia, Emiliano Javier.
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Según la epistemología aristotélica, el acceso cognoscitivo al mundo sensible es variado. Aquí se trata del acceso poético. Aunque Tomás de Aquino no haya comentado la Poética, leyendo otros textos de sus obras podemos averiguar algunas cuestiones que él pensaba acerca de este tipo de conocimiento. Siguiendo las prescripciones epistemológicas de Aristóteles, se analiza al respecto el grado de certeza que el conocimiento poético especulativo detenta y la calidad del objeto que estudia. Leyendo su Poética podemos averiguar cuáles son las cuestiones más importantes a investigar en esta materia y, a continuación, diseñar una posible investigación con la filosofía tomásica, que se apoye en aquella propia de la obra del Estagirita mencionada.
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La percepción de lo bello, algo que alcanza al hombre como totalidad, se inicia en los sentidos, entre los cuales Tomás de Aquino ha privilegiado a la vista y al oído. Este hecho pone a la luz dos aspectos que el presente trabajo quiere destacar: por una parte, el respeto que el Aquinate ha mostrado a una tradición que, originada en Platón y comunicada por Agustín al medioevo, hace de la vista y el oído los únicos sentido capaces de percibir la belleza. Por otra parte, destaca que los análisis elaborados por Tomás sobre el tema constituyen un aporte a la especulación tradicional. Así, esta ponencia se ocupará de la vinculación entre lo bello, la vista y el oído, tanto en sus fuentes cuanto en las contribuciones efectuadas por el Aquinate.
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La concepción de la notitia intuitiva, tal como la entienden los filósofos del siglo XIV, constituye un modo de acceso a la realidad de cuño agustiniano que subsiste a pesar del progresivo avance de la teoría aristotélica de la abstracción. Tomando como punto de partida la notitia intuitiva, Ockham propone una construcción del conocimiento y de la ciencia que procura una interpretación más delimitada y precisa del pensamiento de Duns Escoto. Esta doctrina ockhamista va a ser puesta a prueba por un desarrollo paradojal vinculado al conocimiento de lo no-existente. La importancia del ejemplo ha sido clave a la hora de la valoración de su gnoseología. En particular, el tema es expuesto, con algunos matices de diferenciación, en tres obras: en la quaestio primera del Prólogo del Commentarium in Sententiis; en las quaestiones 12-13 de la Reportatio II y en las Quaestiones Quodlibetales V y VI, a las que también se suman precisiones puntualizadas en el marco de sus composiciones físicas, en particular, en las Quaestiones Physicorum. Constituye nuestro propósito el análisis de estas fuentes en orden a discernir la importancia que el controvertido paso asume en el marco de la gnoseología ockhamista. El ejemplo ha sido interpretado de modo contrastante: para algunos introduce claramente una concepción escéptica de la doctrina del conocimiento, en el sentido que, una vez admitida la posibilidad de una intuición de cosas que no existen, no tenemos ningún criterio para establecer cuándo nuestro conocimiento es objetivo o subjetivo. Para otros, en cambio, debe ser entendido como una hipótesis que no interfiere sobre el plano natural del conocimiento. El recurso a las fuentes nos permitirá comparar los planos de explicitación del ejemplo aludido y determinar su contexto y alcance en orden a un examen del problema en el doble ámbito de lo natural y de lo sobrenatural, aportando nuestras propias conclusiones al caso.
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Fil: Ramasco de Monzón, Ruth. Universidad Nacional de Tucumán
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La conocida tesis de Tomás de Aquino de que el ver «es el más elevado de todos [los sentidos]» (De anima, c13) está detrás de la metáfora de la vista como expresión del conocer y de la afirmación de que este sentido es el más inmaterial (y más próximo a lo espiritual) de todos los sentidos externos. Esta noción de ‘ver’ (y de ‘sentir’) presentaba dos elementos constitutivos de todo sentido: lo que tenía como inmutación o impresión (contacto con la realidad) y su carácter formal (aprehensor de la forma sensible). Lograr una posición unitaria que integre tanto el elemento impresivo (dador de realidad) como aprehensivo o cognoscitivo ha sido también el intento de posturas filosóficas contemporáneas (como la de Zubiri) respondiendo a posiciones insuficientes que o bien han primado el elemento de inmediatez, o han señalado el sentir como mero dador de contenido a la inteligencia. Así, este autor revisa las formas de interpretar el sentido, señalando la primariedad del sentido del tacto y la fundamentalidad de éste para la comprensión del verdadero estatuto del sentir humano, poniendo de nuevo en actualidad la reflexión del Aquinate sobre el sentir, indicando a su vez la diferencia de planteamientos de ambos autores.
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El presente estudio tiene por objeto abordar el esfuerzo especulativo del Canciller Felipe por desarrollar, en el contexto del tratamiento sistemático de su Summa de bono, y de la consideración específica de bono naturae que conviene al ámbito del viviente, su examen acerca de la diferenciación de las potencias cognoscitivas y motivas y, asimismo, de las sensibles y de las racionales, en su reflexión orgánica sobre el alma del hombre. En el dominio de dicha elaboración de doctrina será objeto central de mi trabajo discernir el valor cognitivo del sensus y su vinculación con el objeto de la intelligentia. La psicología de la sensibilidad humana de Felipe el Canciller supone su concepción cósmico-antropológica a propósito de lo que es simpliciter a natura (aún en el ámbito de lo humano) y de lo que participa -en diversos grados jerárquicos- de la natura que emerge ut ratio. Desde un punto de vista histórico-filosófico su determinación ante el tema forma parte de un laborioso derrotero del pensamiento de autores patrísticos y medievales en torno a la naturaleza del alma y a la psicología del acto humano, en el que se hacen presentes las aportaciones de la antigüedad. Fuentes que revela la elaboración del Canciller en su análisis de sentencias de Aristóteles, de Agustín, de Juan Damasceno -entre otros antecedentes-, y que serán objeto de una compulsa dirigida a ponderar en mi trabajo el alcance de la aportación del Canciller.
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Este artículo intenta mostrar cómo la introducción del corpus aristotélico en el mundo cristiano medieval durante los siglos XII y XIII contribuyó notablemente a reivindicar el valor de los datos sensibles para conducir al conocimiento inteligible. En efecto, el platonismo con el que los primeros pensadores cristianos estuvieron bien familiarizados, negaba que lo sensible pudiera dar lugar a un verdadero conocimiento. Sin embargo, esto significaba, al mismo tiempo, que las cosas sensibles no tenían suficiente consistencia ontológica. Y puesto que el cristianismo enseñaba la dignidad de todo lo creado, la filosofía aristotélica vino a proveerle de una concepción de lo sensible mucho más afín con sus propios principios. Esta confianza en la realidad concreta como objeto de conocimiento incluso inteligible acabó, no obstante, hacia fines de la Edad Media, y con ella, el realismo gnoseológico característico del pensamiento cristiano medieval.