17 resultados para Divina Comedia
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El trabajo se centró en la descripción de rasgos, conducta y costumbres de algunos tipos femeninos de la comedia plautina. Se ha tenido en cuenta el contexto social y temporal de la mujer, lo que ha permitido la inserción del personaje femenino en una realidad social, apenas bosquejada en este trabajo, pero que permitió una visión más amplia de una situación real y cotidiana que aparece reflejada y caricaturizada en la obra de Plauto. Es importante valorar la latinización de Plauto no sólo de argumentos, sino también de tipos específicos. También es importante destacar el uso genial de recursos humorísticos que actúan en desmedro de la mujer para realzar sus defectos y conductas inapropiadas. La matrona, la joven raptada y la meretriz se repiten a lo largo del Corpus plautino, reuniendo los mismos rasgos y las mismas ocurrencias y se convierten en presencias necesarias para el desarrollo de los conflictos y diferentes enredos o malentendidos. La matrona autoritaria y quejosa, la joven desdichada en busca de un reconocimiento y la codiciosa e interesada meretriz llenan las páginas de un teatro predominantemente jocoso y divertido, que no pretende moralizar sino entretener y que se convirtió en el espejo risible de la sociedad de su tiempo.
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El trabajo tiene como objetivo la determinación del estándar ático en la época clásica, y examina para ello la lengua de la comedia aristofánica y dos lenguas literarias, el ático antiguo y el ático nuevo. Un objetivo derivado del primero es el de determinar cuál de estas lenguas tiene una relación más directa con la koiné.
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A partir de la común afición de Roberto Arlt y Leopoldo Marechal por el género dramático, se analizan los elementos teatralizadores presentes en sus novelas, en orden a señalar la importancia que adquieren en la configuración total de la obra y también el diverso fundamento ideológico que en cada uno de los escritores es dable advertir. En efecto, así como ambos mantienen la convicción de que hay una escisión entre el ser y la apariencia, Marechal entiende que Dios es el Espectador de una vistosa comedia interpretada por los hombres. De ahí que Sujeto y Objeto de la representación se distingan nítidamente. En Arlt, por el contrario, la actuación reúne dentro de un mismo personaje al Actor y al Espectador, que así se debate alocadamente en un juego sin fin.
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Junto a las magistrales creaciones barrocas del genial dramaturgo don Pedro Calderón de la Barca, encontramos una rica producción de piezas cortas, cuya primera publicación data de 1645, en Entremeses Nuevos, momento en que el género entremés ofrecía ya un corpus considerable de obras, motivos, tipos y argumentos a los cuales, se dice, Calderón hace avanzar en algunos casos con genialidad hasta su plena madurez. El arte de Calderón, como cima de la creación dramática barroca, se hace presente también en las piezas de su teatro breve, tanto en los aspectos del estilo como en los de la concepción y elaboración de la pieza dramática. Las Carnestolendas es un excelente ejemplo de ese arte. El análisis de este entremés intenta demostrar que la riqueza y la complejidad que posee es una síntesis apretada del arte barroco calderoniano. Ello se ejemplifica con los distintos aspectos propios del entremés aunque presentes también en las comedias: la unidad dramática, la cohesión de los distintos momentos, la tensión, los temas, el teatro dentro del teatro, el desfile de personajes, la comicidad verbal. Puede apreciarse, así, que Las carnestolendas son como el "mundo abreviado" de la comedia calderoniana.
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La cultura clásica, en especial la griega, a menudo y sostenidamente ha atraído a escritores mendocinos de cuna o por adopción. En ese marco, el presente trabajo explora primero rasgos de la épica helénica y luego analiza elementos de la cultura americana precolombina, en el tratamiento de personajes, intervención divina, sucesos, espacio y tiempo en Los días del venado, obra reconocida con el primer premio de la Fundación "El Libro" a la mejor publicación juvenil de 2000. Hipótesis de trabajo: En Los días del venado se concentran dos vertientes ancestrales en tensión, la helena y la americanista indígena. Esta última predomina en la toma de posición ideológica de la historia narrada. Método: Análisis de contenido sin categorías fijadas a priori, por cuanto se trata de una metodología fenomenológíca y cualitativa. Resultados previstos: aporte para la comprensión crítica, con una lectura reflexiva de doble vía de la novela: el reconocimiento de la herencia helena (helenos, en efectos, son los nombres de los vasallos de Misáianes que invaden las Tierras Fértiles) más una importante cosmovisión americanista -en especial maya y araucana-, que la diferencia notablemente de las cualidades eurocéntricas de una saga al estilo de J. R. R. Tolkien.
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Fil: Guevara de Álvarez, María Estela.
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Fil: Silventi, María Cristina.
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Intentaremos desentrañar uno de los aspectos centrales del De divina omnipotentia de Pedro Damián: la relación entre omnipotencia divina y principio de no contradicción. Para ello, refutaremos una de las hipótesis de lectura más tradicionales que se han hecho del tema, según la cual Pedro Damián considera que la omnipotencia divina es incompatible con el principio de no contradicción, y por tanto éste pierde toda vigencia. Por nuestra parte, afirmaremos que Pedro Damián nunca cuestionó seriamente la validez de la lógica, sino que procuró afianzarla sobre premisas de raigambre ético-metafísica. Para iluminar el sentido de nuestra interpretación, debemos contextualizar la discusión y explicar diversos conceptos del pensamiento damianeano (i.e. voluntas Dei, omnipotentia divina, aeternitas y bondad divina).
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El presente trabajo muestra la analogía bonaventuriana en términos de distancia y espejo, señalando las instancias argumentativas a través de las cuales se llega al concepto de naturaleza entendido como expresión de Dios. Pero además, esta similitudo, a diferencia de la imagen, es cualidad pura común a todos los seres, y designa un modo eminente de participación en la perfección divina, que se imprime en un despliegue trinitario ad intra (Logos) a la vez que se expresa en la creación ad extra. Estos momentos metafísicos de impressio-expressio conforman la propia realidad divina y la posibilidad de acceso a ella por parte de la naturaleza participada. En la Distinción 25 de su Comentario a las Sentencias de Pedro Lombardo, Buenaventura hará uso de un concepto de analogía propio para explicar la relación entre Persona-divina y persona-creatura, en un ámbito ante todo metafísico que sobrepasa los aspectos preteológico y cosmológico. Por ello, además de permitirnos esclarecer la diferencia entre naturaleza y persona-creatura, la importancia de esta analogía planteada por Buenaventura radica en que proporciona una respuesta particular a la oposición naturaleza-Dios, en la que la diferencia no significa exclusión, sino, maravillosa concordia y harmonía".
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Pese a los indicios que podrían encontrarse en la filosofía griega, la noción de persona es de origen netamente cristiano y no pudo haber sido formulada sino dentro de ese horizonte de pensamiento. El hombre ha sido creado a imagen de Dios y es persona porque, en primer término, Dios lo es. Aquí se enlazan, durante el medioevo, las cuestiones antropológicas y teológicas (trinitarias y cristológicas). Un ejemplo paradigmático se encuentra en las Sentencias de Pedro Lombardo y sus comentadores, entre los que hemos reparado especialmente en Tomás de Aquino. En este contexto, “naturaleza" (divina o humana) y “persona" son nociones íntimamente vinculadas, pues es propio de tales naturalezas el existir y manifestarse como seres personales. Esa relación, sin embargo, se pierde durante la modernidad, época en que persona y naturaleza se vuelven términos antagónicos. Martin Heidegger, agudo crítico de esa transformación en la historia del pensar, propone una concepción de lo humano que, no obstante su “ateísmo metodológico", finalmente parece aproximarse a la noción cristiana de persona.
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En un primer examen de las auctoritates Ockham formula un claro acercamiento al esquema aristotélico-boeciano y a la definición de persona como sustancia en cuanto suppositum intellectualis, definición que encuentra conveniente aplicar tanto a lo creado como a Dios. Comienza luego una discusión más próxima y contemporánea con los moderni, que está centrada, por un lado en Escoto para quien la persona se ha de definir a partir de la relación; y por otro, con santo Tomás de Aquino. “Persona", para el Aquinate, no significa una naturaleza común quidditas, ousía o sustancia segunda, por el contrario, indica al individuo: “esta carne y estos huesos" pero lo significa de un modo vago e indeterminado. Precisamente, éste es el punto que Ockham discute: qué denota esta significación indeterminada; le dedica a la cuestión un amplio análisis que lo conduce a equiparar los conceptos de naturaleza y de persona. En un paso subsiguiente Ockham propone examinar las personas in divinis: no es posible establecer in divinis ninguna diferencia o distinción; si se afirma en Dios la presencia de tres personas y de una sola naturaleza la adhesión se presta por la fe sin que medie un acercamiento racional al tema. El aparato conceptual y metafísico para abordar el problema de la persona en sede divina, ha pasado por la criba de un examen que concluye, para Ockham, en la verdadera imposibilidad de elaborar una teología trinitaria.
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A fines de los años 40’, el filósofo norteamericano Arthur Lovejoy y el en ese momento Presidente del Pontifical Institute of Mediaeval Studies, Anton Pegis, sostuvieron una interesante discusión sobre la existencia de libertad o necesidad eficiente en el acto divino de crear conforme a la filosofía de Tomás de Aquino. Lovejoy denunciaba una supuesta incoherencia fundamental en las enseñanzas de Tomás al respecto. Según él, en el concepto tomásico de creación se encuentran implicados al mismo tiempo los conceptos de necesidad agente y libre albedrío aplicados al Creador. Esta supuesta contradicción era para Pegis no sólo falsa sino imposible. Aquí repensaremos dos puntos centrales de dicha discusión: en primer lugar, si, como piensa Lovejoy, para Santo Tomás efectivamente existe una contraposición entre la autosuficiencia de Dios y su capacidad para amar otras cosas distintas de Él. Luego, el significado de la frase: “condice a la bondad divina que también otras cosas participen de la misma". (S.th., I, q.19, a.2).
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En este artículo procuro elucidar el vínculo que David Hume establece entre religión y moral en los Diálogos sobre religión natural (1779). A la luz de esta temática pueden diferenciarse tres especies de religión: el teísmo mitigado, la religión vulgar y el teísmo moral. La primera variedad evita toda injerencia en la vida moral de las personas, en tanto que las dos últimas aspiran a regular el comportamiento. Por otra parte, si tomamos en cuenta el criterio de su existencia efectiva, el agrupamiento cambia: sólo los dos primeros tipos se dan en la realidad empírica, mientras que el tercero es un mero paradigma especulativo. Para esta clasificación tripartita resulta esencial, además, la disquisición acerca de la naturaleza divina. Ahora, en el marco de esta taxonomía, mi hipótesis central es que para Hume el teísmo moral es un mero tipo ideal con el cual algunos teólogos fantasean.
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En el siglo XIII, ningún autor negaba la absoluta simplicidad de Dios. Sin embargo, se utilizaban múltiples nombres para hablar de lo divino. ¿Se pueden considerar verdaderos todos esos predicados, sin que ello implique concebir una multiplicidad real en la esencia divina? Este trabajo intenta mostrar, bajo la guía de Tomás de Aquino, que la pluralidad de atributos divinos no contradice la simplicidad divina y que, sin entenderlos como sinónimos, dichos nombres constituyen predicaciones verdaderas in divinis.
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Fil: Peretó Rivas, Rubén.