10 resultados para observación del entorno
em Comissão Econômica para a América Latina e o Caribe (CEPAL)
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Las oficinas nacionales de estadística de la región trabajan de forma permanente por mejorar la calidad de sus estadísticas y fortalecer la credibilidad de sus instituciones. Según el nuevo enfoque de producción estadística a nivel mundial, la incorporación de principios y buenas prácticas en el desarrollo de los procesos internos y externos contribuye a la consolidación de oficinas sólidas, que son fundamentales para un excelente funcionamiento de los sistemas estadísticos nacionales.De esta forma, desde 2008 la Secretaría de la CEPAL ha llevado a cabo actividades para lograr la sensibilización y apropiación del cumplimiento de principios y buenas prácticas en las oficinas de la región, entre ellas la aplicación de un formulario de autoevaluación del cumplimiento de los indicadores de siete principios del Código de buenas prácticas de las estadísticas europeas, con el fin de medir el estado actual de 19 oficinas nacionales de estadística de la región, a saber: antiguas Antillas Neerlandesas, Aruba, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Granada, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico, República Dominicana y Uruguay.Para contribuir al diagnóstico de la situación actual de las oficinas nacionales de estadística de la región frente al cumplimiento del Código de buenas prácticas de las estadísticas en América Latina y el Caribe, el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE); de Colombia, como país coordinador del grupo de trabajo sobre fortalecimiento institucional en el marco de la CEA-CEPAL, presenta una evaluación para determinar el cumplimiento de cada uno de los criterios identificados como mejores prácticas en el proceso de generación de estadísticas.Por consiguiente, se estructuró la autoevaluación del cumplimiento de 10 de 17 principios del Código de buenas prácticas de las estadísticas en América Latina y el Caribe, con el objetivo de indagar acerca del estado actual del entorno institucional y la coordinación, el proceso estadístico y la producción estadística en las oficinas nacionales de estadística.Para llevar a cabo esta actividad se invitó a 43 países miembros de la Conferencia Estadística de las Américas: 19 de América Latina y 24 del Caribe, de los cuales 14 diligenciaron el instrumento (Bahamas, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Honduras, México, Paraguay, Panamá, Perú, Puerto Rico, República Dominicana y Venezuela (República Bolivariana de););.Los datos fueron recolectados mediante un formulario de autodiligenciamiento que se envió por correo electrónico a los directores de las oficinas nacionales de estadística.En cada una de las oficinas objeto de análisis del formulario, se realizaron cálculos que consisten en promedios aritméticos para cada una de las preguntas y criterios de cumplimiento por principio evaluado.El ejercicio realizado pone a disposición de la Conferencia Estadística de las Américas y de los países miembros una evaluación sobre el estado actual de las oficinas nacionales de estadística, que permitirá continuar con el proceso de implementación del código a través de evaluaciones de expertos y planes de mejoramiento para llegar al cumplimiento total del Código de buenas prácticas de las estadísticas en América Latina y el Caribe y el fortalecimiento de los sistemas estadísticos nacionales.El presente informe consta de cuatro secciones: la primera presenta los aspectos generales, incluida la interpretación de resultados y la estructura del formulario; la siguiente sección muestra los resultados generales obtenidos con la aplicación del formulario; en la tercera se presentan las conclusiones generales obtenidas a partir de los cálculos realizados y, por último, se presentan los anexos, que incluyen los cálculos de promedios por preguntas y el formulario aplicado.
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La producción de shale gas o gas natural de lutita en los Estados Unidos ha sorprendido al mundo por su rápido desarrollo y repercusión en la disminución del precio del combustible y el aumento de reservas de hidrocarburos. Este desarrollo ha crecido junto con la oferta de petróleo y de condensados de gas natural. Se estima que los Estados Unidos serían autosuficientes en petróleo y superavitarios en gas natural en menos de 30 años. El renovado impulso de los hidrocarburos no-convencionales empieza a ser visto como una "revolución energética" que dará nuevo dinamismo a la economía de ese país. Por su novedad, la evaluación completa de estos desarrollos confronta dificultades metodológicas, estadísticas y de conocimiento científico, tecnológico, social y económico. Las regiones de los Estados Unidos y Canadá con yacimientos de shale gas comprobados son muchas. Sin embargo, dado lo novedoso de su explotación, no existe historial suficientemente largo para sacar conclusiones sobre procesos de exploración, picos y declives de producción y técnicas de recuperación de los recursos. Las analogías y extrapolaciones de las experiencias varían entre plays o conglomerados de yacimientos. Las dudas crecen ante la discordancia entre la creciente producción de gas y precios de mercado inferiores a los costos. También se escuchan advertencias sobre los potenciales efectos nocivos de su explotación en el medio ambiente y comunidades aledañas. Hay dudas sobre los posibles efectos de la técnica de "fracturamiento hidráulico" (fracking) y los disolventes químicos empleados en mantos freáticos y agua potable. Este documento se compone de cinco capítulos. En el primero se aborda el tema de la explotación de shale gas, desde el origen, la producción, la economía y los impactos de la exploración y producción de shale gas, hasta algunas peculiaridades del entorno de negocios y de los sistemas legal, financiero e impositivo. Dada su vasta experiencia en producción de hidrocarburos, los Estados Unidos cuentan con numerosas empresas proveedoras de bienes y servicios para la exploración y explotación de shale gas. Legisladores y autoridades de todos los niveles aplican instrumentos legales y procesan debates y opiniones para ir encontrando soluciones a los retos y cuestionamientos relacionados. En el capítulo II se presenta un análisis de escenarios y proyecciones al año 2035. Se discuten las dinámicas que pueden convertir a los Estados Unidos en exportador neto de gas natural. Se asume que el energético menos costoso termina dominado el mercado. Sin embargo, el shale gas tiene un largo proceso por recorrer antes de desbancar a las grandes industrias de energía con muchas décadas en el mercado. Se revisa el crecimiento de reservas y producción en abasto a una demanda creciente, que a su vez requerirá que los sistemas de transporte, almacenamiento y distribución de combustible se sigan expandiendo y que los precios de mercado continúen bajos o aumenten lentamente, mientras los del crudo serían sustancialmente mayores. Esta diferencia de precios está motivando la sustitución de combustibles. Las tecnologías de "gas a líquidos", "gas comprimido", "celdas de gas metano" y otras seguirán abriendo espacio, hasta sustituir las tecnologías basadas en hidrocarburos líquidos que han dominado el desarrollo energético por más de un siglo. La etapa de transición hacia lo que los teóricos consideran que será la era de los energéticos renovables se está volviendo realidad. Pero no hay indicios de que los combustibles tradicionales simplemente desaparecerán para dar paso a los energéticos renovables. Más bien, el shale gas se desarrolla como una nueva capa tendiente a envolver todo el mercado, sobre la cual se irá acomodando gradualmente el resto de los energéticos renovables. Así está sucediendo ya en la industria eléctrica debido a la flexibilidad de los ciclos combinados basados en gas natural, en especial su capacidad de reducir e incrementar su carga, conservando altos rendimientos térmicos. Esta flexibilidad permitirá que el resto de las fuentes alternativas (eólica, solar, mareomotriz y las que se vayan incorporando), cuya capacidad de generación es variable, se acomoden en forma combinada. En el III capítulo se describe la situación del gas natural en México, donde los bajos precios del combustible, el avance tecnológico, el manejo político del marco legal ambiental y social, además de la expansión de las redes de transporte, almacenamiento y distribución, también están cambiando. Se espera que el shale gas sea una nueva fuente de riqueza y de energía a bajo costo, pero, el proceso tomará varios años o décadas antes de que las expectativas se hagan realidad. Existen dudas sobre la forma de materializar este potencial en el país. Un primer problema para México es su propia definición constitucional de la propiedad y explotación de los hidrocarburos por un monopolio de Estado, Pemex. Este modelo resulta inadecuado para explotar shale gas a gran escala. Otro problema está representado por los altos costos de logística presionados por la rapidez del ciclo de producción, cuyos picos y declives se alcanzan a pocas semanas de iniciada la perforación. El declive puede ser tan rápido hasta volver incosteable mantener los equipos en un solo lugar por demasiado tiempo. Pemex no parece adaptada para trabajar en una dinámica logística de gran velocidad, en la que los equipos de perforación y de trabajadores deben desplazarse entre numerosas operaciones. Por estas razones, México parece destinado a experimentar una primera etapa consumiendo shale gas barato importado de los Estados Unidos. Para ello se construyen redes de gasoductos a lo largo de la frontera, por donde se irá recibiendo el gas y acostumbrándose a él. Después vendrán los grandes debates nacionales para decidir quiénes serán los protagonistas de este nuevo desarrollo, si Pemex o empresas privadas. Las reformas resultantes deberán plasmarse en la Constitución y reglamentarse en leyes secundarias; se diseñarán nuevos modelos impositivos y regulatorios. A esto se agregará la preocupación por los impactos sociales y ambientales de esta industria, la escasez de proveedores especializados y la necesidad de capacitar gran número de trabajadores, los cuales podrían ser contratados por Pemex o por el sector privado, dependiendo del modelo que se adopte en las reformas. El ritmo de aprovechamiento del shale gas mexicano será lento. Este reto no ha sido discutido en México. Se habla de los reacomodos del mercado de gas natural como fenómeno de corto plazo, referido a los precios presentes. Mientras tanto, el desabasto de gas natural se convierte en tema central de la política industrial. ¿Quién pagará el sobreprecio del gas natural licuado (LNG) en las escasas terminales de regasificación del país? En el capítulo IV se presenta el balance de exportaciones e importaciones de gas natural de América del norte. El reto de México a mediano plazo se perfila como la necesidad de desarrollar su propia industria gasera y extender las redes de gasoductos y de electricidad, hasta unir el sur y el norte del país, desarrollando simultáneamente la región oeste en la costa del Pacífico. Con el gas natural como punta de lanza, la industria energética irá configurando una nueva geografía industrial. Ahora corresponde al sistema político crear las condiciones institucionales para que esa dinámica se extienda por todo el territorio nacional. En el capítulo V se abordan algunas implicaciones y retos para los países de Centroamérica. Se discute la posibilidad de consolidar consorcios regionales sólidos, capaces de negociar contratos con México para abastecer gas natural a largo plazo, además de financiar los gasoductos necesarios. También se analizan algunos escenarios favorables en el caso de la negociación de suministros de gas natural en el marco de los tratados de libre comercio que los países de dicha subregión tienen con los Estados Unidos.
Resumo:
Prólogo de Alicia Bárcena