6 resultados para Work measurement
em Comissão Econômica para a América Latina e o Caribe (CEPAL)
Resumo:
At 6.4%, the unemployment rate for the Latin American and Caribbean region overall was the lowest for the past few decades, down from 6.7% in 2011. This is significant, in view of the difficult employment situation prevailing in other world regions. Labour market indicators improved despite modest growth of just 3.0% in the region’s economy. Even with sharply rising labour market participation, the number of urban unemployed fell by around 400,000, on the back of relatively strong job creation. Nevertheless, around 15 million are still jobless in the region. Other highlights of 2012 labour market performance were that the gender gaps in labour market participation, unemployment and employment narrowed, albeit slightly; formal employment increased; the hourly underemployment rate declined; and average wages rose. This rendering was obviously not homogenous across the region. Labour market indicators worsened again in the Caribbean countries, for example, reflecting the sluggish performance of their economies. The sustainability of recent labour market progress is also a cause for concern. Most of the new jobs in the region were created as part of a self-perpetuating cycle in which new jobs and higher real wages (and greater access to credit) have boosted household purchasing power and so pushed up domestic demand. Much of this demand is for non-tradable goods and services (and imports), which has stimulated expansion of the tertiary sector and hence its demand for labour, and many of the new jobs have therefore arisen in these sectors of the economy. This dynamic certainly has positive implications in terms of labour and distribution, but the concern is whether it is sustainable in a context of still relatively low investment (even after some recent gains) which is, moreover, not structured in a manner conducive to diversifying production. Doubt hangs over the future growth of production capacity in the region, given the enormous challenges facing the region in terms of innovation, education quality, infrastructure and productivity. As vigorous job creation has driven progress in reducing unemployment, attention has turned once again to the characteristics of that employment. Awareness exists in the region that economic growth is essential, but not in itself sufficient to generate more and better jobs. For some time, ILO has been drawing attention to the fact that it is not enough to create any sort of employment. The concept of decent work, as proposed by ILO, emphasized the need for quality jobs which enshrine respect for fundamental rights at work. The United Nations General Assembly endorsed this notion and incorporated it into the targets set in the framework of the Millennium Development Goals. This eighth issue of the ECLAC/ILO publication “The employment situation in Latin America and the Caribbean” examines how the concept of decent work has evolved in the region, progress in measuring it and the challenges involved in building a system of decent work indicators, 14 years after the concept was first proposed. Although the concept of decent work has been accompanied since the outset by the challenge of measurement, its first objective was to generate a discussion on the best achievable labour practices in each country. Accordingly, rather than defining a universal threshold of what could be considered decent work —regarding which developed countries might have almost reached the target before starting, while poor countries could be left hopelessly behind— ILO called upon the countries to define their own criteria and measurements for promoting decent work policies. As a result, there is no shared set of variables for measuring decent work applicable to all countries. The suggestion is, instead, that countries move forward with measuring decent work on the basis of their own priorities, using the information they have available now and in the future. However, this strategy of progressing according to the data available in each country tends to complicate statistical comparison between them. So, once the countries have developed their respective systems of decent work indicators, it will be also be important to work towards harmonizing them. ECLAC and ILO are available to provide technical support to this end. With respect to 2013, there is cautious optimism regarding the performance of the region’s labour markets. If projections of a slight uptick —to 3.5%— in the region’s economic growth in 2013 are borne out, labour indicators should continue to gradually improve. This will bring new increases in real wages and a slight drop of up to 0.2 percentage points in the region’s unemployment rate, reflecting a fresh rise in the regional employment rate and slower growth in labour market participation.
Resumo:
La tasa de desempleo de América Latina y el Caribe en 2012 fue la más baja de las últimas décadas, tras descender al 6,4%, del 6,7% que registró el año anterior. Esta cifra es especialmente relevante a la luz de la difícil situación que impera en los mercados de trabajo de otras regiones del mundo. Los indicadores laborales mejoraron pese al modesto crecimiento de la economía regional, de apenas un 3,0%. A pesar de un marcado aumento de la participación laboral, el número de desempleados urbanos bajó aproximadamente 400.000 personas, gracias a una generación de empleo relativamente fuerte. Sin embargo, aún quedan alrededor de 15 millones de personas desocupadas que buscan trabajo. Otros hechos destacados de 2012 fueron la reducción, aunque moderada, de las brechas de participación, ocupación y desempleo entre hombres y mujeres, así como el incremento del empleo formal, la reducción del subempleo por insuficiencia de horas y el incremento de los salarios medios. Obviamente, el desempeño fue heterogéneo entre los países. En el Caribe, por ejemplo, nuevamente se registró un deterioro de los indicadores laborales, lo que evidenció la falta de dinamismo de las economías. Por otra parte, preocupa la sostenibilidad de los avances laborales recientes. La mayor parte de los nuevos empleos surgieron en la región como resultado de un círculo retroalimentado donde la generación de nuevos empleos y salarios reales crecientes (y con mayor acceso al crédito) ha aumentado el poder de compra de los hogares y ha fortalecido la demanda interna. Una gran parte de esta demanda se dirigió a bienes y servicios no transables (y a las importaciones), lo que estimuló la expansión del sector terciario y su demanda de mano de obra, con lo cual muchos de los nuevos trabajos surgieron en estas ramas de actividad. Si bien esta situación tiene varios efectos laborales y distributivos positivos, su sostenibilidad es motivo de preocupación en un contexto en que la inversión —aun con algunos avances recientes— se mantiene a niveles relativamente bajos y con una composición que no favorece la diversificación productiva. Hay dudas sobre el futuro dinamismo de la capacidad productiva, ya que la región enfrenta enormes retos en términos de innovación, calidad de la educación, infraestructura y productividad. Los avances en la reducción del desempleo abierto mediante una dinámica generación de empleo han renovado el interés en las características que tiene este empleo. En la región ya hay conciencia de que el crecimiento económico es esencial pero no es suficiente para crear más y mejores empleos. La OIT ha venido insistiendo desde hace tiempo en que no basta con la generación de empleo de cualquier tipo y por ello ha propuesto el concepto del trabajo decente, para subrayar que se requieren empleos de calidad donde se respeten los derechos fundamentales en el trabajo. La Asamblea General de las Naciones Unidas hizo suyo este concepto y lo incorporó como parte de las metas a alcanzar en el marco de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. En este octavo número de la publicación de la CEPAL y la OIT, “Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe”, revisamos la evolución del concepto de trabajo decente en la región, los progresos en la medición y los retos para la construcción de un Sistema de información de trabajo decente, a 14 años de su primera formulación. Si bien desde sus inicios el concepto de trabajo decente estuvo acompañado por el desafío de la medición, no hay que perder de vista que su primer objetivo fue estimular un debate sobre las mejoras laborales posibles en cada país. En este contexto, más que definir un umbral universal para lo que sería un trabajo decente, lo que podría llevar al resultado de que algunos países muy desarrollados casi hubieran alcanzado la meta mientras que en otros países pobres habría una situación casi sin esperanza, la OIT ha llamado a los países a definir sus propios criterios y mediciones como instrumento para fomentar las políticas en favor del trabajo decente. Por lo tanto, no se establece un juego común de variables de medición del trabajo decente vigente para todos los países, sino que se sugiere que los países avancen en su medición, según las prioridades que determinen sobre la base de la información disponible y la que se pueda recabar en el futuro. Por otra parte, esta estrategia de avanzar según la disponibilidad de datos de cada uno de los países tiende a dificultar la comparación de sus estadísticas. Por ello, una vez que los países desarrollen sus respectivos sistemas de información de trabajo decente, también es importante apuntar a una armonización entre ellos, tarea para la cual cuentan con el apoyo técnico de la CEPAL y la OIT. Con respecto a lo que sucederá en 2013, reina un optimismo cauteloso respecto de la evolución de los mercados laborales de la región. De cumplirse la proyección de leve aceleración del crecimiento económico —de un 3,5%—, los indicadores laborales continuarían mejorando gradualmente, con nuevos incrementos de los salarios reales y una leve caída de la tasa de desempleo regional de hasta 0,2 puntos porcentuales, sobre la base de un nuevo aumento de la tasa de ocupación y un menor incremento de la tasa de participación.
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