11 resultados para Sector terciario
em Comissão Econômica para a América Latina e o Caribe (CEPAL)
Resumo:
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La tasa de desempleo de América Latina y el Caribe en 2012 fue la más baja de las últimas décadas, tras descender al 6,4%, del 6,7% que registró el año anterior. Esta cifra es especialmente relevante a la luz de la difícil situación que impera en los mercados de trabajo de otras regiones del mundo. Los indicadores laborales mejoraron pese al modesto crecimiento de la economía regional, de apenas un 3,0%. A pesar de un marcado aumento de la participación laboral, el número de desempleados urbanos bajó aproximadamente 400.000 personas, gracias a una generación de empleo relativamente fuerte. Sin embargo, aún quedan alrededor de 15 millones de personas desocupadas que buscan trabajo. Otros hechos destacados de 2012 fueron la reducción, aunque moderada, de las brechas de participación, ocupación y desempleo entre hombres y mujeres, así como el incremento del empleo formal, la reducción del subempleo por insuficiencia de horas y el incremento de los salarios medios. Obviamente, el desempeño fue heterogéneo entre los países. En el Caribe, por ejemplo, nuevamente se registró un deterioro de los indicadores laborales, lo que evidenció la falta de dinamismo de las economías. Por otra parte, preocupa la sostenibilidad de los avances laborales recientes. La mayor parte de los nuevos empleos surgieron en la región como resultado de un círculo retroalimentado donde la generación de nuevos empleos y salarios reales crecientes (y con mayor acceso al crédito) ha aumentado el poder de compra de los hogares y ha fortalecido la demanda interna. Una gran parte de esta demanda se dirigió a bienes y servicios no transables (y a las importaciones), lo que estimuló la expansión del sector terciario y su demanda de mano de obra, con lo cual muchos de los nuevos trabajos surgieron en estas ramas de actividad. Si bien esta situación tiene varios efectos laborales y distributivos positivos, su sostenibilidad es motivo de preocupación en un contexto en que la inversión —aun con algunos avances recientes— se mantiene a niveles relativamente bajos y con una composición que no favorece la diversificación productiva. Hay dudas sobre el futuro dinamismo de la capacidad productiva, ya que la región enfrenta enormes retos en términos de innovación, calidad de la educación, infraestructura y productividad. Los avances en la reducción del desempleo abierto mediante una dinámica generación de empleo han renovado el interés en las características que tiene este empleo. En la región ya hay conciencia de que el crecimiento económico es esencial pero no es suficiente para crear más y mejores empleos. La OIT ha venido insistiendo desde hace tiempo en que no basta con la generación de empleo de cualquier tipo y por ello ha propuesto el concepto del trabajo decente, para subrayar que se requieren empleos de calidad donde se respeten los derechos fundamentales en el trabajo. La Asamblea General de las Naciones Unidas hizo suyo este concepto y lo incorporó como parte de las metas a alcanzar en el marco de los Objetivos de Desarrollo del Milenio. En este octavo número de la publicación de la CEPAL y la OIT, “Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe”, revisamos la evolución del concepto de trabajo decente en la región, los progresos en la medición y los retos para la construcción de un Sistema de información de trabajo decente, a 14 años de su primera formulación. Si bien desde sus inicios el concepto de trabajo decente estuvo acompañado por el desafío de la medición, no hay que perder de vista que su primer objetivo fue estimular un debate sobre las mejoras laborales posibles en cada país. En este contexto, más que definir un umbral universal para lo que sería un trabajo decente, lo que podría llevar al resultado de que algunos países muy desarrollados casi hubieran alcanzado la meta mientras que en otros países pobres habría una situación casi sin esperanza, la OIT ha llamado a los países a definir sus propios criterios y mediciones como instrumento para fomentar las políticas en favor del trabajo decente. Por lo tanto, no se establece un juego común de variables de medición del trabajo decente vigente para todos los países, sino que se sugiere que los países avancen en su medición, según las prioridades que determinen sobre la base de la información disponible y la que se pueda recabar en el futuro. Por otra parte, esta estrategia de avanzar según la disponibilidad de datos de cada uno de los países tiende a dificultar la comparación de sus estadísticas. Por ello, una vez que los países desarrollen sus respectivos sistemas de información de trabajo decente, también es importante apuntar a una armonización entre ellos, tarea para la cual cuentan con el apoyo técnico de la CEPAL y la OIT. Con respecto a lo que sucederá en 2013, reina un optimismo cauteloso respecto de la evolución de los mercados laborales de la región. De cumplirse la proyección de leve aceleración del crecimiento económico —de un 3,5%—, los indicadores laborales continuarían mejorando gradualmente, con nuevos incrementos de los salarios reales y una leve caída de la tasa de desempleo regional de hasta 0,2 puntos porcentuales, sobre la base de un nuevo aumento de la tasa de ocupación y un menor incremento de la tasa de participación.
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La República de Panamá, a pesar de que su economía esta vinculada fundamentalmente al sector terciario, actividades que se concentran en la capital del país, presenta características eminentemente rurales. Poco mas de la mitad de la población reside en las 459 localidades rurales, en tanto que el resto lo hace en las localidades urbanas que son 46. Se ha comprobado un importante descenso tanto en la fecundidad como en la mortalidad en el pais, a partir de los anos 60, advirtiéndose diferenciales urbano-rurales. La TGF en el área urbana había llegado a 2.46 en 1986 (p6); en el área rural la disminucion fue de 6.5 en 1976 a 4.1 en 1986 (p8). La mortalidad infantil en 1986 se estimaba en 18.1 por mil en el área urbana y 20.5 por mil en la rural (p9). Se comentan algunos factores considerados como determinantes de la baja de la mortalidad y fecundidad, y de las diferencias observadas.
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Paridades de poder adquisitivo para América Latina y el Caribe, 2005-2013: métodos y resultados / Hernán Epstein y Salvador Marconi .-- Asistencia oficial para el desarrollo, capital social y crecimiento en América Latina / Isabel Neira, Maricruz Lacalle-Calderón y Marta Portela .-- Perú, 2002-2012: crecimiento, cambio estructural y formalización / Juan Chacaltana .-- Descentralización fiscal y crecimiento económico en Colombia: evidencia de datos de panel a nivel regional / Ignacio Lozano y Juan Manuel Julio .-- Efecto de las TIC en el rendimiento educativo: el Programa Conectar Igualdad en la Argentina / María Verónica Alderete y María Marta Formichella .-- Brasil: dinámica de la industria de bienes de capital en el ciclo de expansivo 2003-2008 y tras la crisis mundial / Guilherme Riccioppo Magacho .-- Segregación socioeconómica escolar en Chile: elección de la escuela por los padres y un análisis contrafactual teórico / Humberto Santos y Gregory Elacqua .-- Desigualdad de ingresos en Costa Rica a la luz de las Encuestas Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2004 y 2013 / Andrés Fernández Aráuz .-- Contenido de trabajo en las exportaciones manufactureras mexicanas, 2008 y 2012 / Gerardo Fujii G., Rosario Cervantes M. y Ana Sofía Fabián R. .-- La terciarización en Chile. Desigualdad cultural y estructura ocupacional / Modesto Gayo, María Luisa Méndez y Berta Teitelboim.
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La terciarización, o transición hacia economías de servicios con un creciente protagonismo de las ocupaciones no manuales, ha sido destacada como un fenómeno central de las sociedades contemporáneas. Frente al supuesto hundimiento numérico y político de los sectores obreros tradicionales, la clase media ha aparecido como la clase social protagónica de las últimas décadas. Vinculada a esta comprensión de la evolución de la sociedad, se ha manifestado un creciente interés por formas de diferenciación social distintas a la ocupacional de las sociedades industriales, entre ellas la cultural. En este trabajo se reconstruye brevemente este debate, y se muestra que si bien pudiera existir un crecimiento de ocupaciones no manuales, y con ello podría pensarse que habría un progresivo avance hacia una sociedad de clase media, hay importantes hallazgos que dificultan simplemente aceptar la afirmación de que Chile se ha convertido en tal tipo de sociedad mesocrática.
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