79 resultados para Inserción laboral juvenil


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Tras un período de cinco años durante el cual América Latina y el Caribe registró un desempeño económico y social sin precedentes en las últimas décadas, sobrevino una crisis económica y financiera global que no solo afectó las variables macroeconómicas, sino que también tuvo un marcado impacto en los mercados laborales de los países de la región. En efecto, mientras que entre 2003 y 2008 las tasas de ocupación en general, y especialmente los niveles de empleo formal, registraron significativos incrementos acompañados de un descenso de la tasa de desempleo regional, la crisis puso marcha atrás en estas tendencias.No obstante, la región estaba mejor preparada que en crisis anteriores, ya que gozaba de una buena situación en materia fiscal y de reservas internacionales y registraba un bajo nivel inflacionario. Esto significó que las autoridades pudieron disponer de espacios para aplicar políticas contracíclicas, tanto fiscales como monetarias. De todas maneras, frente a la peor crisis a nivel global desde la Gran Depresión de los años treinta, estas medidas solo pudieron atenuar el impacto en las economías de la región, pero no evitarlo. Además, la crisis golpeó con marcadas diferencias a las subregiones y los países, según las características de su inserción comercial, y no todos los países disponían del espacio fiscal necesario para instrumentar enérgicas políticas contracíclicas.Como se destaca en este tercer boletín conjunto de la CEPAL y la OIT, el impacto de la crisis en los mercados laborales de la región no fue tan fuerte como se temía a inicios del año pasado, debido a la implementación de políticas públicas orientadas al ámbito laboral que hemos revisado en los dos boletines previos. A ellas se agrega en este boletín un análisis desde la perspectiva de la igualdad de género. Además, algunos países de la región, entre los que se destaca el Brasil, lograron estabilizar y repuntar rápidamente su crecimiento económico, con resultados positivos en las variables laborales.Aun así, no se puede ignorar que millones de latinoamericanos y caribeños perdieron su trabajo o se vieron obligados a asumir un empleo más precario y peor remunerado.Los datos macroeconómicos indican que la recuperación está en marcha, incluso con mayor celeridad y fuerza de lo previsto un año atrás. De hecho, es probable que el crecimiento regional de 2010 supere la tasa del 4,1% proyectada a fines del año pasado. Por lo tanto, si bien esperamos una moderada caída de la tasa de desempleo, esta no sería suficiente para alcanzar los niveles registrados antes de la crisis.De todas maneras, la reactivación muestra pautas muy divergentes en los distintos países de la región. En algunos, sobre todo de América del Sur, la recuperación se benefició del dinamismo de las economías asiáticas, cuya demanda de recursos naturales provoca importantes repuntes en las exportaciones de estos productos, tanto en volumen como en precio. Con cierto rezago y menor dinamismo, los países cuyas economías están más integradas a la economía estadounidense se están beneficiando de la reactivación del país del norte. Por otra parte, varios países todavía sufren importantes desequilibrios que dificultan su vuelta a un sendero de crecimiento. Finalmente, Chile y Haití han sido golpeados por devastadores terremotos al inicio del año, por lo que enfrentan retos adicionales de reconstrucción, más allá de la reactivación económica.Cabe señalar que, a pesar de las perspectivas relativamente favorables para el crecimiento regional de 2010, sigue reinando una elevada incertidumbre respecto de la reactivación de la economía global, lo que afecta las perspectivas económicas de la región en un plazo más largo. La fragilidad de la reactivación en algunas regiones y las dudas sobre su sostenibilidad en otras, así como los choques que han afectado a los mercados financieros internacionales, representan luces de alerta que deben someterse al continuo escrutinio de las autoridades de la región, dado su grado de integración a la economía mundial.Por otra parte, la recuperación del crecimiento no se traduce directa ni mecánicamente en mayor empleo, y menos aún en condiciones de trabajo decente. Si bien desde fines del año pasado se observa una evolución relativamente favorable en algunos indicadores laborales, los países continúan enfrentando importantes retos para mejorar la inserción laboral de millones de latinoamericanos y caribeños que no se están beneficiando del repunte del crecimiento. Para ello es importante aprovechar las lecciones de las políticas aplicadas durante la crisis para contrarrestar su impacto en los mercados laborales.Con este tercer boletín conjunto, la CEPAL y la OIT continúan fieles a su propósito de proveer a la región de información y análisis oportunos y útiles para enfrentar estos retos, tanto sobre la evolución de los mercados laborales de la región, como sobre las opciones de políticas correspondientes.

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Si bien las economías de América Latina y el Caribe crecieron menos en 2011 que en 2010, se lograron algunos avances en el ámbito laboral y los trabajadores se beneficiaron de un desempeño económico satisfactorio, en un contexto externo cada vez más complejo.La tasa de desempleo descendió de un 7,3% en 2010 a un 6,7% en 2011, debido a un aumento de medio punto porcentual de la tasa de ocupación urbana. Ambas tasas están en niveles inéditos desde hace mucho tiempo. También aumentó la proporción de los puestos de trabajo formales que cuentan con protección social y bajó el subempleo. Los salarios, tanto medios como mínimos, aumentaron en términos reales, aunque moderadamente.El desempeño económico y los resultados laborales fueron muy diferentes entre las subregiones. En América del Sur la tasa de desempleo cayó 0,6 puntos porcentuales, mientras en los países del norte de América Latina cedió 0,4 puntos porcentuales y en los países del Caribe subió 0,2 puntos porcentuales.Por otra parte, los datos muestran que en los mercados laborales persisten importantes brechas y graves problemas de inserción laboral, sobre todo para las mujeres y los jóvenes, que continúan padeciendo niveles desfavorables en cuanto a la tasa de desempleo y a otros indicadores laborales.En la segunda parte de este informe se revisa si los frutos del crecimiento económico y de los aumentos de productividad han sido distribuidos en forma equitativa entre trabajadores y empresas.Entre 2002 y 2008, el período del ciclo económico expansivo más reciente, de los 21 países de la región cuyos datos están disponibles, disminuyó la participación de las remuneraciones en el PIB en 13 de ellos, mientras que solo aumentó en 8. Esto indicaría una redistribución desfavorable a los trabajadores, que resulta preocupante en una región que se caracteriza por tener la distribución de ingreso más desigual del mundo.Esta evolución se explica porque a nivel mundial los salarios han crecido menos que la productividad. Más allá de la dimensión ética del tema, esto pone en peligro la sostenibilidad social y económica del crecimiento. Por ejemplo, una de las raíces de la reciente crisis financiera fue que, ante las pérdidas de ingresos de los asalariados estadounidenses, los hogares financiaron su consumo y su vivienda con un mayor endeudamiento, lo cual demostró no ser sostenible en el largo plazo. La persistencia de este fenómeno debilita tanto la contribución del mercado laboral a la asignación eficiente de los recursos como su función distributiva, con consecuencias negativas para la gobernabilidad democrática.En el debate a nivel global, entre las causas atribuibles a dicho empeoramiento distributivo se destacan la desregulación de los mercados y su impacto en la globalización financiera, un cambio tecnológico que favorece el capital frente al trabajo, así como el debilitamiento de las instituciones laborales. Se requiere, en consecuencia, un esfuerzo de políticas públicas que contribuyan a que los aumentos salariales no queden rezagados frente a los aumentos de productividad. En algunos países de la región, especialmente en América del Sur, se observan progresos interesantes durante la segunda mitad de la década pasada, reflejados en un positivo cambio de tendencia en la participación de las remuneraciones en el producto. Por ejemplo, en el Brasil se aprecia una recuperación de la participación de las remuneraciones en el PIB y se estima que la política de salarios mínimos orientada a la dinámica del mercado interno es una de las razones de este aumento.La región necesita crecer más y mejor. Se requiere incrementar continuamente su productividad como base de mejoras sostenidas del bienestar de la población y para reducir la brecha externa que separa a las economías de América Latina y el Caribe de las más avanzadas. También es imperativo reducir la desigualdad, lo que podría lograrse mediante una reducción de la brecha de productividad entre las empresas más modernas y la gran cantidad de empresas de baja productividad.Como se expone en este informe, durante el período entre 2002 y 2010 la región logró algunos avances, con un incremento anual de la productividad laboral del 1,5%. Estos progresos, sin embargo, están por debajo de los logros de otras regiones, como África subsahariana (2,1%); y, sobre todo, Asia oriental (8,3%, excluidos el Japón y la República de Corea);. Además, en muchos países de la región estas ganancias no se han distribuido de manera equitativa. De ahí la relevancia de asumir este doble reto: avanzar en los incrementos de la productividad y fortalecer los mecanismos para una distribución de las ganancias correspondientes que estimule la inversión y fortalezca los ingresos de los trabajadores y sus hogares.En 2012, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL); y la Organización Internacional del Trabajo (OIT); estiman que habrá un crecimiento económico regional levemente más bajo que en 2011, en el contexto de una economía mundial caracterizada por el enfriamiento de varios de sus principales motores económicos y una elevada incertidumbre relacionada, sobre todo, con las perspectivas de la zona del euro. Se prevé que la región continúe resistiendo bien en este contexto más adverso, gracias a las políticas que aprovecharon los períodos de un entorno más favorable. Esto se expresaría también en los mercados laborales, por lo que proyectamos un leve descenso de la tasa de desempleo, en un rango de hasta dos décimas de un punto porcentual, hasta alcanzar un 6,5%.

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Es bien sabido que la juventud enfrenta hoy una situación crítica de transición del mundo educacional al laboral. Chile no es una excepción, y especialmente grave es esta situación en jóvenes urbanos de familias de bajos ingresos, dado que poseen menor capital educativo y social que sus pares de otros niveles socioeconómicos, y no acceden a redes de relaciones que les permitan, aun cuando logren mayores años de escolaridad, acceder a empleos que valoren su capital humano acumulado. Por eso resulta relevante ver cómo este grupo juvenil percibe su proceso educativo y su inserción laboral. Sobre la base de las encuestas a jóvenes chilenos realizadas por el Instituto Nacional de la Juventud de Chile (2000 y 2003), las páginas que siguen muestran la percepción de los y las jóvenes chilenos urbanos de estrato socioeconómico bajo (primer quintil) acerca de la utilidad de la educación recibida en la escuela para enfrentar el trabajo o los estudios posteriores, de los recursos técnicos y humanos del establecimientos escolares a los que asisten, de la preparación y dedicación de los profesores, y de situaciones que a su juicio perjudican sus dinámicas de aprendizaje en las escuelas. También se presentan las percepciones y opiniones de este grupo juvenil respecto al mercado laboral juvenil y a las condiciones laborales que enfrentan en sus trabajos actuales. Esto permite comprender los principales problemas que dichos jóvenes perciben al momento de integrarse a la esfera laboral, cómo ven su relación con la educación recibida y la valoración que le otorgan al trabajo. Entre las principales conclusiones destaca que este grupo juvenil percibe una inadecuación entre los conocimientos entregados en la escuela y aquellos que consideran relevantes para ingresar al mercado laboral, mientras asignan más valor a la oferta educativa en lo relativo al desarrollo personal y la enseñanza de valores considerados importantes para las personas. Son, en general, muy críticos respecto de sus oportunidades laborales, y atribuyen sus problemas de ingreso al mercado de trabajo sobre todo a la falta de experiencia laboral previa, agravada por una remuneración inadecuada una vez que se accede al empleo.

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La necesidad de mejorar la capacidad de competir en mercados abiertos requiere relaciones laborales flexibles. Las mismas conllevan a la difusión de inestabilidad y significan pérdidas de protección La experiencia de los países desarrollados en conciliar ambos objetivos bajo estrategias de flexiguridad constituye un antecedente importante para analizar la capacidad de los países de la Región para incorporarlas. Se identifican las combinaciones de instrumentos utilizadas en los países para configurar una estrategia de flexiguridad. Las mismas consisten en interrelacionar la protección en el empleo y la protección laboral y social. Dichas combinaciones son múltiples en los países desarrollados y también lo son en América Latina. Reconociendo las diferencias estructurales asociadas a los niveles de desarrollo se analiza la inserción laboral como determinante importante para la difusión de los beneficios de la estrategia. Se muestran las limitantes estructurales asociadas al grado de urbanización, de asalariamiento y a la existencia de una amplia economía informal. Se examina, en particular, la economía informal como limitante estructural. Se propone una estrategia de formalización para avanzar hacia economías y sociedades más integradas y cohesionadas. La formalización se entiende como el reconocimiento legal y ejercicio de los derechos laborales de los trabajadores y el derecho a desarrollar negocios para los emprendedores. Dicha estrategia incluye: el desarrollo productivo y la regulación de las actividades informales, los derechos laborales en empresas informales con capacidad de pago limitada, la inseguridad y vulnerabilidad que están sujetos los trabajadores bajo formas contractuales a-típicas o son sujetos de relaciones laborales difusas y por último, la protección social para los trabajadores informales.

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En este libro se abordan algunos temas que forman parte de la propuesta presentada por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) con el título "La hora de la igualdad: brechas por cerrar, caminos por abrir". En ella se señala que, para avanzar en un crecimiento con mayores niveles de igualdad, es preciso impulsar una decidida aplicación de políticas de convergencia productiva. Dichas políticas se orientan, por un lado, a cerrar la brecha externa y reducir así el rezago relativo en materia de productividad de las economías de la región con respecto a las desarrolladas y, por otro, a la reducción de las brechas internas de productividad que existen entre los sectores productivos y dentro de ellos, así como entre las empresas según su tamaño y entre las distintas regiones de los países. En este contexto, los ensayos que componen este libro exploran las posibilidades, obstáculos y retos de la adopción de un conjunto de políticas orientadas a superar la persistente heterogeneidad de la estructura productiva de las economías de la región y a fortalecer las sinergias entre la convergencia productiva y la inserción social en el mundo laboral. Esta perspectiva analítica profundiza en diferentes materias abordadas en tres grandes temas, tales como las limitaciones que impone la heterogeneidad estructural al desarrollo, la aplicación de políticas públicas que refuercen la interacción de los procesos de convergencia productiva externa y las necesarias transformaciones del mundo del trabajo para responder a las exigencias de la convergencia productiva y asegurar una inserción laboral y social satisfactoria.

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