21 resultados para Embarazo de alto riesgo
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Los niños y niñas de la ciudad en América Latina y el Caribe La precariedad en que vive un alto porcentaje de niños, niñas y adolescentes de zonas urbanas en la región merece especial atención, por lo que en este número de Desafíos se abordan los contrastes en sus condiciones de vida. Luego, se muestra la precariedad media (déficit habitacional, pobreza monetaria o bajo nivel educativo) o precariedad alta (combinación de más de uno de los déficits mencionados) entre quienes viven en zonas urbanas. Se estima que cerca del 29,0% de niños, niñas y adolescentes de estas zonas vive en condiciones de precariedad alta y un 27,6% en precariedad media para un promedio de ocho países.En zonas rurales y zonas urbanas de precariedad alta, hay mayor incidencia de niños y niñas no inmunizados contra el sarampión, y de adolescentes que no asisten a la escuela secundaria ni son económicamente activos, y que son madres y padres.Dichas disparidades exigen políticas diferenciadas con fuerte arraigo local, que impacten positivamente en las condiciones de vida y en el riesgo de morbimortalidad infantil, embarazo precoz o deserción prematura del sistema educacional.Existen importantes iniciativas y políticas dirigidas a producir entornos saludables e inclusivos en zonas de mayor vulnerabilidad, con el fin de mejorar la calidad de vida de estos grupos.Junto al artículo central, se informa sobre encuentros y conferencias en la región durante el año acerca de este tema, se entregan testimonios de niños, niñas y adolescentes y opiniones de expertos en la materia.
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En Chile, existen diversas In stituciones dedicads a la generación de información de carácter científico y técnico , útil para la realización de investigación y desarrollo de estudios de interés en el ámbito de los fenómenos naturales. Su examen , demuestra un desarrollo mayor en lo que se refiere a amenazas, especialmente en áreas como la meteorología o sismología, donde existe un importante número y cobertura de información disponible. La existencia de este tipo de información, no responde necesariamente a planes de gestión de riesgo, si no que, forma parte de las funciones habituales de los diferentes organismos, careciéndose de una política central que ordene y permita un aprovechamiento mejor de los datos que se disponen , resultando un alto grado de dispersión que limita el acceso a ésta. Otro aspecto que contribuye a un uso limitado de la información, es el costo que posee, restringiendo su acceso tanto a entidades públicas como privadas. A pesar de que los fenómenos naturales han sido recurrentes en el tiempo, no existen registros históricos a partir de los que sea posible obtener información integral de los efectos generados por éstos. La ausencia de registros válidos, agrega, por una parte, una dificultad a la hora de evaluar las consecuencias económicas de tales eventos. Por otra parte, en la mayoría de los casos los informes técnicos generados post-evento, contienen mayoritariamente información de la población afectada y sus viviendas, careciendo de referencias a las pérdidas de los sectores económicos. A partir del año 1997, la Oficina Nacional de Emergencia, ONEMI, sistematiza la información, elaborando un registro de todas las emergencias ocurridas a nivel país. Estos compendios están enfocados fundamentalmente a describir las características actuales de la emergencia, quedando por lo tanto sin desarrollo lo referente al análisis de las pérdidas económicas.