19 resultados para Valencia-Fiestas-S. XVII


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La rama proyectiva de la literatura, también llamada literatura de anticipación, elabora una crítica cultural, política, social, filosófica y económica del presente al realizar fabulaciones acerca de un futuro donde usualmente se desarrollan distopías. Estos ejercicios se han escrito empleando los códigos de género fantástico, maravilloso y la ciencia ficción para suponer cómo será el destino de las urbes modernas. Dentro de esta línea, la narrativa guayaquileña recrea en sus historias una ciudad en crisis inmanente donde sus habitantes han aprendido a convivir con la idea de la destrucción. Estableciendo un diálogo con el imaginario apocalíptico judeo-cristiano instaurado desde la conquista de América y que ha cobrado un carácter renovado en este continente debido a su contacto con fábulas locales, los textos Guayaquil, novela fantástica (1901) de Manuel Gallegos Naranjo, Río de sombras (2003) de Jorge Velasco Mackenzie y El libro flotante de Caytran Dölphin (2006) de Leonardo Valencia, abordan desde sus propuestas estéticas ligadas con el fin del mundo, el temor de los guayaquileños ante la posible destrucción de su metrópoli. En estas novelas, la principal sensación de amenaza proviene del río junto al cual se construyó y ha crecido la ciudad, por lo que el agua es transformada en una alegoría de la memoria guayaquileña y también de su necesidad de transformación permanente. El haber descubierto una línea de lectura apocalíptica desde la cual abordar estas novelas prospectivas, refresca la mirada sobre el canon ecuatoriano y también ensaya un diálogo diferente con nuestra identidad. Con este conocimiento del fin que se aproxima, los habitantes de la ciudad amenazada deambulamos por sus calles aguardando –a veces con recelo, a veces con esperanza, porque el apocalipsis es también renovación– la llegada de la inundación definitiva.

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En el presente trabajo recupero textos dispersos de la diversidad de la dramaturgia ecuatoriana con el objeto de incorporarlos a la memoria de la literatura teatral y/o la tradición de nuestro país y de Latinoamérica para vincularlos a un lector/espectador actual. Establezco un diálogo reflexivo-interpretativo, sumamente enriquecedor, entre el Teatro del Absurdo y los textos dramatúrgicos ecuatorianos: Procedimiento de Juan Manuel Valencia, Bajo la puerta de Ernesto Proaño y Álvaro Rosero y El estigma y el ladrón de Fabián Patinho cuyas dramaturgias se han construido bajo la influencia o la referencia de dicho Teatro. Me ha interesado pensar los textos a la luz del Teatro del Absurdo. Para dicha empresa he revisado los aportes teóricos que han trazado Martin Esslin o los propios creadores/críticos sobre este Teatro, catalogado como un subgénero literario teatral o movimiento literario que acusa la ruptura de la lógica en el discurso, el descrédito de la realidad o la ilógica dramatúrgica para develar el vacío existencial de la condición humana. También he recorrido, a manera de una pequeña radiografía, su uso en la tradición contemporánea y actual de la dramaturgia internacional, latinoamericana y ecuatoriana. Mi propósito ha sido descubrir de qué manera se subvierte el uso del Teatro del Absurdo en nuestras creaciones dramatúrgicas, con el propósito de reivindicarlas para estimular la producción dramatúrgica y enriquecer el acerbo así como la experiencia cultural de la Literatura Hispanoamericana. El resultado es una nutritiva diversidad de miradas que vinculan a la Literatura con los Estudios de la Cultura desde sus aristas estéticas, políticas y sociales. Cada uno de los textos dramatúrgicos ha sido leído desde la clave que brinda Paul Ricoeur acerca de la libertad para la interpretación hermenéutica, que se genera a partir de una lectura desde donde el lector significa o re-significa de manera inagotable lo que el autor ha puesto en palabras.

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Doña Ana Zurita Ochoa es una mujer española que hace su vida en Cuenca de las Indias en la primera mitad del siglo XVII. Pertenece a la élite étnica, social y económica, y ocupa un lugar superior con relación a los indígenas, negros y mestizos que también forman parte de la urbe. Sus cartas, dirigidas a su esposo, don Salvador de Poveda, son el testimonio de su existencia. En estas, por medio de la escritura, doña Ana construye y proyecta imágenes de sí misma como madre, esposa amante, y vecina de Cuenca dentro del contexto de la Audiencia quiteña. De este modo manifiesta su voz y se hace presente en la historia de las mujeres.

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Introducción al Dossier