55 resultados para Memoria de escritores
Resumo:
El autor brinda una faceta distinta del intelectual Alfredo Pareja, como asiduo visitante de la Librería Cima, de Quito, en los años 70. Reconstruye así la imagen del amigo generoso, del ávido lector, del erudito conocedor de autores universales, y muestra la relación del ya afamado autor de obras importantes con el dueño de la librería, en las que el énfasis radicaba en la amistad, más que en el comercio de textos. Alude también a una entrevista que le realizara. en la que Pareja insiste en la valoración que tuviera de la música como un arte superior a la literatura. Otros episodios aportan a este retrato, siempre en aquel espacio de libros, y que evidencian las cualidades humanas de Pareja Diezcanseco.
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Este libro aborda el conflicto entre tradición y modernidad. La discusión se reactualiza en torno a tres novelas que pueden considerarse representativas de la literatura andino-caribeña: Los ríos profundos, de José María Arguedas; El chulla Romero y Flores, de Jorge Icaza, y El coronel no tiene quien le escriba, de Gabriel García Márquez. ¿Cómo ser “absolutamente moderno”, como quería Rimbaud, sin convertirse en “pura copia de revista europea”, como denominaba el escritor ecuatoriano Icaza a esos escritores que carecían de arraigo en su historia? Las novelas que disecciona este ensayo son un territorio propicio para distinguir las fricciones entre lo nuevo y lo antiguo. El escritor peruano Arguedas plantea los roces entre oralidad y escritura; Icaza reinventa el monólogo interior y lo convierte en diálogo interior, y el colombiano García Márquez desafía las poderosas fuerzas de la nación moderna y de la economía transnacional mediante la preservación de la memoria rural. El solo hecho de llamar novelas a estos textos significa reconocer su modernidad, pero esta investigación caracteriza en qué sentido esta modernidad es distinta del paradigma predominante. Esa diferencia se establece, según David Guzmán, por la situacionalidad, es decir, por las condiciones materiales de invención y de conflicto en las que ni la historia ni la modernidad son un valor absoluto sino relativo.
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La autora lee la novela Hoy empiezo a acordarme, del ecuatoriano Miguel Donoso Pareja, desde la perspectiva de la ficción como un intento –vano–, por parte del narrador, de encontrarse a sí mismo, escritura-travesía hacia un yo que resulta ser siempre “otro”. El personaje pretendería transformar no exclusivamente su realidad, sino la ficción misma en un universo navegable para el lector, la escritura fragmentada en vehículo que no lo lleve a destino alguno, sino a su propio punto de partida. Más que construir una novela de perfección formal, el narrador pretendería involucrar al lector en su propio viaje-búsqueda. Donoso partiría de la escritura como presencia y ausencia, como verdad y mentira, para construir esta novela con historias fragmentadas que se alimentan tanto del recuerdo como del olvido, en un cabal ejercicio de hiperconciencia narrativa.
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Al interior de la tradición oral de muchas culturas del mundo las brujas han sido personajes ligados a lo sobrenatural, mujeres con poderes excepcionales, encarnadas de múltiples maneras a través de leyendas, historias, relatos e ilustraciones. La caracterización profana que se les otorga no deja, sin embargo, de estar ligada a lo sagrado. En el Ecuador, provincia del Carchi, encontramos un ejemplo de ello en los relatos orales acerca de las brujas “voladoras” del pueblo de Mira. La comunidad transmite generacionalmente su voz, la cual experimenta transformaciones que la nutren de nuevas expresiones. A través de la tradición oral mireña se puede leer su historia y vislumbrar a la gente que allí habita. En la construcción permanente y dinámica de estos relatos orales y sus personajes, las “voladoras”, se advierten metáforas cargadas de simbolismo, tanto en el texto revelado y su textura discursiva como en los vacíos y misterios que lo rodean.
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Este trabajo hace una reflexión acerca de El monte, obra de la autora cubana Lydia Cabrera, publicada en 1954. Se trata de un texto de gran importancia para el folklor y la tradición oral del pueblo cubano, muy en especial para la cultura afrocubana, pues la autora rescató, de los últimos descendientes de los negros de nación, el caudal de leyendas, tradiciones, creencias, magia y supersticiones que estos hombres y mujeres conservaban de la lejana África. Debido a la cuantiosa y diversa información que nos ofrece el libro, es que éste ha sido concebido como texto híbrido, polifónico y heterogéneo que, en correspondencia con sus múltiples facetas escriturarias, ofrece múltiples posibilidades de lecturas. Ante esta disyuntiva, hemos optado por escoger dos entre las numerosas lecturas, la literaria y la de la memoria. En cuanto a la literatura, el trabajo analiza el valor de la obra a partir de los contextos de elaboración y recepción. Lydia elabora el texto como narradora ficcionalizada, cuya voluntad es narrar, hacer grato lo que cuenta, interpretar, dar sentido a los testimonios que ha escuchado de sus informantes, y de la misma forma pueden ser recibidos éstos: tanto el lector familiarizado con los temas como el ajeno a ellos, leen el texto como una ficción que tiene su referente en fenómenos culturales. Por otra parte, al ahondar en la memoria de sus informantes, L. Cabrera se percata de la existencia de una serie de núcleos de resistencia, de ordenamientos secretos que reproducen creencias, tradiciones que datan de la época colonial y se mantienen hasta nuestros días; ellas son las casas- templos en el caso de la Regla de Ocha o Santería y la Regla Conga o de Palo Monte y la Sociedad Secreta Abakuá. Para anoticiarnos de estas instituciones, la escritora explora, en su propio beneficio, tres de las propiedades de la memoria, (variabilidad, selectividad y significación), que le dan sentido a lo escrito. Al finalizar su recorrido por este mundo mágico de los negros, la investigadora nos revela su vinculación espiritual con el objeto de su investigación y su viaje se nos presenta como una verdadera travesía transcultural.
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Esta investigación expone un marco interpretativo para estudiar los territorios imaginados del Caribe Colombiano, reconstruidos en un proceso geohistórico a través de los textos escolares en ciencias sociales y el aprendizaje de los estudiantes en Bogotá, partiendo desde la última constitución colombiana en 1991 hasta el 2005. En el primer capitulo, “la configuración de la nación: Una lectura de las representaciones territoriales en torno a la herencia de un modelo hispánico centralista”, se considera un proceso de re-construcción de territorios imaginados en el contexto de la nación como categoría de análisis. En el segundo, “la articulación de la memoria y la representación textual” se indaga desde la identidad regional para cuestionar lo que se podría entender como el costeño y la relación existente desde un marco cognitivo de los estudiantes: la memoria, examinando las diversas formas de estereotipización por medio de los textos escolares en ciencias sociales y la relación con su aprendizaje. Para el tercero, “la construcción del otro marginal en relación al otro hegemónico” se contextualiza los planteamientos de la educación en Colombia, apoyada en gran parte en los textos escolares y su empleo, cuestionando la existencia de un visión analítica de la diversidad cultural en el centro del país, haciendo referencia a la identificación de los habitantes del Caribe. Finalmente, se concluye que los territorios del Caribe son estereotipizados desde los imaginarios céntricos, por medio de representaciones textuales y el proceso derivado de su aprendizaje, evidenciándose una la lucha por el significado, desatándose un primer paso a el cuestionamiento de su reconocimiento, en contra de su inmersión en la lógica de la colonialidad del poder.
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La intención del presente trabajo, es analizar a través de cuatro actores distintos: ONG`s, Prensa Escrita, Víctimas y Abogados, como se dan los procesos de construcción de memoria alrededor del denominado “Juicio del Siglo”, seguido por colonos e indígenas del nor-oriente ecuatoriano en contra de una de las compañías petroleras mas grandes del mundo; la Chevron Texaco. El juicio arrancó el 3 de Noviembre de 1993 cuando se presentó la demanda en Nueva York; diez años después, fue remitido a la Corte Superior de Nueva Loja, Ecuador, en donde el 21 de Octubre del 2003 se abrió el período de prueba contra la Chevron Texaco. El juicio que se sigue ahora en Nueva Loja, no ha cambiado de objetivo: hacer que la compañía responda por más de veinte años de contaminación ambiental cuyas nefastas consecuencias están a la vista y se traducen en una verdadera amenaza para la salud de los pobladores de la región, quienes contraen múltiples enfermedades, algunas de ellas de carácter irreversible, como el cáncer, que ha cobrado la vida de al menos 81 personas y que sigue matando indígenas y colonos del sector quienes consumen agua de ríos altamente contaminados.
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El presente ensayo es un trabajo de la memoria social sobre el movimiento Alfaro Vive Carajo (AVC) que trascendió durante la década de los 80 en la escena política nacional a partir de acciones armadas poco o nada usuales. El documento reflexiona sobre el olvido intencionado que se ha hecho, tanto desde la historiografía como desde el estudio de la política del país, respecto a este actor social. Al recordarlo, se contextualiza el panorama de las insurgencias en América Latina y el Ecuador, lo que deja ver su protagonismo e incidencia en el presente, ya que el AVC construyó una identidad que se irradia en diversos escenarios, incluso en el de sus oponentes más visibles, como el del Partido Social Cristiano, pues fue durante el gobierno de León Febres Cordero, su máximo líder hasta hoy, que se instauró una política de terror desde el Estado para controlar a la oposición, a nombre de “combatir a la subversión”. Este aspecto, influyó en lo que posteriormente sería la emergencia indígena en el Ecuador, específicamente, porque aquel escenario canalizó un ambiente social dispuesto al diálogo entre la sociedad civil y el Estado. La transición que vivió el país durante la década de los 80 hace del AVC un actor político que incidió en el protagonismo de los movimientos sociales con un interés democrático, antes que de lucha de clases, como el movimiento de mujeres, de derechos humanos e indígena. No se trata de un antecedente cronológico que evolucionó de una forma a otra, sino de un referente que de manera paralela y desde diferentes políticas se cruzaron. El ensayo además introduce reflexiones relacionadas a la manera de narrar la memoria colectiva, ya que hace del testimonio la voz del documento, es decir, resalta la subjetividad de quien relata, no sólo por la proximidad con la experiencia referida, sino también por su agenda política implícita. Es una voz que camina en los trayectos paralelos de la ficción que transforma en lenguaje aspectos, cualidades y valores de la realidad que la ciencia describe, argumenta y demuestra. Por otro lado, el hablar del pasado se lo hace desde la cárcel, porque fue allí donde se develaron, en parte, las identidades clandestinas de los “subversivos”. La cárcel interpeló de forma imperativa y esto permitió poner al descubierto la manera de actuar de la organización clandestina, sobre todo, de ciertos liderazgos que se configuraron y dieron a conocer sus mejores performatividades. Trabajo de la memoria colectiva que deja abierto la articulación de otras voces.
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En la búsqueda por desarrollar una reflexión propia y una conciencia crítica latinoamericana, enraizada en nuestra realidad y en nuestra historia cultural, Silencio, memoria y espacio: coordenadas poéticas para explorar la obra de Juan L. Ortiz (Argentina) y Aurelio Arturo (Colombia), propone efectuar un estudio comparativo y una lectura interpretativa de la obra poética de Juan L. Ortiz y Aurelio Arturo, dos poetas paradigmáticos del siglo XX en Latinoamérica, cuya escritura, a pesar de ser fundamental en el horizonte literario de sus respectivos países, ha permanecido al margen, resistiendo a cualquier categorización. La propuesta parte de una pregunta central, que indaga sobre cuáles son los proyectos poéticos registrados en la escritura de Juan L. Ortiz y Aurelio Arturo. Partiendo de esta pregunta, se pretende establecer diálogos con sus tradiciones respectivas, ya sea nacional, hispanoamericana o mundial, para dilucidar sus continuidades y sus rupturas. En primera instancia, se explora la relación que Ortiz y Arturo establecen con el lenguaje, tomando tres ‘coordenadas poéticas’, el silencio, la memoria y el espacio, instancias que consideramos ejes articuladores de la obra de ambos autores. La lectura, al trasluz de estos conceptos nucleares, busca descifrar los sentidos y las peculiaridades de sus búsquedas estéticas, al establecer una discusión entre sus respectivos discursos poéticos –que implican una intersección de voces, coordenadas, geografías y realidades– para determinar en qué medida hay continuidades y/o rupturas. A partir de estos aspectos, la tesis dialoga con la tradición crítica y con los movimientos y grupos literarios de su época y su contexto, para destacar los aportes del ‘quehacer’ y el ‘decir’ poético que estas figuras aisladas han hecho a la poesía hispanoamericana.
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Los pueblos afroecuatorianos casi siempre hemos sido objetivados en los procesos de representación, siempre desde una mirada ajena y externa. Estas representaciones han tenido un lugar de enunciación (lugar de representación)desde la hegemonía dominante y a través de estas representaciones se han construido discursos y narrativas que establecen sistemas de clasificación, jerarquización y subaltenización de subjetividades, conocimientos, historias y procesos de los pueblos afroecuatorianos. En estos discursos se fundamentan muchas prácticas racializadas, discriminatorias y excluyentes. Esto no es más que una prolongación del sistema colonial, lo que Quijano ha llamado colonialidad del poder. Esta tesis tiene como objetivos, cuestionar y sobre todo problematizar estos regímenes y políticas de representación y además construir conceptualmente lo estoy entendiendo por memoria visual e iniciar un proceso con un grupo de jóvenes de la misma comunidad la (re)construcción de memoria visual de la comunidad de La Concepción ubicada en el Valle del Chota. La apuesta en este trabajo apunta que la (re)construcción de esta memoria visual, pueda ser una forma donde la comunidad se mire a si misma, a través de la producción de imágenes fotográficas para luego tener los diálogos visuales generacionales con los guardianes de la tradición y la gente de la comunidad sobre todo jóvenes y niños para ir dando sentido y significado a las fotografías, donde la mirada sea desde adentro. Así propone lugares de representación “otros” que tengan la potencialidad de irrumpir y desestabilizar los regímenes dominantes de representación