35 resultados para realismo
Resumo:
En los últimos quince años se produjo en América Latina un gran número de películas que abordaron con desencanto la vida de los personajes marginales de la gran urbe. Los filmes configuran una tendencia en el cine regional que ha empezado a denominarse “realismo sucio”. Este libro plantea un análisis de las implicaciones sociales, culturales y cinematográficas del fenómeno a partir del concepto de “cine de la marginalidad”. Filmes como Rodrigo D. no futuro (1990), Pizza, birra y faso (1997), La vendedora de rosas (1998), Ratas, ratones y rateros (1999), Amores perros (2002) y Un oso rojo (2002) son examinados con minuciosidad para descubrir el horizonte discursivo que los explica. El Cine de la Marginalidad define una nueva situación histórica nacida del agotamiento del paradigma “nuevo cine latinoamericano” surgido en los años de 1970. Plantea una singular combinación de modelos narrativos de ficción y procedimientos documentales a través de la apropiación de géneros cinematográficos del primer mundo desde la periferia. Se caracteriza por reconstruir el punto de vista del sujeto marginal más allá de las narrativas de redención y progreso propias de la cultura ilustrada. De ahí que el autor sostenga que este cine introduce en la escena pública la vivencia de los sujetos y las subculturas excluidas de la instituciones sociales. Sin embargo, esta visibilización del mundo marginal, lejos de ser transparente y apacible, muestra la imagen intraducible y violenta del sujeto subalterno, que desafía al propio relato cinematográfico y deja ver el límite de la racionalidad capitalista y la cultura letrada.
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En este texto el lector podrá encontrar, en primer lugar, una introducción dedicada a explotar las relaciones entre la literatura y el mal en la modernidad, incluyendo una reflexión sobre el problema en la narrativa ecuatoriana surgida en los años veinte y treinta del siglo pasado. En estos años, aparecen en el país distintas propuestas éticas y estéticas que dan cuenta de las nuevas formas de concebir el mundo, y consecuentemente el mal, en tiempos de transformaciones política y social. En la narrativa pueden considerarse dos líneas más visibles que son las abarcadas por este estudio: la de una especie de realismo psicológico, del que se ha escogido a Pablo Palacio como autor representativo; y la narrativa social, representado aquí por los autores de la generación de los treinta. Sobre una selección de textos de estos autores, se sugieren posibilidades de lectura bajo la óptica de la problemática del mal, de esa atracción hacia la violación del orden que forma parte de lo humano. De diferentes formas, estos escritores expresarán las facetas de esta tendencia maldita, introduciendo con audacia lenguajes, motivos y personajes hasta ese momento marginados o maquillados por el arte y el pensamiento ecuatoriano.
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Revisa y reflexiona la obra vanguardista del escritor ecuatoriano Humberto Salvador, que se gesta a finales de la década del 20 y los primeros años del 30, y que básicamente se expresa en los libros como Ajedrez (cuentos); En la ciudad he perdido un anovela (novela), y Taza de té (cuentos). A más de releer su obra, se examina su contexto, irrupción de la "Generación del 30", y se establece cómo esos textos de renovación que afirman el proceso de fundación de la nueva literatura ecuatoriana, despúes de haber merecido algunas apreciaciones críticas muy entusiasta, sobre todo desde el extranjero, y otras desdeñosas emitidas en el país, de pronto caen en un silecio total, a tal grado que Salvador sólo es considerado en la historiografía literaria nacional como el autor de novelas como Camarada (1933) y Trabajadores (1935) a las que erróneamente, sobre todo la segunda, se las ubica dentro de la estética del "realismo socialista", con el que Salvador no se involucra. Esas novelas son parte de un "realismo integral", según la definición de Joaquín Gallegos Lara, que afirma la tendencia del llamado realismo social de los 30. En este trabajo, a más de comentar y analizar lo que sucedía con la vanguardia en Ecuador y América Latina, se plantea una recuperación de esos tres libros vanguardistas, dentro de una interpretación que los resignifica en lo que es la "ruptura de la tradición", sobre la que tienen enorme incidencia; a la vez que se fijan algunas claves de su "inquietante modernidad", al decir de Benjamín Carrión, respecto a la obra de un autor ineludible a la hora de considerar lo que esa otra vertiente de la vanguardia, que en solitario ha encabezado Pablo Palacio desde su recuperación operada en la década de los 60, y que por igual encarna la obra salvadoriana desde una línea distinta que enriquece y amplía la inaugurada por el lojano. Obra, la de Salvador, muy marcada por las luces del psicoanálisis (freudismo) y el marxismo, de enorme influencia en los autores del 30. Hay que destacar en este escritor -¿síntoma de su pertubadora modernidad?- su papel, también, como pionero en el estudio y divulgación del freudismo en Ecuador y Latinoamérica con su estudio, para la época desacralizador, titulado Esquema sexual (1933).
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Con el presente trabajo se pretende desarrollar un plan de negocio que permita analizar la viabilidad de crear una empresa que brinde asesoría en tecnologías de la comunicación y la información, principalmente en redes de comunicación y acceso a Internet a pequeñas y medianas empresas dentro del Distrito Metropolitano de Quito. La idea del negocio parte del conocimiento que tengo del sector, de las necesidades que varias personas naturales, microempresas y PYME tienen en cuanto a soporte tecnológico y sabiendo que en futuro cercano, el uso de tecnologías de la información y comunicación será cada vez más intenso en nuestro país. Considero que la idea seleccionada para el negocio es apropiada, por cuanto cumple las claves consideradas para el efecto por expertos en el tema como son: fortalezas personales, pensar en términos de empresa, valor añadido, realismo e innovación1. Para recopilar información del mercado, se realizará una encuesta a varias empresas de diferentes sectores de negocio, y cuyos resultados serán la base para el desarrollo del plan de negocio. Los capítulos del presente trabajo, están relacionados directamente con la estructura de un plan de negocios. En primer lugar se verá una descripción del negocio en el cual se va a involucrar y cuál va a ser el valor agregado que la empresa que se pretende crear, aportará al mercado. A continuación se tendrá el estudio del mercado, el cual permitirá conocer las necesidades de los potenciales clientes, se analizarán a los competidores, una revisión de las barreras de entrada y salida. Un tercer punto corresponde a la elaboración de un breve plan de marketing que permita promocionar a la empresa. Cuál va a ser la estrategia de precios, cómo se va a realizar la promoción de la empresa y sus servicios, qué servicios demanda el mercado y finalmente cómo funcionará el servicio postventa. A continuación se presentará la factibilidad institucional, la cual determinará el tipo de empresa y la estructura que ésta tendrá. Una vez conocidos los aspectos anteriormente mencionados, se dedica un capítulo al análisis económico – financiero de la empresa, el cual analizará los estados financieros proyectados. Se incluye un capítulo que analiza potenciales riesgos que puedan presentarse y el impacto que estos tendrían en el plan de negocio.
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Los así llamados escritores de la década del 50 publican su obra en el período 1945-1962. Entre los más connotados figuran César Dávila Andrade, Alfonso Cuesta y Cuesta, Arturo Montesinos Malo, Mary Corylé, Pedro Jorge Vera, Rafael Díaz Ycaza, Eugenia Viteri, Walter Bellolio, AIsino Ramírez y Alejandro Carrión, quienes provienen de Cuenca, Loja y Guayaquil. Aunque no constituyan un grupo orgánico en sí ni cultiven una estética común que los identifique, todos confluyen en un realismo más abierto que aquel que marcara a la generación del 30, dentro de la que, por razones cronológicas, se ubica a Angel F. Rojas, pese a que su temática y búsqueda estética dialogan mejor con la narrativa de los años 50. La propuesta de estos autores da espacio al lirismo, a la exploración de subjetividades enfrentadas a espacios sociales reconfigurados -Quito y Guayaquil, urbes expandidas y excluyentes-, y al desentrañamiento del sentido de la modernidad que trastoca de manera radical sus ciudades y pueblos pequeños, revelando sus contradicciones y falsas promesas. Cuestiona, además, el sentido y los alcances de los aprendizajes de la modernidad en la gran ciudad, y el rol del escritor en el contexto de un país pequeño. En la cima de esta narrativa se ubica sin duda la novela y cuentística de los escritores César Dávila Andrade, Ángel F. Rojas y Walter Bellolio.
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"El lenguaje despojado del realismo le sirve al autor, un sobreviviente al igual que su personaje, para pensar una representación de los hechos cuando los gusanos hayan destruído la materialidad de los cuerpos y sus testimonios." En Baldomera, los referentes locales adquieren universalidad en las cuestiones de género: la historia de esta heroína fracasada puede ser leída como la del país, inscrita en el cuerpo de una mujer pobre, fea y negra, que termina sus días en una cárcel. Aunque es fuerte y resiste (sobrevive sin armas la matanza de noviembre de 1922), en los enfrentamientos con la ley -con la violencia racional de sus armas-, ella pierde, esto agrega un elemento más a las tensiones entre la pequeñez y lo grande, presentes en toda la novela. Un poco como el mismo autor, sobreviviente del Grupo de Guayaquil, cuando testifica sobre el trabajo literario de los Cinco como un Puño, intelectuales modernos con voz crítica ante las realidades sociales y las contradicciones de los años treinta.
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La autora revisa brevemente las características de la modernidad narrativa en Latinoamérica, para contextualizar la ocurrencia de dicho fenómeno en Ecuador, así como la contribución de Alfredo Pareja Diezcanseco al mismo. Resalta el papel del autor en la consolidación de los logros de tres generaciones de narradores ecuatorianos. Al referirse a las novelas de Pareja, a propósito de Baldomera estudia la representación de la ciudad de Guayaquil en proceso de modernización, así como los vínculos de la misma con este personaje femenino, estudia también otros dos personajes, de las novelas El muelle y El aire y los recuerdos, para sustentar el interés que el autor mantuvo, en las diferentes etapas de su producción novelística, en crear personajes femeninos muy bien estructurados y perdurables.
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La autora revisa la ensayística de Alfredo Pareja sobre temas de arte colonial, cultura y literatura. Da cuenta de la evolución de su noción de lo artístico desde 1933, cuando Pareja marca distancia con la generación anterior y con el arielismo vigente, al hacer suya la defensa del realismo social, más adelante, sin embargo, matizaría estos juicios en otros ensayos. Su postura crítica, en términos generales, no defiende la originalidad ni la forma del texto por sí mismas, sino el valor del contenido, el humanismo empieza a ser el hilo conductor de su narrativa e iluminador de su estética. Por otro lado, siente la necesidad de resignificar lo local en su contacto con lo universal, reconociendo el afán de contemporaneidad de su generación, su defensa de lo mestizo está presente en sus reflexiones sobre el barroquismo latinoamericano. Finalmente, resulta interesante que Pareja aproxime dos grandes momentos del arte ecuatoriano: la pintura y escultura colonial de la llamada escuela de Quito, y la propuesta estética de su generación.
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Estos escritores publicaron entre 1945-1962, y avanzaron mucho más en algunos planteamientos de los narradores del 30. Habiendo asumido su extracción de clase, se preguntaron respecto de su propia identidad, de la problemática del mestizo, de su rol como escritores, del impacto de la incipiente modernidad que desestructuraba la vida cotidiana en sus pueblos y ciudades. Coinciden pues, en lo temático, con los narradores latinoamericanos del período, quienes en lo estético mantuvieron la tensión entre regionalismo y vanguardias, los ecuatorianos se reafirmaron en un realismo que dio espacio al lirismo, aunque también mirando hacia las vanguardias latinoamericanas desde diferentes ángulos. César Dávila Andrade planteó una estética del horror «suprarreal», Ángel F. Rojas manejó modernamente temas emparentados con el regionalismo, Walter Bellolio sintetizó lo mejor de la vanguardia narrativa y la tradición relatística ecuatorianas, Alfonso Cuesta y Cuesta configuró una estética de las metáforas iluminadoras, y Arturo Montesinos trabajó con la metáfora de la ruptura que trae toda modernidad, por más periférica e incipiente que pueda parecer.