17 resultados para evaluación del estudiante


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Las competencias de un graduado deben ponerse en estrecha relación con el mercado laboral pues, en nuestra opinión, van a orientar los perfiles académicos y profesionales de las titulaciones universitarias. Con este objetivo, hemos realizado un estudio de campo entre los diversos profesionales del mundo del Derecho para comprobar la demanda del mercado laboral, y además de las competencias técnicas, hemos obtenido una serie de competencias básicas. Estas competencias van a delimitar el plan de estudios del Grado, las nuevas metodologías docentes y los métodos de evaluación. La renovación de las metodologías docentes se conseguirá a través del uso de herramientas tan novedosas como el paso de la lección magistral a la expositiva, la utilización de herramientas alternativas al aula, la aplicación de la metodología anglosajona a los casos prácticos, la elaboración de trabajos de investigación, el Practicum y la aplicación de las TIC’s. El nuevo sistema de evaluación pasará necesariamente por una evaluación continua, que pondere adecuadamente la utilización de las distintas herramientas seleccionadas, y que valorará especialmente la participación activa del alumno. En consecuencia, el alumno se convierte en la pieza clave del sistema, será necesaria una mayor involucración del estudiante, para obtener un mayor rendimiento en el aprendizaje, que es, en definitiva, el objetivo prioritario de los criterios de convergencia del EEES. Hay que dar un paso más: si el alumno debe implicarse en su propio aprendizaje, debe conocer perfectamente qué se espera de él, qué se le va a exigir y ser consecuente con su elección. Una de las claves para ello es sin duda el conocimiento en profundidad de los estudios que han elegido, de los contenidos de las asignaturas, de la posibilidad de elección de itinerarios o de asignaturas optativas, así como de las salidas profesionales. Y sin duda, para conseguirlo, será necesario un cambio en la relación profesor–alumno

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El trabajo cooperativo se puede definir como aquella actividad realizada por dos o más personas conjuntamente de forma equitativa o proporcional, para alcanzar unos objetivos y, en definitiva, aprender. La doctrina utiliza terminología diversa, trabajo en equipo, trabajo en grupo, trabajo cooperativo, trabajo colaborativo. En algunos casos hacen distinciones claras entre unos y otros, pero en realidad son pocas las diferencias, y yo personalmente prefiero utilizar esa terminología indistintamente. El trabajo cooperativo presenta muchas ventajas para el aprendizaje y la enseñanza como se podrá comprobar. Mi experiencia docente me ha llevado a utilizar de forma regular el trabajo en grupo en el sistema de evaluación continua, de ahí mi interés en esta cuestión, especialmente porque en algunos casos he encontrado ciertas dificultades en su puesta en práctica. Estos son los motivos que me han llevado a estudiar en qué consiste realmente el trabajo colaborativo y en cómo pueden evitarse aquellas dificultades. Desde mi punto de vista para evitar la disfunción del trabajo en equipo se ha de realizar un buen diseño de las actividades, y una adecuada evaluación del proceso de aprendizaje o desarrollo de la actividad, tanto a nivel individual como de grupo. En ambos casos es fundamental la función del docente que debe programar las actividades cooperativas correctamente, pero además debe informar, dirigir, orientar, mediar, animar… durante todo el proceso de aprendizaje, dependiendo de las diferentes necesidades de cada grupo. En cuanto a la evaluación del trabajo en grupo, se han de calificar tanto el trabajo individual como el resultado final del equipo, y para ello creo muy apropiada la utilización de una serie indicadores a observar en los mecanismos interpsicológicos, distinguiendo entre tres dimensiones en el proceso de aprendizaje cooperativo: la interdependencia positiva, la construcción del significado y las relaciones psicosociales. Se prestará una especial atención a la fase de construcción del significado pues es el centro del proceso. Dichos indicadores se extraen de la observación del diálogo y discusión de los miembros del grupo entre ellos, y con el profesor, y nos dan pautas para comprobar las aportaciones de cada estudiante al equipo, su trabajo individual y su contribución al trabajo colaborativo. Esto facilitará una adecuada evaluación